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Reseña al libro de Tania Aillón, "Japonización" de la dominación patronal y respuesta obrera

Subcontratación, reforma laboral y lucha obrera: El caso de los obreros del sector industrial en Bolivia

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lunes, 8 de abril de 2019

La innovación tecnológica en cuestión: A propósito del aporte de David Noble






Tania Aillón Gómez

Hoy en Bolivia, los trabajadores del sector fabril enfrentan nuevamente, las consecuencias de la racionalización capitalista de la industria: Despidos, vacaciones forzadas, reducción de horarios de trabajo, retiros forzosos, etc. Se trata de los resultados de una política patronal de recambio tecnológico, ahorradora de fuerza de trabajo, una medida destinada a enfrentar la recesión económica que se prolonga a lo largo de los últimos 5 años. Como un aporte a la reflexión, acerca de las consecuencias de la ofensiva tecnológica capitalista sobre el trabajo, esta reseña recupera las reflexiones, que acerca del desarrollo tecnológico, ocuparon al historiador de las ciencias y de las técnicas, David Noble (1945-2010), en su libro: “Progress Without People. Mew Tecnologie, Unemloyment and the message of Resistance”, editado en 1993, libro que llegó a nuestras manos en su edición Francesa (Agone): “Le Progres sans le peuple, ce que les nouvelles technologies font au travail”, aparecida  en 2016.  El libro recoge 5 artículos escritos a principios de los años 80, y una declaración sobre la política industrial, presentada a un subcomité en el 98º Congreso de Estados Unidos. Se trata de 5 artículos en los que el autor intenta explicar la ausencia de una reacción global de los trabajadores, frente a lo que denomina, la ofensiva tecnológica de las empresas. En este sentido, D. noble, a lo largo de los 3 primeros artículos, en los que se concentra esta pequeña reseña, el autor se platea responder a la pregunta: ¿Por qué existe entre los subordinados una falta de firmeza frente a la nueva ofensiva tecnológica?

1. LUDITAS VERSUS PROGRESO TECNOLÓGICO CAPITALISTA

Imagen: http://www.sobreestoyaquello.com, 24/12/2009
En el primer artículo, D. Noble centra su atención en el movimiento ludita y en su posición frente a la ofensiva tecnológica de la primera revolución industrial, visión  que opone al determinismo tecnológico, que caracteriza a  la percepción dominante en occidente, de que el desarrollo tecnológico es un fenómeno autónomo, independiente de la política y de la sociedad, dotado de un destino propio, mientras que para los luditas (a los que el autor, en este artículo, considera como a los últimos que en occidente,  avizoraron el contenido político  de la innovación tecnológica), la innovación tecnológica significaba: paro, bajos salarios, transformación en los sistemas de remuneración, eliminación del trabajo cualificado y la perdida de autonomía sobre la propia actividad laboral, por lo que su lucha será la lucha por la defensa de sus medios de subsistencia, libertad y dignidad, por conseguir un mayor poder sobre la orientación del propio desarrollo tecnológico . Los tejedores de Bolton, resaltará Noble, en 1834, considerarán que la producción de la nueva tecnología tiene menos una razón económica, que una razón política y cultural, la de reforzar el sistema de dominación.  Para el movimiento ludita el cambio tecnológico no es un dato, sino algo que puede ser adecuado a ideales sociales.

Esta claridad del movimiento obrero naciente, sobre el carácter de la técnica, en tanto artefacto humano, se ira diluyendo con la fría lógica del mercado y de la máquina, que reemplazará la inspiración humana por las abstracciones del progreso técnico y las ganancias ilimitadas. La ideología dominante se ira imponiendo con la creencia de que el progreso tecnológico es de por si bueno, suplantando toda concepción de un sentido humano deseable.  La sociedad, el pueblo, para Noble, serán transformados en variables: mercaderías, factores de producción, convirtiendo al capital en la marca tangible del progreso y en la causa del mismo. Se trata de una ideología del progreso al servicio del desarrollo capitalista, que le permite convertirse en sinónimo de prosperidad material y que desvía la atención de la explotación que implica.

Según el autor,  el  despliegue de esta visión ideológica habría estado ligada al el nacimiento de la Economía Política  y  a su predominio intelectual, que se manifestó, también, en la visión darwinista del progreso tecnológico y económico,  que habría alentado a los Estados a mediados  del siglo XIX, ideología  que se reveló impermeable a la crítica de los obreros y de sus aliados, porque las dirigencias obreras canalizaron  el problema tecnológico  hacia  el sistema político(poder político, repartición de riquezas) , dejando de lado el debate de la naturaleza de las maquinas, de la organización y de la producción. De acuerdo a Noble, para los dirigentes obreros, en esta etapa, el progreso técnico no solo es un medio para fines económicos o una justificación cómoda de la dominación, sino uno de los motores históricos de la emancipación (una suerte de fascinación por las maquinas).  Para la dirigencia obrera de la época,  las mismas tecnologías que explotan, encarnan la posibilidad de un socialismo cooperativo, por lo que los owenistas consideraban al antimaquinismo como un sentimiento contrarrevolucionario; no es casual, dice Noble, que Engels haya considerado al sabotaje como el error de juventud de la clase obrera, o que para Marx, el progreso tecnológico, si bien permite la competencia económica, la acumulación y la explotación, al mismo tiempo es importante, para desarrollar la industria moderna, que no es otra, que la contribución capitalista al progreso humano (porque crea las condiciones de la caída del capitalismo).   De esta forma, precisa Noble, el desarrollo tecnológico será considerado como autónomo, lineal, inevitable y sacrosanto, tanto por sus partidarios como por sus críticos. Los dirigentes obreros adoptaran; entonces, una posición de aceptación, de adecuación y de estímulo frente a las nuevas tecnologías.

En este artículo, solo de paso es tocado por Noble, un aspecto que consideramos fundamental para la crítica al desarrollo tecnológico capitalista, un aspecto aportado por la crítica ludita: la orientación del propio desarrollo tecnológico capitalista. Una orientación permeada por el propio contenido de las relaciones sociales que lo sustentan, relaciones de explotación y opresión con miras a la ganancia, orientación que se objetiva en cierto tipo de artefactos, pero también, en formas de organización del trabajo con sentido capitalista, como sentido hegemónico, en la medida en que, como precisa Kosic[i] (1990), los seres humanos producimos nuestro mundo, como un mundo preñado   de sentidos.  En realidad, la identificación de este sentido humano, que se objetiva mediante la praxis, es el que   permite romper con  la falsa neutralidad de la técnica o con el determinismo tecnológico, porque nos muestra que, finalmente, es el ser humano, bajo determinadas relaciones sociales, en este caso, las capitalistas, el que da sentido, de manera hegemónica, no única,  a los artefactos tecnológicos, visión que a la vez,  pone en cuestión, el fatalismo con el que la clase dominante impone  su lógica tecnológica.

2. RESISTENCIA OBRERA Y RESPUESTA PATRONAL FRENTE A LA SEGUNDA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA

Fotografia: https://www.laguia2000.com, 02/04/2007
Noble inicia el segundo artículo  de su libro, remarcando que la automatización que caracteriza a la segunda revolución tecnológica, fue el resultado de un desarrollo tecnológico financiado por el Estado, durante la segunda guerra mundial: sistemas de control por artillería automática, ordenadores para cálculos balísticos y producción de bombas, la microelectrónica para cohetes de proximidad, radares, ordenadores, aeronáutica, sistemas de misiles guiados, así como una serie de sistemas de detección y de medida, derivarán no solamente, sobre las maquinas programables, sino también, sobre las maquinas inteligentes o autorreguladas. El autor menciona, además, que, gracias a este financiamiento público, la aplicación industrial de las nuevas tecnologías se impone en la metalurgia, en el automóvil, la industria petrolera, la química, la mecánica y la aeronáutica y la producción del equipo electrónico.   

Una vez que la automatización se generaliza, precisa Noble, se ven  sus  verdaderos efectos con el deterioro  de las condiciones del trabajo y de la capacidad de manejo por parte de los trabajadores, de sus actividades laborales (licenciamientos, intensificación de la cadena productiva, descualificación del trabajo), hasta que a fines de los 60, la colera estalla y recrudece la acción directa de lo obreros de base, frente a las direcciones sindicales que colaboran con la patronal, a la que se cuestiona, por su incapacidad para dirigir sus fábricas. Se trata de un periodo en el que el autor muestra la generalización del sabotaje sistemático, mediante practicas que derivan en productos defectuosos, mal ensamblados; en algunos casos, existen fabricas que con un 75% de tasa de defectos, se ven obligadas a cerrar.  Los pronunciamientos cuestionan el propio concepto del progreso: “el verdadero asunto radica en determinar, lo que nosotros los trabajadores consideramos como progreso”.  Noble afirma que los trabajadores se dan cuenta de que están enfrentados a una tecnología que economiza mano de obra, eso es lo que sus empleadores denominan: “progreso”.  En este periodo, los trabadores proclaman que el progreso tecnológico es un proceso político y no automático, inevitable y natural (una critica radical a la neutralidad de las ciencias y la tecnológica). Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, Escandinavia ven cómo las movilizaciones obreras ponen en cuestión los efectos de la segunda revolución tecnológica.

Frente a este ascenso de la lucha de clases, los patrones introducen   nuevos métodos de gestión de la fuerza de trabajo, como “la valorización profesional “o  los “programas de calidad de vida”, destinados a canalizar el descontento por vías más productivas(en relación a sus intereses), un ejemplo, es el surgimiento del modelo sueco de producción, una respuesta al recrudecimiento de los conflictos de clase, ya que  Suecia se  destacó por la fuerza de la rebelión y la resistencia obreras, con tasas de ausentismo en Volvo de 15% y de rotación de personal del 50%, debido a la intensidad y la rutina en el trabajo. El management llamado humanitario, señala el autor, se impone, al menos por un tiempo, y se convierte en la perspectiva dominante a fines del año 1973.  Es en esta etapa, que surgirá en Estados Unidos, la comisión, nominada en 1971 por Elliot Richardson, Secretario de Estado de la Salud, la Educación y los Servicios Sociales, para hacer frente a la depresión de los “cuellos azules” y a la angustia de los “cuellos blancos”.  La conclusión de esta comisión, señala que el descontento de las mujeres, de las minorías y de los  “cuellos azules” se reducirían si  los americanos podrían  tomar parte activa en las decisiones que repercuten en su existencia; de ahí deriva una de sus recomendaciones centrales de esta comisión, la de  reemplazar el poder por la participación y las estrategias de desarrollo alternativo  (porque muchas experimentaciones han demostrado que la productividad aumenta y que los problemas sociales disminuyen si los asalariados participan en las decisiones que afectan a su vida).  Con la introducción de nuevos servicios, programas, proyectos de investigación, centros, y nuevas disciplinas destinadas a estudiar la “tecnología en el trabajo”, las direcciones de empresas buscaron captar la revuelta e institucionalizarla, logrando, junto a las dirigencias sindicales, frenar los sabotajes a la producción. 

Dos resultados emergieron de este periodo de ascenso de la lucha obrera, de un parte, indica Noble, los primeros acuerdos obrero-patronales sobre la introducción tecnológica en países nórdicos como Noruega, Suecia.   Si bien estos acuerdos con participación de los sindicatos, significaron un avance, y abrieron la posibilidad de respuesta a las prerrogativas de las direcciones empresariales; en la práctica, fueron poco utilizados, para negociar la introducción de las nuevas tecnologías y sirvieron; más bien, para desviar la oposición de los trabajadores hacia acuerdos sobre remuneraciones, reconversión y despidos, con un impacto casi nulo, sobre la concepción de las tecnologías o su puesta en marcha. El otro importante resultado fue el claro reconocimiento del carácter político de la tecnología, se trata, de acuerdo a Noble, de una ruptura ideológica decisiva, porque ella permitió sobrepasar el determinismo y el fatalismo tecnológico que habían servido de base para la propaganda capitalista. De hi se derivaron dos posiciones: la una,  comprende que la tecnología refleja las relaciones de poder de una sociedad, lo  que significa que los que detentan el poder, van a continuar determinando la forma y la dirección de la tecnología, lo que implica, en términos prácticos,  a largo plazo, cambiar las relaciones de fuerza y, a corto termino, luchar lo más que se pueda, contra la introducción de nuevas tecnologías porque reflejan el interés de los que dominan.  La otra posición concibe que la política es el arte de lo posible y como la tecnología es política está abierta a sus posibilidades, así se marca una ruptura con el visón lineal de desarrollo necesaria y automática. Noble piensa que esta última perspectiva, abre la posibilidad a trascender una posición puramente defensiva de los obreros frente a la ofensiva tecnológica.

3. LA CONTINUIDAD DE LA LUCHA Y RESISTENCIA OBRERAS FRENTE A LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

Fotografía: https://www.enriquedans.com, 09/07/2008
La resistencia obrera a la innovación tecnológica capitalista no ha cesado, por encima de la ficción ideológica sobre el significado neutral de progreso y modernización,  que el discurso dominante atribuye a la innovación tecnológica, incluso en los años de mayor retroceso, los años ochenta, dentro de un proceso de transformación masiva de las relaciones producción, reencauzado por la extensión multinacional de las firmas capitalistas, sobre un mercado de trabajo mundializado, favorecido por nuevas tecnologías (sistemas de comunicación y de producción informatizados, que dan al capital una movilidad inédita), la resistencia a  la ofensiva tecnológica emerge bajo formas no orgánicas, fragmentadas y clandestinas, habida cuenta que  los sindicatos abandonaron la lucha decisiva, acerca de la tecnología y de las condiciones de trabajo, iniciadas a fines de los sesentas del siglo pasado. Luchas como los ataques de los años ochenta a sociedades como Philips o Data systems y Honeywide-Bull (Toulouse – Francia); llevados adelante por expertos que borraron los sistemas de almacenamiento electrónico, expertos que se reconocían como: “nosotros somos los trabajadores de la informática, bien situados para conocer los peligros futuros de la informática la telemática. El ordenador es el útil preferido de los dominadores, él sirve para controlar y explotar, fichar y reprimir. No queremos encerrarnos en un gueto de programas y plataformas organizacionales. Luchar contra la dominación es nuestro objetivo”. Noble resalta, también, en este periodo, el sabotaje obrero a la producción robotizada en Estados unidos, con su reparación errónea o poniéndole arena al aceite de estas máquinas.

4. A MODO DE CONCLUSIÓN: LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA COMO ESPACIO DE LUCHA DE CLASES

Fotografía: https://blognooficial.wordpress.com
El importante aporte del trabajo de investigación, que ocupó gran parte de la vida de David Noble, radica en mostrar a la innovación tecnológica como espacio de lucha entre trabajadores y patrones, como espacio de confrontación política. Para Noble, cualquier esfuerzo por introducir tecnologías alternativas a las propuestas por los patrones, es inútil, aunque éstas sean económicamente y técnicamente viables, si se desconoce que el asunto de su introducción, es, sobre todo, un asunto político y cultural, por lo que serían necesarias, otras relaciones de fuerza, para que las alternativas obreras sean juzgadas viables. La propuesta es elaborar criterios para determinar, qué tecnología es necesario dejar de desarrollar, para oponerse a tecnologías que descualifican, disminuyen la libertad y la capacidad de manejo por parte de los trabajadores, sin compensación económica, oponerse a las tecnologías que plantean serios problemas sociales, que, aunque viables en términos técnicos y económicos, son destructivas para la sociedad en su conjunto.

De lo que se trataría, es de poner en tela de juicio, la forma actual del desarrollo, de reevaluar las técnicas y las ciencias en relación a criterios que supongan el enriquecimiento de la vida con miras a establecer otras reglas del juego, para de esta forma, superar los sueños infantiles de liberación por la máquina. Lo importante seria trascender la mistificación tecnológica, por parte del poder en nuestra sociedad, porque la tecnología en si jamás ha sido el problema y no será jamás la solución, el gran desafío que plantea la actual ofensiva tecnológica, para David Noble, es la de aprender no solamente a ponerla en tela de juicio, sino a ponerla de lado, porque, en definitiva, lo que nos interesa no es una tecnología centrada en lo humano, sino una sociedad centrada en lo humano. Luchar por controlar el cambio tecnológico y la forma en que transforma la organización del trabajo, afirma David Noble, será en el futuro, una de las principales misiones de los sindicatos, frente a la ofensiva tecnológica capitalista. 

Pese a esta postura radical, en relación a la ofensiva tecnológica, Noble no llega a establecer la relación, entre ella y las relaciones de producción capitalistas, que la sustentan. Por esto, la posibilidad de establecer nuevas reglas del juego, para este autor, se mueve en el espacio de las relaciones de fuerza, lo que da a entender, que bastaría cambiar las relaciones de fuerza, entre obreros y patrones, para introducir una tecnología centrada en lo humano.  Esta perspectiva, parece ser negada por los resultados de sus propias investigaciones, donde se observa que, si bien los periodos de ascenso político de la clase trabajadora, permitieron procesos de desmitificación del desarrollo tecnológico capitalista, los periodos de reflujo se caracterizaron por el restablecimiento ideológico sobre el desarrollo tecnológico, lo que parafraseando al propio Noble, nos lleva a concluir, que la posibilidad de una tecnología centrada en lo humano, solo se hace posible en una sociedad centrada en lo humano, no en la ganancia privada.  Esto solo es probable, si se trastocan las relaciones sociales de producción que la sustentan, trastocamiento que desbroza el camino hacia un cambio en el sentido del desarrollo tecnológico, desde un sentido capitalista, sustentado en el interés privado, a un sentido más humano, un sentido de interés colectivo.  Esto, de ninguna manera, significa, dejar de lado, a la ofensiva tecnológica de la clase dominante, como espacio de lucha, en el que es importante ganar a la patronal, palmo a palmo, espacios de control, tanto en términos de su concepción como en términos de su puesta en marcha.



[i]  Kosik, Karel (1990) Dialéctica de los concreto. México D. F.: Editorial Grijalbo


viernes, 8 de marzo de 2019

Tensiones en el espacio laboral y reproductivo de las obreras de limpieza en Cochabamba


Luis Fernando Castro López



1. PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN

Fotografía: http://www.bo.undp.org, 03/04/2018
En Latinoamérica, se ha experimentado un crecimiento considerable de la inserción de las mujeres al trabajo asalariado en el sector de los servicios; de hecho, una de las líneas de investigación en estas últimas décadas se concentró en el análisis de la inserción las mujeres en trabajos de cuidado remunerado[i], o sea, en actividades relacionadas con la reproducción de la vida[ii], dentro de una dinámica de  industrialización de los servicios[iii], que los convierte  en un nuevo espacio de acumulación de capital que  extiende la producción capitalista a distintas dimensiones de la vida.

En Bolivia, también, se dio una industrialización de los servicios, a menor escala, con características propias respecto de países de capitalismo desarrollado. Podemos afirmar que el periodo de auge económico de los anteriores años, ha derivado en el crecimiento de las empresas que demandan servicios de mantenimiento, por lo general periféricos o de logística, servicios  en los que se contrata un gran contingente de mujeres. Por ejemplo, en los últimos 10 años, el empleo en el sector de servicios y de comercio, se ha extendido, significativamente, en el segmento de la población femenina, llegando a emplear casi a un tercio de las mujeres ocupadas[iv], desplazando, como el principal generador de empleo femenino, a la producción agropecuaria. Con estos datos,  se ve que la expansión de los servicios se vincula al aumento   del empleo femenino: enfermeras, obreras de limpieza (limpieza de edificios, universidades, hospitales, oficinas, empresas, etc.), atención de restaurantes, hoteles, impulsoras de venta o vendedoras, operadoras de call center, etc. Esta tendencia; además, engloba al incremento del trabajo de cuidado remunerado, como la guarda  de niños, cuidado de ancianos, enfermos.

     Es dentro de esta dinámica, que en este artículo, dedicado al día de la mujer, nos preguntamos: ¿De qué manera esta extensión de los servicios  afecta la vida, tanto laboral como reproductiva, de un amplio espectro de mujeres trabajadoras? 

2. CONDICIONES DE TRABAJO, IMPLICACIÓN SUBJETIVA Y RACIONALIZACIÓN DEL SERVICIO DE LIMPIEZA.

Fotografía: https://servicio.mercadolibre.com.bo
Las habilidades que deben poner en marcha las trabajadoras se  relacionan con  el trabajo de cuidado, que implica pulcritud, tacto y  empatía con las personas que reciben el servicio (sobre todo, si se trata de servicios de limpieza en hospitales) o “la delicadeza” y el sentido estético del orden, en el caso de la limpieza de oficinas o de departamentos[v]. El trabajo de limpieza requiere una serie de habilidades que son asociadas con los roles de género, se trata de la extensión de algunas habilidades desarrolladas por las mujeres en el trabajo de reproducción en los hogares, esta situación ha derivado en la exigencia de parte de los clientes, a que el servicio de limpieza sea prestado, exclusivamente, por mujeres, como se puede apreciar en las siguientes expresiones captadas entre las trabajadoras de limpieza:

“T1: Las Pacientes de esa Caja pues… las más especiales son las señoras embarazadas no quieren que entre a limpiar un hombre…
T2: ¿por qué?
T1: Porque que no saben pues los hombres… no tienen esa delicadeza para hacer las cosas…   de limpiar bien… ellas se dan cuentan, además, no están acostumbradas les da vergüenza…”[vi]

  Toda esta carga subjetiva que demanda  el trabajo de limpieza, no implica, en muchos casos, solo la realización de un trabajo manual, sino la implicación que se objetiva en la previsión de ciertos detalles, movimientos y formas de limpiar, a veces, en presencia de los clientes. 
La demanda de la patronal, que requiere de ciertas disposiciones subjetivas de las trabajadoras, para garantizar la calidad del servicio prestado, entra en tensión, con las precarias condiciones de trabajo, entre las trabajadoras de limpieza.  Las instalaciones (vestidores, baños, comedor etc.) reservadas para las obreras de limpieza son reducidas; generalmente, se trata de un cuarto pequeño, donde ellas se visten para el trabajo, descansan a media jornada y meriendan, compartiendo el espacio con contenedores de basura. La falta de materiales de trabajo es otra de las características de ese espacio laboral, donde prima la estrategia de reducción de costos, basada en la sobre explotación de las obreras. En varias ocasiones, las trabajadoras se ven obligadas a arreglárselas ante la insuficiente dotación de guantes o barbijos para protegerse de los desechos contaminados o del polvo o ante la falta de correas o arneses para limpiar ventanas en los edificios. La constante reducción de costos del servicio, realizada por las empresas que subcontratan, es cargada sobre las obreras, quienes se ven obligadas a poner en marcha ciertas argucias, para encontrar solución a la falta de materiales. Muchas veces estos recursos generados por las obreras, las pone en el riesgo de contraer enfermedades, por el contacto con desechos de todo tipo. En estas condiciones, el trabajo de limpieza no es solo un trabajo manual y repetitivo, exige, además, la capacidad de solucionar  problemas derivados de la precarización de las condiciones de trabajo.

La demanda de implicación, expresada en el despliegue de habilidades y destrezas dirigidas a satisfacer las demandas propias de los trabajos de cuidado y a la solución de problemas derivados de la precarización del trabajo, entra en tensión, con una constante racionalización de tiempos por parte de la patronal, que intensifica la jornada laboral; al respecto, una trabajadora nos decía:

“Ya he entrado a la rápida a limpiar ya no le he podido esperar a la señora salga del cuarto… ay… no sé si se va a quejar… tampoco podía ayudarle a moverse porque debía hacer rápido… me he disculpado con la señora que estaba apurada… […] es que el ingeniero [el patrón] no entiende, cree que es nomas entrar y limpiar… que esto es media hora o es veinte minutos… no es así”[vii]

Fotografía: http://www.totes.com.bo
El permanente ajuste de los tiempos, con el fin elevar el grado de explotación, tiene la finalidad de  mantener el flujo de limpieza o cubrir las nuevas tareas o el acelerado consumo del servicio, por la presencia masiva de clientes, sin aumentar personal. Esta tensión entre una racionalización en los tiempos de trabajo y el despliegue de  habilidades destinadas a mantener una calidad en el servicio, hace mella en la resistencia física  de las trabajadoras de limpieza.

    En este contexto, la lucha de las trabajadoras en el espacio laboral, se caracteriza por diversas formas de resistencia destinadas a contrarrestar la permanente racionalización de tiempos de trabajo, ralentizando el ritmo del trabajo, negándose a cumplir un cupo de tareas de limpieza, etc. En algunos casos, se  da la lucha por un aumento salarial, con  la amenaza de abandonar en grupo  sus puestos de trabajo.       

3. LA TENSIÓN ENTRE EL ESPACIO PRODUCTIVO Y REPRODUCTIVO

Fotografía: http://www.opinion.com.bo, 08/03/2012
Dentro de esta dinámica de inserción a un empleo, las obreras de limpieza lidian por  conciliar el trabajo remunerado  y el trabajo doméstico, conciliación que se traduce en una inestable redefinición entre el tiempo  dedicado al  trabajo remunerado  y el tiempo de trabajo dedicado a la reproducción de las condiciones de vida de su familia. En el caso de las trabajadoras de limpieza, este esfuerzo de conciliación,  las lleva a  una redistribución conflictiva de las tareas de reproducción en el seno de la familia, así por ejemplo, algunas  trabajadoras dan testimonio de  cómo la necesidad de mantener su horario de trabajo de limpieza en la madrugada, obligó a sus maridos a asumir ciertas tareas de cuidado de los hijos y  de la casa, en las primeras horas de la mañana. Sin embargo, esta redistribución de las tareas domésticas con el esposo, trae constantes disputas al interior de la familia; sus parejas exigen que ellas vuelvan a tomar en sus manos las tareas reproductivas; muchas veces estas exigencias, no están exentas de discusiones, porque las trabajadoras se resisten a ceder y toman la decisión de conservar su trabajo remunerado; esto deriva en sufrimiento por el sentimiento de culpa de las trabajadoras. En ocasiones, estos hechos derivan en situaciones de violencia en el hogar frente a la resistencia de las obreras a retroceder en la redistribución de las labores domésticas. La precarización constante de sus condiciones de vida, que obliga a las mujeres de los sectores populares a buscar un empleo, ha influido en la transformación de las relaciones familiares y  empujado a una reestructuración conflictiva de la división del trabajo por sexos, alrededor de las tareas de reproducción.

El cambio en  las relaciones sociales al interior de las familias, ha llevado a que las  mujeres  asuman el papel de sostén principal  de la economía de su hogar, en  la mayor parte de los casos, hablamos de madres solteras, que se hacen cargo  solas de las tareas productivas y reproductivas. En esta situación, muchas madres recurren a la familia ampliada, a veces se asocian entre hermanas o parientes, intercambian  horas de trabajo por horas de cuidado de los hijos de manera mutua; otras se convierten en trabajadoras de tiempo completo y transfieren el trabajo reproductivo a sus madres o hijos.  Esto explica que estas trabajadoras se unan a movimientos vecinales o universitarios que exigen el sostén de ciertos trabajos de reproducción por  el Estado,  con la demanda de apertura de guarderías y comedores públicos.

4. A MODO DE CONCLUSIÓN

Las transformaciones  del capitalismo, han modificado la división del trabajo por sexos. La industrialización de los servicios ha abierto espacios de trabajo donde se insertan exclusivamente mujeres, ya que demandan tareas  relacionadas con el espacio reproductivo. En estos empleos, las trabajadoras se enfrentan a las tensiones generadas por un sistema de explotación que busca reducir costos e intensificar el trabajo a costa de poner en riesgo la salud de las trabajadoras y la calidad del servicio prestado. 


En este panorama de cambios y continuidades de las relaciones de opresión de sexos en el capitalismo, las obreras son las que toman en sus manos las posibilidades y esgrimen su propio camino en una lucha diaria, buscando dignificar su trabajo mediante reivindicaciones salariales y resistiendo a la creciente explotación en el trabajo, al mismo tiempo que  buscan activamente transformar las relaciones de opresión en el espacio reproductivo. 



[i] En el VIII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología  del Trabajo: “La recuperación de la centralidad del trabajo en América Latina. Actores, perspectivas y desafíos” realizado en Buenos Aires el 2016, se contaba con una mesa dedicada al trabajo de cuidado remunerado.
[ii] Hirata, Elena (2016) “El trabajo de cuidado” en Revista Sur, vol. 13, nº 24.
[iii] Alabarracin, Daniel (2003) “La sociedad salarial de servicios a debate: ciclo del capital, estructura social y subjetividad obrera” en Cuadernos de Relaciones Laborales, vol. 21, nº 2.
[iv] INE (2017) Anuario estadístico 2016. La Paz: Instituto Nacional de Estadística.
[v]  Wlosko, Miriam y Cecilia R. “La profesión enfermera y el trabajo de cuidado. Puntuaciones de investigación a la luz de la Psicodinámica del Trabajo y la teoría del care” en Natacha Borgeaud-Garciandía (comp.), El trabajo de cuidado. Paris: Fundación Medifé Edita
[vi] Extracto de cuaderno de campo noviembre de 2017.
[vii] Extracto de cuaderno de campo diciembre de 2018.

lunes, 14 de enero de 2019

El PAE: ¿Una solución para el desempleo?





Luis Fernando Castro López


    Desde hace un par años se lleva adelante el Programa de Apoyo al Empleo (PAE), un programa que consiste en una especie de bolsa de empleo, en el que, tanto empresas demandantes como personas ofertantes de fuerza de trabajo, pueden dejar sus datos para esperar que el programa acomode la oferta a la demanda existente, en este caso, es financiado por el Estado, que intermedia el proceso de inserción de una persona a un determinado puesto de trabajo. En este artículo queremos reflexionar, acerca de las implicaciones del PAE, como dispositivo institucional.

1. EL PROGRAMA DE APOYO AL EMPLEO

    Según el gobierno, este programa fue puesto en marcha para mejorar las opciones de inserción a un empleo, para la población mayor de 18 años[i]. En ese sentido, como ya mencionamos,  el PAE funge como una especie de agencia que reúne a empresas que ofertan empleo y a personas que estén en busca de trabajo.  Tanto las empresas demandantes como la población ofertante de fuerza de trabajo, deben inscribirse cumpliendo ciertos requisitos.

    Lo característico del programa es que, una vez que el PAE logra encontrar un empleo determinado, para un trabajador, con ciertas habilidades, su inserción al empleo se realiza mediante el establecimiento de 3 meses de práctica en la empresa, financiados por el programa. En otras palabras, mediante el PAE, el Estado financia los tres meses de prueba del trabajador en una empresa, con el pago de un salario mínimo o en relación a una escala salarial de acuerdo a la formación del trabajador.

   Durante esos 3 meses, la empresa beneficiaria debe indicar su conformidad con el trabajo del practicante insertado por el PAE. Cada mes, tanto el trabajador como el dueño de la empresa beneficiaria, deben presentar una serie de papales que demuestren la realización efectiva del trabajo de práctica, para que el programa disponga el pago de ese mes al practicante.  Si el practicante llega a los 3 meses de prueba, el empleador beneficiario con el PAE, debe firmar un contrato de trabajo y presentarlo, para cerrar el programa y dar por realizada la inducción del practicante al interior de la empresa.

2. EL PAE COMO MEDIACIÓN ESTATAL EN LOS MERCADOS DE FUERZA DE TRABAJO.

    Uno de los objetivos del programa es el de convertirse en una instancia que impulse a la generación de empleo, que financia el proceso de inducción del trabajador, de manera que las empresas opten por crear empleo antes que por cerrar sus actividades.

    En este sentido, los requisitos exigidos a las empresas están destinados a que éstas se sometan a la regulación Estatal, que pasen al “sector formal”, ello implica; al mismo tiempo, el reconocimiento de las escalas salariales mínimas y el reconocimiento de la normativa de la Ley General del Trabajo que, por lo general, no es cumplida por las pequeñas y medianas empresas. Esto ha derivado en que los empresarios inscritos en el programa,  sopesen entre los costos de cumplir estos requisitos y los beneficios que les podría traer el financiamiento temporal que realiza el PAE,  para la contratación de fuerza de trabajo. De hecho, el programa ha impulsado a que varias de las pequeñas empresas se rijan a la escala salarial mínima.

    De esta forma, el PAE, en tanto instrumento del Estado, para mediar el proceso de inserción del trabajador a un puesto de trabajo, ha extendido su incidencia activa  en las condiciones de contratación de la fuerza de trabajo, allí donde estas mismas empresas obviaban o evadían la regulación estatal y el cumplimiento de la norma. El PAE se ha constituido, no solo como una agencia de empleo; sino también, en una instancia mediadora[ii], que tiene el objetivo de contribuir a la extensión y preservación de las relaciones capitalistas, estableciendo ciertas condiciones de explotación de fuerza de trabajo y ciertas condiciones de funcionamiento de las empresas, al mismo tiempo que el establecimiento de ciertas condiciones sociales, que den estabilidad política y económica  al Gobierno,  en un periodo  de contracción económica (cierto dinamismo al mercado interno, ciertos niveles de producción,  que permitan  niveles aceptables de exacción de plusvalía, etc.).  En este sentido, este programa cumpliría el pretendido papel del Estado, como entidad mediadora en la relación capital-trabajo[iii], al generar empleo, al mismo tiempo que se impone límites a las patronales. Cabe preguntarse, acerca de la naturaleza de esta mediación, es decir, finalmente, si bien el PAE impulsa la generación de empleos, mediante el financiamiento del tiempo de inserción del trabajador a un puesto de trabajo, qué tipo de empleos impulsa a crear y hasta donde dichos empleos muestran las contradicciones del propio gobierno del MAS en la reforma del Estado.

3. EL PAE: DE LA MEDIACIÓN SALARIAL A LA SOBREEXPLOTACIÓN DE FUERZA DE TRABAJO

    Si bien el PAE es una instancia mediadora de empleo, que impulsa la inserción laboral, mediante el establecimiento de ciertas condiciones mínimas a las relaciones de explotación de la fuerza de trabajo, es necesario observar, dos limitaciones del mismo programa.

    En primer lugar, solo media la relación mercantil de intercambio salarial de la fuerza de trabajo, en este caso, es una mediación consumada por el propio Estado pues él paga a los obreros los tres meses de inserción. Pero el Estado no media en la explotación misma del trabajo, de manera que los alcances del programa se escapan de su control y el mismo Ministerio de Trabajo se convierte en impulsor de diversas formas de sobreexplotación de fuerza de trabajo. No es casual, que las pequeñas empresas de diferentes rubros, sean las principales beneficiarias del programa; sobre todo, las empresas del sector servicios. Empresas que se caracterizan por tener un mercado de fuerza de trabajo con  alta rotación,  de manera que son empleos en los que se inserta y se expulsa fuerza de trabajo  en cortos periodos, se trata de actividades temporales  en  empresas tercerizadas,  bajo contratos de servicio de hasta  un año.

    En este contexto, lo paradójico del PAE es que impulsa un proceso de inserción del trabajador a un empleo, invierte en su capacitación y adquisición de experiencia, al mismo tiempo que financia, temporalmente, la sobreexplotación de fuerza de trabajo,  por parte de la empresa beneficiaria; en suma, contribuye a diversas condiciones que reproducen la interinidad laboral; en esta situación, la practica patronal, en muchos casos, ha sido la de aprovechar la alta rotación de personal,  para lograr que el programa le financie, de manera permanente, fuerza de trabajo gratuita por tres meses, reproduciendo a escala ampliada la eventualidad.

   Tenemos el caso de empresas subcontratistas de seguridad y empresas de limpieza,  donde el personal contratado mediante el PAE, no cumple con los tres meses de prueba y termina abandonando el trabajo,  debido  a  las prácticas de  sobreexplotación de los patrones[iv]. Estas empresas inscritas en el PAE  no son controladas en sus prácticas de reducción de costos; debido a que  las inspecciones son esporádicas y superficiales, las empresas inscritas cumplen con lo mínimo y exigen el máximo de esfuerzo a los obreros[v]. El mismo Ministerio de Trabajo no tiene un análisis exhaustivo del grado de rotación de personal que tienen  las empresas inscritas en el PAE y sus causas, simplemente, cumple con el papel de la inserción laboral  a toda costa, aunque sea por uno o dos meses, después de acabado el programa de inducción de 3 meses. Así el PAE es un programa de inducción temporal de obreros fluctuantes[vi], en este caso, el pago de los tres meses realizado por el programa, es un mecanismo impulsor de acumulación de capital, que estimula a las empresas a la contratación temporal de obreros.

    El segundo problema tiene que ver con la forma en que se conciben los tres meses de trabajo; según el Ministerio de Trabajo, en los tres meses de trabajo financiados con el PAE, el obrero no recibe un salario,  sino  un subsidio[vii], que tiene como mínimo el salario básico nacional. Bajo la denominación del subsidio, el obrero insertado por el PAE no goza de los beneficios sociales. Aquí se puede observar que la concepción del PAE es la de excluir el tiempo de formación de lo que legítimamente es reconocido por el Estado como trabajo, esto tiene sus consecuencias, ya que libera a las empresas y al propio Estado de cualquier beneficio por los meses trabajados bajo el programa,  de manera que la empresa beneficiaria tiene a su disposición un proceso de inducción que puede terminar o no con la inserción temporal del obrero (cosa que pasa pocas veces), sin que ello signifique pago de finiquito, aguinaldo, doble aguinaldo etc.

    En un inicio, el Ministerio anunció que los trabajadores del PAE, también, recibirían el aguinaldo y doble aguinaldo[viii], pero meses después retrocedió en esta determinación, impulsando en los hechos, la sobreexplotación de la fuerza de trabajo.

4. CONCLUSION

  El PAE, incentiva la flexibilización laboral, la sobreexplotación, la eventualidad, porque es solo un paliativo temporal del desempleo; de esta forma, reproduce la precariedad y flexibilidad del empleo, que caracterizan a los mercados de trabajo a nivel nacional.  Así, este Programa de Apoyo al Empleo, termina consolidando un conjunto de mecanismos de intermediación e inserción laboral que favorecen la acumulación de capital. Si en el capitalismo la “producción es ante todo la reproducción de las relaciones sociales que la presuponen”[ix], el Estado es un elemento mediador, íntimo de esta reproducción.

    En el caso del gobierno del MAS, el PAE no es más que otro mecanismo institucional que intermedia las relaciones de empleo, pero que no interviene en las relaciones de sobreexplotación llevadas adelante al interior de la empresa. Son los patrones quienes le dan su propio sentido y marcan la orientación del programa, al imponer sus propias condiciones de explotación, en un medio en el que los obreros no tienen la correlación de fuerzas a su favor, ya que como no son reconocidos como obreros de la empresa, sino como practicantes del PAE, se ven constreñidos a obedecer las órdenes patronales y quedarse o romper con ellas y abandonar el trabajo. 




[i] Ministerio lanza el PAE II para inserción laboral de 21 mil personas. Publicado en: http://www.opinion.com.bo, el 5 de diciembre de 2017.
[ii] Artous, Antonie  (2016) Marx, el Estado y la política. Barcelona: Editorial Sylone.
[iii] Ídem.
[iv] Referencia basada en trabajo de observación etnográfica.
[v] Ídem
[vi] Castro, Luis F. (2016) Obreros fluctuantes frente a la dominación patronal. La Paz: Grupo de Estudios del Trabajo llank’aymanta y Muela del Diablo Editores.
[vii] Dato extraído del trabajo de observación etnográfica.
[viii] El Ejecutivo se hará cargo del alza salarial en firmas bajo el PAE. Publicado en: https://www.eldeber.com.bo, el 7 de mayo de 2018.
[ix] Artous, Antonie  (2016) Marx, el Estado y la política. Barcelona: Editorial Sylone.

lunes, 3 de diciembre de 2018

A propósito de la Octava Conferencia de CLACSO y la invasión a la autonomía relativa de la ciencia social



Los contornos marcadamente partidistas que asumió un espacio académico como la Octava Conferencia de CLACSO en Buenos Aires, nos invita a reflexionar sobre la relación entre lo político ideológico y la producción del conocimiento en la ciencia social, un tema que atraviesa los debates de esta ciencia desde sus orígenes. Por qué cuestionar que este evento de la CLACSO se haya convertido en caja de resonancia de las corrientes políticas denominadas “progresistas” en nuestra región, si ¿acaso la ciencia social no está, necesariamente “comprometida”, con el punto de vista de alguna clase o fracción de clase, en ruptura con cualquier pretendida neutralidad valorativa de inspiración positivista?     De acuerdo con la tradición marxista (Marx, Luckas, Lenin, Lowy, entre otros autores), consideramos que las visiones del mundo, con contenido de clase, modelan de manera decisiva (directa o indirecta, consciente o inconsciente) a las ciencias sociales, por lo que, aparentemente, la apropiación de un espacio de producción de ciencia social como la CLACSO por  una ideología que ha sustituido la lucha de clases con  la lucha por la democracia (Meikens Wood,2013)  resulta legitima.  Sin embargo, si consideramos como Michel Lowy,  que la producción de la ciencia social, pese a su posición de clase, requiere para producir conocimiento científico de un autonomía relativa (Lowy,1986 ), que permita esgrimir las aristas críticas que requiere toda producción científica;  la conversión de la Octava Conferencia de la CLACSO en un espacio que mediatiza lo político, como apoyo abierto a los gobiernos (pasados y presentes)  llamados ”progresistas “en la región, se traduce en una forma de anulación de esta  autonomía relativa, sin la cual, la ciencia social  deja de ser tal. Al perder su carácter crítico, respecto de estos gobiernos llamados progresistas, también, pierde su objetivo:  la intención de verdad.

Momentos previos a la inauguración de la 8va. Conferencia CLACSO 2018
Momentos previos a la inauguración de la 8va. Conferencia CLACSO 2018

Acto de inauguración de la 8va. Conferencia CLACSO 2018

Acto de inauguración de la 8va. Conferencia CLACSO 2018

Acto de inauguración de la 8va. Conferencia CLACSO 2018 
Foro Especial: Marx 200 años



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Paneles del eje: "Estudios del trabajo y relaciones laborales"

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Nuestra participación en los paneles del eje: "Estudios del trabajo y relaciones laborales" 
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