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viernes, 8 de marzo de 2019

Tensiones en el espacio laboral y reproductivo de las obreras de limpieza en Cochabamba


Luis Fernando Castro López



1. PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN

Fotografía: http://www.bo.undp.org, 03/04/2018
En Latinoamérica, se ha experimentado un crecimiento considerable de la inserción de las mujeres al trabajo asalariado en el sector de los servicios; de hecho, una de las líneas de investigación en estas últimas décadas se concentró en el análisis de la inserción las mujeres en trabajos de cuidado remunerado[i], o sea, en actividades relacionadas con la reproducción de la vida[ii], dentro de una dinámica de  industrialización de los servicios[iii], que los convierte  en un nuevo espacio de acumulación de capital que  extiende la producción capitalista a distintas dimensiones de la vida.

En Bolivia, también, se dio una industrialización de los servicios, a menor escala, con características propias respecto de países de capitalismo desarrollado. Podemos afirmar que el periodo de auge económico de los anteriores años, ha derivado en el crecimiento de las empresas que demandan servicios de mantenimiento, por lo general periféricos o de logística, servicios  en los que se contrata un gran contingente de mujeres. Por ejemplo, en los últimos 10 años, el empleo en el sector de servicios y de comercio, se ha extendido, significativamente, en el segmento de la población femenina, llegando a emplear casi a un tercio de las mujeres ocupadas[iv], desplazando, como el principal generador de empleo femenino, a la producción agropecuaria. Con estos datos,  se ve que la expansión de los servicios se vincula al aumento   del empleo femenino: enfermeras, obreras de limpieza (limpieza de edificios, universidades, hospitales, oficinas, empresas, etc.), atención de restaurantes, hoteles, impulsoras de venta o vendedoras, operadoras de call center, etc. Esta tendencia; además, engloba al incremento del trabajo de cuidado remunerado, como la guarda  de niños, cuidado de ancianos, enfermos.

     Es dentro de esta dinámica, que en este artículo, dedicado al día de la mujer, nos preguntamos: ¿De qué manera esta extensión de los servicios  afecta la vida, tanto laboral como reproductiva, de un amplio espectro de mujeres trabajadoras? 

2. CONDICIONES DE TRABAJO, IMPLICACIÓN SUBJETIVA Y RACIONALIZACIÓN DEL SERVICIO DE LIMPIEZA.

Fotografía: https://servicio.mercadolibre.com.bo
Las habilidades que deben poner en marcha las trabajadoras se  relacionan con  el trabajo de cuidado, que implica pulcritud, tacto y  empatía con las personas que reciben el servicio (sobre todo, si se trata de servicios de limpieza en hospitales) o “la delicadeza” y el sentido estético del orden, en el caso de la limpieza de oficinas o de departamentos[v]. El trabajo de limpieza requiere una serie de habilidades que son asociadas con los roles de género, se trata de la extensión de algunas habilidades desarrolladas por las mujeres en el trabajo de reproducción en los hogares, esta situación ha derivado en la exigencia de parte de los clientes, a que el servicio de limpieza sea prestado, exclusivamente, por mujeres, como se puede apreciar en las siguientes expresiones captadas entre las trabajadoras de limpieza:

“T1: Las Pacientes de esa Caja pues… las más especiales son las señoras embarazadas no quieren que entre a limpiar un hombre…
T2: ¿por qué?
T1: Porque que no saben pues los hombres… no tienen esa delicadeza para hacer las cosas…   de limpiar bien… ellas se dan cuentan, además, no están acostumbradas les da vergüenza…”[vi]

  Toda esta carga subjetiva que demanda  el trabajo de limpieza, no implica, en muchos casos, solo la realización de un trabajo manual, sino la implicación que se objetiva en la previsión de ciertos detalles, movimientos y formas de limpiar, a veces, en presencia de los clientes. 
La demanda de la patronal, que requiere de ciertas disposiciones subjetivas de las trabajadoras, para garantizar la calidad del servicio prestado, entra en tensión, con las precarias condiciones de trabajo, entre las trabajadoras de limpieza.  Las instalaciones (vestidores, baños, comedor etc.) reservadas para las obreras de limpieza son reducidas; generalmente, se trata de un cuarto pequeño, donde ellas se visten para el trabajo, descansan a media jornada y meriendan, compartiendo el espacio con contenedores de basura. La falta de materiales de trabajo es otra de las características de ese espacio laboral, donde prima la estrategia de reducción de costos, basada en la sobre explotación de las obreras. En varias ocasiones, las trabajadoras se ven obligadas a arreglárselas ante la insuficiente dotación de guantes o barbijos para protegerse de los desechos contaminados o del polvo o ante la falta de correas o arneses para limpiar ventanas en los edificios. La constante reducción de costos del servicio, realizada por las empresas que subcontratan, es cargada sobre las obreras, quienes se ven obligadas a poner en marcha ciertas argucias, para encontrar solución a la falta de materiales. Muchas veces estos recursos generados por las obreras, las pone en el riesgo de contraer enfermedades, por el contacto con desechos de todo tipo. En estas condiciones, el trabajo de limpieza no es solo un trabajo manual y repetitivo, exige, además, la capacidad de solucionar  problemas derivados de la precarización de las condiciones de trabajo.

La demanda de implicación, expresada en el despliegue de habilidades y destrezas dirigidas a satisfacer las demandas propias de los trabajos de cuidado y a la solución de problemas derivados de la precarización del trabajo, entra en tensión, con una constante racionalización de tiempos por parte de la patronal, que intensifica la jornada laboral; al respecto, una trabajadora nos decía:

“Ya he entrado a la rápida a limpiar ya no le he podido esperar a la señora salga del cuarto… ay… no sé si se va a quejar… tampoco podía ayudarle a moverse porque debía hacer rápido… me he disculpado con la señora que estaba apurada… […] es que el ingeniero [el patrón] no entiende, cree que es nomas entrar y limpiar… que esto es media hora o es veinte minutos… no es así”[vii]

Fotografía: http://www.totes.com.bo
El permanente ajuste de los tiempos, con el fin elevar el grado de explotación, tiene la finalidad de  mantener el flujo de limpieza o cubrir las nuevas tareas o el acelerado consumo del servicio, por la presencia masiva de clientes, sin aumentar personal. Esta tensión entre una racionalización en los tiempos de trabajo y el despliegue de  habilidades destinadas a mantener una calidad en el servicio, hace mella en la resistencia física  de las trabajadoras de limpieza.

    En este contexto, la lucha de las trabajadoras en el espacio laboral, se caracteriza por diversas formas de resistencia destinadas a contrarrestar la permanente racionalización de tiempos de trabajo, ralentizando el ritmo del trabajo, negándose a cumplir un cupo de tareas de limpieza, etc. En algunos casos, se  da la lucha por un aumento salarial, con  la amenaza de abandonar en grupo  sus puestos de trabajo.       

3. LA TENSIÓN ENTRE EL ESPACIO PRODUCTIVO Y REPRODUCTIVO

Fotografía: http://www.opinion.com.bo, 08/03/2012
Dentro de esta dinámica de inserción a un empleo, las obreras de limpieza lidian por  conciliar el trabajo remunerado  y el trabajo doméstico, conciliación que se traduce en una inestable redefinición entre el tiempo  dedicado al  trabajo remunerado  y el tiempo de trabajo dedicado a la reproducción de las condiciones de vida de su familia. En el caso de las trabajadoras de limpieza, este esfuerzo de conciliación,  las lleva a  una redistribución conflictiva de las tareas de reproducción en el seno de la familia, así por ejemplo, algunas  trabajadoras dan testimonio de  cómo la necesidad de mantener su horario de trabajo de limpieza en la madrugada, obligó a sus maridos a asumir ciertas tareas de cuidado de los hijos y  de la casa, en las primeras horas de la mañana. Sin embargo, esta redistribución de las tareas domésticas con el esposo, trae constantes disputas al interior de la familia; sus parejas exigen que ellas vuelvan a tomar en sus manos las tareas reproductivas; muchas veces estas exigencias, no están exentas de discusiones, porque las trabajadoras se resisten a ceder y toman la decisión de conservar su trabajo remunerado; esto deriva en sufrimiento por el sentimiento de culpa de las trabajadoras. En ocasiones, estos hechos derivan en situaciones de violencia en el hogar frente a la resistencia de las obreras a retroceder en la redistribución de las labores domésticas. La precarización constante de sus condiciones de vida, que obliga a las mujeres de los sectores populares a buscar un empleo, ha influido en la transformación de las relaciones familiares y  empujado a una reestructuración conflictiva de la división del trabajo por sexos, alrededor de las tareas de reproducción.

El cambio en  las relaciones sociales al interior de las familias, ha llevado a que las  mujeres  asuman el papel de sostén principal  de la economía de su hogar, en  la mayor parte de los casos, hablamos de madres solteras, que se hacen cargo  solas de las tareas productivas y reproductivas. En esta situación, muchas madres recurren a la familia ampliada, a veces se asocian entre hermanas o parientes, intercambian  horas de trabajo por horas de cuidado de los hijos de manera mutua; otras se convierten en trabajadoras de tiempo completo y transfieren el trabajo reproductivo a sus madres o hijos.  Esto explica que estas trabajadoras se unan a movimientos vecinales o universitarios que exigen el sostén de ciertos trabajos de reproducción por  el Estado,  con la demanda de apertura de guarderías y comedores públicos.

4. A MODO DE CONCLUSIÓN

Las transformaciones  del capitalismo, han modificado la división del trabajo por sexos. La industrialización de los servicios ha abierto espacios de trabajo donde se insertan exclusivamente mujeres, ya que demandan tareas  relacionadas con el espacio reproductivo. En estos empleos, las trabajadoras se enfrentan a las tensiones generadas por un sistema de explotación que busca reducir costos e intensificar el trabajo a costa de poner en riesgo la salud de las trabajadoras y la calidad del servicio prestado. 


En este panorama de cambios y continuidades de las relaciones de opresión de sexos en el capitalismo, las obreras son las que toman en sus manos las posibilidades y esgrimen su propio camino en una lucha diaria, buscando dignificar su trabajo mediante reivindicaciones salariales y resistiendo a la creciente explotación en el trabajo, al mismo tiempo que  buscan activamente transformar las relaciones de opresión en el espacio reproductivo. 



[i] En el VIII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología  del Trabajo: “La recuperación de la centralidad del trabajo en América Latina. Actores, perspectivas y desafíos” realizado en Buenos Aires el 2016, se contaba con una mesa dedicada al trabajo de cuidado remunerado.
[ii] Hirata, Elena (2016) “El trabajo de cuidado” en Revista Sur, vol. 13, nº 24.
[iii] Alabarracin, Daniel (2003) “La sociedad salarial de servicios a debate: ciclo del capital, estructura social y subjetividad obrera” en Cuadernos de Relaciones Laborales, vol. 21, nº 2.
[iv] INE (2017) Anuario estadístico 2016. La Paz: Instituto Nacional de Estadística.
[v]  Wlosko, Miriam y Cecilia R. “La profesión enfermera y el trabajo de cuidado. Puntuaciones de investigación a la luz de la Psicodinámica del Trabajo y la teoría del care” en Natacha Borgeaud-Garciandía (comp.), El trabajo de cuidado. Paris: Fundación Medifé Edita
[vi] Extracto de cuaderno de campo noviembre de 2017.
[vii] Extracto de cuaderno de campo diciembre de 2018.