Luis Fernando Castro López
1.
PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN
Fotografía: http://www.bo.undp.org, 03/04/2018
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En Latinoamérica, se
ha experimentado un crecimiento considerable de la inserción de las mujeres al
trabajo asalariado en el sector de los servicios; de hecho, una de las líneas
de investigación en estas últimas décadas se concentró en el análisis de la
inserción las mujeres en trabajos de cuidado remunerado[i], o sea, en actividades
relacionadas con la reproducción de la vida[ii], dentro de una dinámica
de industrialización de los servicios[iii], que los convierte en un nuevo espacio de acumulación de capital que
extiende la producción
capitalista a distintas dimensiones de la vida.
En Bolivia, también,
se dio una industrialización de los servicios, a menor escala, con
características propias respecto de países de capitalismo desarrollado. Podemos
afirmar que el periodo de auge económico de los anteriores años, ha derivado en
el crecimiento de las empresas que demandan servicios de mantenimiento, por lo
general periféricos o de logística, servicios en los que se contrata un gran contingente
de mujeres. Por ejemplo, en los últimos 10 años, el empleo en el sector de
servicios y de comercio, se ha extendido, significativamente, en el segmento de
la población femenina, llegando a emplear casi a un tercio de las mujeres
ocupadas[iv], desplazando, como el principal generador de empleo femenino, a la producción agropecuaria. Con
estos datos, se ve que la expansión de los
servicios se vincula al aumento del empleo femenino: enfermeras,
obreras de limpieza (limpieza de edificios, universidades, hospitales,
oficinas, empresas, etc.), atención de restaurantes, hoteles, impulsoras de
venta o vendedoras, operadoras de call center, etc. Esta tendencia; además, engloba
al incremento del trabajo de cuidado remunerado, como la guarda de niños, cuidado de ancianos, enfermos.
Es dentro de esta dinámica, que en este
artículo, dedicado al día de la mujer, nos preguntamos: ¿De
qué manera esta extensión de los servicios afecta la vida, tanto laboral como reproductiva, de un
amplio espectro de mujeres trabajadoras?
2.
CONDICIONES DE TRABAJO, IMPLICACIÓN SUBJETIVA Y RACIONALIZACIÓN DEL SERVICIO DE
LIMPIEZA.
Fotografía: https://servicio.mercadolibre.com.bo
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Las habilidades que
deben poner en marcha las trabajadoras se
relacionan con el trabajo de
cuidado, que implica pulcritud, tacto y empatía con las personas que reciben el
servicio (sobre todo, si se trata de servicios de limpieza en hospitales) o “la
delicadeza” y el sentido estético del orden, en el caso de la limpieza de
oficinas o de departamentos[v]. El trabajo de limpieza
requiere una serie de habilidades que son asociadas con los roles de género, se
trata de la extensión de algunas habilidades desarrolladas por las mujeres en el
trabajo de reproducción en los hogares, esta situación ha derivado en la
exigencia de parte de los clientes, a que el servicio de limpieza sea prestado,
exclusivamente, por mujeres, como se puede apreciar en las siguientes
expresiones captadas entre las trabajadoras de limpieza:
“T1: Las Pacientes
de esa Caja pues… las más especiales son las señoras embarazadas no quieren que
entre a limpiar un hombre…
T2: ¿por qué?
T1: Porque que no
saben pues los hombres… no tienen esa delicadeza para hacer las cosas… de limpiar bien… ellas se dan cuentan,
además, no están acostumbradas les da vergüenza…”[vi]
Toda esta carga subjetiva que demanda el trabajo de limpieza, no implica, en muchos
casos, solo la realización de un trabajo manual, sino la implicación que se
objetiva en la previsión de ciertos detalles, movimientos y formas de limpiar,
a veces, en presencia de los clientes.
La demanda de la patronal, que
requiere de ciertas disposiciones subjetivas de las trabajadoras, para
garantizar la calidad del servicio prestado, entra en tensión, con las precarias condiciones de trabajo, entre las trabajadoras de
limpieza. Las instalaciones (vestidores,
baños, comedor etc.) reservadas para las obreras de limpieza son reducidas;
generalmente, se trata de un cuarto pequeño, donde ellas se visten para el
trabajo, descansan a media jornada y meriendan, compartiendo el espacio con
contenedores de basura. La falta de materiales de trabajo es otra de las
características de ese espacio laboral, donde prima la estrategia de reducción
de costos, basada en la sobre explotación de las obreras. En varias ocasiones, las trabajadoras se ven obligadas a arreglárselas ante la insuficiente dotación
de guantes o barbijos para protegerse de los desechos contaminados o del polvo
o ante la falta de correas o arneses para limpiar ventanas en los edificios. La
constante reducción de costos del servicio, realizada por las empresas que
subcontratan, es cargada sobre las obreras, quienes se ven obligadas a poner en
marcha ciertas argucias, para encontrar solución a la falta de materiales.
Muchas veces estos recursos generados por las obreras, las pone en el riesgo de
contraer enfermedades, por el contacto con desechos de todo tipo. En estas
condiciones, el trabajo de limpieza no es solo un trabajo manual y repetitivo,
exige, además, la capacidad de solucionar problemas derivados de la precarización de las
condiciones de trabajo.
La demanda de implicación,
expresada en el despliegue de habilidades y destrezas dirigidas a satisfacer las
demandas propias de los trabajos de cuidado y a la solución de problemas
derivados de la precarización del trabajo, entra en tensión, con una
constante racionalización de tiempos por parte de la patronal, que intensifica la jornada laboral; al
respecto, una trabajadora nos decía:
“Ya he entrado a la rápida a limpiar ya
no le he podido esperar a la señora salga del cuarto… ay… no sé si se va a
quejar… tampoco podía ayudarle a moverse porque debía hacer rápido… me he
disculpado con la señora que estaba apurada… […] es que el ingeniero [el
patrón] no entiende, cree que es nomas entrar y limpiar… que esto es media hora
o es veinte minutos… no es así”[vii]
Fotografía: http://www.totes.com.bo
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El permanente ajuste de los tiempos, con el fin elevar el grado de explotación, tiene la finalidad de mantener el flujo de limpieza o cubrir las nuevas tareas o el acelerado consumo del servicio, por la
presencia masiva de clientes, sin aumentar personal. Esta tensión entre
una racionalización en los tiempos de trabajo y el despliegue de habilidades destinadas a mantener una calidad en el servicio, hace mella en la resistencia física de las trabajadoras de limpieza.
En este contexto, la lucha de las
trabajadoras en el espacio laboral, se caracteriza por diversas formas de
resistencia destinadas a contrarrestar la permanente racionalización de tiempos
de trabajo, ralentizando el ritmo del trabajo, negándose a cumplir un cupo de tareas de limpieza, etc. En algunos casos, se da la lucha por un aumento salarial, con la amenaza de abandonar en grupo sus
puestos de trabajo.
3.
LA TENSIÓN ENTRE EL ESPACIO PRODUCTIVO Y REPRODUCTIVO
Fotografía: http://www.opinion.com.bo, 08/03/2012
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Dentro de esta
dinámica de inserción a un empleo, las obreras de limpieza lidian por conciliar el trabajo remunerado y el trabajo doméstico, conciliación que se
traduce en una inestable redefinición entre el tiempo dedicado al trabajo remunerado y el tiempo de trabajo dedicado a la reproducción de las condiciones
de vida de su familia. En el caso de las trabajadoras de limpieza, este
esfuerzo de conciliación, las
lleva a una redistribución conflictiva
de las tareas de reproducción en el seno de la familia, así por ejemplo,
algunas trabajadoras dan testimonio de cómo la necesidad de mantener su horario de
trabajo de limpieza en la madrugada, obligó a sus maridos a asumir ciertas
tareas de cuidado de los hijos y de la
casa, en las primeras horas de la mañana. Sin embargo, esta redistribución de las
tareas domésticas con el esposo, trae constantes disputas al interior de la
familia; sus parejas exigen que ellas vuelvan a tomar en sus manos las tareas
reproductivas; muchas veces estas exigencias, no están exentas de discusiones,
porque las trabajadoras se resisten a ceder y toman la decisión de conservar
su trabajo remunerado; esto deriva en sufrimiento por el sentimiento de culpa
de las trabajadoras. En ocasiones, estos hechos derivan en situaciones de
violencia en el hogar frente a la resistencia de las obreras a retroceder en la
redistribución de las labores domésticas. La precarización constante de sus
condiciones de vida, que obliga a las mujeres de los sectores populares a
buscar un empleo, ha influido en la transformación de
las relaciones familiares y empujado a una reestructuración conflictiva de la
división del trabajo por sexos, alrededor de las tareas de reproducción.
El cambio en las relaciones sociales al interior de las
familias, ha llevado a que las
mujeres asuman el papel de sostén
principal de la economía de su hogar, en
la mayor parte de los casos, hablamos de
madres solteras, que se hacen cargo
solas de las tareas productivas y reproductivas. En esta situación,
muchas madres recurren a la familia ampliada, a veces se asocian entre
hermanas o parientes, intercambian horas
de trabajo por horas de cuidado de los hijos de manera mutua; otras se
convierten en trabajadoras de tiempo completo y transfieren el trabajo reproductivo
a sus madres o hijos. Esto explica que estas
trabajadoras se unan a movimientos vecinales o universitarios que exigen el sostén
de ciertos trabajos de reproducción por
el Estado, con la demanda de
apertura de guarderías y comedores públicos.
4.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Las transformaciones del capitalismo, han modificado la división del
trabajo por sexos. La industrialización de los servicios ha abierto espacios de
trabajo donde se insertan exclusivamente mujeres, ya que demandan tareas relacionadas con
el espacio reproductivo. En estos empleos, las trabajadoras se enfrentan a las tensiones
generadas por un sistema de explotación que busca reducir costos e intensificar el trabajo a costa de poner en riesgo la salud de las trabajadoras y la calidad del servicio prestado.
En este panorama de cambios y continuidades de las
relaciones de opresión de sexos en el capitalismo, las obreras son las que toman
en sus manos las posibilidades y esgrimen su propio camino en una lucha diaria,
buscando dignificar su trabajo mediante reivindicaciones salariales y resistiendo
a la creciente explotación en el trabajo, al mismo tiempo que buscan activamente transformar
las relaciones de opresión en el espacio reproductivo.
[i] En el VIII Congreso de la Asociación Latinoamericana de
Sociología del Trabajo: “La recuperación
de la centralidad del trabajo en América Latina. Actores, perspectivas y
desafíos” realizado en Buenos Aires el 2016, se contaba con una mesa dedicada
al trabajo de cuidado remunerado.
[ii] Hirata, Elena
(2016) “El trabajo de cuidado” en Revista Sur,
vol. 13, nº 24.
[iii] Alabarracin, Daniel (2003)
“La sociedad salarial de servicios a debate: ciclo del capital, estructura
social y subjetividad obrera” en Cuadernos de Relaciones Laborales, vol. 21, nº
2.
[iv] INE (2017) Anuario estadístico
2016. La Paz: Instituto Nacional de Estadística.
[v] Wlosko, Miriam y Cecilia R. “La
profesión enfermera y el trabajo de cuidado. Puntuaciones de investigación a la
luz de la Psicodinámica del Trabajo y la teoría del care” en Natacha
Borgeaud-Garciandía (comp.), El trabajo
de cuidado. Paris: Fundación Medifé Edita
[vi] Extracto de cuaderno de campo noviembre de 2017.
[vii] Extracto de cuaderno de campo diciembre de 2018.
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