PRINCIPIOS
EPISTEMOLOGICOS Y ETICOS DEL GRUPO DE ESTUDIOS DEL TRABAJO:
“LLANK’AYMANTA”
[L]a
historia considera grandes a los que, trabajando para el fin común,
se ennoblecen a sí mismos; la experiencia destaca como más feliz al
hombre que ha proporcionado la felicidad al mayor número de personas
[…]. Si elegimos una profesión en la que podamos, más que ninguna
otra, trabajar para la humanidad, no nos doblaremos bajo su peso
porque será un sacrificio en bien de todos; entonces no
experimentaremos una alegría mezquina; limitada, egoísta, sino que
nuestra felicidad pertenecerá a millones de seres, nuestra obra
tendrá una vida tranquila, pero eternamente eficaz, y sobre nuestros
restos mortales derramarán lágrimas amargas las personas nobles…
(Carlos Marx)
“LLank’aymanta” (significa
desde el trabajo, en idioma nativo quechua) es el nombre de nuestro
grupo de investigadores en el área de Estudios del Trabajo, que se
ha propuesto desarrollar la ciencia social desde la perspectiva
histórica de la clase obrera; es decir, desde la perspectiva de la
necesidad de superar las relaciones de hegemonía, subordinación y
explotación (Marx, 1985) que jerarquizan y regulan actualmente la
vida social. Desde ésta perspectiva, nuestra ubicación histórica,
nos ha planteado un problema: la ausencia de una ciencia social
desarrollada desde el marxismo en Bolivia. Consientes de ello, nos
hemos puesto al hombro, la tarea de aportar a este desarrollo, con
nuestro granito de arena y desde las condiciones históricas en las
que nos encontramos. Asumir la perspectiva histórica de la clase
obrera, tiene consecuencias epistemológicas, las que nos sitúan
a contracorriente de la pretensión positivista, de separar los
juicios de hecho de los
juicios de valor en
las ciencias sociales. Evocando a Vico, creemos que la diferencia
entre historia y naturaleza radica
en que la primera, está hecha por los seres humanos, la naturaleza
no. La consecuencia epistemológica de esta concepción ontológica,
es que los
objetos de estudio de la ciencia social no pueden ser tratados con el
método de las ciencias naturales;
posición que rompe radicalmente con el positivismo, que postula la
posibilidad de separar
químicamente los valores y
las prenociones del
investigador, respecto de la forma de abordar la construcción
de su objeto de estudio.
Entonces,
¿cómo es posible diferenciar la ideología de la ciencia? ¿cómo
es posible la producción de conocimiento verdadero sobre la realidad
social? ¿cómo obtener, a partir de la visión subjetiva y parcial
inspirada en nuestros valores, una visión de la totalidad histórica
de un acontecimiento? De partida, es necesario establecer la
procedencia de los juicios de valor, es decir, su relación con otras
mediaciones de la realidad social. En esta dirección, consideramos
importante precisar que, además de las mediaciones como los valores,
la cultura, etc., los juicios de
valor se relacionan con la
posición de las clases sociales dentro de una formación
económico-social, en un periodo
históricamente determinado. Creemos que es esta posición, la que
incide de forma significativa en las condiciones
sociales de posibilidad de
producción del conocimiento científico. Entonces ¿cómo un trabajo
científico puede ser tal y al mismo tiempo estar cargado de
ideología de clase? Fue Marx quien tuvo el gran merito de demostrar,
a partir de su crítica a la Economía Política Clásica, cómo una
ciencia, pese a sus grandes avances científicos, puede quedar
atrapada y girar en círculos, cuando se halla al interior de un
horizonte de clase burgués. El pensamiento científico atrapado en
este horizonte, está definido por una cierta forma de pensar, una
problemática y un horizonte intelectual, que como momentos diversos
de una totalidad ideológica, se manifiestan en el terreno
científico, en la forma y en el contenido de las preguntas de
investigación.
La
producción científica de la Economía Política burguesa es el
ejemplo más clásico de ésta crítica marxista: desde su horizonte
de clase, si bien los clásicos antes de Marx, se preguntaron por el
origen del valor y llegaron a la conclusión de que era expresión
del tiempo de trabajo, por su mismo horizonte de clase, no lograron
ver el fenómeno en toda su dimensión; es decir, no lograron
preguntase sobre por qué el trabajo toma la forma de valor del
objeto producido en esa sociedad; dicha cuestión habría puesto en
cuestiona su concepción de clase, como representantes intelectuales
de la burguesía. Es evidente, sin embargo, que un trabajo científico
fundado en presuposiciones ideológicas burguesas, puede también,
contener un gran valor científico, pero dicho contenido se explica
porque la propia actividad científica no puede realizarse en
términos instrumentales, tiene y exige, para fundamentarse como
actividad específica, lo que Marx llamó un margen de autonomía
relativa. En este sentido, Marx reconoce en su “Teorías
de la Plusvalía”, que la
determinación del valor por el tiempo de trabajo, base de la teoría
de Ricardo y su propio modo de investigación, son un aporte en una
etapa necesaria en el desarrollo de la Economía Política como
ciencia(Marx: 1975; 139). Sin embargo, el propio Marx se encarga de
revelar las limitaciones de este aporte, a pesar de la profundidad
científica de su análisis, Ricardo había quedado prisionero del
horizonte intelectual burgués al naturalizar las relaciones de
capital-trabajo. En este marco, este autor, estuvo imposibilitado de
aprehender ciertos aspectos decisivos de la realidad socioeconómica;
como la diferencia entre el “trabajo” y la “fuerza de trabajo”,
que permite comprender que el salario no es el precio que se
paga por el trabajo del obrero, sino solo por el valor de
su fuerza de trabajo. Identificar esta diferencia, le hubiera
significado apuntar al origen de la explotación de los obreros en la
sociedad capitalista.
Al
asumir la posición histórica de la clase obrera, como horizonte de
visibilidad científica, lo hacemos apoyados en la consciencia de que
el horizonte intelectual atravesado por la ideología de una clase o
fracción de clase, incide en la producción del saber científico,
desbrozando el terreno sobre el cual se levanta la construcción
científica (Cueva: 1987), y creemos firmemente, que es en esta
posición de clase que la autonomía relativa del pensamiento
científico puede alanzar su máximo potencial, lo que significa que
en el interior de los limites determinados por el punto de vista de
clase y por las visiones del mundo, el valor científico de una
investigación puede variar de forma considerable en función de
múltiples datos (nivel de formación del investigador, métodos
utilizados, acceso a información empírica, cultura, tradición
académica, etc.) que son relativamente independientes respecto de
las clases sociales.
Si
el horizonte de visibilidad depende de las diferentes visiones del
mundo, esto quiere decir que: ¿todas
las diferentes explicaciones e interpretaciones de la realidad son
igualmente válidas, en términos de su valor cognitivo, dependiendo
de la perspectiva, a partir de la cual, se esté explicando y/o
interpretando la realidad?, dar una
respuesta positiva a esta pregunta significaría caer en el
relativismo. Para apartarnos de esta posibilidad, nos adscribimos a
la postura epistemológica que reconoce la existencia de horizontes
de visibilidad más favorables que
otros para el conocimiento científico ( Luckas:, Lowy:1986,
Coutinho:1973, entre otros autores ), así nos diferenciamos de la
percepción positivista que considera a las ideologías como un
factor que ciega el acceso al conocimiento científico, y nos
identificamos con la posición epistemológica que considera a éstas
en su doble función, de ocultación y revelación ( Lowy:1986 ,
Manheim: 2008). Es decir, que el condicionamiento social del
pensamiento no significa ausencia de conocimiento, sino su
“particularidad”, su parcialidad, sus límites de validez. Desde
nuestra perspectiva, el horizonte de visibilidad, que permite acceder
a un máximo de verdad en la sociedad capitalista, no es el horizonte
burgués, porque la conciencia burguesa tiene un interés social
vital, para esconderse a sí misma, los límites de su propia
racionalización, en cambio el marxismo; por el contrario, ha
descubierto un nuevo método el del “alargamiento
del campo de visibilidad”, porque
representa los intereses de una clase social( la clase obrera) que
para acceder al poder y liberarse requiere del conocimiento profundo
de la estructura económica y social sobre la cual debe actuar; en
esta medida, la verdad se convierte en su necesidad histórica. Así,
el marxismo conquista un punto de vista desgajado de ilusiones por
medio de una reflexión particularmente intensa de la parcialidad que
lleva el interés de la emancipación y sólo éste le permite
liberar todo oscurecimiento por los prejuicios.
La
elección de nuestro objeto de estudio, el trabajo en la sociedad
capitalista, se asienta en que concebimos al mismo, como una
dimensión central en el estudio de la sociedad, tanto en su
concepción genérica, como en su concepción histórica, de ahí que
hacemos una diferencia entre lo que es, para nosotros, el trabajo
como actividad genérica y el trabajo en el contenido y la forma que
reviste en nuestra sociedad. Dos niveles de análisis del trabajo que
están profundamente relacionados en nuestra concepción y que no
pueden ser entendidos el uno sin el otro. El trabajo como actividad
genérica, como proceso por medio del cual mujeres y hombres
construyen la dimensión humana de su realidad, explica en el fondo,
que la sociedad solo puede desarrollarse por medio de la actividad
practico-espiritual de hombres y mujeres, sobre la naturaleza y sobre
sí mismos, en otras palabras, el ser humano solo se constituyo como
tal y constituyo su mundo social, transformando la naturaleza,
modificando su medio ambiente y con ello, construyendo su medio
social, en el cual, él mismo se ha transformado (Kosik, 1991). En
definitiva, el trabajo es entendido así, como el proceso de
constitución del ser humano como ser social.
Nuestra
concepción del trabajo, desde una perspectiva histórica, ve a este
como una actividad concreta en la sociedad capitalista, como trabajo
asalariado, que esconde dentro de sí una doble verdad: el
trabajo en cuanto actividad concreta (actividad destinada a producir
bienes y servicios) y el trabajo en tanto relación social (Carcia et
al., 2005). En consecuencia, entendemos el trabajo no solamente como
la actividad destinada a la producción de bienes y servicios,
sino como una actividad que media la relación de intercambio y
sociabilidad de los seres humanos. En la sociedad capitalista, la
educación, el acceso al consumo de bienes y servicios, la
disponibilidad de los tiempos de ocio e incluso las posibilidades de
ascenso y valoración social, se ven posibilitados o no, de acuerdo
al lugar que se ocupe dentro las relaciones de trabajo. En la
sociedad capitalista, concretamente, el lugar que ocupan dentro de
las relaciones de trabajo, los propietarios de los medios de
producción y los desposeídos de medios de producción, pero dueños
de su fuerza de trabajo, ha configurado a las clases sociales
fundamentales de este tipo de sociedad, la burguesía y el
proletariado, respectivamente. En este sentido, las dos dimensiones
del trabajo a las que nos referimos, muestran la centralidad del
trabajo en la constitución del ser humano como tal y en la
organización de las sociedades humanas, por esto, consideramos al
trabajo, como un objeto de estudio fundamental, para comprender
distintas dimensiones de la vida social.
Finalmente,
por la naturaleza de su perspectiva epistemológica y de su objetivo,
el grupo “LLankaymanta” asume una serie de principios
orgánicos y éticos, que orientan su producción científica, los
mismos que pueden resumirse en el siguiente postulado: la
producción del conocimiento es una tarea colectiva. Por esto, en
este grupo no hay espacio para proyectos individualistas que
produzcan “gurús” intelectuales; es decir, somos ante todo, una
comunidad de trabajo. La perspectiva de clase, la concepción
colectiva de programas de investigación, el debate de las
problemáticas y conceptos al interior de esta comunidad, son los
espacios nucleares donde cada miembro puede contribuir, en la
construcción del “paraguas común” (del núcleo duro del
enfoque, según Lakatos), que se haga tendencia en la producción de
cada uno de sus miembros. Desde esta perspectiva, se considera el
aporte individual en su verdadero sentido; como algo que fortalece al
colectivo y se desarrolla plenamente en su seno.
Nuestra
identificación como comunidad de trabajo, resulta de nuestra
consciencia plena de que solo en colectivo se puede desarrollar el
objetivo que nos planteamos. De esta manera, el grupo
“LLankaymanta” existe en tanto y en cuanto cada uno
de sus miembros se desarrolla y desarrolla consecuentemente, con
disciplina y seriedad científica, cada trabajo especifico que surge
en el camino de la realización del objetivo común. La perseverancia
en la búsqueda de perfeccionar el trabajo realizado, es parte de la
identidad de este grupo. En este marco, la crítica y autocritica,
como praxis consciente (Kosik, 1991) ante la historia y ante nosotros
mismos, ante la producción científica burguesa y ante la nuestra,
constituye un valor que dinamiza internamente a LLankaymanta.
Así, valores como la honestidad frente a todos los miembros y a sí
mismo, la permanente revisión crítica de nuestra producción y
practica científica en relación a la realidad, la hidalguía frente
a nuestros errores y el compromiso activo de superar la pervivencia
de las anteojeras del capitalismo neocolonial y patriarcal,
son componentes de la ética y de la práctica de nuestro Grupo
de Estudios del Trabajo “LLankaymanta”. Asimismo, en
coherencia con todo nuestro planteamiento epistemológico y
filosófico, declaramos que nada puede afectar tanto la autonomía
relativa de la producción científica social, como el
condicionamiento partidario y/o económico. Es por eso que el trabajo
científico que LLankaymanta se plantea, está libre de cualquier
compromiso partidario y financiero con terceros; es una producción
científica autofinanciada. Este hecho es, para nosotros, más que un
principio ético, una condición sine qua non que
funda y sostiene la posibilidad de realización de los objetivos de
nuestro grupo.
Esta
perspectiva, este objetivo y esta forma orgánica exigen miembros que
se eleven por encima de la “pequeñez de las cosas”, del fetiche
mercantil y todos su valores cosificantes. Por ello, el respeto,
la confianza la tolerancia que existe entre los miembros de
“LLankaymanta” esta sostenido por la voluntad de sus
miembros de incorporar estos valores a su práctica y crear un clima
acorde a la tarea que se ha planteado. Estos son los pilares que
permiten a LLankaymanta tener la capacidad
de existir y de extenderse, formando nuevos
miembros que eleven su calidad científica y humana.
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