-->

Llank'aymanta presenta el libro:

Trabajo asalariado, el claroscuro del Censo Agropecuario

La actualidad de las tesis de Marini para entender el proyecto del Capitalismo "Andino - Amazónico

Reseña al libro de Tania Aillón, "Japonización" de la dominación patronal y respuesta obrera

Subcontratación, reforma laboral y lucha obrera: El caso de los obreros del sector industrial en Bolivia

1 2 3 4 5

lunes, 18 de mayo de 2020

La ética burguesa y el “ajuste” patronal frente a la pandemia


Tania Aillón Gómez

     ¿Cómo se explica que una civilización que alcanzó una capacidad sin precedentes para aumentar la productividad del trabajo e inusitadas posibilidades para generar riqueza, conocimientos e investigación, encuentre tantas dificultades para controlar una emergencia mundial que pone en peligro la sobrevivencia humana?  Las respuestas se pueden buscar por distintas entradas, en este pequeño artículo trataremos de identificar alguna de ellas, analizando las prácticas de los patrones de fábricas, fundadas en la ética del mercado, para encarar la crisis derivada de la pandemia.

1. EL NUEVO RÉGIMEN Y LA GESTIÓN DE LA PANDEMIA

     En noviembre de 2019 ascienden al poder en Bolivia, herederos de la vieja oligarquía del oriente. Imbuidos de un “habitus” patronal que divide a la sociedad entre patrones y pongos, frente a la crisis de la salud pública, desatada por la pandemia en curso, parece prevalecer  la visión de que mueran los que tienen que morir, que son generalmente los más pobres, los que no tienen recursos para hacerse una prueba (costo aproximado de 100 dólares en un laboratorio privado) o llegar a hospitales privados (donde un día de estancia cuesta más o menos 1.500 dólares), para pagar con esas vidas,  la inmunidad de la población[i]. Una actitud de la clase dominante que indigna a muchos, pero que es preciso explicarla, para no tener la ilusión de que se trata de una actitud de “falta de humanidad o de “buena voluntad”, intentando apelar a una “esencia humana” que se les puede haber escabullido en algún rincón del alma, sino de un signo esencial de la forma ética como tal, dentro del capitalismo[ii].

     Cabe retomar; en este sentido, la visión de Marx sobre la esencia humana, en su crítica frente al idealismo de su época.  Para Marx, la esencia humana surge en cada caso, de una determinada forma social, no es un abstracto in situ que habita en el individuo particular o en un grupo de individuos, sino el “conjunto de las relaciones sociales” (Marx, sexta tesis sobre Feuerbach); en este sentido, la “esencia humana” que mueve las prácticas de la fracción de la clase dominante en el poder,  poco empáticas con la situación de los pobres, habrá que buscarla en el carácter de  las relaciones sociales mercantiles que sirven de sustento a la ética y a la moral burguesa desde sus orígenes, una ética y una moral que al tener como fin el sostén de los intereses particulares de los individuos (como poseedores de mercancías) contienen una duplicidad identificada por Pasukanis: “[E]l gran capitalista arruina “bona fide” al pequeño capitalista sin dañar por ello, el valor absoluto de la persona, la persona del proletariado es igual en principio a la del capitalista, esto se expresa en el libre contrato de trabajo, pero de esta misma libertad materializada, resulta para el proletariado, la posibilidad de morirse tranquilamente de hambre”[iii].

     El sustrato ético y moral de la gestión de la pandemia a cargo de la clase dominante está dentro de esta duplicidad burguesa, sustentado en el predominio del intercambio de equivalentes: los enfermos que no tienen el equivalente (dinero), para pagar el valor de la mercancía que requieren (servicios privados en salud), si mueren, su muerte no puede ser atribuida a la inmoralidad de los gobernantes, sino a un signo esencial de la forma ética dentro del sistema, el intercambio de equivalentes.  Esta misma lógica predomina en la gestión del trabajo fabril en los tiempos que corren, aspecto en el que a continuación nos centramos.

 

2. EL TRABAJO FORZADO EN TIEMPOS DE PANDEMIA A TRASLUZ DE LA ÉTICA PATRONAL  

     A inicios de la pandemia, el gobierno estableció mediante decretos, la prohibición a los patrones de hacer funcionar las fábricas de productos que no sean esenciales, al mismo tiempo que dispuso que las fábricas de productos esenciales garanticen un trabajo en condiciones de bioseguridad. En el mismo sentido, se estableció la prohibición a los despidos en tiempos de pandemia y la obligación de que se paguen los salarios completos y puntualmente, ante una crisis de salud sin precedentes. Sin embargo, a lo largo de estos dos meses de cuarentena, en un escenario de cotidiana subida de enfermos y muertos por COVID-19; un escenario que debería conmover a los patrones, pero lo que encontramos es que de forma sistemática se fue poniendo en peligro la vida de los obreros, obligándolos a trabajar en condiciones precarias de bioseguridad. De ahí que casos positivos de COVID-19 se encuentren en fábricas como la de plásticos “Belén” (que no es precisamente una empresa de productos esenciales), donde a los obreros se les reparte a un  barbijo, para que dure 3 días; obligados a hacer una larga fila frente a un turril, para lavarse las manos; sin desinfección de las plantas productivas; sin agua para los servicios sanitarios; usando un bidón para echar agua a los baños, con el peligro de infectarse continuamente; un obrero  se refiere a estas prácticas de los patrones: “[P]arecería que la empresa quiere que nos enfermemos, para que por miedo al contagio renunciemos al trabajo”[iv].

     En condiciones de bioseguridad inexistente, no solo se propaga la enfermedad, sino que van muriendo trabajadores que se vieron obligados a ir a trabajar so pena de perder su puesto, en una sociedad en la que la posibilidad de su sobrevivencia depende de que se encuentre en el mercado un interesado en adquirir su fuerza de trabajo a cambio de un salario. La prensa recoge noticias como la referida a la muerte de un obrero en la fábrica de galletas MABEL´S (FAGAL) por COVID-19[v], una fábrica que es propiedad de la transnacional NESTLÉ, cuyos propietarios se vieron obligados a levantar las operaciones, dando una semana de vacaciones forzosas sin reconocimiento de salario. Pasada la semana, los patrones dispusieron el retorno al trabajo sin realizar pruebas de COVID-19 a todo el personal de planta; en consecuencia, de acuerdo a denuncias de los trabajadores, se presentaron nuevamente más de una decena de casos positivos, pero la producción continúo.

     El ocultamiento de casos de COVID-19 en las fábricas, aparece como otra de las tantas practicas patronales, para eludir los costos que demanda la crisis sanitaria, aunque esto ponga en riesgo la salud de todos los trabajadores. El testimonio de un trabajador del ingenio azucarero GUABIRA da cuenta de ello: “[S]oy un trabajador del ingenio azucarero GUABIRA, quisiera pedir a las autoridades y los medios de comunicación que hagan algo ya que sólo entrevistan al presidente del ingenio y casi nunca a un trabajador, ahí verían ustedes en las condiciones que trabajamos, en medio de la crisis del COVID-19, nos dan sólo un barbijo para toda la semana, siendo que no sólo es para protegernos; sino también, para trabajar con el mismo y no aguanta ni una hora, y nos dotan de algunas protecciones cuando viene la prensa o alguna autoridad, nos vamos a nuestra casa en el colectivo totalmente lleno de trabajadores, y lo más grave, que no dan a conocer, que hay trabajadores, fraccionadores de azúcar, que han dado positivo con coronavirus, están en la caja Cordes, que también no lo dan a saber”[vi]. El chantaje parece ser otro recurso patronal, el obrero continuo: “[E]s lamentable que haya amenazas hacia los trabajadores con botarnos de nuestra fuente de trabajo si esto se da a conocer. Es triste decirlo, pero el ingenio GUABIRA está poniendo en riesgo la salud de los trabajadores y del pueblo de Montero”[vii].

 

La organización fabril de Santa Cruz, frente a estas prácticas denunciadas por los trabajadores ha solicitado que se apliquen pruebas de COVID -19 en las industrias que están produciendo, pero esta solicitud no fue atendida ni por las empresas ni por instancias estatales como la jefatura del trabajo o el SEDES. Un obrero denuncia: “[E]l gobierno procesa y encarcela por violar la cuarentena a muchos transeúntes sin permiso, pero a los dueños de las industrias no les dicen ni hacen nada, estamos muy preocupados y exigimos se pueda hacer una inspección a esta planta y que se obligue a la empresa a parar la producción, desinfectar toda la planta y tomar pruebas COVID-19 a todo el personal, solo así se sabrá quienes realmente están contagiados”[viii].

Los testimonios ilustran la duplicidad de la ética burguesa, que en el caso de la compra venta de la fuerza de trabajo aparece con toda claridad, por un aparte, reclama que el trabajador pague el “equivalente” del salario con su presencia en la fábrica (para hacer espetar la ética burguesa de intercambio de equivalentes), pero; por otra parte, escamotea el costo de barbijos u otras condiciones de salubridad poniendo en riesgo la vida humana. En este caso, la ética burguesa consiste en reducir al mínimo los costes de reproducción en condiciones de bioseguridad, para la fuerza de trabajo, con el fin de minimizar sus pérdidas y maximizar sus ganancias dentro de las condiciones existentes. Estas prácticas de escamoteo que cobran vidas obreras están encubiertas por la propia moral y derecho burgueses: el que compró el trabajo por un salario tiene derecho a reclamarlo de acuerdo a las reglas del mercado, sacándole el mayor provecho posible, es decir, el uso más eficiente al bien adquirido[ix], dentro de esta moral instituida por el mercado, una vida humana vale menos que un barbijo. Pero, además, en una correlación de fuerzas desfavorable a la clase obrera, las instituciones del Estado hacen oídos sordos ante la denuncia de las prácticas patronales que atentan la salud de los trabajadores. Desde su moral, que es la moral burguesa regida por las leyes del mercado, esas prácticas no entran como delitos a la salud pública, porque responden a los legítimos requerimientos de la acumulación de capital. Sin embargo, con esa misma ética, es justo encarcelar a gente que sale a buscar el pan diario, expresando con justeza la moral de clase en la que se sustentan las prácticas represivas que ahora pone en marcha el gobierno.

3. EL DESPIDO MASIVO PARA “PRESERVAR EL EMPLEO” O LA DUALIDAD DE LA ÉTICA PATRONAL

Pese a la prohibición de desvinculaciones laborales en tiempos de pandemia, el predomino de la ética burguesa de las reglas del mercado se ha impuesto con toda su secuencia de incertidumbre, miedo e impotencia, para la clase obrera. La cuestión para los patrones es: ¿cómo me deshago de la fuerza de trabajo que resulta superflua (no necesaria para la producción capitalista) frente a la drástica contracción del mercado, a consecuencia de la pandemia?, es decir, ¿qué hago con la fuerza de trabajo que no tiene ya un equivalente de intercambio en el mercado? Porque en la medida en que los productos fabricados por esta fuerza de trabajo no se venden, no es posible recuperar la parte del valor de estas mercancías que corresponde al precio que el patrón paga por la fuerza de trabajo (salario), es decir, esta fuerza de trabajo ya no encuentra un equivalente en el mercado, y, por ende, tampoco es ya fuente de producción de plusvalía para el patrón, en la medida en que el plus producto encuentra serias dificultades para su realización. Por lo que el empleo de esta fuerza de trabajo, de acuerdo a los intercambios de equivalentes, base de la moral burguesa, ya no sería ético. 

Esta contracción del mercado como una de las manifestaciones de la recesión económica, no es algo nuevo, esto se fue viviendo ya desde el año 2014 en Bolivia  pero  si bien la recesión económica ya golpeaba a la producción nativa desde antes de la crisis política de octubre, los patrones bajo el gobierno de Morales  no aplicaron de forma abierta una política de despidos masivos; de forma alternativa, implementaban vacaciones obligatorias, reducción de cupos de producción, rotación de personal en puestos de trabajo, para neutralizar los efectos de la fuerza de trabajo que se iba convirtiendo en superflua[x]. Se podían escuchar reclamos por el retardo de pago de salarios o de otros beneficios, los patrones de forma persuasiva invitaban a la jubilación a los trabajadores mayores, etc. Luego de la crisis política de octubre noviembre de 2019, desde principios de año, estos reclamos de los trabajadores se fueron haciendo más notorios y más o menos continuos, los patrones percibían que el terreno de lucha había sido abonado a su favor con el cambio de gobierno y que ellos podían aspirar a avanzar en despidos y precarización de las condiciones laborales.

La justificación ideal para proceder con los “ajustes”, la patronal encuentra ahora en la cuarentena. Desde el mes de abril, aparecen con mayor frecuencia, las denuncias de no pago de salarios o de pago incompleto de salarios, como sucedió en la fábrica ALTIFIBERS TOP & HILOS, que desde marzo de este año no pago salarios y finalmente anuncio su cierre con el despido de 200 obreros[xi].  La reducción del salario es otra práctica patronal, combinada con el chantaje, es el caso de la empresa MERCADERES SRL DE MONTERO, que habría amenazado a los trabajadores con despidos si no aceptaban la  reducción del 50% de sus salarios[xii], el motivo  es la falta de presupuesto, frente al cual, los dueños de la empresa no quieren  llevar adelante los tramites de préstamo del banco, porque retardarían mucho sus actividades, les resulta más rápido y cómodo recortar el salario de los trabajadores o en su defecto despedirlos.   En el caso de CERAMICA NORTE (una de las más grandes productoras de ladrillos y tejas de Santa Cruz), la gerencia de la empresa llamó a los trabajadores, para señalarles que deben firmar su carta voluntaria de retiro, que se les pagaría su liquidación en distintas cuotas durante los próximos meses[xiii]. Otros patrones optan por el retiro directo, sin tomar en cuenta la normativa que protege la estabilidad laboral, es el caso de trabajadores en el sector del hotelería y la restauración, donde sobresale el Real Plaza Hotel de la ciudad de La Paz, cuyos trabajadores recibieron sus cartas de retiro masivo, toda vez que sus patrones firmaron un contrato con la alcaldía de La Paz, para que sus instalaciones reciban a los enfermos de COVID19. En el mismo sentido, a mediados de abril, los trabajadores de la empresa minera PAITITI en Santa Cruz denunciaban la masacre blanca de la que eran objeto, pese a que por norma en periodo de cuarentena, no podían ser despedidos, los patrones hicieron caso omiso de la norma dejando sin recursos a decenas de familia[xiv].

Esta es la prueba de que cuando la correlación de fuerzas es favorable a los patrones, éstos sobrepasan las normas e imponen con toda su fuerza la ética del mercado, con la obsecuencia del Estado, que en último término representa sus intereses. Pero el buen  olfato de la clase dominante la guía a avanzar más allá y mediante su representante oficial (el Presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia) manifiesta de forma fehaciente, lo imperativo de  flexibilizar las normas laborales, lo que en buen romance se debe entender como la legalización de sus prácticas de ajuste del empleo al tamaño del mercado: “ [N]osotros tenemos que preservar como primera prioridad la salud de la ciudadanía, pero tenemos que cuidar el empleo (…)tiene que haber alguna medida, para ampliar los empleos, una flexibilización laboral, hacer todos los esfuerzos para que las compras sean hechas en Bolivia, para garantizar la reactivación de todas esas empresas. Pero, el tema laboral es muy importante. Finalmente, las empresas pueden resultar inviables por tener una carga laboral demasiado pesada y eso atenta contra el bien mayor que es la conservación del empleo”[xv].

            Ocurre como magistralmente analizaba Marx en los Grundisse(1986), si el capitalista no necesita el plus trabajo del obrero, porque como en este caso,  con la pandemia, la capacidad de valorización de su capital se encuentra trabada,  el obrero se ve impedido de  producir su trabajo necesario; es decir, sus medios de subsistencia, y como en cuanto obrero solo puede vivir en la medida en que intercambie su capacidad de trabajo por la parte del capital que constituye el fondo de trabajo, el obrero  con su familia aparecen al margen de las condiciones de reproducción de su existencia, se convierte de la noche a la mañana en un “pauper”[xvi], porque no existe un equivalente en el mercado para cambiar su única mercancía, su fuerza de trabajo. Dentro de las reglas del mercado, para los patrones, lo racional es despedir a los trabajadores que le resultan superfluos, es además lo ético, en respuesta incluso al “bien común”, como se deduce de sus propios términos:  “[L]as empresas pueden resultar inviables por tener una carga laboral demasiado pesada y eso atenta contra el bien mayor que es la conservación del empleo”  Reaparece la dualidad de la ética burguesa,  la producción de un ejército de pobres, echados a la calle en plena pandemia, aparece como necesaria para cuidar el “bien común”, el empleo, que desde la moral burguesa está asociado a preservar su capital de los embates de la crisis. Expresando, como dice Pasukanis[xvii], las tres mascaras bajo las que aparece el hombre en la sociedad mercantil: como  sujeto egoísta (que debe perseguir y defender sus intereses como poseedor de capitales, en este caso) como sujeto jurídico (con el derecho de tomar la decisión de despedir trabajadores, porque el paga su equivalente en el mercado) y como persona moral (que preserva los intereses del bien común ). 

 

REFLEXIONES FINALES

Al inicio de nuestro artículo nos habíamos preguntado acerca de las serias dificultades que encentran los que regentan el sistema, para controlar una emergencia de salud mundial, que pone en el orden del día la sobrevivencia humana. Incluso en los países del centro del capitalismo contemporáneo, con suficiente riqueza acumulada, estas dificultades cuestan miles de vidas a diario. De acuerdo a nuestra reflexión,  una de las dimensiones explicativas creemos encontrarla en una ética patronal  que se funda en las reglas mercantiles; porque las practicas patronales que se inspiran en esa ética, no son un asunto privado, cuando sobrepasan el espacio de la fábrica y alcanzan el espacio público, afectando  la salud de todos.  La conducta de los patrones de fábrica en el mundo y específicamente en Bolivia, dirigidas a reducir sus costos de funcionamiento (ahorro en bioseguridad, ocultamiento de trabajadores enfermos, etc.) son incompatibles con la salud pública, atentan contra ella, porque pueden expandir la pandemia, como se interpreta de los testimonios de trabajadores. En el mismo sentido, el contenido implícito de la forma de gestionar la crisis de salud, por parte del gobierno, es otro atentado contra la salud pública.

Entonces, nos preguntamos: ¿es que la vida humana no vale nada? parece que en esta sociedad, solo vale si es capaz de encontrar, dentro de las reglas y ética del mercado, las posibilidades y los medios para preservarse; del mismo modo que la exposición al hambre por los despidos de trabajadores es un problema particular del obrero y su familia y sólo se convierte en un problema social, cuando la lucha obrera pone en apuros a los patrones o al gobierno, mientras tanto, pese a la crudeza que el hecho pueda contener, no conmueve al poder establecido, la inmoralidad de que los seres humanos mueran de hambre o por enfermedad en las calles.  En estas circunstancias, retomando a Pasukanis[xviii], las doctrinas morales que tienen la pretensión de cambiar el mundo y de mejorarlo, no son sino el reflejo deformado de un aspecto de este mundo real, el que muestra a las relaciones humanas sometidas a la ley del valor, un mundo donde una acción que es la encarnación verdadera del principio ético contiene, también, la negación de este principio. Por lo que la supresión de la duplicidad de la moral burguesa, que en las condiciones actuales atenta contra la salud pública y abre la posibilidad a la extinción del ser humano,  significa la ruptura con las bases materiales que la sustentan: la propiedad privada, la división del trabajo  y el mercado como regulador de las relaciones sociales; significa una sociedad donde los seres humanos puedan construir sus relaciones libres de prejuicios e intereses privados, mientras esto no suceda, incluso el concepto mismo de justicia estará atravesado por las relaciones  de intercambio mercantil[xix].

 

 



[i] No se trata de comentarios sin respaldo empírico, lo que exponemos se asienta en declaraciones consecutivas de dos ministros de salud de la presidenta Añez. Los dos hablaron de cifras sumamente preocupantes de enfermos y muertos, perfilando una catastrófica perspectiva.  A la vez, día que pasa somos testigos de declaraciones desesperadas, e incluso de amenazas de abandono de puestos de trabajo, y de huelgas por parte de los trabajadores en salud por la falta de condiciones para la realización de su trabajo. al respecto se peuden revisar las siguientes noticias: Bolivia: ministro de Salud de Bolivia traza panorama con “muchos fallecidos” por coronavirus, Publicado en: https://publimetro.pe, el 6 de mayo de 2020; Aníbal Cruz: En cuatro meses habrá 48 mil infectados por el COVID-19. Publicado en: www.paginasiete.bo, el 12 de abril de 2020.

[ii] Pasukanis, Ebgeni (1976) Teoría General del Derecho y marxismo. Barcelona: Editorial Labor Universitaria. 

[iii]  Ídem.

[iv] Publicado en: https://www.facebook.com/RENNOnoticiasobreras, el  5 de mayo de 2020.

[v] Publicado en: https://www.facebook.com/RENNOnoticiasobreras, el 02 Mayo de 2020.

[vi] Publicado en: https://www.facebook.com/RENNOnoticiasobreras, el 1ro de mayo de 2020.

[vii] Ídem.

[viii] Ídem.

[ix] Marx, Karl (1985) El Capital, Volumen 1., Libro 1. México D. F.: Siglo XXI  Editores.

[x]  La dinámica de la ocupación ante la automatización de los procesos productivos. Publicado en: https://llankaymantabolivia.blogspot.com/, el 30 de abril de 2019.

[xi] Trabajadores denuncian despidos masivos y el cierre imprevisto de la empresa ALTIFIBERS. Publicado en www.youtube.com/watch?v=AeNaOhx3_ms, el 13 de mayo de 2020

[xii] Publicado en: https://www.facebook.com/RENNOnoticiasobreras, el  23 abril de  2020.

[xiii] Ídem.

[xiv] Publicado en: https://www.facebook.com/RENNOnoticiasobreras, el 16 de abril de 2020.

[xv] Barbery: Habrá que diferir pago de deudas e impuestos otros seis meses. Publicado en: www.paginasiete.bo, el 07 de mayo de 2020.

[xvi] (marx,1986)

[xvii] Pasukanis, Ebgeni (1976) Teoría General del Derecho y marxismo. Barcelona: Editorial Labor Universitaria. 

[xviii] Ídem.

[xix] Ídem.


viernes, 1 de mayo de 2020

La forma social del trabajo en Marx y sus implicaciones explicativas: A propósito de las nuevas definiciones del trabajo



Luis Fernando Castro



        Este artículo realiza una síntesis del aporte de Marx sobre la forma social que reviste el trabajo en la sociedad capitalista (primer libro del Tomo I de “El Capital”), para contrastarla con corrientes del pensamiento contemporáneo, que en su intento por mostrar lo nuevo del trabajo, se circunscriben solo a los aspectos fenoménicos de éste. Este es el caso de la teoría del “trabajo atípico”[i] o “inmaterial” y de las nuevas interpretaciones del “trabajo no clásico”[ii], que tienen la limitación de concebir las transformaciones actuales del trabajo en torno a su contenido, obscureciendo la forma social que reviste. Estos nuevos enfoques, acerca de la subcontratación, la industrialización de los servicios y la automatización, no han roto con la concepción esencialista del trabajo heredada de G. Friedman, que consiste en comprender el trabajo solo como una actividad concreta, de producción de bienes y servicios[iii]. El objetivo es contrastar ambas visiones, para reflexionar sobre los alcances heurísticos que sobre las transformaciones del trabajo tiene cada una de ellas. 

1. LA DERIVACIÓN LÓGICA DE LA FUERZA DE TRABAJO COMO MERCANCÍA

     Como ha sido resaltado en diferentes análisis sobre la obra de Marx, iniciar la exposición de El Capital por la mercancía tiene una razón de carácter metodológico en el proceso de reproducción espiritual de la realidad[iv]. Como indican Kosik (1990) y Zeleny (1978), este inicio no es inmediato, parte de un esfuerzo de comprensión de la realidad desde un proceso de ascenso de los abstracto a lo concreto. En este proceso, Marx avanza por niveles de abstracción, situando el inicio de su exposición por la relación más simple: la mercancía. La comprensión de esta forma más simple y abstracta, le permitirá explicar las formas más desarrolladas del intercambio, desde el cambio simple de equivalentes hasta el cambio de mercancías por dinero.  En este caso, nos interesa analizar la derivación lógica que hace Marx para llegar a la fuerza de trabajo como mercancía.

Desde el primer capítulo, Marx se dirige a explicar la génesis del capital. Una primera derivación lógico-dialéctica es realizada cuándo analiza la mercancía y sus componentes, el valor de uso y el valor, en el examen detallado de estos dos componentes encontrará una contradicción que es resuelta con la aparición del dinero como equivalente general[v]. En la sección 2 del volumen 1, donde analiza cómo el dinero deviene en capital, Marx sigue el mismo procedimiento. En el desarrollo de las formas de circulación del dinero (M-D-M y D-M-D’), el descubre que la forma D-M-D’ es la forma de circulación del capital y para el capital:

La forma directa de la circulación mercantil es M-D-M, conversión de mercancía en dinero y reconversión de éste en aquélla, vender para comprar. Paralelamente, a esta forma nos encontramos, con una segunda, específicamente distinta de ella: la forma D-M-D’, conversión de dinero en mercancía y reconversión de mercancía en dinero, comprar para vender. El dinero que en su movimiento se ajusta a ese último tipo de circulación, se transforma en capital, deviene capital y es ya, conforme a su determinación, capital”[vi].

      En el examen de los componentes de las formas de circulación de capital, D-M (compra) y M-D (Venta), Marx descubrió que en la forma de circulación del dinero para obtener más dinero (D-M-D’, comprar para vender), el proceso de circulación del dinero no concluye sino que vuelve otra vez a las manos originarias de su poseedor, pero de manera acrecentada, para que éste repita la operación. A diferencia de la forma M-D-M (vender para comprar) donde el objetivo es la obtención de una mercancía para el consumo, en D-M-D’ el fin último es la obtención de  más dinero. Si en la primera forma el dinero hacia de medio de pago, para la obtención de una mercancía, en la segunda forma la mercancía hace de medio para la obtención de más dinero.

        En tanto la obtención de más dinero es el fin del intercambio, el retorno del dinero a las manos originarias no es más que el inicio de otro ciclo de circulación en busca de más dinero, así se establece una propensión objetiva y subjetiva hacia un proceso continuo sin fin. Pero aquí no solo el fin cambia, sino que hay una transformación cuantitativa, ya que el dinero regresa a las manos de su poseedor de manera incrementada con un plus. En tanto contenedores de una cantidad de valor, tanto la mercancía y el dinero que se intercambian en la compra (D-M) son equivalentes, sin embargo, en la venta (M-D’) se experimenta un incremento cuantitativo del dinero, un plusvalor. De ahí deriva Marx que esta nueva circulación forma de circulación (D-M-D’) representa la transición del dinero en capital; dinero que circula con el fin de incrementarse, dinero que sirve para hacer más dinero. “Valor que se autovaloriza en su movimiento”.

       Sin embargo, la pregunta es: ¿Cómo se origina ese incremento del dinero que ha entrado en la circulación? ¿De dónde se origina esa plusvalía? Hasta aquí Marx ha abstraído las formas de circulación del desarrollo histórico del comercio y ha identificado estas dos formas. En el análisis de las relaciones de intercambio y de transito de la mercancía y del dinero identifica las conexiones internas de estas dos formas, en este proceso descubre la formula básica de la circulación del dinero como capital: D-M-D’. Del análisis de la forma de circulación llega al plusvalor como eje problemático a ser dilucidado. La cuestión para Marx, entonces, es identificar de donde surge este plusvalor, que aparece como finalidad de la circulación del dinero como capital. Marx llega a un punto nodal donde debe explicitar la transformación cualitativa del dinero en capital, a partir de explicar el origen de su modificación cuantitativa.

        Llevando las leyes del intercambio mercantil simple hasta sus últimas consecuencias es que Marx identifica una contradicción. Si el intercambio de mercancías es un intercambio de equivalentes, lo que ocurre en el mercado es un intercambio que no genera ningún efecto más que el cambio de la forma del valor de dinero a la forma mercancía y luego de la forma mercancía a la forma dinero. Si se parte, como lo hace Marx, del caso de que uno de los poseedores de dinero tenga la posibilidad de intercambiar las mercancías obtenidas por una cantidad mayor al dinero invertido, se estaría gestando una apropiación de más valor, fruto de un intercambio desigual. A nivel general, esta forma de apropiación llevaría a un círculo cerrado donde todos los poseedores de dinero se arrebatarían entre todos una parte del valor de sus mercancías sin que se genere más valor. A partir de este examen, identifica lo siguiente: Si bien del desarrollo de la circulación emerge la forma D-M-D’ no es en la circulación donde esta se explica plenamente:

Imagen: https://www.bbva.com, 16/11/2015 
“La circulación es el compendio de todas las relaciones recíprocas que se establecen entre los poseedores de mercancías. Fuera de ella, el poseedor de mercancías está en relación únicamente con su propia mercancía”[vii]. “El poseedor de mercancías puede crear valores por medio de su trabajo, pero no valores que se auto valoricen”[viii]. “El capital, por ende, no puede surgir de la circulación, y es igualmente imposible que no surja de la circulación. Tiene que brotar al mismo tiempo en ella y no en ella. Se ha obtenido, pues, un doble resultado”[ix].

        Si bien la forma de circulación D-M-D’ tiene como fin necesario el acrecentamiento del dinero, esta no puede darse de manera directa bajo la forma D-D’ sino que necesita entrar en circulación, en este tránsito media la mercancía; pero, como indica Marx, si las mercancías se venden y se compran a su valor, ese plusvalor no puede surgir del valor de cambio de la mercancía sino de su valor de uso, de manera que, el poseedor de dinero tiene que encontrar una mercancía en el espacio de la circulación, que tenga como valor de uso la creación de más valor que el suyo propio. Para Marx la fuerza de trabajo como mercancía es la que cumple esta condición.

       Al igual que en el análisis de las formas del valor, donde Marx deriva lógicamente el dinero como forma equivalente que resuelve la contradicción entre valor de uso y valor[x]; en el análisis de la transformación del dinero en capital, Marx resuelve la contradicción surgida en la esfera de la circulación de la forma D-M-D’ con la mediación de la fuerza de trabajo como mercancía[xi].  Marx encuentra que como en toda mercancía, su valor (tiempo de trabajo necesario para su reproducción: alimentación, descanso, formación, etc.) solo podrá ser realizado en la medida en que sea un valor de uso para otro: “Si la misma no se vende, no le aprovecha para nada al obrero, que siente, por el contrario, como una cruel necesidad natural el que su capacidad de trabajo haya requerido determinada cantidad de medios de subsistencia para su producción y que los requiera siempre de nuevo para su reproducción”[xii].

        Por tanto, la realización del valor de la fuerza de trabajo como mercancía solo puede darse si esta es utilizada por otro, en este caso el poseedor de dinero. Si bien  “su valor, al igual que el de cualquier otra mercancía, estaba determinado antes que entrara en la circulación, puesto que para la producción de la fuerza de trabajo se había gastado determinada cantidad de trabajo social”, […] “su valor de uso reside en la exteriorización posterior de esa fuerza”[xiii] y esta solo puede realizarse si la fuerza de trabajo es utilizada por su comprador en la esfera de la producción. Entonces, Marx concluye:
“El proceso de consumo de la fuerza de trabajo es al mismo tiempo el proceso de producción de la mercancía y del plusvalor. El consumo de la fuerza de trabajo, al igual que el de cualquier otra mercancía, se efectúa fuera del mercado o de la esfera de la circulación. Abandonamos, por tanto, esa ruidosa esfera instalada en la superficie y accesible a todos los ojos, para dirigirnos, junto al poseedor de dinero y al poseedor de fuerza de trabajo, siguiéndoles los pasos, hacia la oculta sede de la producción”[xiv]
Imagen: http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com, 20/04/2018

       Entonces, la derivación lógica de la fuerza de trabajo para resolver la contradicción de la fórmula general del capital, consiste en la transición dialéctica hacia el espacio de la producción. Solo integrando la producción es que se puede explicar que el capital surja de la circulación y, al mismo tiempo, no surja de ella. Es decir que la resolución de la contradicción de la formula general de capital (D-MD’) la resuelve Marx, incorporando un nuevo nivel de abstracción,  el de  la producción. Si bien hasta este momento,  el análisis se ha desarrollado en un nivel abstracto mediante la identificación de la conexión interna (las relaciones internas necesarias abstraídas de la historia real),  la génesis histórica de la fuerza de trabajo no puede ser explicada solamente desde la derivación lógica, por eso es necesaria la transición hacia lo histórico. En este sentido nos preguntamos, ¿Cómo la Fuerza de trabajo llega a convertirse en mercancía? ¿Que implica esta transformación?

      Marx explica que la aparición de la fuerza de trabajo como mercancía en la esfera de la circulación responde a dos condiciones históricas. La primera:
“La fuerza de trabajo, como mercancía, sólo puede aparecer en el mercado en la medida y por el hecho de que su propio poseedor — la persona a quien pertenece esa fuerza de trabajo— la ofrezca y venda como mercancía”. “Para que su poseedor la venda como mercancía es necesario que pueda disponer de la misma, y por tanto, que sea propietario libre de su capacidad de trabajo, de su persona. Él y el poseedor de dinero se encuentran en el mercado y traban relaciones mutuas en calidad de poseedores de mercancías dotados de los mismos derechos, y que sólo se distinguen por ser el uno vendedor y el otro comprador; ambos, pues, son personas jurídicamente iguales”[xv].

       Que las personas puedan disponer y vender su fuerza de trabajo supone la emergencia de la libertad formal. Sin embargo, Marx también advierte que el vendedor de su fuerza de trabajo no sólo necesita estar libre para disponer de sus propias capacidades corpóreas, sino que, como segunda condición histórica, también debe estar despojado de sus medios de producción, es decir, debe carecer de las condiciones para reproducir de fuerza de trabajo por sí solo, al punto de contar solo con su propia capacidad de trabajo, para intercambiarla como mercancía. Entonces, la aparición de la fuerza de trabajo como mercancía, no solo supone la igualdad formal de los seres humanos, sino también la desposesión de los medios de producción a los productores directos, para ello no solo se ha trastocado las antiguas formas de jerarquización jurídicas, sino también, las condiciones de producción de campesinos, comunarios ligados a la propiedad colectiva de la tierra, artesanos, etc. Esta segunda condición histórica significa también, la separación entre fuerza de trabajo y trabajo, de manera, que la reproducción de la misma mediante su uso productivo pasa por el mercado. Lo que Marx muestra claramente es que la trasformación de la fuerza de trabajo como mercancía implicó una serie de profundos “trastrocamientos” que transformaron las relaciones sociales de producción.  Si la sociedad mercantil tiene como principio esencial el intercambio de equivalentes, éste solo puede desarrollarse plenamente, si se rompen las barreras estamentales, de manera que, la conversión de la fuerza de trabajo en mercancía y desarrollo del intercambio están relacionados. 

2. EL ENFOQUE DEL “TRABAJO ATÍPICO” A LA LUZ DE LA FORMA SOCIAL DEL TRABAJO EN MARX.

      Como habíamos mencionado en la introducción, actualmente, existen enfoques en los estudios del trabajo, desde los que se busca generar conceptos para el estudio de las “nuevas realidades laborales”[xvi], como los enfoques del “trabajo atípico” y del “trabajo clásico y trabajo no clásico”[xvii].

      Para nuestra reflexión, tomaremos el enfoque del “trabajo atípico”. Este enfoque propone una clasificación consistente en diferenciar entre el “trabajo típico” (caracterizado por una relación obrero-patronal estable en el sector industrial y regulada por el Estado); del “trabajo atípico”, caracterizado por la informalidad, la precariedad y la flexibilidad laboral[xviii]. Desde este enfoque, los llamados “trabajos atípicos”, son trabajos con contratos temporales[xix], donde las relaciones obrero-patrón fueron desdibujadas por la intervención de un tercero dándose una relación triangular como es el caso de la subcontratación y la tercerización.

       El punto de partida consiste en la fijación de un modelo de lo que es el trabajo, en este caso, el considerado “trabajo típico”, en base a ciertos rasgos fenoménicos considerados normales de un trabajo (trabajo estable, regulado, etc.). Luego se identifican las formas de trabajo que no encajan dentro de este modelo y, acto seguido, las agrupan bajo un concepto nuevo, en este caso, “trabajo atípico”. El procedimiento es básicamente deductivo y empirista. Deductivo, porque el concepto de trabajo se deriva de una construcción conceptual a priori, desde la cual se enumeran los rasgos esenciales. Es empirista, porque solo llega a la descripción y clasificación de las características visibles que comportan los trabajos. Esta forma de proceder se queda atrapada en la apariencia de los cambios operados en los contenidos concretos de las operaciones laborales.

       A diferencia de este enfoque,  el método de Marx no procede por la clasificación de la heterogeneidad concreta del trabajo, ni por clasificar las formas de trabajo y describir las relaciones contractuales y de cooperación que se trazan en esas operaciones (trabajo concreto). Marx mediante la abstracción dialéctica del desarrollo histórico de la fuerza de trabajo en mercancía, procede a captar las relaciones internas esenciales derivadas de un conocimiento amplio y profundo del fenómeno estudiado. Por ello, la reproducción mental de la realidad no parte del trabajo mismo, sino de la exposición sistemática y profunda de la relación básica del capitalismo: el intercambio de mercancías. Del despliegue de las conexiones internas del intercambio mercantil va derivando la necesidad y el lugar de la fuerza de trabajo como mercancía, para resolver la contradicción que se produce dentro de la esfera de la circulación de la forma D-M-D’. Luego, el análisis se complementa con la derivación histórica[xx] de las condiciones que permitieron la conversión de la fuerza de trabajo en mercancía. Como vimos en la primera parte de este artículo, para Marx, la problemática del trabajo se liga a la acumulación del capital, solo en la medida en que ha encontrado la conexión interna de necesidad entre la transformación del dinero en capital. Su análisis muestra que la fuerza de trabajo como mercancía es la forma social necesaria, que media esta transformación.

Imagen: https://www.finanzasinversores.com, 01/11/2019
        En este sentido, la forma de proceder para la comprensión de las denominadas nuevas realidades laborales, no debe basarse solamente en la identificación de las formas concretas (fenoménicas) que asumen las actividades de trabajo, sino en el esfuerzo de captar las conexiones internas que se desarrollan en estas actividades. Por ejemplo, en el caso de la subcontratación y la tercerización, caracterizadas como formas de “trabajo atípico” en el enfoque que reflexionamos, el análisis debe ir más allá de la descripción de las características contractuales que presentan las relaciones sociales en que se sostienen (nos referimos a la existencia de un intermediador en la relación contractual obrero-patronal) y determinar cuál es la mediación, para la realización de esa actividad laboral (trabajo).

        En este caso, podríamos ver que en la subcontratación,  más allá de la presencia de un intermediador en la relación laboral obrero-patronal y de la forma concreta en que se realiza el trabajo, como prestación de servicios o como realización de un pedido, prevalece  la relación básica de compra  y venta  de fuerza de trabajo, en este caso, la posibilidad de existencia de una instancia mediadora (el subcontratista) entre la empresa contratante  y el trabajador, no ha cambiado la forma social sustancial de compra venta de fuerza de trabajo. En estas condiciones, el que ahora la fuerza trabajo tome la forma general de venta de servicio, se debe más bien, a que la forma social de compra  y venta de fuerza de trabajo se  realiza  cada vez más desligada de un trabajo concreto. Dicho de otra forma, la subcontratación no ha afectado las relaciones de compra y venta de fuerza de trabajo de los individuos (su forma social como mercancía); al contrario, su extensión solo es posible, por el carácter mercantil de la fuerza de trabajo, eso explica que hoy existan empresas especializadas en la gestión de esta fuerza de trabajo para usos cada vez más amplios y generales (donde su uso concreto se desdibuja). Hay empresas subcontratistas de mantenimiento industrial que ofrecen sus servicios a diversas empresas de diferentes rubros, a estas empresas no les interesa per se, la realización útil de la fuerza de trabajo que gestionan, sino que, de su intercambio, se genere un plusvalor. 

        Bajo el análisis dialéctico de Marx, encontramos; entonces, que los llamados “trabajos atípicos” no significan la transformación de la forma esencial del trabajo, que los cambios en su contenido no han alterado su forma social, solo las vías de su realización. Por lo que la fuerza de trabajo como mercancía es la determinación que nos permite comprobar que bajo cualquier forma aparente que asuma el trabajo, ella continúa funcionando como mediación de la posibilidad de su reproducción y de valorización del capital.

        Actualmente, el empobrecimiento de los estudios del trabajo se debe justamente, a que muchos análisis quedaron presos en las trasformaciones fenoménicas (aparentes) del trabajo. Al ver la crisis de la producción industrial en masa de los 70 y las reestructuraciones recientes, muchos investigadores se dieron la tarea de describir y clasificar los nuevos tipos de trabajo o las nuevas formas contractuales bajo las que se realiza el trabajo, sin profundizar en el análisis de la forma social que envuelve a estos trabajos.  La recuperación del método de Marx permite que el análisis del trabajo avance más allá de lo aparente. El enfoque del “trabajo atípico” al no considerar esta posibilidad, se queda en el plano descriptivo sin muchas posibilidades de explicar por qué los trabajos contemporáneos asumen los contenidos que ellos describen como “atípicos”; es decir, también, hasta qué punto los trabajos a los que se refieren podrían ser considerados como “atípicos”.



[i] De la Garza, Enrique (2011) “Trabajo a-típico, ¿identidad o fragmentación?: alternativas de análisis” en Pacheco, E.; De la Garza, E. y Reygadas, L., Trabajos atípicos y precarización del empleo. México D. F.: Colegio de México.
[ii] De la Garza, Enrique (2010) Hacia un concepto ampliado de trabajo. Iztapalapa: UAM-I y ANTRPOS.
[iii] García López, Jorge  (2006) El trabajo como relación social una problematización del modo de construcción del objeto a partir de la sociología del salariado de Pierre Naville. Madrid: Universidad Complutense de Madrid (Mimeo)
[iv] (Kosik, Karel (1990) La dialéctica de lo concreto. México D. F.: Editorial Grijalbo.
[v] Zeleny (1978) La estructura lógica de El Capital de Marx. México D. F.: Editorial Grijalbo.
[vi] Página 200, Marx, Karl (1985) El Capital, Volumen 1., Libro 1. México D. F.: Siglo XXI  Editores.
[vii] Página 201, Ídem.
[viii] Página 201, Ídem.
[ix] Página 202, Ídem.
[x] Zeleny (1978) La estructura lógica de El Capital de Marx. México D. F.: Editorial Grijalbo.
[xi] En el análisis de la fuerza de trabajo como mercancía, Marx da una definición de que entiende por Fuerza de trabajo:  “Por fuerza de trabajo o capacidad de trabajo entendemos el conjunto de las facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser humano y que él pone en movimiento cuando produce valores de uso de cualquier índole” (206) Cuando estas capacidades físicas y mentales existentes en la corporeidad son presentadas en la esfera de la circulación como mercancía, ocurre en la misma, el desdoblamiento propio de las mercancías: la Fuerza de trabajo debe comportar un valor de uso y un valor de cambio. Este doble carácter de la fuerza de trabajo es el punto de análisis para ver como esta se convierte en mediación de la valorización del capital. A continuación, Marx identifica las determinaciones del valor de cambio de la fuerza de trabajo, parte así del supuesto de que su valor, “al igual que el de toda otra mercancía, se determina por el tiempo de trabajo necesario para la producción, y por tanto también para la reproducción, de ese artículo específico” (Marx, 1985: 207) ¿Cuáles son los componentes de este tiempo de trabajo para su producción y conservación? En primer lugar, identifica que el valor de la fuerza de trabajo es el “valor de los medios de subsistencia necesarios para la conservación del poseedor de aquélla” (Marx, 1985: 207). La determinación de estos medios de subsistencia necesarios no solo comprende a las necesidades físicas mínimas para la subsistencia, sino que también, del desarrollo histórico de estas necesidades físicas mínimas, así “la determinación del valor de la fuerza laboral encierra un elemento histórico y moral” (Marx, 1985: 208). Dentro de esta primera determinación, el identifica otras, una relacionada a la renovación permanente de esta fuerza de trabajo por un largo periodo lo que implica que estos medios de subsistencia cubran las necesidades de los hijos de los obreros. La otra determinación está referida a al grado de complejidad de las habilidades y destrezas que comprenden la fuerza de trabajo, por lo que la inversión en la instrucción y formación de la fuerza de trabajo es otro componente. Finalmente, identifica que la determinación del valor de la fuerza de trabajo va a estar relacionada al valor de las mercancías que componen los medios de subsistencia de su formación y de su reproducción.
[xii] Página 211, Marx, Karl (1985) El Capital, Volumen 1., Libro 1. México D. F.: Siglo XXI  Editores.
[xiii] Página 212, Ídem.
[xiv] Páginas 213-214, Ídem.
[xv] Páginas 203-204, Ídem.
[xvi] De la Garza, Enrique (2010) Hacia un concepto ampliado de trabajo. Iztapalapa: UAM-I y ANTRPOS.
[xvii] Ídem.
[xviii] Sánchez, Ernesto (2018) “Entre calles y avenidas: trabajadores informales, atípicos y precarios en el noroeste de México” en Ánfora, vol. 25, núm. 45. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=357857619004, Ultima vista: 28 de abril de 2020.
[xix] Malo, Miguel (2018) “Nuevas formas de empleo: del empleo atípico a las plataformas digitales” en Papeles de economía española: Los problemas del mercado de trabajo y las reformas pendientes, N. 156.
[xx] Zeleny (1978) La estructura lógica de El Capital de Marx. México D. F.: Editorial Grijalbo.