-->

Llank'aymanta presenta el libro:

Trabajo asalariado, el claroscuro del Censo Agropecuario

La actualidad de las tesis de Marini para entender el proyecto del Capitalismo "Andino - Amazónico

Reseña al libro de Tania Aillón, "Japonización" de la dominación patronal y respuesta obrera

Subcontratación, reforma laboral y lucha obrera: El caso de los obreros del sector industrial en Bolivia

1 2 3 4 5

viernes, 22 de noviembre de 2013

CADENAS DE ORO NEGRO?: UN ANALISIS CRITICO A LA VISION ESTRUCTURALISTA DE LA HEGEMONIA EMPRESARIA DE PALERMO.



Autores: Samuel Peredo Cuentas

               Tania Aillon Gomez 
                Luis Fernando Castro


  1. Reseña del libro
Cadenas de Oro negro” es una interesante investigación socio antropológica sobre la historia de la empresa Y.P.F. (Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Argentina), y la forma en que su conformación empresarial ha ido influyendo en la formación del colectivo (sus representaciones, sentidos de vida), de trabajadores obreros.
De forma precisa, el autor se plantea estudiar la conformación de la hegemonía empresaria en YPF, a partir de la dinámica de las relaciones entre las políticas empresarias y los trabajadores, desde su conformación hasta su privatización (periodo que abarca unos 80 años, desde 1922). En este marco, Palermo nos propone algunos ejes problemáticos que guían su investigación: ¿qué es lo que sustenta la legitimidad empresaria en los trabajadores? ¿Esta legitimidad, perdura de la misma forma en el tiempo? O en su caso ¿Adopta las mismas formas o éstas se transforman radicalmente? ¿Qué implicancias tienen las formas de dominación sobre las experiencias obreras? ¿En qué medida esta legitimidad empresaria es reinterpretada tensionada y/o disputada por los trabajadores?


La metodología con la que esta investigación procede, se apoya en la concepción ontológica de la totalidad concreta de Kosik y, en las consecuencias epistemológicas que de ello se desprenden (la necesidad de diferenciar lo aparente del fenómeno respecto de lo esencial, captando la estructura interna de la cosa, a través de la comprensión de los hecho en el marco de un todo dialéctico que, finalmente, permite revelar la praxis fetichizada); visión que tiene el carácter central, de poner la praxis del hombre como elemento central en la reproducción de la realidad social, para dar respuesta a sus problemáticas: la de hegemonía (como dirección cultural y política, de Gramnsci) y la de experiencia (como devenir histórico, de Thompson). Según el autor, el concepto de hegemonía permite comprender los complejos procesos generados por las relaciones activas de poder entre grupos dominantes y subalternos; procesos al interior de los cuales, se desarrolla la experiencia de los colectivos de obreros (visión de la praxis). Recupera, también, el papel de la experiencia de clase en el proceso de formación histórica, situada en condiciones subjetivas y estructurales; aspecto que, como señala Palermo, le permite por un lado, identificar rupturas y continuidades en las experiencias obreras y, por otro, analizar las prácticas sociales del colectivo de trabajo de YPF y sus representaciones.

Con el objetivo de enriquecer el concepto de hegemonía, Palermo propone pensar la hegemonía empresaria. Se trata de un concepto que se refiere a la dirección política y cultural, traducida en la asimilación obrera de la filosofía empresaria (que se hace sentido común en el obrero). Según el planteamiento del autor, esta hegemonía se dinamiza a partir de su lógica pedagógica y de su lógica coercitiva; la primera es la manipulación, configuración, trasposición de sentidos y valores empresariales, presentados bajo una forma aprehensible, la segunda, se refiere a la presión directa. Esta hegemonía empresaria, se realizaría a partir de agentes (mandos medios de la jerarquía empresarial) que operativizan ambas lógicas y cumplen así, la función hegemónica dentro de este proceso hegemónico.

En este marco, es relevante, también, la coherencia metodológica del autor, quien realiza un trabajo de campo basado en técnicas de carácter cualitativo, como la etnografía, la entrevista en profundidad y el análisis simbólico, método que a lo largo del libro, evidencia frutos riquísimos, por el abundante material empírico que el autor logró recolectar.

La obra en sí, está dividida en tres partes, compuestas por el siguiente contenido:
  1. La etapa de la comunidad de fábrica, recuperando la noción de orden de Gaudemar ("”El orden en la fabrica”), el autor intenta analizar las estructuras subjetivas con los que los sujetos sociales desenvuelven su vida y otorgan sentido a su práctica cotidiana, sin olvidar indagar los condicionamientos –estructuras objetivas- que circundan las prácticas de los sujetos. En este sentido, Palermo nos presenta el concepto de comunidad de fabricaYpfeana” (representación horizontal y sentido de pertenencia a la empresa), como el orden sociolaboral dentro el cuál se desarrolla las experiencias obreras y la formación de la consciencia de clase; se trata de un periodo en el que las experiencias vividas de los “trabajadores” se ubican en la fase estatal nacionalista-industrialista de Argentina, situación que moldea a un colectivo de trabajadores identificados con la empresa (y su dirigente militar de inspiración nacionalista), que se pliegan a la visión desarrollista nacional de Y.P.F. En este periodo, el desarrollo del nacionalismo jugó un papel de control y disciplinamiento de los trabajadores (que en principio eran mayoritariamente migrantes), que finalmente, logró homogeneizar a la clase obrera (sobre todo, en la era del peronismo).

Esta comunidad de fábrica –a la cual se evoca como la de “un paraíso perdido”- va más allá de la fábrica, configura un territorio y una comunidad (que reproduce las diferencias jerárquicas entre diferentes estratos de obreros: los ypfeanos y lo otros), donde las familias de los trabajadores, están plegadas a la dinámica de la empresa. Esta es una forma de la hegemonía empresarial, porque los obreros ligan su labor a un proyecto nacionalista y, con un sentido de sacrificio, marcado por el deber militante (vinculado al carácter que le dio la visión desarrollista y geopolítica de los militares argentinos nacionalistas).

  1. En la etapa de ruptura de la comunidad fábrica, durante el neoliberalismo se da una reconfiguración de la hegemonía empresarial, que desarticula la comunidad de fábrica; esta situación genera conflictividad, pero la resistencia –abierta- logra ser derrotada por la hegemonía empresaria, a través de dos vías: El Estado terrorista y a un sindicato colaboracionista. Al final se impone todo el proceso de privatización. En este acápite del libro, se desarrolla un importante análisis sobre la resistencia obrera, donde resalta la apropiación de los sentidos de pertenencia y de comunidad ypfeana, que les permitieron tomar independencia de las direcciones burocratizadas y colaboracionistas de Y.P.F. (las bases superaron a sus direcciones). Es durante este análisis que pueden resaltarse las potencialidades y limitaciones de la perspectiva teórica de Palermo (a las que nos referiremos más adelante): la diferenciación entre la resistencia, como actividad organizada en contra de los objetivos de la empresa, y las llamadas “acciones individuales por fuera de la norma”; le permitió concentrarse de manera precisa en este periodo de movilización obrera.

  1. La tercera parte, se refiere al nuevo orden, es decir, la nueva fisonomía de la hegemonía empresarial, que resulta de la privatización de Y.P.F. y la hegemonía neoliberal victoriosa. La reconfiguración de la hegemonía empresarial, se consolida en un nuevo orden sociolaboral, a partir del llamado proceso de modernización; que se resume en nuevos formatos organizativos, de racionalización, de control y disciplinamiento de la fuerza de trabajo, centrado en la conformación de un ideal de trabajador colaborador al interior de una “empresa democrática”.

En este acápite, sobresale un análisis que logra develar los contenidos de estas “nuevas” formas de organización del trabajo y de los sentidos empresariales, que van destruyendo los sentidos colectivos de los trabajadores. Los nuevos “convenios colectivos” y la nueva lógica funcional fueron constituyendo nuevas formas de control basados en rupturas y continuidades (articulación de nuevos y viejos métodos de control y organización del trabajo). La terciarización, la precarización, la re profesionalización, entre los principales fenómenos organizativos identificados por Palermo, se convierten en hechos que constituyen sentidos diferenciadores al interior de los obreros ( el “nosotros” y los “otros” o “propios de la empresa”), que antes se consideraban miembros de una comunidad.


  1. Las reflexiones finales. Acápite donde el autor nos presenta, por un lado, un balance general del potencial y el aporte que tiene el marco analítico de la hegemonía empresaria, estudiada desde múltiples espacios abordados y con un trabajo de campo multisituado. Siguiendo siempre a Palermo, este enfoque permitió realizar la genealogía de procesos de constitución de la hegemonía empresaria que “atravesó la creación de Y.P.F., la privatización y la consolidación del nuevo orden socio laboral”i; proceso dentro del cual, entendemos, se pudo comprender las experiencias de clase que conformaron al colectivo de trabajadores de Y.P.F. Es decir, se pudo establecer de forma concreta, la forma en que se relacionan la hegemonía y la experiencia obrera del colectivo de trabajadores de Y.P.F., como parte de un proceso historio. Por otro, Palermo nos presenta una síntesis de los procesos que consolidaron la hegemonía empresarial (en los tres momentos, identificando –nacimiento, ruptura y nuevo orden-); señalando las representaciones y sentidos que esta consolidación hegemónica dejó en la experiencia del colectivo de trabajadores –y en el territorio donde se desarrolló su política-.

  1. Comentarios y ejes de debate.
Es loable el esfuerzo por alcanzar una mirada de las ciencias sociales que, explícitamente, sea coherente en términos ontológicos, epistemológicos y metodológicos (método); más aún, cuando se trata de una mirada que en todos estos niveles, considere, correctamente, el papel de la praxis humana, en la producción y reproducción de la realidad social. A nuestro entender, éste es el rasgo de las investigaciones que alcanzan los puntos más sofisticados de las ciencias sociales, pues permiten superar (combatir), las orientaciones eclécticas –“mix” teóricos- y las visiones estructuralistas (que anulan al sujeto) e interaccionistas (que idealizan el papel del sujeto), tan numerosas en el periodo ortodoxo del neoliberalismo.

Sin embargo, en nuestra lectura del libro “Cadenas de oro negro” identificamos un “corto circuito” que a continuación lo exponemos, pues será el punto de partida para un debate que enriquezca, mutuamente, nuestra práctica científica:


Partimos considerando el objeto central del libro “Cadenas de Oro Negro”: la cuestión de la hegemonía.

Si la perspectiva teórica se apoya en la definición gramciana de hegemonía, uno esperaría que la investigación articule a los sujetos realizando la hegemonía, mediante la modificación o sostenimiento de la correlación de fuerzas; es decir, en luchas permanentes, diarias, cotidianas que reproducen o cuestionan los marcos que legitiman las relaciones de dominación. En este sentido, la obra de Palermo nos trae a la mente, la critica de Gramnsci a los historiadores de su tiempo: “[H]istoria fetichista”. Podría llamarse así, al modo de representar los acontecimientos históricos en las “interpretaciones” ideológicas de la formación italiana, por la cual resultan protagonistas personajes abstractos y mitológicos […]”ii (Cuadernos de la Carcel, pp 79-80). Gramnsci, pretendiendo precisar la critica metodológica al historiador Oriani, señala: [E]l problema de buscar los orígenes históricos de un hecho concreto y circunstanciado, la formación del Estado moderno Italiano en el siglo XIX, es transformado en el de identificar este Estado como unidad o como nación o como Italia en toda la historia precedente, como el pollo en el huevo fecundadoiii.

Siguiendo a Gruppi (1976), la hegemonía en Gransci es la capacidad de un grupo social de hacerse dominante sobre grupos que le son antagónicos y dirigente sobre grupos que le son próximos; en este sentido, la realización de la hegemonía implica procesos de alianzas, rupturas, conflicto, en síntesis: en lucha por la hegemonía. Entonces, referirse a la hegemonía en sentido gransciano, implica pues referirse a las luchas y negociaciones entre fracciones de clase y clases, que se establecen, por mantener o ganar la condición de dominante.

No parece ser esta la orientación del libro “Cadenas de oro negro”, pues precisamente, la hegemonía empresaria se nos presenta como un ente –un objeto- que realiza a los sujetos. Dicha afirmación se evidencia en pasajes claves del libro de Palermo, como en la pagina 49; donde básicamente se da a entender que el consentimientoiv se construye desde la hegemonía empresaria (desde las políticas empresarias y su agencia simbólica). En realidad, el autor de “Consentimiento en la producción” –consecuente con Gransci-, señala que la adhesión obrera ocurre por una actitud del propio obrero, que encuentra satisfacciones relativas al interior de proceso productivo y negocia los términos de ese consentimiento; es decir, el consentimiento es resultado de una lucha y negociación, en la que la patronal se hace hegemónica y asienta su dominación, no al revés (la patronal como sempiterna dominante y hegemónica, realizando el consentimiento).

Importante y excepcional trabajo de terreno de Palermo, que contiene material riquísimo para lograr reproducir mentalmente la lucha bajo la cual se sostiene la hegemonía de una fracción de clase en el Estado y su brazo político en la dirección de la empresa estudiada (en el periodo estatal de la empresa). Sin embargo, pese a que existe referencias históricas importantes y el mismo autor identifica la existencia de procesos de constitución y/o consolidación de la hegemonía empresarial (aspecto que implicaría señalar procesos de lucha y negociación de bloques y alianzas, etc.), el acento de la explicación muestra que la hegemonía empresarial es, sobre todo, un estado, una condición dada, dentro de la cual, se dan las experiencias y la resistencia obreras a las políticas empresariales. Esto es bastante evidente si nos preguntamos por el sujeto que realiza la hegemonía. ¿Quién o quiénes son la hegemonía empresarial? ¿En qué sentido su política, sus representaciones y valores son trasposiciones de intereses particulares sobre los colectivos? Es decir, el interés empresarial (burgués) tendría que evidenciarse y para ello, es necesario saber quiénes son los sujetos que ejercen esa hegemonía empresarial (en este caso, quién y cómo se beneficia del excedente generado por la explotación de fuerza de trabajo en Y.P.F. estatal). Al final de nuestra lectura, pareciera que la facción militar representada en Mosconi fuera el sujeto que sostuvo 50 años de hegemonía empresaria en el periodo estatal.

La lectura estructuralista de la hegemonía se revela de forma clara, en la conexión conceptual que presenta Palermo, para presentarnos el proceso que analiza: proceso de consolidación de hegemonía empresaria --- reconfiguración de hegemonía empresaria---nuevo orden de la hegemonía empresaria. Sin embargo, el propio el material expuesto por Palermo, nos indica que durante el periodo de privatización de la empresa (como respuesta de la burguesía a una crisis de acumulación), los obreros de Y.P.F. se apoyaron en las representaciones Ypfeanas (de contenido nacionalista) y formaron un movimiento obrero que enfrentó política e ideológicamente el proyecto de liberalización económica; es decir, se estaba gestando un movimiento contra hegemónico (la opción de otro régimen social), al cual solo el “terrorismo de Estado” –en el marco de una correlación de fuerzas favorable a la burguesía a nivel mundial- pudo replegar (ojo, no diluir, puesto que de ese movimiento resultó el nacimiento de órganos, células y grupos políticos obreros que aún perviven, según el propio Palermo). La idea de reconfiguración de hegemonía empresaria expresa algo muy diferente: una autoconversión de la hegemonía. En esta perspectiva, la resistencia de la clase obrera cumple un papel marginal, sólo matiza, un proceso (de reconfiguración empresarial) que se realiza en sí mismo, por fuera de ella (de lo que haga la clase obrera).

Si uno lee ciertos pasajes y contrasta con los postulados teóricos, se aclara la visión estructuralista realmente ejercitada en el análisis; Líneas como “hegemonía que moldea…”, “la Hegemonía empresarial realiza políticas empresarias…”, “15 años de inercia política…”. Las síntesis de los diversos acápites del libro, están construidas de tal manera, que se convierten en un indicador de que el autor no conecta los sujetos, los procesos y la estructura. Al menos no de la forma en que su perspectiva epistemológica declara. En este sentido, Palermo cae en lo que Kosik llama la “mala totalidad”: ”…[L]a realidad social es entendida aquí como un conjunto o totalidad de estructuras autónomas que se influencian recíprocamente. El sujeto ha desaparecido, o más exactamente, el auténtico sujeto, el hombre como sujeto objetivamente práctico, es sustituidos por un sujeto fetichizado, mitologizado, cosificado; es decir, por el movimiento autónomo de estructuras […] [E]n la mala totalidad, la realidad social solamente es intuida bajo la forma de objeto, de resultado y de hechos dados, y no subjetivamente, como praxis objetiva humana”v.

Cuando Kosik conecta sujeto, proceso y estructura en su concepción de totalidad, precisa de manera clara su relación: “[L]a totalidad como medio conceptual […] es abstracta si no se subraya que esa totalidad es totalidad de base y suprastructura […] [Y] la totalidad de base y supraestuctura es abstracta, si no se demuestra que es el hombre, como sujeto histórico real, quien crea en el proceso de producción y reproducción social la base y supraestructura, forma la realidad social como totalidad de relaciones sociales, instituciones e ideas, y en esta creación de la objetiva realidad social se crea al mismo tiempo a sí mismo como ser histórico y social, lleno de sentido y potencialidad humana, y realiza el proceso infinito de “humanización del hombre”vi.

Desde nuestra lectura, es posible encontrar en la perspectiva de Hegemonía de Gramsci y los aportes sobre la “formación de la clase obrera“(y la noción de experiencia) de Thompson, una lectura dialéctica de la conexión entre sujetos, procesos y estructura, coherente con el planteamiento de totalidad de Kosik. Evidentemente, el eje de esta conexión, como nos muestra Kosik, está en comprender el papel activo del ser humano, en la reproducción de sus condiciones históricas. En este sentido, Thompson logra un gran aporte sobre esta conexión, en su estudio sobre la formación de la clase obrera en Inglaterra, donde nos indica que la clase obrera no es una “materia prima” sobre la cuál caen las “relaciones capitalistas” para formarla. Si la clase obrera existe como una comunidad con consciencia de la identidad de sus intereses, es porque ella misma ha sido la protagonista en la elaboración de sus intereses y de sus organizaciones políticas y laborales. En síntesis, la forma histórica en que se vivencia la relación de explotación, es una dimensión determinante en la formación de la clase obrera. Palermo parece señalar, explícitamente, esta misma comprensión. Sin embargo, el intento de recuperar esta concepción en su análisis naufraga. Veamos cómo:

En su descripción del periodo de Reconfiguración de la hegemonía empresarial, Palermo se detiene a estudiar las movilizaciones obreras contra la privatización y desregularización del sector petrolero en la Argentina. Estas luchas, las cuales entran dentro la categoría de resistencia de Palermo, se fortalecen desde los sentidos ypfeanos (recuperación de su experiencia como clase en el pasado). Pero al finalizar el acápite, nos encontramos con que todo este proceso de movilización pasa desapercibido por el proceso de “Reconfiguración de la hegemonía empresaria”; que simplemente vence esa resistencia. Esto nos indica que esta fase de movilización obrera analizada por Palermo, no ha ido más allá de los umbrales de la descripción (necesaria, pero no suficiente), del proceso de reproducción mental de la realidad (producción del conocimiento).

Hubiera sido importante encontrar la articulación del proceso contrahegemónico que, aunque no lo identifica Palermo, su material empírico se lo canta: la clase obrera petrolera que sufre el embate en el periodo de privatización neoliberal, estaba viviendo procesos de organización de fracciones obreras que se convierten en órganos con indicios de programas políticos (que pervive hasta el momento en que el autor realizaba su terreno, el año 2007); es decir, la clase obrera cuestiona el proyecto de la clase dominante desde sus propios marcos de legitimidad (experiencias vividas en la “comunidad fábrica). Este hecho, nos permite tener la hipótesis de que la vivencia de la clase obrera en el periodo estatal, no sólo fue la de una dominación hegemónica basada en la “comunidad horizontal”, sino que el sentido Ypfeano sirvió también para hacer resistencia (aunque a menor escala), en alguna medida. Si no fuera así, ésta apropiación del sentido ypfeano para construir un proceso contrahegemónico de los 90’ s, no hubiese sucedido. Ni tampoco hubiera sido necesario el llamado “periodo de terrorismo de Estado” para “reconfigurar la hegemonía”; pues no habría una amenaza sería. Y lo más posible, es que esa apropiación contrahegemónica, se haya gestado desde espacios genéticos que el autor arrincona detrás de “las prácticas fuera de la norma” y que de seguro no pudo observar con detenimiento. Esto determina que no pueda captar las fibras más delgadas del proceso de lucha de los 90´s.

El corto circuito entre la perspectiva teórica que Palermo pretende recuperar y el ejercicio efectivamente realizado en su investigación, tiene una explicación. Desde nuestra comprensión, este problema está vinculado a una concepción implícita que juega más activamente que la concepción explicitada, y que se traduce en la anulación del papel que la resistencia individual tiene en la formación de resistencias colectivas. El autor considera como resistencia sólo a la organización colectiva de obreros, que se manifiesta –moviliza- en oposición a los objetivos de la empresa. Desde este enfoque, es lógico que para el autor de “Cadenas de Oro Negro”, la hegemonía sea rara vez cuestionada, es lógico que se presente a la hegemonía como un ente que se consolida, se reconfigura y se consolida nuevamente, sin ningún contrincante al frente. Concretamente, consideramos que el problema de Palermo, es el siguiente: las vivencias y las reacciones de los distintos individuos, grupos y fracciones de la clase obrera dentro las relaciones de explotación, no son conectadas dentro del proceso de formación de la propia clase, en su lucha contra la dominación de la clase que ejerce la dominación. Esta desconexión, tampoco le permite a Palermo, articular y comprender la verdadera dimensión de la respuesta –y la habilidad- de las clases que dominan y se hacen dirigentes de este proceso.

En conclusión, consideramos que el estudio de la hegemonía empresarial, no corresponde a la visión de la totalidad concreta, sino a la visión estructuralista, pues el factor explicativo del fenómeno estudiado, recae sobre una entelequia, (hegemonía empresarial) que no conecta su reproducción con la actividad del sujeto social. Desde nuestra perspectiva, es necesario realizar discusiones y estudios comparados, para poder ir superando ciertos obstáculos estructuralistas que en Latinoamérica parecen haberse naturalizado en la producción científica.

III. Notas
iPagina 281 en Palermo, Hernan (2012) Cadenas de oro negro en el esplendor y ocaso de YPF. Buenos Aires: Antropofagia.
iiPagina 79-80 en Gramsci, Antonio (1999) Cuadernos de la Carcel. Mexico D. F.: Ediciones Era.
iiiPagina 80 Idem.
ivBurawoy, Michael (1989) El consentimiento en la producción. Los cambios del proceso productivo en el capitalismo monopolista. Madrid: MINISTERIO DE TRABAJO Y SEGURIDAD SOCIAL.
vPagina 75 en Kosik, Karel (1990) La dialectica de lo concreto.
viPagina 75 idem.

viernes, 8 de noviembre de 2013

EL CENSO AGROPECUARIO DEL MAS: UN CENSO A LA MEDIDA DE LOS PATRONES DEL AGRO


Actualmente se lleva a cabo el censo agropecuario, en medio de una serie de disputas entre municipalidades y comunidades por límites territoriales y de disputas entre terratenientes y campesinos sin tierra por terrenos avasallados. Antes de este escenario, el censo agropecuario había despertado algunas reacciones de rechazo entre algunos “campesinos”, terratenientes y empresarios soyeros, pues creían que el gobierno realizaba este censo para saber a quién y cuanto debía cobrarle en impuestos, otros creían que el gobierno quería utilizar los datos del censo como un arma política en su contra.

Al parecer todas estas conjeturas fueron, en cierta medida, absueltas por el MAS, para que el Censo Agropecuario fuera llevado a cabo. Primero, desmintió que su gobierno quiera los datos para un uso político, luego, se esforzó en explicar que el censo agropecuario tenía la intensión de recolectar datos de la producción agropecuaria “sin considerar el tamaño (de los terrenos), el régimen de tenencia ni condición jurídica”. Es ésta justificación la que plantea el siguiente problema: ¿Qué busca entonces la realización de éste censo?

Según el objetivo planteado por el INE, el censo Agropecuario:
es un procedimiento exhaustivo de recolección de datos, que [permitirá] un mejor conocimiento de la realidad agrícola, cría de ganado o aves, recursos forestales, recolección o extracción de especies no maderables, caza o pesca, en un periodo de referencia determinado con la finalidad de facilitar la formulación y diseño de políticas, estrategias, procedimientos, programas y proyectos para el desarrollo sostenible de esos sectores” (subrayado nuestro)i

¿Qué “realidad” agropecuaria?; formulación y diseño de políticas, estrategias, procedimientos, programas y proyectos ¿para que sectores? La clara ambigüedad de este objetivo lleva a pensar que el INE trató de plantear un objetivo general para no provocar más problemas; sin embargo, creemos que un análisis minucioso de las boletas censales nos permitirá clarificar ésta cuestión. La finalidad de este análisis es tratar de vislumbrar los resultados que pueden salir de los datos recogidos por el Censo, muy importante, para el conocimiento de la producción agropecuaria en nuestro país.

La definición del sujeto censado: El “productor”
Empecemos pues, por el sujeto del Censo, es decir, individuo o colectividad que, según el INE, sería el pilar principal, sobre el cual, se constituye la realidad agropecuaria, este también sería el sujeto a ser censado: el productor agropecuario. En la boleta censal y en los manuales de capacitación, el INE define al productor agrícola de la siguiente manera: “Es la persona natural o jurídica (individual o colectiva), que tiene la iniciativa económica, técnica y la responsabilidad del manejo de la Unidad de Producción Agropecuaria, es decir, que toma las decisiones principales del uso de recursos y ejerce el control de la administración de las operaciones”ii
En sus consideraciones complementariasiii se aclara que el productor es aquella persona natural o jurídica que cuenta con alguna propiedad agrícola (sea alquilada, arrendada, cedida, o prestada) o se dedica a la crianza de animales. En definitiva, que tiene condiciones y medios de producción para la actividad agropecuaria. De manera que sólo se contemplan a propietarios de medios de producción, pequeños y grandes, como productores agrícolas. La definición del INE acerca del productor, entonces, concibe a este productor agropecuario y condiciones y medios de producción (tierra, animales de corral o granja, herramientas) como unidad indivisible; mientras que la figura de productor asalariado desaparece de la definición relegando del censo a los trabajadores agropecuarios empleados en la producción agroindustrial y a los trabajadores empleados en la estancias ganaderas (trabajadores de las empresas soyeras, zafreros, etc.) como grupo social.

Esta unidad productor/condiciones y medios de producción se condensa en el concepto de Unidad de Producción Agropecuaria (UPA), definida como: “todo terreno o conjunto de terrenos que se utiliza total o parcialmente en actividades agrícolas o pecuarias, […] sin considerar el tamaño, el régimen de tenencia ni condición jurídica. A efectos del censo Agropecuario también se incluyen las actividades forestales, la recolección o extracción de especies no maderables […] y las actividades de cría de otras especies, caza y pesca” (subrayado nuestro)iv.

En sus aclaraciones complementarias el INE dice que una UPA es todo terreno, o conjunto de terrenos, donde se realiza actividades agropecuarias, sin excluirlos por el tamaño o régimen de tenencia. Al parecer, esta forma de definir la UPA tenía el objetivo de ampliarla, de tal manera, que todas las formas de producción agropecuaria ingresen en el mapa del censo; sin embargo, este criterio tiene otra consecuencia: mete en un mismo saco todas las formas de tenencia de la tierra, es decir, engloba tanto a grandes productores agropecuarios como a pequeños productores que trabajan en tierras que arriendan o alquilan o que producen bajo formas de “asociación de hecho”v.

Evidentemente en la pregunta 21vi se pide especificar el tipo de tenencia de las parcelas trabajadas, el problema surge cuando a un productor que trabaja tierras alquiladas o cedidas se le pregunte sobre la extensión de su UPA y, luego, se le hace la misma pregunta al propietario de esas tierras alquiladas o cedidas. Aquí se cometería un error, pues se registraría dos veces la misma propiedad, como UPAs diferentes. Para que esto no pase, había dos caminos: que la UPA alquilada se la registre como UPA del propietario de la tierra o del productor que ha alquilado dicha tierra o que se consideren a los dos clasificándolos de diferente manera, por ejemplo, diferenciar entre el que posee la tierra (propietario) y el que la trabaja (productor directo). La solución del INE fue la primera, veamos la recomendación escrita al inicio de la sección características de la UPA: “Incluya las parcelas o tierras de otros productores que arrendó y recibió al partir o al partido, tomo prestadas u otras formas de manejo. No incluya las parcelas o tierras de su propiedad que fueron arrendadas, cuidadas, cedidas, etc., a otros productores (subrayado nuestro)vii.

Parece que la solución del INE es coherente, pues se tomaría en cuenta al productor de la tierra. Pero en el fondo es una solución que falsea la realidad, una solución unilateral que borra al dueño efectivo de la tierra y que deja un vacío: ¿quién se beneficia del alquiler o arriendo de dicha tierra? En el fondo lo que hace esta solución, en apariencia pertinente, es esconder el latifundio y los terratenientes que se benefician de la apropiación del trabajo de los campesinos pobres bajo la forma de un alquiler de tierras. En la medida en que sólo queda registrado el trabajador directo, se esconde, también, el hecho de que estos dueños son los propietarios de grandes tierras arrendadas, así estos dueños efectivos solo aparecerán como “productores” de las tierras que ellos mismos cultivan o utilizan para la cría ganado. En el caso de terratenientes que no produzcan en sus tierras y arrienden todas estas, desaparecen del mapa del Censo. De esta manera, la concepción de productor del INE, antes que descifrar la realidad agrícola la esconde, cabe entonces preguntarnos ¿cuáles son las consecuencias de este ocultamiento?

Censo agropecuario y trabajo.-
Al cuestionarnos sobre la realidad agropecuaria, no sólo se debería buscar conocer el tipo de plantaciones agrícolas y su extensión, el número y tipo de animales domésticos o la tecnología e infraestructura con la que se cuenta para producción agropecuaria, deberíamos preguntarnos, también, por los sujetos que hacen a la misma realidad agropecuaria.
Como habíamos recalcado antes, el INE define al productor en su relación inseparable con la tierra que trabaja, no importa si esta es de su propiedad o alquilada. ¿Considerar sólo a este tipo de productores es suficiente para comprender la realidad agropecuaria? Creemos que no, pues como señalamos antes, esconde no solo a los terratenientes y el latifundio, sino que excluye a los trabajadores asalariados ¿Por qué el Censo agropecuario debería tomar en cuenta a este grupo social? ¿Qué lugar tiene el trabajo asalariado en la realidad agropecuaria de nuestro país? ¿Qué consecuencias trae esta exclusión u omisión para el conocimiento de la realidad agropecuaria?

En primer lugar, creemos que una caracterización del agro boliviano es necesaria. En últimos estudios realizados en la zona oriental del país expresaban que el 40% de las tierras cultivables del oriente estaban en manos de empresarios soyerosviii, esta tendencia no es nueva, la concentración de tierras cultivables para la producción industrial de la soya es una tendencia que empezó desde la liberalización del mercadoix. En el caso de las tierras del occidente del país, la propiedad comunal y el minifundio son formas de posesión de la tierra predominantes, sin embargo, hay ciertos productos que empezaron a industrializarse, como el café y el cacao, en los yungas, bajo la forma de asociaciones de “pequeños productores”. Por otra parte, en este último periodo, la producción de coca y quinua ha gestado procesos de centralización de tierrasx de parte de una pequeña burguesía, aunque las formas de producción precapitalistas prevalecen todavía.

En el campo todavía está presente la economía comunal y la pequeña producción campesina parcelaria, pero junto a ella se va extendiendo la producción capitalista mediante procesos de acumulación originaria. Con el auge de la soya, la coca y la quinua, entre otros, estos procesos de acumulación no han sido frenados, sino que fueron impulsados por el gobiernoxi. No es que los procesos de acumulación traigan la producción capitalista al campo, sino al revés, es a partir de la incorporación de la economía campesina al mercado capitalista, que esta última se mercantiliza y se subsume a la dinámica del capital. Esta situación ha generado en el agro boliviano, una serie de formas de explotación capitalista en transición hacia las formas propiamente capitalistas de explotaciónxii. Procesos de proletarización de comunariosxiii dentro de una comunidad o procesos de proletarización de campesinos que trabajan para las empresas agroindustriales (obreros estacionalesxiv), formas de explotación indirecta a pequeños productores “autónomos”, aquí las formas de arriendo y el establecimiento de sociedades de hecho son formas de explotación veladas por la supuesta autonomía del productor respecto del dueño de la tierraxv. Por último, la generación de obreros agropecuarios.

Todas estas relaciones son desconocidas por el INE, que ha reducido los indicadores respecto del empleo de la fuerza de trabajo a dos preguntas referidas a la cantidad del personal remunerado en una UPA y al rubro en que se lo emplea (agricultura o ganadería). No se sabrá ni edad, ni las formas de empleo de la fuerza de trabajo en el agro (de tipo permanente o estacional), tampoco los niveles salariales ni formas de contratación.

Por último, los procesos de proletarización de comunarios y campesinos desaparecen. En la pregunta 129 de la Boleta Censal de la UPA se recogen los datos de la familia del productor y de su actividad principalxvi. Se le pregunta si la producción agropecuaria es su actividad principal; en caso de que no sea así, se le pregunta a que otra actividad se dedica. En las opciones se especifican rubros no pertenecientes a la producción agropecuaria: Con estas preguntas el INE sólo quiere saber cuál es la rama de producción en la que se inserta el productor, de tal manera, que si su actividad agropecuaria principal es la de trabajar en las plantaciones de un empresario de la soya, del café, del cacao, etc., se registrara que su actividad principal es la agricultura. Sin precisar que no es la producción de su parcela la principal actividad sino su empleo en la actividad agroindustrial como asalariado.

Al dejar de lado los indicadores que mostrarán procesos de proletarización, el INE ha encajonado a todos los productores en la categoría de campesinos que viven de la producción de su tierra. Con esta visión el INE ha re-campesinado a todos los productores agricultores cuya principal actividad no se produce en su parcela sino asalariándose con patrones agrícolas.

Censo agropecuario: ¿De qué realidad? ¿Para qué sectores?
Es hora de responder a las preguntas que nos formulamos al inicio de este documento: “Censo agropecuario: ¿De qué realidad? ¿Para qué sectores?”.

La realidad que al INE le interesa construir, es la realidad técnico-productiva de pequeños y grandes productores agropecuarios organizados en empresas y cooperativas o asociados bajo la organización comunal y bajo el sindicato campesino, independientes entre si. Para el INE estos pequeños productores no tendrían ningún tipo de relación con los grandes propietarios de la tierra –los terratenientes- y los capitalistas-empresarios de la soya. De la misma forma, los capitalistas y terratenientes no tendrán ninguna clase de relación de producción con los pequeños productores.

Cuando concluimos que esta realidad, en la que productores grandes y pequeños no tienen relación entre si, como realidad técnica productiva, es porque el INE ha concentrado su atención en aspectos tecnológicos, cantidad y diversificación de la producción y provisión de materia prima, es decir, recolecta datos sobre las condiciones y los medios de producción de la producción agropecuaria y deja de lado a la fuerza de trabajo como dimensión de la realidad productiva.

Evidentemente esta omisión ha dejado conforme al empresariado cruceño y a los terratenientes del oriente, porque esconde la explotación de trabajo, además de que esconde el latifundio y el proceso de concentración de tierras. Ahí la respuesta a la segunda pregunta: un censo ¿para qué sectores? Un censo a la medida de los pequeños y grandes patrones agropecuarios.

i Instituto Nacional de Estadística (2013) Manual del Jefe(a) de Brigada y Empadronadores. La Paz: INE, pag. 2.
ii Idem, pag. 23; Esta definición también esta presente en la Boleta Censal de la UPA en la pagina 2.
iii Las aclaraciones complementarias a la definición del “productor” se encuentra en la página 24 del manual ya citado.
iv Instituto Nacional de Estadística (2013) Manual del Jefe(a) de Brigada y Empadronadores. La Paz: INE, pag. 25
v Según el INE, una asociación de hecho, es cuando dos productores establecen relaciones de producción entorno al manejo una UPA, sin que en esta relación haya un contrato escrito. Bajo el denominativo de sociedad de hecho pueden también establecerse formas de explotación de fuerza de trabajo y que son veladas por la tradición o por el hecho de ser informales.
vi Instituto Nacional de Estadística (2013) Boleta Censal de la UPA. La Paz: INE, pag. 3. La pregunta 21 de la Boleta Censal de la UPA dice: En esta UPA ¿las parcelas o tierras que trabaja son…; 1. En propiedad?; 2. Cedida por la comunidad?; 3. En arriendo?; 4. Cuidada?; 5. Al partir o al partido?
vii Idem., pag. 2.

viii Expandir la soya no garantizará la seguridad alimentaria en www.f-tierra.org

ix Pérez, Mamerto (2007) No todo grano que brilla es oro. Un análisis de la soya en Bolivia. La Paz: CEDLA.
x Expandir la soya no garantizará la seguridad alimentaria en www.f-tierra.org
xi Prueba de ello es el acuerdo firmado con CAINCO para ampliar la frontera agrícola del país de 3 millones a 13 millones de hectáreas y el apoyo que ha dado a la pequeña burguesía de la quinua que, frente a la posible competencia de los países industrializados que están experimentando con plantaciones de quinua, tramitan una certificación internacional que certifique que la única quinua es la de Bolivia. Fundación tierra alerta sobre riesgo de monocultivo de soya, EL Deber, 19 de septiembre
xii “El capital que necesita de la fuerza de trabajo durante una parte del año –por la especialidad del producto, como el café, por ej.- puede lograr una reducción del valor de la fuerza de trabajo, cuando el proletario, durante la otra parte del año, reproduce la fuerza de trabajo en base a medios de producción propios o alquilados. En estas circunstancias la combinación de la forma-valor y la forma no-valor (en términos más concretos, la coexistencia del latifundio y el minifundio) resulta una solución para la reproducción del capital la reproducción” (Dierckxsens, Wim (1982) Capitalismo y población: La reproducción de la fuerza de trabajo bajo el capital. Editorial Universitaria Centroamericana, pag. 45)
xiii Miembros de una TCO o una comunidad indígena.
xiv Idem., pag. 46.
xv Orellana, Lorgio (2003) Clase obrera: su determinación económico-social y su mistificación. Cochabamba: PLURAL.


xvi Instituto Nacional de Estadística (2013) Boleta Censal de la UPA. La Paz: INE, pag. 15.