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jueves, 30 de abril de 2015

¿Quiénes ganan más y quiénes ganan menos con el “Proceso de Cambio”?



Mauricio Piejko Patiño

   En los últimos años, el gobierno del MAS manifestó más de una vez, los profundos avances que experimentó Bolivia en relación a la disminución de la desigualdad social y económica. Es más, los altos mandatarios de Estado se jactan continuamente de un “Proceso de Cambio”, de una transformación social y económica descolonizante en Bolivia, con miras a una sociedad socialista-comunitaria, justa e igualitaria, en la que el nuevo orden social privilegiaría el interés de los sectores de trabajadores e indígenas frente al interés de los capitalistas neoliberales del pasado.

    Este parece ser un discurso muy atractivo para cualquier trabajador afín a un sentimiento progresista; sin embargo, más allá de estas expresiones discursivas e ideológicas, cuando descendemos  al plano de los hechos que vivió Bolivia estos últimos años, surgen ciertas cuestionantes: ¿Acaso existe menor desigualdad económica en relación al neoliberalismo, o más bien, las brechas  económicas son un hecho que persiste en la realidad de los trabajadores asalariados? ¿A través de las diferencias salariales sectoriales hablamos de una descolonización de nuestra economía? Y en último término ¿Quiénes fueron los que ganaron más y quienes los que ganaron menos con la “bonanza económica” que se vivió en Bolivia?

   En el intento de responder a estas cuestionantes, presentaremos en esta oportunidad, una breve reflexión que dilucida el contenido de fondo del “Proceso de Cambio” mediante la identificación de las diferencias salariales que perciben los trabajadores del sector privado en Bolivia. Somos conscientes que la problemática planteada nos apertura a un amplia reflexión; sin embargo, dado los límites que impone la naturaleza del presente trabajo, sólo nos concentraremos en el comportamiento de los salarios y remuneraciones reales, que experimentó Bolivia,  durante los últimos años.

   
Para iniciar la reflexión, es importante denotar brevemente la significación social de los salarios y las razones de sus diferencias. El salario comúnmente es concebido como la retribución dineraria por una actividad laboral realizada. Más allá de esta concepción superficial, el salario es vital para la reproducción de los trabajadores asalariados; esto debido a que representa el valor que requiere   el trabajador o trabajadora (asalariado o asalariada) para obtener los elementos básicos necesarios para su vida material y así cubrir las necesidades primordiales de su familia[i].

    No obstante, el salario no se presenta de manera homogénea e igualitaria en una sociedad regida por relaciones de explotación capitalista (trabajadores y patrones). Hay quienes afirman, con cierta dosis de sentido, que las desigualdades salariales son el resultado de diferentes grados de educación, formación y experiencia de las personas para el desempeño de una actividad laboral. Sin embargo, las diferencias salariales no sólo son expresión de ello, sino que manifiestan la lógica que subyace en la forma en cómo se distribuye la torta producida socialmente: “migajas que se van al trabajador y pedazotes que se van a los directivos y patrones”. Por tanto, es elocuente pensar que en los marcos de una sociedad capitalista, un trabajador manual gane menos, que un trabajador intelectual que se encuentra en los altos cargos directivos y gerenciales de una empresa, a pesar de que (siguiendo a Marx) los primeros han sido la fuente de creación de la torta (el excedente económico)[ii]. Es así que dentro una sociedad capitalista, el mayor reconocimiento salarial recaerá en el personal de confianza del empresario, en aquel que coadyuve a que se efectivice la explotación del trabajador y garantice al capitalista la máxima ganancia, estos son los directivos y managers  de las empresas.        

    Por otro lado, las diferencias salariales no sólo se manifiestan a nivel de los puestos y ocupaciones, sino que se presentan según la actividad y el sector económico. Aquellos sectores y actividades de mayor desarrollo productivo, en los que  prevalece el capital monopólico, brindarán mayores salarios y remuneraciones, en relación a aquellos sectores de menor desarrollado tecnológico, donde prevalece la competencia capitalista[iii]. En otros términos, son aquellos sectores económicos más dinámicos y tecnológicamente desarrollados, con mayores niveles de productividad y tasas de ganancia, los que asignarán mejores condiciones salariales, en relación a aquellos sectores económicos estancados con incipiente grados de desarrollo productivo y  bajas tasas de ganancia.

    Partiendo de todos estos elementos,  veamos cuál es la realidad que a traviesa Bolivia, respecto a las desigualdades salariales durante el “Proceso de Cambio”.

GRÁFICO 1. BOLIVIA: EVOLUCIÓN ANUAL DE LAS REMUNERACIONES MEDIAS REALES* SEGÚN ACTIVIDAD ECONÓMICA DEL SECTOR PRIVADO, PERIODO 1996-2013. (EN BOLIVIANOS DE 1990)

Fuente: Elaboración propia, en base a datos obtenidos de la Unidad de Análisis de Política Social y Económica  (UDAPE) (Disponible en: 
*Remuneración media real se refiere a la remuneración promedio que recibe un trabajador o trabajadora en términos de la cantidad de bienes y servicios que pueda comprar, es decir eliminando el efecto de la inflación sobre él mismo. Para ello, se homogeniza las unidades monetarias tomando el valor real (poder adquisitivo) de referencia de un año base, para este caso el año 1995. 

  

En el gráfico 1  se muestra la evolución anual de las remuneraciones medias reales por actividad económica en Bolivia en las últimas dos décadas (cabe aclarar que nos referimos a remuneraciones como un indicador global que incorpora tanto a los salarios como los ingresos adicionales asociados a los beneficios laborales, por lo que lo consideramos un indicador pertinente para la reflexión). A primera vista parece observarse que las remuneraciones reales en las actividades de extracción hidrocarburífera y de intermediación financiera cayeron sustancialmente durante el gobierno del MAS. También se evidencia que las remuneraciones reales relacionadas con las actividades: industrial, comercial, minería y de construcción, presentaron en términos generales una tendencia al alza. Por su parte, la industria textil-curtiembre y de producción de maquinaria (la industria mediana)  aún se encuentran notoriamente rezagadas en relación a las demás actividades económicas.

    Si bien, a primera vista las brechas salariales parecen haberse atenuado sectorialmente por la reducción salarial suscitada en  los sectores de hidrocarburos e intermediación financiera (consecuencia del tope salarial fijado por el gobierno de que “nadie puede ganar más que el presidente”), esto no es más que una ilusión, dado que las brechas salariales (remuneraciones) sectorialmente persisten, y si se observa a detalle se profundizan.  Las tendencias nos demuestran que aún persisten las divergencias que revelan el desarrollo desigual de una estructura económica que se supeditada a los sectores extractivos (hidrocarburos). Cuando vemos que estos sectores  brindan mejores remuneraciones  (en relación a los demás sectores), sabemos que nos encontramos con un sector que genera mayores ganancias y que, por tanto, tiene la holgura de realizar mejores asignaciones salariales; en contra partida a la industria liviana y mediana (a excepción de la industria de alimentos) que restringidos por el incipiente desarrollo de sus condiciones generales de producción (bajas tasas de productividad  y ganancia) muestran bajas remuneraciones[iv].

     Sin embargo, ¿qué nos dice esta situación? ¿Con estas tendencias salariales podemos hablar de un cambio en el carácter capitalista-neocolonial de nuestra economía?

     Esta situación  nos refleja que el “Proceso de Cambio” con su discurso  de hace más de una década de diversificación productiva a través de su intento de maximizar los excedentes generados de los sectores estratégicos (hidrocarburos, energía, etc.)”[v], no logró un proceso de industrialización; es más, los sectores industriales se encuentran estancados en  su condición de rezago productivo en el que operan con trabajadores en condiciones laborales  precarias.   Así, el proyecto del “Proceso de cambio”  con su maximización del excedente de los sectores estratégicos (resultado del favorable precio internacional del petróleo), tan solo se han traducido en una política de “bonos y asistencias” y en re-inversiones en los mismos sectores extractivos, repercutiendo en una re-primarización económica que refuerza nuestra condición periférica subordinada al desarrollado de las economías capitalistas centrales[vi]; es decir, no podemos hablar en la actualidad de una  superación del carácter capitalista  neocolonial de nuestra economía.  

     Ahora bien, veamos lo que sucede con  las brechas salariales entre las distintas ocupaciones.

GRÁFICO 2. BOLIVIA: EVOLUCIÓN TRIMESTRAL DE LOS SALARIOS MEDIOS REALES* SEGÚN PRINCIPALES GRUPOS OCUPACIONALES  DEL SECTOR PRIVADO, PERIODO 1998-2013. (En Bolivianos de 1990)


Fuente: Elaboración propia, en base a datos obtenidos del Instituto Nacional de Estadística (INE) (Disponible en: http://www.ine.gob.bo/indice/general.aspx?codigo=41202)
*Salario Medio Real refiere al salario promedio que recibe un trabajador o trabajadora en términos de la cantidad de bienes y servicios que pueda comprar, es decir eliminando el efecto de la inflación sobre él mismo. Para ello, se homogeneiza las unidades monetarias tomando el valor real (poder adquisitivo) de referencia de un año base, para este caso el año 1995.



En el gráfico 2, se presenta la evolución de los salarios medios reales por grupo ocupacional del sector privado durante el periodo 1998-2013. A primera vista se evidencia que las brechas salariales entre ocupaciones no muestran cambios significativos. La evolución  de los salarios reales de los gerentes administradores mantuvo una tendencia al alza, con una temporal caída durante el año 2007 y 2008, resultado del proceso inflacionario que experimentó Bolivia durante esos mismos años. Por su lado, los salarios de los profesionales no mostraron un incremento; si se observa a detalle, se constata que el salario promedio real de los profesionales es de Bs. 2.000 en el año 1998, idéntico  al monto salarial promedio percibido el año 2013; sin embargo, esta tendencia no fue lineal, ya que para el periodo 2001-2007, el salario real de los profesionales aumentó, para después caer con la inflación del año 2008, sin reversión alguna. El caso de los empleados y obreros revela una situación similar, el salario real promedio se mantuvo prácticamente invariable, durante estas últimas dos décadas.

     En definitiva, las brechas salariales no cambian significativamente durante el gobierno del “Proceso de Cambio” respecto a la etapa de los gobiernos neoliberales; es más, los datos muestran que las brechas salariales se acrecientan (en términos absolutos).  De esta manera, las remuneraciones para las ocupaciones gerenciales crecen en relación a las remuneraciones de las demás ocupaciones (obreros, empleados y profesionales). En este sentido, la desigualdad salarial en el sector privado es un hecho que persiste y que  se ha agudizado.

     Esto expresa que el discurso del gobierno,  sobre una sociedad más igualitaria,  es un discurso demagógico, pues los principales beneficiarios (entre los asalariados) del auge económico de los últimos años, son los gerentes y managers, que como personal de confianza de los empresarios, tienen la oportunidad de obtener la tajada más grande de la masa salarial, no otra cosa expresa  el incremento absoluto de los salarios reales de los gerentes y administradores en relación al de  los  obreros, empleados y profesionales, situación que revela  la lógica capitalista que subyace en la forma en cómo se distribuye la torta producida socialmente por los obreros. Del mismo modo, la permanencia de la importante brecha salarial entre sector primario de la economía y el sector secundario, revela la incapacidad de alcanzar, mediante la política económica del gobierno, la mentada superación de la condición primario exportadora de nuestro país.




[i] Marx, K. (2008) “El capital”, Tomo I, Editorial siglo XXI,  1ra. Edición, Buenos Aires.
[ii] Marx, K. (2000) “Salario, precio y ganancia”. 1ra. Edición. Editorial Progreso, Moscú.
[iii] Hodson, R. (1978) "Labor in the monopoly, competitive, and state sectors of production", Politics and Society, vol. 8, pp. 429–480. Revisar también: Tolbert, C.; P. Horan y E.M. Beck, (1980) "The structure of economic segmentation: a dual economy approach", American Journal of Sociology, vol. 85, pp. 1095–1116.    
[iv] Ídem.
[v] Ministerio de Planificación del Desarrollo (2006) “Plan Nacional de Desarrollo: Bolivia digna, soberana, productiva y democrática para Vivir Bien”
[vi] Marini. R. (1980). “Subdesarrollo y revolución”. Editorial Siglo XXI, 2da. Edición, México DF.



¿Porque la política salarial del gobierno no beneficia a los trabajadores?



Luis Fernando Castro López


Durante las negociaciones entre el gobierno y la COB, ésta pedía la definición de una política salarial, puesto que según sus dirigentes, al no haber dicha política, los conflictos anuales eran inevitables. Según los mismos dirigentes, el gobierno no tendría norte alguno a la hora de definir dichos aumentos salariales.

¿Sera que el gobierno actúa de manera improvisada en la fijación nacional de salarios o es que tiene una política  salarial planificada?

Nosotros pensamos que el gobierno sí tiene una política y de lo que se trata es de analizarla  y  ver en qué consiste y  cuáles son sus implicaciones sobre la lucha de la clase obrera. A continuación analizamos algunos aspectos de esta política salarial: 

1.  UN REAJUSTE DEL SALARIO MÍNIMO SOBRE LA BASE ESTABLECIDA POR LOS GOBIERNOS NEOLIBERALES. 

     Pese a los significativos porcentajes de elevación del salario mínimo nacional (impulsados por la COB);  los incrementos  fueron realizados con referencia al salario base (440 bs.) heredado de la época neoliberal ortodoxa. Así, la política del gobierno, negocia con la COB sobre esta base,  que es el resultado de la política neoliberal de congelamiento del salario.

     La consecuencia  de aplicación de esta política, es una elevación insuficiente, en términos de las necesidades básicas de los trabajadores, del Salario Mínimo Nacional (SMN), como se puede observar en el siguiente cuadro:

RELACIÓN PORCENTUAL ENTRE EL VALOR REAL DEL SALARIO MINIMO  Y EL VALOR DE LA CANASTA NORMATIVA ALIMENTARIA
Fuente: Elaboración propia,  en base a datos UDAPE, INE,
CEDLA, Piejko y Castro 2014.


Los datos muestran, que pese al incremento nominal (alrededor del 20%) del Salario Mínimo Nacional (SMN), el valor real de éste, no cubre la cantidad mínima de productos necesarios para el hogar, cantidad calculada en la canasta normativa alimentaria (CNA) para el año 2012. Por ejemplo, los datos revelan que el incremento salarial aprobado este año (1656 bs), apenas llega a cubrir el 78% del valor de la CNA.  Es decir, el SMN del 2015 no alcanza a cubrir la CNA  calculada con los precios de los alimentos del 2012, que tenían un costo más bajo, respecto de este año. La política salarial ha consistido; entonces,  en un aumento nominal del SMN, que resulta insuficiente para cubrir las necesidades básicas de las familias de los asalariados.


2.  SUJETAR EL CRECIMIENTO DEL SALARIO BÁSICO A UN “CONVENIENTE” ÍNDICE DE INFLACIÓN.-

     La política de incremento del salario básico consistió en la fórmula: “un aumento  salarial mayor a la tasa de inflación”. Según el gobierno, esta fórmula asegura la elevación de la capacidad de compra de los salarios, ya que estaría por encima del índice de elevación de los precios de la canasta familiar, pero esto no es cierto. Veamos por qué:

a)    Antes de implementar su política salarial, el gobierno cambió el año base para el cálculo de la inflación. Antes el año base de cálculo de elevación de los precios era  1991, pero después de los altos índices de inflación registrados en el 2007 (que duplicaron los precios de la canasta familiar), el gobierno decidió cambiar  el año base de cálculo, al 2007. Por ejemplo, supongamos que calculamos el índice de inflación en el precio del azúcar, si tomamos como referencia los precios de 1991, el índice de inflación será mucho más alto que si lo calculamos tomando la referencia de los precios del 2007, porque el precio del azúcar era más bajo el año 1991 que el 2007.   De ahí que mientras el gobierno argumenta tasas relativamente bajas de inflación; las familias sienten que los precios se han duplicado y casi triplicado. 

b)    Con un índice de inflación  manipulado (que no expresa la elevación real de los precios de la canasta familiar), el gobierno ha convencido a los dirigentes de la COB  a negociar los aumentos salariales,  tomando como referencia este índice de inflación de 2007. El truco del gobierno, consiste en que, mediante ese índice bajo de inflación,  impone porcentajes bajos de incremento salarial. 

Esta política salarial tuvo  implicaciones negativas sobre el crecimiento de los salarios,  como se puede ver en siguiente gráfico:


RELACIÓN ENTRE EL IPC (INDICE DE PRECIOS AL CONSUMIDOR) PROPUESTO POR EL GOBIERNO, EL IPC EN BASE A 1991 Y  EL INCREMENTO SALARIAL APROBADO POR AÑO (2008-2014)

Fuente: Elaboración propia, en base a datos del INE y http://www.economiabolivia.net


Se observa que  los incrementos salariales (que según el gobierno estaban por encima de la inflación), vistos desde el cálculo de la inflación real, no superan los índices de subida de los precios, sino que están por debajo.

En realidad, se verifica que la política del gobierno, aparentemente, buscó neutralizar   la devaluación del salario básico,  con incrementos  que no  aumentan  su capacidad adquisitiva; es decir que,  si bien no congela el salario en términos nominales, sí lo hace en términos reales.  La consecuencia de esta política  salarial, es que   contiene el crecimiento  del salario real, en perjuicio de los asalariados y a favor de la patronal, en la medida en que los precios crecen siempre por encima de los salarios. 

Estas medidas tuvieron  efectos políticos; por una parte, permitieron al gobierno,  mistificar el verdadero impacto de los incrementos salariales (que no llegan ni a reponer el valor perdido del salario por causa de la inflación), pues en términos nominales (o sea, en cantidad de dinero), parecería que el salario crece por encima de la subida de precios de la canasta familiar. Por otra parte, esta política  da al gobierno un amplio margen de maniobra, para rayar la cancha a  favor de la patronal,  en las negociaciones con la COB, porque relaciona el aumento  salarial con el índice de inflación,  en lugar de relacionarlo, con su capacidad  de compra (salario real). Este hecho muestra que el gobierno no ha abandonado la política monetarista neoliberal, sino que la implementa  jugando con las ilusiones de los explotados.

3.  UNA   POLÍTICA SALARIAL  QUE REPRODUCE LA CONCEPCIÓN NEOLIBERAL DE LA FUERZA DE TRABAJO.-.

    
Como mencionamos, la política salarial del MAS,  reproduce la ideología neoliberal; porque reduce a los obreros (propietarios de la fuerza de trabajo) a un factor de producción. Ya no se trata de los sectores asalariados y sus necesidades, sino de la necesidad de “estabilidad macroeconómica del país”. Como la fuerza de trabajo de los obreros, es desde la visión del gobierno, un factor más de producción, es necesario buscar la forma de bajar los costos de dicho componente, su política salarial llegaría a cubrir este requerimiento. Desde la concepción que sustenta esta política salarial, solo hay un camino para sostener  “la economía del país”: mantener controlado el precio de la fuerza de trabajo del obrero,  porque   cualquier desequilibrio provocado por un incremento salarial,  puede causar “la fuga de inversionistas”.

     Esta   concepción neoliberal,  subordina las necesidades de los asalariados a una visión monetarista, que trata de fortalecer la economía, no a partir de impulsar el desarrollo industrial, sino de  retener el crecimiento de los salarios, para  elevar la tasa de plusvalía  en el sector privado.

4.  LA ELIMINACIÓN  DEL VALOR DE LA CANASTA FAMILIAR COMO REFERENTE DEL INCREMENTO SALARIAL.-

     Finalmente, en el debate entre  la COB y el gobierno,  acerca del incremento salarial, se eliminó cualquier referencia al  valor de la canasta familiar y se puso sobre la mesa un debate dirigido a definir porcentajes más o porcentajes menos, sin poner en duda, si el salario mínimo nacional y  el salario básico,  cubren  o no las necesidades de las familias de los trabajadores. Desde esta perspectiva,  tanto la COB como el gobierno buscan fórmulas,  para elevar o reducir el porcentaje del incremento salarial. Como vimos, el gobierno propuso la formula antes analizada (unir el salario al índice de inflación); por su parte, la COB buscó fórmulas para elevar los incrementos salariales, una de sus propuestas fue unir el crecimiento del salario  al crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto), como indicador de la productividad del trabajo.  En los dos casos, se evade el problema central acerca del salario, como expresión del valor de la fuerza de trabajo.

     En el caso del gobierno,  cuando  trata de fijar el aumento salarial,  tomando como referencia su fórmula: “un aumento mayor a la tasa de inflación”,  parte del supuesto de que el SMN y el salario básico vigentes, cubren las necesidades de los asalariados y los considera como precio fijo del trabajo, al cual sólo se le deben realizar reposiciones,  para supuestamente,  mantener su valor.

     En el caso  de la COB,  que propone  ligar los aumentos salariales  al crecimiento del PIB, se  condiciona el crecimiento del salario a  una mayor  explotación de los obreros, pues al ligar los salarios a la productividad, se presiona a que aquéllos  intensifiquen su trabajo, para que suban su salario, al mismo estilo que las primas por productividad ofertadas por la patronal.  Cabe preguntarse:  ¿Qué pasaría en una   situación  de crisis y de disminución del crecimiento del PIB? ¿Los incrementos salariales bajarían como expresión de la disminución de la producción?

     En base a estas consideraciones, los asalariados deben exigir  que todo aumento salarial tenga como referente básico, el valor de reproducción de su fuerza de trabajo  y de la de su familia; consiguiendo así sobrepasar la trampa de la política salarial, tanto del gobierno como de los dirigentes de la COB.