Luis Fernando Castro
INTRODUCCIÓN.
Una línea de investigación dentro de los
estudios del trabajo se ha dedicado a estudiar la enfermería como trabajo de
cuidado. El trabajo de enfermería en cuanto trabajo dirigido a otro vulnerable,
requeriría no solo de la puesta en marcha de conocimientos y competencias sobre
el tratamiento médico que se aplica al enfermo o a ese otro vulnerable (poner
inyecciones, aplicar tratamiento intravenoso, revisión de signos vitales,
etc.); sino también, de ciertas habilidades emocionales, o sea, de la capacidad
de brindar afectos de compasión y empatía (Molinier, 2018[i]; Wlosko y Ros, 2018[ii]; Balzano, 2018[iii]). Si bien lo emocional y afectivo puede
ser un elemento que aparece en el trabajo de cuidar enfermos o personas
vulnerables, es necesario ubicar su lugar dentro de una característica del trabajo
de enfermería: el de trabajo asalariado.
Es este último aspecto, a nuestro parecer central, el que permea la
forma en que se presenta lo emocional y lo afectivo
en el trabajo de enfermería. Creemos que es necesario explicar cómo estas
exigencias psicoafectivas, aparecen o se desarrollan dentro de las relaciones salariales,
en tanto relaciones de subordinación y hegemonía, qué tensiones se producen,
entre las exigencias de un trabajo volcado al cuidado de otros vulnerables y las
exigencias emergentes de su carácter heterónomo[iv] y condicionado.
1. LAS HABILIDADES
EMOCIONALES Y AFECTIVAS DENTRO DE LAS RELACIONES SALARIALES
Fuente: https://www.lostiempos.com/ |
Las enfermeras que trabajan
cuidando enfermos en las instituciones de salud; realizan esas tareas de
cuidado en tanto es parte del trabajo que acordaron efectuar por un
salario. Este trabajo que aceptan de
“manera voluntaria” está condicionado por fuerzas impersonales que constriñen
su acción, en este caso, necesitan un empleo remunerado para vivir; realizan el
trabajo de enfermería, pero a cambio esperan recibir un salario.
Entonces, el trabajo de
enfermería en tanto trabajo asalariado esta atravesado por dos hechos
fundamentales de las relaciones sociales capitalistas: la separación entre
trabajo y fuerza de trabajo (Naville, 1976[v]) y por
el hecho de que, las relaciones salariales de trabajo, son relaciones de subordinación,
y hegemonía (Marx, 1986[vi]).
En el primer aspecto, queremos
resaltar el carácter condicionado de la presencia de las enfermeras de los
hospitales públicos, en tanto trabajadoras asalariadas vinculadas a un puesto
de trabajo, obligadas a vender su fuerza de trabajo a un patrón. Su vinculación
a una institución de salud como asalariadas, depende de una serie de mecanismos
y practicas definidos por la patronal.
Esta relación asalariada,
que media la vinculación de la enfermera a un puesto de trabajo, está
atravesada por relaciones de subordinación y hegemonía, donde la enfermera no
es libre de decidir los ritmos de su trabajo, ni su movilidad al interior del
hospital, sino que estos ritmos, tareas y movilidad están determinados por sus
patrones. El margen de libertad en el desempeño de las tareas asignadas a los
asalariados está en función de su adaptabilidad, así pues, la diferencia entre
trabajo prescrito y trabajo real señalada por Dejours (2015[vii])
responde a esta dimensión.
Los trabajos que hacen
énfasis en la dimensión del cuidado que comporta el trabajo de enfermería, se
han concentrado en analizar el contenido de las tareas de las enfermeras
identificando que requieren “del aprendizaje de destrezas tanto técnicas como
emocionales. En efecto, no basta con la experticia para poner una sonda o para
administrar medicación: es preciso aprender a poner en práctica determinadas
habilidades como la empatía, la escucha, el diálogo, la ternura y la compasión”
(Wlosko y Ross, 2018: 165). Para los investigadores de la línea del trabajo de
cuidado: “una de sus características cruciales es que el cuidado es un trabajo
en el que no se pueden disociar las tareas materiales del trabajo psicológico
que éstas implican. Dicho de otro modo: el cuidado denota la dimensión
propiamente afectiva que se moviliza al realizar cierto tipo de actividades que
requieren en gran parte, ser realizadas con ‘ternura’ o ‘simpatía’” (Molinier,
2018: 191).
Si bien el contenido del
trabajo de enfermería requiere habilidades relacionales de carácter afectivo[viii] y
emocional[ix] (que
las englobaremos dentro de lo psicoafectivo), es preciso considerar que la
puesta en marcha de estas habilidades se realiza dentro de relaciones
salariales, en tanto trabajo subordinado bajo la hegemonía patronal; en
consecuencia, condicionado por una relación de intercambio de salario por
trabajo.
Nuestra hipótesis es que:
Las expresiones de afectos están atravesadas por la condición asalariada de las
enfermeras. Tanto las “habilidades emocionales” como la “expresión de afectos”,
están enmarcados dentro de lo que consideran ellas, la realización de un “buen
trabajo” o como la habilidad que se requiere para responder en situaciones
límite.
2. Sistema de salud precario
y trabajo asalariado
Fuente: https://eju.tv/
Una de las características
particulares del sistema de salud en Bolivia es el alto nivel de precariedad en
cuanto a infraestructura en salud y cantidad de personal médico y enfermero. En
un informe realizado el 2013 en coordinación con el Ministerio de Salud y
Deportes y la OMS, se identificó avances insuficientes en el crecimiento de la
“razón de densidad de recursos humanos” de salud, mientras que Bolivia
presentaba una razón de 14,4 profesionales de salud por cada 10.000 habitantes
en los países vecinos la razón de era de 25 profesionales por cada 10.000
habitantes (Barrero, 2013[x]); en
consecuencia, Bolivia es uno de los países que tiene los niveles más bajos de
cobertura de salud pública en la región.
Si bien el presupuesto
destinado a los servicios de salud creció de $420 millones de dólares en 2006 a
$1.875 millones de dólares en 2016 (Salazar y Rocha, 2020[xi]), este
incremento fue insuficiente frente al aumento de la población y de la demanda
del servicio de salud, de manera que la situación de precariedad no cambió
sustancialmente[xii].
Por otro lado, si se valora el incremento presupuestario en salud, con relación
a la inversión pública total, se observa una reducción porcentual. Si en el año
2000 el 10,4% de la inversión pública se destinó a la salud, para el año 2012
esta cifra cayó al 3,2%, y en los años posteriores no superó el 5% (Salazar y Rocha, 2020).
Para el año 2020 cuando
inicia la pandemia, un informe de la Defensoría del Pueblo sobre las
condiciones de trabajo del personal de salud durante el primer año de la
pandemia, muestra con diversos testimonios, que en la mayor parte de los
hospitales públicos no se contó con la suficiente dotación de implementos de
bioseguridad. Las protestas frente a los
medios de prensa, por parte de los trabajadores de salud, movilizó a alcaldías
y al gobierno central, para invertir fondos en la compra de material de bioseguridad;
por otro lado, el informe indica que el personal eventual contratado para la
contención de la pandemia, realizó protestas por la falta de pago de salarios,
de hecho, varios médicos informan que al personal de salud con contrato de
consultoría no se les pagó durante 2 o 3 meses seguidos (Defensoría
del Pueblo, 2020[xiii]). Por
otro lado, el informe de Alejo Aguirre, Salvatierra y Tamayo (2020)[xiv], muestra que, al inicio
de la pandemia, se identificó una sobre carga de trabajo del 30% para cada
enfermera. La contratación de 5000 profesionales de salud en julio de 2020,
estaba lejos de solucionar este problema, solo fue un paliativo frente al
colapso de los hospitales. Esta política se mantuvo incluso después de retorno
del MAS al poder del Estado, en octubre de 2020[xv].
La insuficiencia de personal fue
cubierta con el mismo número de trabajadores, mediante una extensión o una
intensificación de la jornada de trabajo. En el caso de las enfermeras de
hospitales públicos, todas afirman que el número de pacientes a atender, subió
sustancialmente durante la pandemia, en otros casos, este incremento se
relacionó con la baja de varias enfermeras por contagio de COVID.
3. EXIGENCIAS PSICOAFECTIVAS Y TRABAJO
ASALARIADO EN EL CASO DE LAS ENFERMERAS DE COCHABAMBA EN EL SECTOR PUBLICO
Fuente: https://www.opinion.com.bo/
En el caso de las enfermeras de los
hospitales públicos de Cochabamba, que trabajaron durante la pandemia, muchas
de ellas admiten que la necesidad de mantener su empleo, las impulsó a
permanecer en sus puestos de trabajo incluso durante la pandemia. Para varias
enfermeras, renunciar a su trabajo era quedarse en la deriva, sin posibilidades
de cubrir sus necesidades básicas, al punto de que varias de ellas enfermas o
con los síntomas de COVID 19, se obligaron a asistir a su trabajo:
“Sí, enfermaron, tuve una
compañera que igual, también sigue trabajando aquí, llegó incluso con oxígeno,
llegó con oxígeno, estuvo tan mal, que tenemos que camuflarnos entre nosotras,
cubrir a la compañera, la pusimos en una sala, y le colocamos el oxígeno, le
sacamos su máscara , todo y le pusimos oxígeno, porque ya estaba desaturando a
la compañera, ha llegado a desaturar, nos asustamos también, porque era
compañera, ¿no? , hemos estado casi todo el turno, hemos seguido colocando los
medicamentos, el médico también nos dijo, "que donde estaba la
compañera" así, pero no ,decimos que está mal, o nombrar a la jefatura
diciendo , está mal, , ¿no? , porque ya nos observaban, podían decir , ¿no?,
"andaba descansando nomas en tu casa… (…) No te contaban ya pues, ya no
recibía su pago del día, en esa parte, ¿no?” (Extracto de una entrevista a una
enfermera del Hospital del SUD-CB)
Como se capta en la entrevista, en su
condición de asalariadas bajo contrato de consultoría, al no tener derecho a
vacación, cualquier falta al trabajo por enfermedad significaba un descuento
del salario; en ese marco, la asistencia obligatoria a su trabajo estuvo sujeta
al carácter condicionado de su vínculo con su puesto de trabajo; quedarse en
casa recuperándose de la enfermedad, podía costarles ese puesto; de manera que,
la permanencia en el trabajo, en condiciones de extrema incertidumbre, por la
posibilidad del contagio, el desconocimiento de la enfermedad y la precariedad
de las condiciones de trabajo, estuvo motivada por el miedo a quedarse
desempleadas. Para enfrentar el sufrimiento de ir a un trabajo que las ponía en
primera línea de contacto con la enfermedad, varias de ellas apelaron al
compromiso que tenían con su oficio o profesión:
“yo decía no, también : soy
profesional y sé lo que tengo que hacer, como profesional lo voy a hacer",
dije, con mi esposo igual ya hable, tengo también mis hijos pequeños, “Pero
está arriesgando a tus hijos, si , lo sé, pero estamos en una situación muy
grave, no puedo estar aquí nomás, viendo lo que está pasando afuera, teniendo
el conocimiento, todas las habilidades que puedo hacer, tratar de ayudar”
(Extracto de una entrevista a una enfermera del Hospital del NORTE-CB)
Su condición asalariada, condiciona la
movilización subjetiva de las enfermeras respecto a las decisiones de su propio
trabajo y la canalización de sus emociones. En este sentido, una de las
primeras exigencias psicoafectivas de las enfermeras que enfrentaron la
pandemia, fue la superación del afecto de miedo. Como indica Heller (1993)[xvi], un afecto puede
reprimir otro; en este caso, la superación del miedo al contagio por COVID 19,
fue suprimido por emociones de miedo más profundas, como el miedo a quedar sin
empleo con la consecuente incertidumbre económica. En estas condiciones, la
emoción del compromiso con su oficio, fue un recurso subjetivo, para superar el
miedo al contagio.
La normalización de los afectos fue otro
recurso para enfrentar la atención de pacientes que llegaban demandando atención.
Como cuentan las enfermeras, en un ambiente donde el oxígeno y las camas era
insuficientes, para satisfacer la demanda, la única forma de lidiar con la
desesperación de los pacientes era tratar de tranquilizarlos, de calmar momentáneamente
su angustia con un trato compasivo. La falta de equipos para la atención de
pacientes, la saturación de las salas de internación, que provocaba la
desesperación de los pacientes, fue respondida por las enfermeras, con un
esfuerzo emocional, para generar expresiones afectivas de calma dirigidas a los
pacientes. Al respecto, una enfermera manifestaba: “si era triste ¿no?, era
darles un abrazo, un abrazo de la vida porque perdían a sus familiares, y no
solo familiares, si no a los mismos pacientes, yo les daba un abrazo, yo sé que
no tenía que tener ese contacto directo” (Extracto de entrevista a una
enfermera del Hospital Solomon Klein-CB).
Con el tiempo, este esfuerzo
psicoafectivo fue reemplazado por la rutina de trabajo y la lejanía afectiva respecto
de los pacientes, tal como cuenta otra enfermera:
“Entonces dejabas ese cupo y
empezaba otro a usar ese cupo, bien cotizado se podría decir el hospital, porque que a veces no había espacio,
entonces tenías que esperar a que uno fallezca para que el otro entre ¿no?, y
así… después, ya en los próximos turnos,
ponías donde se ha visto digamos, que hemos visto si han fallecido dos… eh… por
lo que ha fallecido tres y, bueno, ahí
ya no sé… y te vas acostumbrando ¿no?... ósea a la misma rutina ya… ya… no te querías encariñar con nadie preferible mirarlos
de la puerta, ir administrar medicamentos, y salir tal vez los animamos un
poco… si los animamos un poco, tratabas de que… porque salir de esa depresión
era difícil” (Extracto de entrevista a una enfermera del Hospital Solomon Klein-CB).
En este caso, la enfermera cuenta cómo,
para preservarse del dolor que le generaba la perdida de pacientes con los que
tuvo una cercanía afectiva, tuvo que recurrir al alejamiento y la apatía frente
a la desesperación de los enfermos. La enfermera cuenta como tuvo que buscar
junto a sus compañeras, estrategias de alejamiento para soportar el sufrimiento
en el trabajo. Podríamos decir que las enfermeras recurrieron a estrategias
defensivas (Dejours, 2015) como la apatía o el alejamiento emocional, para
preservarse del sentimiento de dolor. Este alejamiento que se da mediante la
normalización de las expresiones afectivas, significa que, en las condiciones
del trabajo asalariado, mantener un estado de expresión afectiva con los
enfermos es insostenible en el tiempo, más aún cuando existe una sobrecarga de
trabajo y condiciones precarias para la atención de pacientes.
Aquí se ponen en tensión las exigencias
psicoafectivas del cuidado de enfermos con las propias condiciones del trabajo
asalariado. Mientras la expresión de afectos requiere que las enfermeras tengan
un espacio de reposición y asimilación de las emociones y afectos vividos en el
espacio del hospital, el trabajo asalariado exige la continuidad del servicio
con la menor cantidad de personal posible, intensificando y prolongando el
trabajo de cuidado de las enfermeras. En estas condiciones, los equipos de enfermería
optan por otras estrategias que van en contra de estas exigencias psicoafectivas,
algunas enfermeras comentan que se recurría a la medicación de los pacientes
ansiosos. En otros casos, se recurría a reducir la atención de enfermos a las
mínimas exigencias técnicas, así la enfermera ya no se comunicaba con el
paciente, sino que realizaba la administración de su mendicación lo antes
posible, para permanecer el menor tiempo en la sala aislada.
CONCLUSIONES
El análisis de algunas actuaciones
laborales de las enfermeras de hospitales públicos de Cochabamba durante la
emergencia sanitaria, nos han permitido una aproximación a cómo se llevó
adelante el trabajo de enfermería en un contexto de pandemia que removió la
cotidianidad de su espacio de trabajo y las enfrentó a una situación de
incertidumbre, miedo e intensificación del trabajo, por el número creciente de
enfermos por COVID19.
En este contexto, logramos entender que
las exigencias psicoafectivas tienden a difuminarse en cuanto la lógica de la
condición salarial presiona sobre las propias capacidades físicas y subjetivas
de las enfermeras. En los hospitales públicos, con condiciones precarias y una rápida
subida de número de enfermos que colapsó sus espacios; a las enfermeras se les dificultó
aplicar un esfuerzo psicoafectivo continuo y recurrieron a estrategias que les
ayudaron a proteger su salud mental, contra al dolor y el cansancio emocional,
frente a la exigencia de continuidad del trabajo asalariado
[i]
Molinier, P. (2018) El cuidado puesto a prueba por el trabajo. Vulnerabilidades
cruzadas y saber-hacer discretos. En Borgeaud-Garciandía N. (comp.) Trabajo de
cuidado (p. 187-211). Fundación Medifé Edita.
[ii]
Wlosko, M. y Ros, C. (2018) La profesión
enfermera y el trabajo de cuidado. Puntuaciones de investigación a la luz de la
psicodinámica del trabajo y la teoría del care. En Borgeaud-Garciandía N.
(comp.) Trabajo de cuidado (p. 161-182). Fundación Medifé Edita.
[iii]
Balzano (2018) Cuidado e identidad en el quehacer enfermero en la Colonia
Montes de Oca. En Borgeaud-Garciandía N. (comp.) Trabajo de cuidado (p.
137-160). Fundación Medifé Edita.
[iv]
Nos referimos a un trabajo constreñido por fuerzas externas que rigen su
desarrollo.
[v] Naville, P. (1957) De l´aliénation
à la jouissance. Genèse de la sociologie du travail chez Marx et Engels; Marcel
Rivière, París.
[vi]
Marx, Karl (1986) El capital, Cap. VI (inédito). Editorial Siglo XXI.
[vii]
Dejours Ch. (2015). El sufrimiento en el trabajo. Buenos Aires. Topía Editorial PIETTE. Lumen Humanitas.
[viii]
Agnes Heller indica que los afectos, a diferencia de las emociones, son
sentimientos activados por la presencia de un “estímulo percutor concreto” que
derivan en una expresión concreta, lo que caracteriza a los afectos es la
triada “estimulo percutor-impacto sentimental-expresión”, así pues, es posible
disminuir el afecto apartando la atención de su objeto, por otro lado, un
afecto puede reprimir a otro de manera que también se pueden sublimar y
canalizar. Para Heller los afectos pueden tener como base un impulso o una
emoción, son la derivación expresiva de estas, pero no siempre necesitan de
base a una de estas para ser, así, por ejemplo, el afecto de tristeza puede
estar o no vinculado a la tristeza como emoción. El caso es que lo especifico
de los afectos es que son estímulos sentimentales que se generan por estímulos
externos y que pueden estar conectados a emociones o impulsos internos, pero
que a diferencia de las emociones necesariamente derivan en una expresión
corporal concreta en alguna (Heller, A. (1993) Teoría de los sentimientos.
Fontamara).
[ix]
Agnes Heller indica que las emociones a diferencia de los afectos son
sentimientos cognoscitivo-situacionales e idiosincráticos, las emociones se
adquieren socialmente, pero a diferencia de los afectos estas no necesariamente
tienen una expresión corporal especifica o a veces no cuentan con alguna, estas
no pueden ser entendidas al margen de la situación y solo pueden ser
interpretadas dentro de esta. Como la emoción de conmoverse por escuchar una
canción que puede derivar en la expresión afectiva de llorar, solo podremos
entender si esa persona llora por la emoción de conmoverse si entendemos la
situación concreta. Por tanto, la emoción es un sentimiento al mismo interno y
complejo adquirido, mas no siempre expresado (Heller, A. (1993) Teoría de los
sentimientos. Fontamara).
[x]
Barrero, C. (2013). Documento Técnico Segunda Medición de las Metas Regionales
de Recursos Humanos en Salud Metas – Bolivia. Disponible en:
https://www.observatoriorh.org/sites/default/files/webfiles/fulltext/2013/segunda_medicion_metas_bol.pdf
[xi]
Salazar, H. y Rocha, M. (2020) Bolivia frente a la Covid-19. Entre la
precariedad en salud y la gestión improvisada. Disponible en:
https://rosalux.org.ec/pdfs/BoliviaFrentealaCOVID19.pdf
[xii]
Una prueba de ello es que el porcentaje de camas hospitalarias por cada 1.000
habitantes no cambió sustancialmente si en el 2006 se estimaba 1,1 camas
hospitalarias por cada 1.000 habitantes para el 2018 el índice solo subió 1,28
(Salazar, H. y Rocha, M. (2020) Bolivia frente a la Covid-19. Entre la
precariedad en salud y la gestión improvisada. Disponible en:
https://rosalux.org.ec/pdfs/BoliviaFrentealaCOVID19.pdf)
[xiii]
Defensoría del Pueblo (2020). Salud, derechos humanos y COVID-19 en Bolivia.
Disponible en:
https://www.defensoria.gob.bo/uploads/files/informe-defensorial-salud-derechos-humanos-y-covid-19-en-bolivia.pdf
[xiv]
Alejo, J.; Aguirre, V.; Salvatierra, R. y Tamayo, C. (2020). La salud pública
en tiempos de COVID-19 y su impacto sobre la economía. Friedrich Ebert Stiftung. Disponible en:
https://library.fes.de/pdf-files/bueros/bolivien/19201.pdf
[xv]
Los años posteriores de pandemia (2021 y 2022), la contratación de trabajadores
con contratos eventuales en calidad de consultores, sin derecho a beneficios
laborales como vacaciones, seguro de salud y estabilidad laboral, ha sido una
política que manifiesta dos tendencias: 1. Que aun en un momento de emergencia
sanitaria los gobiernos de turno no han considerado incrementar de manera
permanente el personal de salud en el sistema público y 2. Que cualquier
incremento de personal se va a realizar en función de una racionalización de
costos laborales.
[xvi]
Heller, A. (1993) Teoría de los sentimientos. Fontamara.
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