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viernes, 12 de abril de 2024

Exigencias psicoafectivas y trabajo asalariado de enfermeras en hospitales públicos de Cochabamba durante la pandemia

 


Luis Fernando Castro


INTRODUCCIÓN.

Una línea de investigación dentro de los estudios del trabajo se ha dedicado a estudiar la enfermería como trabajo de cuidado. El trabajo de enfermería en cuanto trabajo dirigido a otro vulnerable, requeriría no solo de la puesta en marcha de conocimientos y competencias sobre el tratamiento médico que se aplica al enfermo o a ese otro vulnerable (poner inyecciones, aplicar tratamiento intravenoso, revisión de signos vitales, etc.); sino también, de ciertas habilidades emocionales, o sea, de la capacidad de brindar afectos de compasión y empatía (Molinier, 2018[i]; Wlosko y Ros, 2018[ii]; Balzano, 2018[iii]). Si bien lo emocional y afectivo puede ser un elemento que aparece en el trabajo de cuidar enfermos o personas vulnerables, es necesario ubicar su lugar dentro de una característica del trabajo de enfermería:  el de trabajo asalariado. Es este último aspecto, a nuestro parecer central, el que permea la forma en que se presenta lo emocional y lo afectivo en el trabajo de enfermería. Creemos que es necesario explicar cómo estas exigencias psicoafectivas, aparecen o se desarrollan dentro de las relaciones salariales, en tanto relaciones de subordinación y hegemonía, qué tensiones se producen, entre las exigencias de un trabajo volcado al cuidado de otros vulnerables y las exigencias emergentes de su carácter heterónomo[iv] y condicionado.

Para realizar esta explicación, nos centramos en el estudio de las prácticas laborales de las enfermeras de hospitales públicos de Cochabamba durante la emergencia sanitaria por COVID19. Nuestro objetivo es saber: cuál es la relación entre las exigencias psicoafectivas del trabajo de enfermería y su carácter asalariado, en el contexto de la pandemia por COVID19.

1. LAS HABILIDADES EMOCIONALES Y AFECTIVAS DENTRO DE LAS RELACIONES SALARIALES

Fuente: https://www.lostiempos.com/
Analizar el trabajo de enfermería exige situarlo dentro de la estructura de relaciones sociales en la que se desenvuelve. El primer aspecto a tomar en cuenta, es su carácter asalariado. Para esto, delimitamos la “naturaleza” de las relaciones que se trazan en el “que hacer” enfermero dentro de las instituciones de salud, este aspecto permite en primer lugar, separar el trabajo enfermero de las otras actividades de cuidado en las que no median relaciones capitalistas de producción del servicio de salud, de manera directa.

Las enfermeras que trabajan cuidando enfermos en las instituciones de salud; realizan esas tareas de cuidado en tanto es parte del trabajo que acordaron efectuar por un salario.  Este trabajo que aceptan de “manera voluntaria” está condicionado por fuerzas impersonales que constriñen su acción, en este caso, necesitan un empleo remunerado para vivir; realizan el trabajo de enfermería, pero a cambio esperan recibir un salario.

Entonces, el trabajo de enfermería en tanto trabajo asalariado esta atravesado por dos hechos fundamentales de las relaciones sociales capitalistas: la separación entre trabajo y fuerza de trabajo (Naville, 1976[v]) y por el hecho de que, las relaciones salariales de trabajo, son relaciones de subordinación, y hegemonía (Marx, 1986[vi]).

En el primer aspecto, queremos resaltar el carácter condicionado de la presencia de las enfermeras de los hospitales públicos, en tanto trabajadoras asalariadas vinculadas a un puesto de trabajo, obligadas a vender su fuerza de trabajo a un patrón. Su vinculación a una institución de salud como asalariadas, depende de una serie de mecanismos y practicas definidos por la patronal.

Esta relación asalariada, que media la vinculación de la enfermera a un puesto de trabajo, está atravesada por relaciones de subordinación y hegemonía, donde la enfermera no es libre de decidir los ritmos de su trabajo, ni su movilidad al interior del hospital, sino que estos ritmos, tareas y movilidad están determinados por sus patrones. El margen de libertad en el desempeño de las tareas asignadas a los asalariados está en función de su adaptabilidad, así pues, la diferencia entre trabajo prescrito y trabajo real señalada por Dejours (2015[vii]) responde a esta dimensión.

Los trabajos que hacen énfasis en la dimensión del cuidado que comporta el trabajo de enfermería, se han concentrado en analizar el contenido de las tareas de las enfermeras identificando que requieren “del aprendizaje de destrezas tanto técnicas como emocionales. En efecto, no basta con la experticia para poner una sonda o para administrar medicación: es preciso aprender a poner en práctica determinadas habilidades como la empatía, la escucha, el diálogo, la ternura y la compasión” (Wlosko y Ross, 2018: 165). Para los investigadores de la línea del trabajo de cuidado: “una de sus características cruciales es que el cuidado es un trabajo en el que no se pueden disociar las tareas materiales del trabajo psicológico que éstas implican. Dicho de otro modo: el cuidado denota la dimensión propiamente afectiva que se moviliza al realizar cierto tipo de actividades que requieren en gran parte, ser realizadas con ‘ternura’ o ‘simpatía’” (Molinier, 2018: 191).

Si bien el contenido del trabajo de enfermería requiere habilidades relacionales de carácter afectivo[viii] y emocional[ix] (que las englobaremos dentro de lo psicoafectivo), es preciso considerar que la puesta en marcha de estas habilidades se realiza dentro de relaciones salariales, en tanto trabajo subordinado bajo la hegemonía patronal; en consecuencia, condicionado por una relación de intercambio de salario por trabajo.

Nuestra hipótesis es que: Las expresiones de afectos están atravesadas por la condición asalariada de las enfermeras. Tanto las “habilidades emocionales” como la “expresión de afectos”, están enmarcados dentro de lo que consideran ellas, la realización de un “buen trabajo” o como la habilidad que se requiere para responder en situaciones límite.

2. Sistema de salud precario y trabajo asalariado

Fuente: https://eju.tv/

Una de las características particulares del sistema de salud en Bolivia es el alto nivel de precariedad en cuanto a infraestructura en salud y cantidad de personal médico y enfermero. En un informe realizado el 2013 en coordinación con el Ministerio de Salud y Deportes y la OMS, se identificó avances insuficientes en el crecimiento de la “razón de densidad de recursos humanos” de salud, mientras que Bolivia presentaba una razón de 14,4 profesionales de salud por cada 10.000 habitantes en los países vecinos la razón de era de 25 profesionales por cada 10.000 habitantes (Barrero, 2013[x]); en consecuencia, Bolivia es uno de los países que tiene los niveles más bajos de cobertura de salud pública en la región.

Si bien el presupuesto destinado a los servicios de salud creció de $420 millones de dólares en 2006 a $1.875 millones de dólares en 2016 (Salazar y Rocha, 2020[xi]), este incremento fue insuficiente frente al aumento de la población y de la demanda del servicio de salud, de manera que la situación de precariedad no cambió sustancialmente[xii]. Por otro lado, si se valora el incremento presupuestario en salud, con relación a la inversión pública total, se observa una reducción porcentual. Si en el año 2000 el 10,4% de la inversión pública se destinó a la salud, para el año 2012 esta cifra cayó al 3,2%, y en los años posteriores no superó el 5% (Salazar y Rocha, 2020).

Para el año 2020 cuando inicia la pandemia, un informe de la Defensoría del Pueblo sobre las condiciones de trabajo del personal de salud durante el primer año de la pandemia, muestra con diversos testimonios, que en la mayor parte de los hospitales públicos no se contó con la suficiente dotación de implementos de bioseguridad. Las protestas frente  a los medios de prensa, por parte de los trabajadores de salud, movilizó a alcaldías y al gobierno central, para invertir fondos en la compra de material de bioseguridad; por otro lado, el informe indica que el personal eventual contratado para la contención de la pandemia, realizó protestas por la falta de pago de salarios, de hecho, varios médicos informan que al personal de salud con contrato de consultoría no se les pagó durante 2 o 3 meses seguidos (Defensoría del Pueblo, 2020[xiii]). Por otro lado, el informe de Alejo Aguirre, Salvatierra y Tamayo (2020)[xiv], muestra que, al inicio de la pandemia, se identificó una sobre carga de trabajo del 30% para cada enfermera. La contratación de 5000 profesionales de salud en julio de 2020, estaba lejos de solucionar este problema, solo fue un paliativo frente al colapso de los hospitales. Esta política se mantuvo incluso después de retorno del MAS al poder del Estado, en octubre de 2020[xv].

La insuficiencia de personal fue cubierta con el mismo número de trabajadores, mediante una extensión o una intensificación de la jornada de trabajo. En el caso de las enfermeras de hospitales públicos, todas afirman que el número de pacientes a atender, subió sustancialmente durante la pandemia, en otros casos, este incremento se relacionó con la baja de varias enfermeras por contagio de COVID.

3. EXIGENCIAS PSICOAFECTIVAS Y TRABAJO ASALARIADO EN EL CASO DE LAS ENFERMERAS DE COCHABAMBA EN EL SECTOR PUBLICO

Fuente: https://www.opinion.com.bo/

En el caso de las enfermeras de los hospitales públicos de Cochabamba, que trabajaron durante la pandemia, muchas de ellas admiten que la necesidad de mantener su empleo, las impulsó a permanecer en sus puestos de trabajo incluso durante la pandemia. Para varias enfermeras, renunciar a su trabajo era quedarse en la deriva, sin posibilidades de cubrir sus necesidades básicas, al punto de que varias de ellas enfermas o con los síntomas de COVID 19, se obligaron a asistir a su trabajo:

“Sí, enfermaron, tuve una compañera que igual, también sigue trabajando aquí, llegó incluso con oxígeno, llegó con oxígeno, estuvo tan mal, que tenemos que camuflarnos entre nosotras, cubrir a la compañera, la pusimos en una sala, y le colocamos el oxígeno, le sacamos su máscara , todo y le pusimos oxígeno, porque ya estaba desaturando a la compañera, ha llegado a desaturar, nos asustamos también, porque era compañera, ¿no? , hemos estado casi todo el turno, hemos seguido colocando los medicamentos, el médico también nos dijo, "que donde estaba la compañera" así, pero no ,decimos que está mal, o nombrar a la jefatura diciendo , está mal, , ¿no? , porque ya nos observaban, podían decir , ¿no?, "andaba descansando nomas en tu casa… (…) No te contaban ya pues, ya no recibía su pago del día, en esa parte, ¿no?” (Extracto de una entrevista a una enfermera del Hospital del SUD-CB)

 Como se capta en la entrevista, en su condición de asalariadas bajo contrato de consultoría, al no tener derecho a vacación, cualquier falta al trabajo por enfermedad significaba un descuento del salario; en ese marco, la asistencia obligatoria a su trabajo estuvo sujeta al carácter condicionado de su vínculo con su puesto de trabajo; quedarse en casa recuperándose de la enfermedad, podía costarles ese puesto; de manera que, la permanencia en el trabajo, en condiciones de extrema incertidumbre, por la posibilidad del contagio, el desconocimiento de la enfermedad y la precariedad de las condiciones de trabajo, estuvo motivada por el miedo a quedarse desempleadas. Para enfrentar el sufrimiento de ir a un trabajo que las ponía en primera línea de contacto con la enfermedad, varias de ellas apelaron al compromiso que tenían con su oficio o profesión:

“yo decía no, también : soy profesional y sé lo que tengo que hacer, como profesional lo voy a hacer", dije, con mi esposo igual ya hable, tengo también mis hijos pequeños, “Pero está arriesgando a tus hijos, si , lo sé, pero estamos en una situación muy grave, no puedo estar aquí nomás, viendo lo que está pasando afuera, teniendo el conocimiento, todas las habilidades que puedo hacer, tratar de ayudar” (Extracto de una entrevista a una enfermera del Hospital del NORTE-CB)

Su condición asalariada, condiciona la movilización subjetiva de las enfermeras respecto a las decisiones de su propio trabajo y la canalización de sus emociones. En este sentido, una de las primeras exigencias psicoafectivas de las enfermeras que enfrentaron la pandemia, fue la superación del afecto de miedo. Como indica Heller (1993)[xvi], un afecto puede reprimir otro; en este caso, la superación del miedo al contagio por COVID 19, fue suprimido por emociones de miedo más profundas, como el miedo a quedar sin empleo con la consecuente incertidumbre económica. En estas condiciones, la emoción del compromiso con su oficio, fue un recurso subjetivo, para superar el miedo al contagio.

La normalización de los afectos fue otro recurso para enfrentar la atención de pacientes que llegaban demandando atención. Como cuentan las enfermeras, en un ambiente donde el oxígeno y las camas era insuficientes, para satisfacer la demanda, la única forma de lidiar con la desesperación de los pacientes era tratar de tranquilizarlos, de calmar momentáneamente su angustia con un trato compasivo. La falta de equipos para la atención de pacientes, la saturación de las salas de internación, que provocaba la desesperación de los pacientes, fue respondida por las enfermeras, con un esfuerzo emocional, para generar expresiones afectivas de calma dirigidas a los pacientes. Al respecto, una enfermera manifestaba: “si era triste ¿no?, era darles un abrazo, un abrazo de la vida porque perdían a sus familiares, y no solo familiares, si no a los mismos pacientes, yo les daba un abrazo, yo sé que no tenía que tener ese contacto directo” (Extracto de entrevista a una enfermera del Hospital Solomon Klein-CB).

Con el tiempo, este esfuerzo psicoafectivo fue reemplazado por la rutina de trabajo y la lejanía afectiva respecto de los pacientes, tal como cuenta otra enfermera:

“Entonces dejabas ese cupo y empezaba otro a usar ese cupo, bien cotizado se podría decir el  hospital, porque que a veces no había espacio, entonces tenías que esperar a que uno fallezca para que el otro entre ¿no?, y así… después,  ya en los próximos turnos, ponías donde se ha visto digamos, que hemos visto si han fallecido dos… eh… por lo que ha  fallecido tres y, bueno, ahí ya no sé… y te vas acostumbrando ¿no?... ósea a la misma rutina ya… ya…  no te querías encariñar con nadie preferible mirarlos de la puerta, ir administrar medicamentos, y salir tal vez los animamos un poco… si los animamos un poco, tratabas de que… porque salir de esa depresión era difícil” (Extracto de entrevista a una enfermera del Hospital Solomon Klein-CB).

En este caso, la enfermera cuenta cómo, para preservarse del dolor que le generaba la perdida de pacientes con los que tuvo una cercanía afectiva, tuvo que recurrir al alejamiento y la apatía frente a la desesperación de los enfermos. La enfermera cuenta como tuvo que buscar junto a sus compañeras, estrategias de alejamiento para soportar el sufrimiento en el trabajo. Podríamos decir que las enfermeras recurrieron a estrategias defensivas (Dejours, 2015) como la apatía o el alejamiento emocional, para preservarse del sentimiento de dolor. Este alejamiento que se da mediante la normalización de las expresiones afectivas, significa que, en las condiciones del trabajo asalariado, mantener un estado de expresión afectiva con los enfermos es insostenible en el tiempo, más aún cuando existe una sobrecarga de trabajo y condiciones precarias para la atención de pacientes.

Aquí se ponen en tensión las exigencias psicoafectivas del cuidado de enfermos con las propias condiciones del trabajo asalariado. Mientras la expresión de afectos requiere que las enfermeras tengan un espacio de reposición y asimilación de las emociones y afectos vividos en el espacio del hospital, el trabajo asalariado exige la continuidad del servicio con la menor cantidad de personal posible, intensificando y prolongando el trabajo de cuidado de las enfermeras. En estas condiciones, los equipos de enfermería optan por otras estrategias que van en contra de estas exigencias psicoafectivas, algunas enfermeras comentan que se recurría a la medicación de los pacientes ansiosos. En otros casos, se recurría a reducir la atención de enfermos a las mínimas exigencias técnicas, así la enfermera ya no se comunicaba con el paciente, sino que realizaba la administración de su mendicación lo antes posible, para permanecer el menor tiempo en la sala aislada.

CONCLUSIONES

El análisis de algunas actuaciones laborales de las enfermeras de hospitales públicos de Cochabamba durante la emergencia sanitaria, nos han permitido una aproximación a cómo se llevó adelante el trabajo de enfermería en un contexto de pandemia que removió la cotidianidad de su espacio de trabajo y las enfrentó a una situación de incertidumbre, miedo e intensificación del trabajo, por el número creciente de enfermos por COVID19.

En este contexto, logramos entender que las exigencias psicoafectivas tienden a difuminarse en cuanto la lógica de la condición salarial presiona sobre las propias capacidades físicas y subjetivas de las enfermeras. En los hospitales públicos, con condiciones precarias y una rápida subida de número de enfermos que colapsó sus espacios; a las enfermeras se les dificultó aplicar un esfuerzo psicoafectivo continuo y recurrieron a estrategias que les ayudaron a proteger su salud mental, contra al dolor y el cansancio emocional, frente a la exigencia de continuidad del trabajo asalariado

En este sentido, si bien un componente del trabajo de cuidado podría tener relación con la movilización de las emociones y la expresión afectiva hacia el otro que se cuida; en el caso del trabajo salariado de cuidado, como el que realizan las enfermeras en instituciones de salud, esta relación se difumina y genera contradicciones, debido a que las relaciones salariales imponen una dirección diferente a la que exige un trabajo de cuidado: intensificación y alargamiento de jornada laboral, escasez de insumos y equipamiento,  en la perspectiva de reducir costos de operación de los servicios de salud.  Responder a las exigencias psicoafectivas del cuidar a otros en el marco de las relaciones asalariadas puede cumplirse durante un tiempo solo a costa de la propia salud de las enfermeras y del desgaste físico y mental que esto implica.


[i] Molinier, P. (2018) El cuidado puesto a prueba por el trabajo. Vulnerabilidades cruzadas y saber-hacer discretos. En Borgeaud-Garciandía N. (comp.) Trabajo de cuidado (p. 187-211). Fundación Medifé Edita.

[ii] Wlosko, M.  y Ros, C. (2018) La profesión enfermera y el trabajo de cuidado. Puntuaciones de investigación a la luz de la psicodinámica del trabajo y la teoría del care. En Borgeaud-Garciandía N. (comp.) Trabajo de cuidado (p. 161-182). Fundación Medifé Edita.

[iii] Balzano (2018) Cuidado e identidad en el quehacer enfermero en la Colonia Montes de Oca. En Borgeaud-Garciandía N. (comp.) Trabajo de cuidado (p. 137-160). Fundación Medifé Edita.

[iv] Nos referimos a un trabajo constreñido por fuerzas externas que rigen su desarrollo.

[v] Naville, P. (1957) De l´aliénation à la jouissance. Genèse de la sociologie du travail chez Marx et Engels; Marcel Rivière, París.

[vi] Marx, Karl (1986) El capital, Cap. VI (inédito). Editorial Siglo XXI.

[vii] Dejours Ch. (2015). El sufrimiento en el trabajo. Buenos Aires.  Topía Editorial PIETTE. Lumen Humanitas.

[viii] Agnes Heller indica que los afectos, a diferencia de las emociones, son sentimientos activados por la presencia de un “estímulo percutor concreto” que derivan en una expresión concreta, lo que caracteriza a los afectos es la triada “estimulo percutor-impacto sentimental-expresión”, así pues, es posible disminuir el afecto apartando la atención de su objeto, por otro lado, un afecto puede reprimir a otro de manera que también se pueden sublimar y canalizar. Para Heller los afectos pueden tener como base un impulso o una emoción, son la derivación expresiva de estas, pero no siempre necesitan de base a una de estas para ser, así, por ejemplo, el afecto de tristeza puede estar o no vinculado a la tristeza como emoción. El caso es que lo especifico de los afectos es que son estímulos sentimentales que se generan por estímulos externos y que pueden estar conectados a emociones o impulsos internos, pero que a diferencia de las emociones necesariamente derivan en una expresión corporal concreta en alguna (Heller, A. (1993) Teoría de los sentimientos. Fontamara).

[ix] Agnes Heller indica que las emociones a diferencia de los afectos son sentimientos cognoscitivo-situacionales e idiosincráticos, las emociones se adquieren socialmente, pero a diferencia de los afectos estas no necesariamente tienen una expresión corporal especifica o a veces no cuentan con alguna, estas no pueden ser entendidas al margen de la situación y solo pueden ser interpretadas dentro de esta. Como la emoción de conmoverse por escuchar una canción que puede derivar en la expresión afectiva de llorar, solo podremos entender si esa persona llora por la emoción de conmoverse si entendemos la situación concreta. Por tanto, la emoción es un sentimiento al mismo interno y complejo adquirido, mas no siempre expresado (Heller, A. (1993) Teoría de los sentimientos. Fontamara).

[x] Barrero, C. (2013). Documento Técnico Segunda Medición de las Metas Regionales de Recursos Humanos en Salud Metas – Bolivia. Disponible en: https://www.observatoriorh.org/sites/default/files/webfiles/fulltext/2013/segunda_medicion_metas_bol.pdf

[xi] Salazar, H. y Rocha, M. (2020) Bolivia frente a la Covid-19. Entre la precariedad en salud y la gestión improvisada. Disponible en: https://rosalux.org.ec/pdfs/BoliviaFrentealaCOVID19.pdf

[xii] Una prueba de ello es que el porcentaje de camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes no cambió sustancialmente si en el 2006 se estimaba 1,1 camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes para el 2018 el índice solo subió 1,28 (Salazar, H. y Rocha, M. (2020) Bolivia frente a la Covid-19. Entre la precariedad en salud y la gestión improvisada. Disponible en: https://rosalux.org.ec/pdfs/BoliviaFrentealaCOVID19.pdf)

[xiii] Defensoría del Pueblo (2020). Salud, derechos humanos y COVID-19 en Bolivia. Disponible en: https://www.defensoria.gob.bo/uploads/files/informe-defensorial-salud-derechos-humanos-y-covid-19-en-bolivia.pdf

[xiv] Alejo, J.; Aguirre, V.; Salvatierra, R. y Tamayo, C. (2020). La salud pública en tiempos de COVID-19 y su impacto sobre la economía. Friedrich Ebert Stiftung. Disponible en:   https://library.fes.de/pdf-files/bueros/bolivien/19201.pdf

[xv] Los años posteriores de pandemia (2021 y 2022), la contratación de trabajadores con contratos eventuales en calidad de consultores, sin derecho a beneficios laborales como vacaciones, seguro de salud y estabilidad laboral, ha sido una política que manifiesta dos tendencias: 1. Que aun en un momento de emergencia sanitaria los gobiernos de turno no han considerado incrementar de manera permanente el personal de salud en el sistema público y 2. Que cualquier incremento de personal se va a realizar en función de una racionalización de costos laborales.

[xvi] Heller, A. (1993) Teoría de los sentimientos. Fontamara.


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