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viernes, 1 de mayo de 2020

La forma social del trabajo en Marx y sus implicaciones explicativas: A propósito de las nuevas definiciones del trabajo



Luis Fernando Castro



        Este artículo realiza una síntesis del aporte de Marx sobre la forma social que reviste el trabajo en la sociedad capitalista (primer libro del Tomo I de “El Capital”), para contrastarla con corrientes del pensamiento contemporáneo, que en su intento por mostrar lo nuevo del trabajo, se circunscriben solo a los aspectos fenoménicos de éste. Este es el caso de la teoría del “trabajo atípico”[i] o “inmaterial” y de las nuevas interpretaciones del “trabajo no clásico”[ii], que tienen la limitación de concebir las transformaciones actuales del trabajo en torno a su contenido, obscureciendo la forma social que reviste. Estos nuevos enfoques, acerca de la subcontratación, la industrialización de los servicios y la automatización, no han roto con la concepción esencialista del trabajo heredada de G. Friedman, que consiste en comprender el trabajo solo como una actividad concreta, de producción de bienes y servicios[iii]. El objetivo es contrastar ambas visiones, para reflexionar sobre los alcances heurísticos que sobre las transformaciones del trabajo tiene cada una de ellas. 

1. LA DERIVACIÓN LÓGICA DE LA FUERZA DE TRABAJO COMO MERCANCÍA

     Como ha sido resaltado en diferentes análisis sobre la obra de Marx, iniciar la exposición de El Capital por la mercancía tiene una razón de carácter metodológico en el proceso de reproducción espiritual de la realidad[iv]. Como indican Kosik (1990) y Zeleny (1978), este inicio no es inmediato, parte de un esfuerzo de comprensión de la realidad desde un proceso de ascenso de los abstracto a lo concreto. En este proceso, Marx avanza por niveles de abstracción, situando el inicio de su exposición por la relación más simple: la mercancía. La comprensión de esta forma más simple y abstracta, le permitirá explicar las formas más desarrolladas del intercambio, desde el cambio simple de equivalentes hasta el cambio de mercancías por dinero.  En este caso, nos interesa analizar la derivación lógica que hace Marx para llegar a la fuerza de trabajo como mercancía.

Desde el primer capítulo, Marx se dirige a explicar la génesis del capital. Una primera derivación lógico-dialéctica es realizada cuándo analiza la mercancía y sus componentes, el valor de uso y el valor, en el examen detallado de estos dos componentes encontrará una contradicción que es resuelta con la aparición del dinero como equivalente general[v]. En la sección 2 del volumen 1, donde analiza cómo el dinero deviene en capital, Marx sigue el mismo procedimiento. En el desarrollo de las formas de circulación del dinero (M-D-M y D-M-D’), el descubre que la forma D-M-D’ es la forma de circulación del capital y para el capital:

La forma directa de la circulación mercantil es M-D-M, conversión de mercancía en dinero y reconversión de éste en aquélla, vender para comprar. Paralelamente, a esta forma nos encontramos, con una segunda, específicamente distinta de ella: la forma D-M-D’, conversión de dinero en mercancía y reconversión de mercancía en dinero, comprar para vender. El dinero que en su movimiento se ajusta a ese último tipo de circulación, se transforma en capital, deviene capital y es ya, conforme a su determinación, capital”[vi].

      En el examen de los componentes de las formas de circulación de capital, D-M (compra) y M-D (Venta), Marx descubrió que en la forma de circulación del dinero para obtener más dinero (D-M-D’, comprar para vender), el proceso de circulación del dinero no concluye sino que vuelve otra vez a las manos originarias de su poseedor, pero de manera acrecentada, para que éste repita la operación. A diferencia de la forma M-D-M (vender para comprar) donde el objetivo es la obtención de una mercancía para el consumo, en D-M-D’ el fin último es la obtención de  más dinero. Si en la primera forma el dinero hacia de medio de pago, para la obtención de una mercancía, en la segunda forma la mercancía hace de medio para la obtención de más dinero.

        En tanto la obtención de más dinero es el fin del intercambio, el retorno del dinero a las manos originarias no es más que el inicio de otro ciclo de circulación en busca de más dinero, así se establece una propensión objetiva y subjetiva hacia un proceso continuo sin fin. Pero aquí no solo el fin cambia, sino que hay una transformación cuantitativa, ya que el dinero regresa a las manos de su poseedor de manera incrementada con un plus. En tanto contenedores de una cantidad de valor, tanto la mercancía y el dinero que se intercambian en la compra (D-M) son equivalentes, sin embargo, en la venta (M-D’) se experimenta un incremento cuantitativo del dinero, un plusvalor. De ahí deriva Marx que esta nueva circulación forma de circulación (D-M-D’) representa la transición del dinero en capital; dinero que circula con el fin de incrementarse, dinero que sirve para hacer más dinero. “Valor que se autovaloriza en su movimiento”.

       Sin embargo, la pregunta es: ¿Cómo se origina ese incremento del dinero que ha entrado en la circulación? ¿De dónde se origina esa plusvalía? Hasta aquí Marx ha abstraído las formas de circulación del desarrollo histórico del comercio y ha identificado estas dos formas. En el análisis de las relaciones de intercambio y de transito de la mercancía y del dinero identifica las conexiones internas de estas dos formas, en este proceso descubre la formula básica de la circulación del dinero como capital: D-M-D’. Del análisis de la forma de circulación llega al plusvalor como eje problemático a ser dilucidado. La cuestión para Marx, entonces, es identificar de donde surge este plusvalor, que aparece como finalidad de la circulación del dinero como capital. Marx llega a un punto nodal donde debe explicitar la transformación cualitativa del dinero en capital, a partir de explicar el origen de su modificación cuantitativa.

        Llevando las leyes del intercambio mercantil simple hasta sus últimas consecuencias es que Marx identifica una contradicción. Si el intercambio de mercancías es un intercambio de equivalentes, lo que ocurre en el mercado es un intercambio que no genera ningún efecto más que el cambio de la forma del valor de dinero a la forma mercancía y luego de la forma mercancía a la forma dinero. Si se parte, como lo hace Marx, del caso de que uno de los poseedores de dinero tenga la posibilidad de intercambiar las mercancías obtenidas por una cantidad mayor al dinero invertido, se estaría gestando una apropiación de más valor, fruto de un intercambio desigual. A nivel general, esta forma de apropiación llevaría a un círculo cerrado donde todos los poseedores de dinero se arrebatarían entre todos una parte del valor de sus mercancías sin que se genere más valor. A partir de este examen, identifica lo siguiente: Si bien del desarrollo de la circulación emerge la forma D-M-D’ no es en la circulación donde esta se explica plenamente:

Imagen: https://www.bbva.com, 16/11/2015 
“La circulación es el compendio de todas las relaciones recíprocas que se establecen entre los poseedores de mercancías. Fuera de ella, el poseedor de mercancías está en relación únicamente con su propia mercancía”[vii]. “El poseedor de mercancías puede crear valores por medio de su trabajo, pero no valores que se auto valoricen”[viii]. “El capital, por ende, no puede surgir de la circulación, y es igualmente imposible que no surja de la circulación. Tiene que brotar al mismo tiempo en ella y no en ella. Se ha obtenido, pues, un doble resultado”[ix].

        Si bien la forma de circulación D-M-D’ tiene como fin necesario el acrecentamiento del dinero, esta no puede darse de manera directa bajo la forma D-D’ sino que necesita entrar en circulación, en este tránsito media la mercancía; pero, como indica Marx, si las mercancías se venden y se compran a su valor, ese plusvalor no puede surgir del valor de cambio de la mercancía sino de su valor de uso, de manera que, el poseedor de dinero tiene que encontrar una mercancía en el espacio de la circulación, que tenga como valor de uso la creación de más valor que el suyo propio. Para Marx la fuerza de trabajo como mercancía es la que cumple esta condición.

       Al igual que en el análisis de las formas del valor, donde Marx deriva lógicamente el dinero como forma equivalente que resuelve la contradicción entre valor de uso y valor[x]; en el análisis de la transformación del dinero en capital, Marx resuelve la contradicción surgida en la esfera de la circulación de la forma D-M-D’ con la mediación de la fuerza de trabajo como mercancía[xi].  Marx encuentra que como en toda mercancía, su valor (tiempo de trabajo necesario para su reproducción: alimentación, descanso, formación, etc.) solo podrá ser realizado en la medida en que sea un valor de uso para otro: “Si la misma no se vende, no le aprovecha para nada al obrero, que siente, por el contrario, como una cruel necesidad natural el que su capacidad de trabajo haya requerido determinada cantidad de medios de subsistencia para su producción y que los requiera siempre de nuevo para su reproducción”[xii].

        Por tanto, la realización del valor de la fuerza de trabajo como mercancía solo puede darse si esta es utilizada por otro, en este caso el poseedor de dinero. Si bien  “su valor, al igual que el de cualquier otra mercancía, estaba determinado antes que entrara en la circulación, puesto que para la producción de la fuerza de trabajo se había gastado determinada cantidad de trabajo social”, […] “su valor de uso reside en la exteriorización posterior de esa fuerza”[xiii] y esta solo puede realizarse si la fuerza de trabajo es utilizada por su comprador en la esfera de la producción. Entonces, Marx concluye:
“El proceso de consumo de la fuerza de trabajo es al mismo tiempo el proceso de producción de la mercancía y del plusvalor. El consumo de la fuerza de trabajo, al igual que el de cualquier otra mercancía, se efectúa fuera del mercado o de la esfera de la circulación. Abandonamos, por tanto, esa ruidosa esfera instalada en la superficie y accesible a todos los ojos, para dirigirnos, junto al poseedor de dinero y al poseedor de fuerza de trabajo, siguiéndoles los pasos, hacia la oculta sede de la producción”[xiv]
Imagen: http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com, 20/04/2018

       Entonces, la derivación lógica de la fuerza de trabajo para resolver la contradicción de la fórmula general del capital, consiste en la transición dialéctica hacia el espacio de la producción. Solo integrando la producción es que se puede explicar que el capital surja de la circulación y, al mismo tiempo, no surja de ella. Es decir que la resolución de la contradicción de la formula general de capital (D-MD’) la resuelve Marx, incorporando un nuevo nivel de abstracción,  el de  la producción. Si bien hasta este momento,  el análisis se ha desarrollado en un nivel abstracto mediante la identificación de la conexión interna (las relaciones internas necesarias abstraídas de la historia real),  la génesis histórica de la fuerza de trabajo no puede ser explicada solamente desde la derivación lógica, por eso es necesaria la transición hacia lo histórico. En este sentido nos preguntamos, ¿Cómo la Fuerza de trabajo llega a convertirse en mercancía? ¿Que implica esta transformación?

      Marx explica que la aparición de la fuerza de trabajo como mercancía en la esfera de la circulación responde a dos condiciones históricas. La primera:
“La fuerza de trabajo, como mercancía, sólo puede aparecer en el mercado en la medida y por el hecho de que su propio poseedor — la persona a quien pertenece esa fuerza de trabajo— la ofrezca y venda como mercancía”. “Para que su poseedor la venda como mercancía es necesario que pueda disponer de la misma, y por tanto, que sea propietario libre de su capacidad de trabajo, de su persona. Él y el poseedor de dinero se encuentran en el mercado y traban relaciones mutuas en calidad de poseedores de mercancías dotados de los mismos derechos, y que sólo se distinguen por ser el uno vendedor y el otro comprador; ambos, pues, son personas jurídicamente iguales”[xv].

       Que las personas puedan disponer y vender su fuerza de trabajo supone la emergencia de la libertad formal. Sin embargo, Marx también advierte que el vendedor de su fuerza de trabajo no sólo necesita estar libre para disponer de sus propias capacidades corpóreas, sino que, como segunda condición histórica, también debe estar despojado de sus medios de producción, es decir, debe carecer de las condiciones para reproducir de fuerza de trabajo por sí solo, al punto de contar solo con su propia capacidad de trabajo, para intercambiarla como mercancía. Entonces, la aparición de la fuerza de trabajo como mercancía, no solo supone la igualdad formal de los seres humanos, sino también la desposesión de los medios de producción a los productores directos, para ello no solo se ha trastocado las antiguas formas de jerarquización jurídicas, sino también, las condiciones de producción de campesinos, comunarios ligados a la propiedad colectiva de la tierra, artesanos, etc. Esta segunda condición histórica significa también, la separación entre fuerza de trabajo y trabajo, de manera, que la reproducción de la misma mediante su uso productivo pasa por el mercado. Lo que Marx muestra claramente es que la trasformación de la fuerza de trabajo como mercancía implicó una serie de profundos “trastrocamientos” que transformaron las relaciones sociales de producción.  Si la sociedad mercantil tiene como principio esencial el intercambio de equivalentes, éste solo puede desarrollarse plenamente, si se rompen las barreras estamentales, de manera que, la conversión de la fuerza de trabajo en mercancía y desarrollo del intercambio están relacionados. 

2. EL ENFOQUE DEL “TRABAJO ATÍPICO” A LA LUZ DE LA FORMA SOCIAL DEL TRABAJO EN MARX.

      Como habíamos mencionado en la introducción, actualmente, existen enfoques en los estudios del trabajo, desde los que se busca generar conceptos para el estudio de las “nuevas realidades laborales”[xvi], como los enfoques del “trabajo atípico” y del “trabajo clásico y trabajo no clásico”[xvii].

      Para nuestra reflexión, tomaremos el enfoque del “trabajo atípico”. Este enfoque propone una clasificación consistente en diferenciar entre el “trabajo típico” (caracterizado por una relación obrero-patronal estable en el sector industrial y regulada por el Estado); del “trabajo atípico”, caracterizado por la informalidad, la precariedad y la flexibilidad laboral[xviii]. Desde este enfoque, los llamados “trabajos atípicos”, son trabajos con contratos temporales[xix], donde las relaciones obrero-patrón fueron desdibujadas por la intervención de un tercero dándose una relación triangular como es el caso de la subcontratación y la tercerización.

       El punto de partida consiste en la fijación de un modelo de lo que es el trabajo, en este caso, el considerado “trabajo típico”, en base a ciertos rasgos fenoménicos considerados normales de un trabajo (trabajo estable, regulado, etc.). Luego se identifican las formas de trabajo que no encajan dentro de este modelo y, acto seguido, las agrupan bajo un concepto nuevo, en este caso, “trabajo atípico”. El procedimiento es básicamente deductivo y empirista. Deductivo, porque el concepto de trabajo se deriva de una construcción conceptual a priori, desde la cual se enumeran los rasgos esenciales. Es empirista, porque solo llega a la descripción y clasificación de las características visibles que comportan los trabajos. Esta forma de proceder se queda atrapada en la apariencia de los cambios operados en los contenidos concretos de las operaciones laborales.

       A diferencia de este enfoque,  el método de Marx no procede por la clasificación de la heterogeneidad concreta del trabajo, ni por clasificar las formas de trabajo y describir las relaciones contractuales y de cooperación que se trazan en esas operaciones (trabajo concreto). Marx mediante la abstracción dialéctica del desarrollo histórico de la fuerza de trabajo en mercancía, procede a captar las relaciones internas esenciales derivadas de un conocimiento amplio y profundo del fenómeno estudiado. Por ello, la reproducción mental de la realidad no parte del trabajo mismo, sino de la exposición sistemática y profunda de la relación básica del capitalismo: el intercambio de mercancías. Del despliegue de las conexiones internas del intercambio mercantil va derivando la necesidad y el lugar de la fuerza de trabajo como mercancía, para resolver la contradicción que se produce dentro de la esfera de la circulación de la forma D-M-D’. Luego, el análisis se complementa con la derivación histórica[xx] de las condiciones que permitieron la conversión de la fuerza de trabajo en mercancía. Como vimos en la primera parte de este artículo, para Marx, la problemática del trabajo se liga a la acumulación del capital, solo en la medida en que ha encontrado la conexión interna de necesidad entre la transformación del dinero en capital. Su análisis muestra que la fuerza de trabajo como mercancía es la forma social necesaria, que media esta transformación.

Imagen: https://www.finanzasinversores.com, 01/11/2019
        En este sentido, la forma de proceder para la comprensión de las denominadas nuevas realidades laborales, no debe basarse solamente en la identificación de las formas concretas (fenoménicas) que asumen las actividades de trabajo, sino en el esfuerzo de captar las conexiones internas que se desarrollan en estas actividades. Por ejemplo, en el caso de la subcontratación y la tercerización, caracterizadas como formas de “trabajo atípico” en el enfoque que reflexionamos, el análisis debe ir más allá de la descripción de las características contractuales que presentan las relaciones sociales en que se sostienen (nos referimos a la existencia de un intermediador en la relación contractual obrero-patronal) y determinar cuál es la mediación, para la realización de esa actividad laboral (trabajo).

        En este caso, podríamos ver que en la subcontratación,  más allá de la presencia de un intermediador en la relación laboral obrero-patronal y de la forma concreta en que se realiza el trabajo, como prestación de servicios o como realización de un pedido, prevalece  la relación básica de compra  y venta  de fuerza de trabajo, en este caso, la posibilidad de existencia de una instancia mediadora (el subcontratista) entre la empresa contratante  y el trabajador, no ha cambiado la forma social sustancial de compra venta de fuerza de trabajo. En estas condiciones, el que ahora la fuerza trabajo tome la forma general de venta de servicio, se debe más bien, a que la forma social de compra  y venta de fuerza de trabajo se  realiza  cada vez más desligada de un trabajo concreto. Dicho de otra forma, la subcontratación no ha afectado las relaciones de compra y venta de fuerza de trabajo de los individuos (su forma social como mercancía); al contrario, su extensión solo es posible, por el carácter mercantil de la fuerza de trabajo, eso explica que hoy existan empresas especializadas en la gestión de esta fuerza de trabajo para usos cada vez más amplios y generales (donde su uso concreto se desdibuja). Hay empresas subcontratistas de mantenimiento industrial que ofrecen sus servicios a diversas empresas de diferentes rubros, a estas empresas no les interesa per se, la realización útil de la fuerza de trabajo que gestionan, sino que, de su intercambio, se genere un plusvalor. 

        Bajo el análisis dialéctico de Marx, encontramos; entonces, que los llamados “trabajos atípicos” no significan la transformación de la forma esencial del trabajo, que los cambios en su contenido no han alterado su forma social, solo las vías de su realización. Por lo que la fuerza de trabajo como mercancía es la determinación que nos permite comprobar que bajo cualquier forma aparente que asuma el trabajo, ella continúa funcionando como mediación de la posibilidad de su reproducción y de valorización del capital.

        Actualmente, el empobrecimiento de los estudios del trabajo se debe justamente, a que muchos análisis quedaron presos en las trasformaciones fenoménicas (aparentes) del trabajo. Al ver la crisis de la producción industrial en masa de los 70 y las reestructuraciones recientes, muchos investigadores se dieron la tarea de describir y clasificar los nuevos tipos de trabajo o las nuevas formas contractuales bajo las que se realiza el trabajo, sin profundizar en el análisis de la forma social que envuelve a estos trabajos.  La recuperación del método de Marx permite que el análisis del trabajo avance más allá de lo aparente. El enfoque del “trabajo atípico” al no considerar esta posibilidad, se queda en el plano descriptivo sin muchas posibilidades de explicar por qué los trabajos contemporáneos asumen los contenidos que ellos describen como “atípicos”; es decir, también, hasta qué punto los trabajos a los que se refieren podrían ser considerados como “atípicos”.



[i] De la Garza, Enrique (2011) “Trabajo a-típico, ¿identidad o fragmentación?: alternativas de análisis” en Pacheco, E.; De la Garza, E. y Reygadas, L., Trabajos atípicos y precarización del empleo. México D. F.: Colegio de México.
[ii] De la Garza, Enrique (2010) Hacia un concepto ampliado de trabajo. Iztapalapa: UAM-I y ANTRPOS.
[iii] García López, Jorge  (2006) El trabajo como relación social una problematización del modo de construcción del objeto a partir de la sociología del salariado de Pierre Naville. Madrid: Universidad Complutense de Madrid (Mimeo)
[iv] (Kosik, Karel (1990) La dialéctica de lo concreto. México D. F.: Editorial Grijalbo.
[v] Zeleny (1978) La estructura lógica de El Capital de Marx. México D. F.: Editorial Grijalbo.
[vi] Página 200, Marx, Karl (1985) El Capital, Volumen 1., Libro 1. México D. F.: Siglo XXI  Editores.
[vii] Página 201, Ídem.
[viii] Página 201, Ídem.
[ix] Página 202, Ídem.
[x] Zeleny (1978) La estructura lógica de El Capital de Marx. México D. F.: Editorial Grijalbo.
[xi] En el análisis de la fuerza de trabajo como mercancía, Marx da una definición de que entiende por Fuerza de trabajo:  “Por fuerza de trabajo o capacidad de trabajo entendemos el conjunto de las facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser humano y que él pone en movimiento cuando produce valores de uso de cualquier índole” (206) Cuando estas capacidades físicas y mentales existentes en la corporeidad son presentadas en la esfera de la circulación como mercancía, ocurre en la misma, el desdoblamiento propio de las mercancías: la Fuerza de trabajo debe comportar un valor de uso y un valor de cambio. Este doble carácter de la fuerza de trabajo es el punto de análisis para ver como esta se convierte en mediación de la valorización del capital. A continuación, Marx identifica las determinaciones del valor de cambio de la fuerza de trabajo, parte así del supuesto de que su valor, “al igual que el de toda otra mercancía, se determina por el tiempo de trabajo necesario para la producción, y por tanto también para la reproducción, de ese artículo específico” (Marx, 1985: 207) ¿Cuáles son los componentes de este tiempo de trabajo para su producción y conservación? En primer lugar, identifica que el valor de la fuerza de trabajo es el “valor de los medios de subsistencia necesarios para la conservación del poseedor de aquélla” (Marx, 1985: 207). La determinación de estos medios de subsistencia necesarios no solo comprende a las necesidades físicas mínimas para la subsistencia, sino que también, del desarrollo histórico de estas necesidades físicas mínimas, así “la determinación del valor de la fuerza laboral encierra un elemento histórico y moral” (Marx, 1985: 208). Dentro de esta primera determinación, el identifica otras, una relacionada a la renovación permanente de esta fuerza de trabajo por un largo periodo lo que implica que estos medios de subsistencia cubran las necesidades de los hijos de los obreros. La otra determinación está referida a al grado de complejidad de las habilidades y destrezas que comprenden la fuerza de trabajo, por lo que la inversión en la instrucción y formación de la fuerza de trabajo es otro componente. Finalmente, identifica que la determinación del valor de la fuerza de trabajo va a estar relacionada al valor de las mercancías que componen los medios de subsistencia de su formación y de su reproducción.
[xii] Página 211, Marx, Karl (1985) El Capital, Volumen 1., Libro 1. México D. F.: Siglo XXI  Editores.
[xiii] Página 212, Ídem.
[xiv] Páginas 213-214, Ídem.
[xv] Páginas 203-204, Ídem.
[xvi] De la Garza, Enrique (2010) Hacia un concepto ampliado de trabajo. Iztapalapa: UAM-I y ANTRPOS.
[xvii] Ídem.
[xviii] Sánchez, Ernesto (2018) “Entre calles y avenidas: trabajadores informales, atípicos y precarios en el noroeste de México” en Ánfora, vol. 25, núm. 45. Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=357857619004, Ultima vista: 28 de abril de 2020.
[xix] Malo, Miguel (2018) “Nuevas formas de empleo: del empleo atípico a las plataformas digitales” en Papeles de economía española: Los problemas del mercado de trabajo y las reformas pendientes, N. 156.
[xx] Zeleny (1978) La estructura lógica de El Capital de Marx. México D. F.: Editorial Grijalbo.