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lunes, 8 de abril de 2019

La innovación tecnológica en cuestión: A propósito del aporte de David Noble






Tania Aillón Gómez

Hoy en Bolivia, los trabajadores del sector fabril enfrentan nuevamente, las consecuencias de la racionalización capitalista de la industria: Despidos, vacaciones forzadas, reducción de horarios de trabajo, retiros forzosos, etc. Se trata de los resultados de una política patronal de recambio tecnológico, ahorradora de fuerza de trabajo, una medida destinada a enfrentar la recesión económica que se prolonga a lo largo de los últimos 5 años. Como un aporte a la reflexión, acerca de las consecuencias de la ofensiva tecnológica capitalista sobre el trabajo, esta reseña recupera las reflexiones, que acerca del desarrollo tecnológico, ocuparon al historiador de las ciencias y de las técnicas, David Noble (1945-2010), en su libro: “Progress Without People. Mew Tecnologie, Unemloyment and the message of Resistance”, editado en 1993, libro que llegó a nuestras manos en su edición Francesa (Agone): “Le Progres sans le peuple, ce que les nouvelles technologies font au travail”, aparecida  en 2016.  El libro recoge 5 artículos escritos a principios de los años 80, y una declaración sobre la política industrial, presentada a un subcomité en el 98º Congreso de Estados Unidos. Se trata de 5 artículos en los que el autor intenta explicar la ausencia de una reacción global de los trabajadores, frente a lo que denomina, la ofensiva tecnológica de las empresas. En este sentido, D. noble, a lo largo de los 3 primeros artículos, en los que se concentra esta pequeña reseña, el autor se platea responder a la pregunta: ¿Por qué existe entre los subordinados una falta de firmeza frente a la nueva ofensiva tecnológica?

1. LUDITAS VERSUS PROGRESO TECNOLÓGICO CAPITALISTA

Imagen: http://www.sobreestoyaquello.com, 24/12/2009
En el primer artículo, D. Noble centra su atención en el movimiento ludita y en su posición frente a la ofensiva tecnológica de la primera revolución industrial, visión  que opone al determinismo tecnológico, que caracteriza a  la percepción dominante en occidente, de que el desarrollo tecnológico es un fenómeno autónomo, independiente de la política y de la sociedad, dotado de un destino propio, mientras que para los luditas (a los que el autor, en este artículo, considera como a los últimos que en occidente,  avizoraron el contenido político  de la innovación tecnológica), la innovación tecnológica significaba: paro, bajos salarios, transformación en los sistemas de remuneración, eliminación del trabajo cualificado y la perdida de autonomía sobre la propia actividad laboral, por lo que su lucha será la lucha por la defensa de sus medios de subsistencia, libertad y dignidad, por conseguir un mayor poder sobre la orientación del propio desarrollo tecnológico . Los tejedores de Bolton, resaltará Noble, en 1834, considerarán que la producción de la nueva tecnología tiene menos una razón económica, que una razón política y cultural, la de reforzar el sistema de dominación.  Para el movimiento ludita el cambio tecnológico no es un dato, sino algo que puede ser adecuado a ideales sociales.

Esta claridad del movimiento obrero naciente, sobre el carácter de la técnica, en tanto artefacto humano, se ira diluyendo con la fría lógica del mercado y de la máquina, que reemplazará la inspiración humana por las abstracciones del progreso técnico y las ganancias ilimitadas. La ideología dominante se ira imponiendo con la creencia de que el progreso tecnológico es de por si bueno, suplantando toda concepción de un sentido humano deseable.  La sociedad, el pueblo, para Noble, serán transformados en variables: mercaderías, factores de producción, convirtiendo al capital en la marca tangible del progreso y en la causa del mismo. Se trata de una ideología del progreso al servicio del desarrollo capitalista, que le permite convertirse en sinónimo de prosperidad material y que desvía la atención de la explotación que implica.

Según el autor,  el  despliegue de esta visión ideológica habría estado ligada al el nacimiento de la Economía Política  y  a su predominio intelectual, que se manifestó, también, en la visión darwinista del progreso tecnológico y económico,  que habría alentado a los Estados a mediados  del siglo XIX, ideología  que se reveló impermeable a la crítica de los obreros y de sus aliados, porque las dirigencias obreras canalizaron  el problema tecnológico  hacia  el sistema político(poder político, repartición de riquezas) , dejando de lado el debate de la naturaleza de las maquinas, de la organización y de la producción. De acuerdo a Noble, para los dirigentes obreros, en esta etapa, el progreso técnico no solo es un medio para fines económicos o una justificación cómoda de la dominación, sino uno de los motores históricos de la emancipación (una suerte de fascinación por las maquinas).  Para la dirigencia obrera de la época,  las mismas tecnologías que explotan, encarnan la posibilidad de un socialismo cooperativo, por lo que los owenistas consideraban al antimaquinismo como un sentimiento contrarrevolucionario; no es casual, dice Noble, que Engels haya considerado al sabotaje como el error de juventud de la clase obrera, o que para Marx, el progreso tecnológico, si bien permite la competencia económica, la acumulación y la explotación, al mismo tiempo es importante, para desarrollar la industria moderna, que no es otra, que la contribución capitalista al progreso humano (porque crea las condiciones de la caída del capitalismo).   De esta forma, precisa Noble, el desarrollo tecnológico será considerado como autónomo, lineal, inevitable y sacrosanto, tanto por sus partidarios como por sus críticos. Los dirigentes obreros adoptaran; entonces, una posición de aceptación, de adecuación y de estímulo frente a las nuevas tecnologías.

En este artículo, solo de paso es tocado por Noble, un aspecto que consideramos fundamental para la crítica al desarrollo tecnológico capitalista, un aspecto aportado por la crítica ludita: la orientación del propio desarrollo tecnológico capitalista. Una orientación permeada por el propio contenido de las relaciones sociales que lo sustentan, relaciones de explotación y opresión con miras a la ganancia, orientación que se objetiva en cierto tipo de artefactos, pero también, en formas de organización del trabajo con sentido capitalista, como sentido hegemónico, en la medida en que, como precisa Kosic[i] (1990), los seres humanos producimos nuestro mundo, como un mundo preñado   de sentidos.  En realidad, la identificación de este sentido humano, que se objetiva mediante la praxis, es el que   permite romper con  la falsa neutralidad de la técnica o con el determinismo tecnológico, porque nos muestra que, finalmente, es el ser humano, bajo determinadas relaciones sociales, en este caso, las capitalistas, el que da sentido, de manera hegemónica, no única,  a los artefactos tecnológicos, visión que a la vez,  pone en cuestión, el fatalismo con el que la clase dominante impone  su lógica tecnológica.

2. RESISTENCIA OBRERA Y RESPUESTA PATRONAL FRENTE A LA SEGUNDA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA

Fotografia: https://www.laguia2000.com, 02/04/2007
Noble inicia el segundo artículo  de su libro, remarcando que la automatización que caracteriza a la segunda revolución tecnológica, fue el resultado de un desarrollo tecnológico financiado por el Estado, durante la segunda guerra mundial: sistemas de control por artillería automática, ordenadores para cálculos balísticos y producción de bombas, la microelectrónica para cohetes de proximidad, radares, ordenadores, aeronáutica, sistemas de misiles guiados, así como una serie de sistemas de detección y de medida, derivarán no solamente, sobre las maquinas programables, sino también, sobre las maquinas inteligentes o autorreguladas. El autor menciona, además, que, gracias a este financiamiento público, la aplicación industrial de las nuevas tecnologías se impone en la metalurgia, en el automóvil, la industria petrolera, la química, la mecánica y la aeronáutica y la producción del equipo electrónico.   

Una vez que la automatización se generaliza, precisa Noble, se ven  sus  verdaderos efectos con el deterioro  de las condiciones del trabajo y de la capacidad de manejo por parte de los trabajadores, de sus actividades laborales (licenciamientos, intensificación de la cadena productiva, descualificación del trabajo), hasta que a fines de los 60, la colera estalla y recrudece la acción directa de lo obreros de base, frente a las direcciones sindicales que colaboran con la patronal, a la que se cuestiona, por su incapacidad para dirigir sus fábricas. Se trata de un periodo en el que el autor muestra la generalización del sabotaje sistemático, mediante practicas que derivan en productos defectuosos, mal ensamblados; en algunos casos, existen fabricas que con un 75% de tasa de defectos, se ven obligadas a cerrar.  Los pronunciamientos cuestionan el propio concepto del progreso: “el verdadero asunto radica en determinar, lo que nosotros los trabajadores consideramos como progreso”.  Noble afirma que los trabajadores se dan cuenta de que están enfrentados a una tecnología que economiza mano de obra, eso es lo que sus empleadores denominan: “progreso”.  En este periodo, los trabadores proclaman que el progreso tecnológico es un proceso político y no automático, inevitable y natural (una critica radical a la neutralidad de las ciencias y la tecnológica). Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, Escandinavia ven cómo las movilizaciones obreras ponen en cuestión los efectos de la segunda revolución tecnológica.

Frente a este ascenso de la lucha de clases, los patrones introducen   nuevos métodos de gestión de la fuerza de trabajo, como “la valorización profesional “o  los “programas de calidad de vida”, destinados a canalizar el descontento por vías más productivas(en relación a sus intereses), un ejemplo, es el surgimiento del modelo sueco de producción, una respuesta al recrudecimiento de los conflictos de clase, ya que  Suecia se  destacó por la fuerza de la rebelión y la resistencia obreras, con tasas de ausentismo en Volvo de 15% y de rotación de personal del 50%, debido a la intensidad y la rutina en el trabajo. El management llamado humanitario, señala el autor, se impone, al menos por un tiempo, y se convierte en la perspectiva dominante a fines del año 1973.  Es en esta etapa, que surgirá en Estados Unidos, la comisión, nominada en 1971 por Elliot Richardson, Secretario de Estado de la Salud, la Educación y los Servicios Sociales, para hacer frente a la depresión de los “cuellos azules” y a la angustia de los “cuellos blancos”.  La conclusión de esta comisión, señala que el descontento de las mujeres, de las minorías y de los  “cuellos azules” se reducirían si  los americanos podrían  tomar parte activa en las decisiones que repercuten en su existencia; de ahí deriva una de sus recomendaciones centrales de esta comisión, la de  reemplazar el poder por la participación y las estrategias de desarrollo alternativo  (porque muchas experimentaciones han demostrado que la productividad aumenta y que los problemas sociales disminuyen si los asalariados participan en las decisiones que afectan a su vida).  Con la introducción de nuevos servicios, programas, proyectos de investigación, centros, y nuevas disciplinas destinadas a estudiar la “tecnología en el trabajo”, las direcciones de empresas buscaron captar la revuelta e institucionalizarla, logrando, junto a las dirigencias sindicales, frenar los sabotajes a la producción. 

Dos resultados emergieron de este periodo de ascenso de la lucha obrera, de un parte, indica Noble, los primeros acuerdos obrero-patronales sobre la introducción tecnológica en países nórdicos como Noruega, Suecia.   Si bien estos acuerdos con participación de los sindicatos, significaron un avance, y abrieron la posibilidad de respuesta a las prerrogativas de las direcciones empresariales; en la práctica, fueron poco utilizados, para negociar la introducción de las nuevas tecnologías y sirvieron; más bien, para desviar la oposición de los trabajadores hacia acuerdos sobre remuneraciones, reconversión y despidos, con un impacto casi nulo, sobre la concepción de las tecnologías o su puesta en marcha. El otro importante resultado fue el claro reconocimiento del carácter político de la tecnología, se trata, de acuerdo a Noble, de una ruptura ideológica decisiva, porque ella permitió sobrepasar el determinismo y el fatalismo tecnológico que habían servido de base para la propaganda capitalista. De hi se derivaron dos posiciones: la una,  comprende que la tecnología refleja las relaciones de poder de una sociedad, lo  que significa que los que detentan el poder, van a continuar determinando la forma y la dirección de la tecnología, lo que implica, en términos prácticos,  a largo plazo, cambiar las relaciones de fuerza y, a corto termino, luchar lo más que se pueda, contra la introducción de nuevas tecnologías porque reflejan el interés de los que dominan.  La otra posición concibe que la política es el arte de lo posible y como la tecnología es política está abierta a sus posibilidades, así se marca una ruptura con el visón lineal de desarrollo necesaria y automática. Noble piensa que esta última perspectiva, abre la posibilidad a trascender una posición puramente defensiva de los obreros frente a la ofensiva tecnológica.

3. LA CONTINUIDAD DE LA LUCHA Y RESISTENCIA OBRERAS FRENTE A LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

Fotografía: https://www.enriquedans.com, 09/07/2008
La resistencia obrera a la innovación tecnológica capitalista no ha cesado, por encima de la ficción ideológica sobre el significado neutral de progreso y modernización,  que el discurso dominante atribuye a la innovación tecnológica, incluso en los años de mayor retroceso, los años ochenta, dentro de un proceso de transformación masiva de las relaciones producción, reencauzado por la extensión multinacional de las firmas capitalistas, sobre un mercado de trabajo mundializado, favorecido por nuevas tecnologías (sistemas de comunicación y de producción informatizados, que dan al capital una movilidad inédita), la resistencia a  la ofensiva tecnológica emerge bajo formas no orgánicas, fragmentadas y clandestinas, habida cuenta que  los sindicatos abandonaron la lucha decisiva, acerca de la tecnología y de las condiciones de trabajo, iniciadas a fines de los sesentas del siglo pasado. Luchas como los ataques de los años ochenta a sociedades como Philips o Data systems y Honeywide-Bull (Toulouse – Francia); llevados adelante por expertos que borraron los sistemas de almacenamiento electrónico, expertos que se reconocían como: “nosotros somos los trabajadores de la informática, bien situados para conocer los peligros futuros de la informática la telemática. El ordenador es el útil preferido de los dominadores, él sirve para controlar y explotar, fichar y reprimir. No queremos encerrarnos en un gueto de programas y plataformas organizacionales. Luchar contra la dominación es nuestro objetivo”. Noble resalta, también, en este periodo, el sabotaje obrero a la producción robotizada en Estados unidos, con su reparación errónea o poniéndole arena al aceite de estas máquinas.

4. A MODO DE CONCLUSIÓN: LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA COMO ESPACIO DE LUCHA DE CLASES

Fotografía: https://blognooficial.wordpress.com
El importante aporte del trabajo de investigación, que ocupó gran parte de la vida de David Noble, radica en mostrar a la innovación tecnológica como espacio de lucha entre trabajadores y patrones, como espacio de confrontación política. Para Noble, cualquier esfuerzo por introducir tecnologías alternativas a las propuestas por los patrones, es inútil, aunque éstas sean económicamente y técnicamente viables, si se desconoce que el asunto de su introducción, es, sobre todo, un asunto político y cultural, por lo que serían necesarias, otras relaciones de fuerza, para que las alternativas obreras sean juzgadas viables. La propuesta es elaborar criterios para determinar, qué tecnología es necesario dejar de desarrollar, para oponerse a tecnologías que descualifican, disminuyen la libertad y la capacidad de manejo por parte de los trabajadores, sin compensación económica, oponerse a las tecnologías que plantean serios problemas sociales, que, aunque viables en términos técnicos y económicos, son destructivas para la sociedad en su conjunto.

De lo que se trataría, es de poner en tela de juicio, la forma actual del desarrollo, de reevaluar las técnicas y las ciencias en relación a criterios que supongan el enriquecimiento de la vida con miras a establecer otras reglas del juego, para de esta forma, superar los sueños infantiles de liberación por la máquina. Lo importante seria trascender la mistificación tecnológica, por parte del poder en nuestra sociedad, porque la tecnología en si jamás ha sido el problema y no será jamás la solución, el gran desafío que plantea la actual ofensiva tecnológica, para David Noble, es la de aprender no solamente a ponerla en tela de juicio, sino a ponerla de lado, porque, en definitiva, lo que nos interesa no es una tecnología centrada en lo humano, sino una sociedad centrada en lo humano. Luchar por controlar el cambio tecnológico y la forma en que transforma la organización del trabajo, afirma David Noble, será en el futuro, una de las principales misiones de los sindicatos, frente a la ofensiva tecnológica capitalista. 

Pese a esta postura radical, en relación a la ofensiva tecnológica, Noble no llega a establecer la relación, entre ella y las relaciones de producción capitalistas, que la sustentan. Por esto, la posibilidad de establecer nuevas reglas del juego, para este autor, se mueve en el espacio de las relaciones de fuerza, lo que da a entender, que bastaría cambiar las relaciones de fuerza, entre obreros y patrones, para introducir una tecnología centrada en lo humano.  Esta perspectiva, parece ser negada por los resultados de sus propias investigaciones, donde se observa que, si bien los periodos de ascenso político de la clase trabajadora, permitieron procesos de desmitificación del desarrollo tecnológico capitalista, los periodos de reflujo se caracterizaron por el restablecimiento ideológico sobre el desarrollo tecnológico, lo que parafraseando al propio Noble, nos lleva a concluir, que la posibilidad de una tecnología centrada en lo humano, solo se hace posible en una sociedad centrada en lo humano, no en la ganancia privada.  Esto solo es probable, si se trastocan las relaciones sociales de producción que la sustentan, trastocamiento que desbroza el camino hacia un cambio en el sentido del desarrollo tecnológico, desde un sentido capitalista, sustentado en el interés privado, a un sentido más humano, un sentido de interés colectivo.  Esto, de ninguna manera, significa, dejar de lado, a la ofensiva tecnológica de la clase dominante, como espacio de lucha, en el que es importante ganar a la patronal, palmo a palmo, espacios de control, tanto en términos de su concepción como en términos de su puesta en marcha.



[i]  Kosik, Karel (1990) Dialéctica de los concreto. México D. F.: Editorial Grijalbo