-->

Llank'aymanta presenta el libro:

Trabajo asalariado, el claroscuro del Censo Agropecuario

La actualidad de las tesis de Marini para entender el proyecto del Capitalismo "Andino - Amazónico

Reseña al libro de Tania Aillón, "Japonización" de la dominación patronal y respuesta obrera

Subcontratación, reforma laboral y lucha obrera: El caso de los obreros del sector industrial en Bolivia

1 2 3 4 5

viernes, 2 de noviembre de 2018

La “sobrecalificacion”: Un síntoma de las contradicciones capitalistas en los mercados de trabajo


Tania Aillon Gómez

Fotografía: http://fundacionperiodismo.org, 22/07/2018.
En la dinámica del capitalismo contemporáneo, tanto la flexibilización laboral, como la automatización creciente, han contribuido a la expansión del ejército industrial de reserva[i]. En estas circunstancias,  ante  la posibilidad  de un paro prolongado, muchos aspirantes a optar un cargo,  se ven obligados a aceptar puestos vacantes que no corresponden con su nivel de formación[ii], en tanto que el patrón está en condiciones de seleccionar candidatos e incluso de elegir  a los más calificados, habida cuenta que la masificación de la educación, ha contribuido a la presencia de una cantidad considerable de fuerza de trabajo calificada  en los mercados de trabajo. A este fenómeno se lo ha denominado como “surqualification”, “déclassement” o sobre calificación. En este corto artículo, reflexionamos esta aparente incongruencia, entre la calidad de la fuerza de trabajo ofertada y la demandada en los mercados de trabajo. 

1. LA “SOBRE CALIFICACIÓN” COMO UN NO RECONOCIMIENTO AL VALOR DE USO DE LA FUERZA DE TRABAJO CALIFICADA.

Con la existencia de  un amplio ejercito industrial de reserva en el capitalismo contemporáneo, que hace más cierta,  la vivencia de un paro prolongado, se abre la posibilidad de que, sin que se cualifiquen las habilidades y capacidades de un  trabajador, es decir,   se desconozca  su  jerarquía profesional  en la escala de puestos de trabajo y  el nivel  salarial correspondiente a su  grado de formación, los patrones echen mano de las calificaciones y habilidades de este trabajador  como valor de uso, sin reconocer su valor de cambio. Para esto, como sucede en los mercados internos de las empresas chinas en Bolivia, se contrata, por ejemplo, un maestro constructor, con todas las capacidades y habilidades que ello implica, como peón, valiéndose de la existencia de una amplia oferta de fuerza de trabajo[iii].  

Fotografía: https://www.paginasiete.bo, 25/06/2015.
Esta distancia entre las competencias adquiridas en la formación y las reconocidas; efectivamente, por los empresarios, (las “calificaciones” “cualificantes”)[iv], se comprende, desde los procesos que tratan de sacar ventaja, tanto del mayor o menor nivel de institucionalización o del mayor o menor nivel de socialización de la formación profesional[v]  y/o; además, de la correlación de fuerzas entre patrones y trabajadores.

En estas circunstancias,  la no cualificación(reconocimiento en el mercado  del valor de cambio  de la fuerza de trabajo)  de las habilidades y capacidades del maestro constructor, no supone; necesariamente, un desperdicio del valor social producido; sino más bien, una apropiación, por parte de los patrones de una parte del valor correspondiente a la retribución salarial de la categoría ocupacional correspondiente a trabajador cualificado(maestro albañil, en este caso); una apropiación; de esa parte del trabajo,   que en lugar de traducirse en salario, se trastoca, por un artilugio patronal en plus trabajo.  Una apropiación, que significa sobreexplotación de fuerza de trabajo, porque se está pagando   un salario por debajo del valor medio recocido a la fuerza de trabajo de un maestro albañil, en el caso que ilustramos.

 2. LA “SOBRECALIFICACIÓN” COMO DESPERDICIO DEL VALOR SOCIAL PRODUCIDO.

Cuando los trabajadores, como en el caso anterior, son contratados en un cargo que está por debajo de su nivel de formación(valor de cambio),pero que además, realizan tareas(valor de uso) correspondientes a un nivel más bajo a su calificacion, estamos frente a una “sobre calificación”,  que al no ser cualificada en el mercado(considerada para su jerarquización y atribución de la remuneración salarial que le corresponde ) provoca; de forma permanente, una pérdida del valor producido por la sociedad; valor incorporado o invertido socialmente en la formación de una determinada fuerza de trabajo, por lo que esta inversión se convierte en superflua en términos de Marx, superflua para el capital.  Se trata de un fenómeno más o menos generalizado en el capitalismo contemporáneo.

 En Europa, más específicamente, en países como Francia, las investigaciones realizadas en los mercados de trabajo, encontraron la sobre calificación (déclassement), entre diplomados de la enseñanza superior; Guironnet[vi] observa; en este sentido, una incongruencia entre diploma y remuneración, que el autor identifica como   un “déclassement (sobre calificación) estructural, para los diplomas de enseñanza superior, el mismo que fue en aumento, de 2.6 en 1982 a 10% en 2002. Otros estudios más recientes[vii], hacen evidente que tres años después del fin de sus estudios, del 20 al 28% de los jóvenes en 2010, en Francia, ocupaban un puesto de trabajo que puede ser asimilado a una situación de “déclassement” o “sobre calificación”.

La sobre calificación, como desperdicio del valor social producido no solo la encontramos entre los diplomas superiores, sino; además, en niveles más modestos de trabajadores. Estudios como el de Pascal, Lazuech y Troger[viii], en un oficio, entre las mucamas de hoteles de lujo en Francia, hace evidente que  la sobre calificación puede estar inducida  por las nuevas tecnologías de racionalización del trabajo (homogenización, formalización de los oficios), que vuelven secundarias ciertas competencias profesionales, que constituyen la parte  “noble” de un oficio (el trato sofisticado y atento con una clientela de elite), convirtiendo a estas mucamas, de más en más, en simples técnicas de limpieza, sin autonomía, ni márgenes de maniobra. La aparición de esta “sobre calificación” relativa, abre la posibilidad, para que los patrones introduzcan en este mercado de trabajo, a jóvenes que, sin tener las competencias profesionales de las antiguas mucamas, se ajusten a los procesos de homogenización y formalización del oficio y cobren salarios, comparativamente más bajos. 

Estudios de la CEPAL[ix] en América Latina, señalan que al mismo tiempo que se produce un aumento del nivel educativo de los jóvenes que entran al mercado de trabajo; un número creciente de ellos, no encuentran un empleo acorde con su formación. La sobre calificación, como desperdicio del valor social producido lo encontramos en países como Bolivia, principalmente, en los mercados internos de trabajo de las empresas públicas. Profesionales con nivel de licenciatura, que en empresas municipales trabajan como obreros u obreras, por recortes presupuestarios o porque no se puede proceder a su retiro en el marco de la Ley General del Trabajo. En los espacios administrativos del Estado, se encuentran de licenciadas en Ciencias Jurídicas, contratadas como “consultoras” bajo la modalidad de “venta de Servicios”, encargadas de trabajos auxiliares, de acuerdo a requerimientos inmediatos, que están muy por debajo de las competencias adquiridas durante una formación universitaria de 5 años.  Es el mimo caso de licenciados en Sociología, Agronomía, Derecho, contratados como encuestadores por el Instituto nacional de Estadística (INE)

 CONSIDERACIONES FINALES

Puede decirse que la sobre calificación es un síntoma, que, con sus especificidades, muestra la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas, la fuerza de trabajo calificada (en este caso) y las relaciones sociales de producción capitalistas. Una contradicción que, en el plano fenomenológico, aparece como frustración de una masa de trabajadores calificados, que no encuentran su correlato en el mercado de trabajo, por lo que deben contentarse con puestos de trabajo por debajo de su nivel de formación y de sus expectativas afianzadas en una inversión en educación (tiempo, dinero, energía) que no es retribuida ni económica ni socialmente en los mercados de trabajo. Aquí la realización del sus posibilidades laborales, queda  solo como potencialidad, coartada por la lógica del mercado de trabajo, que tenderá a  valorizar, como nos recuerda  Naville[x], solo  una parte de las capacidades adquiridas en los procesos formativos,  habida cuenta  que la cualificación  no es el resultado de una consideración técnica(capacidades y habilidades concretas para el desempeño en un puesto de trabajo);  sino más bien, de los requerimientos específicos en los mercados de trabajo en un momento dado.

Esta forma en que se produce la cualificación en los  mercados de trabajo,   abre la posibilidad al derroche, más o menos continuo, del valor social invertido en la formación de  fuerza de trabajo(destrucción de fuerzas productivas),  en la medida en que la producción de fuerza de trabajo calificada supone un costo social que no es valorizado en los mercados de trabajo, con las connotaciones sociales e individuales que eso implica, en una sociedad que debe ajustar el uso de la fuerza de trabajo a los requerimientos de la competencia capitalista, regida por  el tiempo de trabajo socialmente necesario, para producir los bienes y servicios.

    Todo esto constata las limitadas posibilidades de realización de nuestras capacidades y posibilidades como trabajadores, en el mundo capitalista, al mismo tiempo que nos cuestiona, sobre el alcance de esa búsqueda interminable de la relación necesaria y directa entre formación y empleo[xi], en la que se empeñan las políticas educativas, para disminuir el desempleo.  Mas bien,  se trata de la constatación, de que, aunque parezca  paradójico, la separación entre la formación y el empleo, abre la posibilidad, a  que los empleadores encuentren en los mercados de trabajo, en todo momento, a los trabajadores que mejor se ajusten a sus requerimientos[xii], en un espacio social en el que la fuerza de trabajo, como capacidad laboral, circula como mercancía.



[i] Marx, Karl (1986) El capital, Tomo I. México: Siglo XXI.
[ii] Di Paula, V. y Moulliet, S. (2009) Femmes et fonction publique: un risque calculée de de déclassement, travail et emploi n 120 nov-dic.
[iii] Castro, Luis. F. (2018) Sobreexplotación al estilo chino y su impacto sobre el trabajo en el sector de la construcción. Visto en: https://llankaymantabolivia.blogspot.com/p/inicio.html, última visita el 30 de octubre de 2018.
[iv] Naville, Pierre (1979) Qu’estce-que la qualification du travail? En L’année sociologique, No 30, pp.497-503.
[v] García, Jorge  (2006) El trabajo como relación social: Una problematización del modo de construcción del objeto, a partir de la sociología del salariado de Pierre Naville (Mimeo).
[vi] GUIRONNET, J. P. (2006), La sureducation en France : vers une dévalorisation des diplômes du supérieur?, en Economie Appliquée, Tome IX, n° 1, pp. 93-120.
[vii] Moncel, Nathali (2012) Quelle qualité d’emploi pour les jeunes diplomés du superieur, formation emploi. Visto en: http//formation emploi.revues.org/3538, última visita el 30 de octubre de 2018.
[viii] Pascal, Guilbert; Lazuech, Gilles y Troger, Vincent (2013) Les femmes de Chambre de l’hotelerie de luxe ou le declassemnt d’une elite invisible”, en Reveu Fomation et Emploi, julio –septiembre, pp. 27-44.
[ix] CEPAL (2006) Los jóvenes y el empleo en América Latina: desafíos y perspectivas ante el nuevo escenario laboral. Bogota: CEPAL y Ediciones Mayol.
[x] Naville, Pierre (1979) Qu’estce-que la qualification du travail? En L’année sociologique, No 30, pp.497-503.
[xi] Tanguy, Lucie (2008) La recherche de liens entre formation et l’emploi: Une institution e sa revue-Un point de vue, en Revita formation emploi, No101, pp.22-39.
[xii] García, Jorge  (2006) El trabajo como relación social: Una problematización del modo de construcción del objeto, a partir de la sociología del salariado de Pierre Naville (Mimeo).

domingo, 16 de septiembre de 2018

El trasfondo de la política del gobierno ante el cierre de empresas



Luis Fernando Castro López



Desde el primero de mayo, día en que se anunció la aprobación de la Ley de Empresas Sociales, ésta ha generado varios debates, tanto entre empresarios privados como en sectores de la clase obrera y partidos políticos. Según el gobierno, esta Ley fue aprobada, para garantizar y proteger las fuentes de empleo de empresas del sector privado que se declaren en liquidación o quiebra. De hecho, la burocracia sindical de la COB salió a defender esta Ley mostrándose conforme con su aprobación[i]. Lo paradójico del caso, es que la Ley se aprueba justo en un momento en que el gobierno ha llevado adelante el cierre de empresas estatales y el despido masivo de obreros (caso ECOBOL), o sea, el gobierno no garantiza los empleos de las empresas estatales, pero sale a anunciar su preocupación por proteger los empleos de los trabajadores del sector privado.

Esta política contradictoria ha traído problemas al gobierno, por ejemplo, en el caso del Decreto Supremo 2765 con el que cerraba ENATEX y despedía a los trabajadores, mediante un cambio de personería jurídica, incrementó las protestas porque esta acción contra el empleo, abría la posibilidad, para que los empresarios privados despidan a trabajadores, a través de la misma modalidad. Si bien el gobierno le puso candados jurídicos a dicho Decreto, para calmar las protestas y “proteger la estabilidad laboral” en el sector privado, el cierre de ENATEX y el despido de sus trabajadores, siguió adelante.

La Burocracia sindical de la COB, cree que la Ley de empresas sociales beneficiará a los obreros. De la misma forma, piensan algunas figuras políticas de la oposición e intelectuales de la burguesía liberal (Demócratas, UN y varios asesores de los empresarios privados), que reclaman al gobierno, el beneficiar a los trabajadores, por encima de la “seguridad jurídica” de sus inversiones y su propiedad privada[ii]. De hecho, los empresarios privados y la oposición burguesa liberal creen que la Ley de empresas sociales es parte de una estrategia electoral dirigida a la clase obrera[iii]. Creemos que estos argumentos, solo ven aspectos aparentes del problema y no logran explicar, por qué un gobierno que reivindica la estabilidad laboral, la ataca, y luego, supuestamente, la vuelve a proteger.

¿No será que tanto en el caso de ENATEX, como en el caso de la Ley de empresas sociales, puede haber una línea de acción común por parte del gobierno? En este sentido, nos preguntamos ¿Qué hay de común entre la creación y cierre de la empresa ENATEX y la aprobación de la Ley de Empresas Sociales?

1. LA SITUACIÓN GENERAL DE LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL Y LA LUCHA OBRERA

Entre los aspectos comunes, que podemos apuntar del caso de ENATEX y el de la aprobación de la Ley de Empresas Sociales, está un escenario de aumento del cierre de empresas. En el año 2012, el cierre de empresas parecía un problema localizado en la industria textil, ya que la cancelación del ATPDA el 2009, causó el cierre de varias empresas grandes dedicadas a la exportación. Pero desde el 2014, el cierre de empresas se ha incrementado ante una inminente recesión económica mundial. Los datos sobre la creación y el cierre de empresas nos dan una pauta de este fenómeno; del 2012 al 2017, el cierre de empresas se ha triplicado de 2034 a 7331, paralelamente, a este incremento de empresas cerradas, se  redujo el número de empresas creadas por año, de 65000 el 2013 (año con el número más alto) a 19000 el 2015 y 2016 y 18000 el 2017. O sea, que para el año 2012, de cada 100 empresas creadas, 8 se cerraban y para el año 2017, de cada 100 empresas creadas se cerraron 40[iv].

En un análisis por sector económico, se identifica la caída de la creación de empresas y el aumento de empresas cerradas en estos últimos 3 años. En el sector manufacturero y en el de la construcción, el 2017 se cerraron 25 por cada 100 empresas creadas y en el sector de servicios de comida y hoteles, cerca de 40 empresas cerraron por cada 100 empresas creadas[v].

 Sin embargo, debemos entender que el crecimiento del número  empresas cerradas en estos últimos 4 años, es parte de la dinámica de una economía capitalista. Así este fenómeno puede darse como fruto de un proceso de centralización y concentración de capital, donde las empresas menos competitivas son absorbidas u obligadas a cerrar, por otras más grandes, que producen por debajo del tiempo de trabajo socialmente necesario. En síntesis, lo que queremos resaltar, es que el cierre de empresas no aparece como significativo por sí solo, pese a su constante aumento (las empresas cerradas en estos últimos 4 años, solo representan entre el 3% y 4% de la base empresarial existente[vi]), adquiere significado en la medida en que enfrenta la resistencia de obreros sindicalizados, que se han  movilizado y planteado la toma de empresas cerradas (Polar, Punto Blanco, Bouchan, Incerpaz, Bolivian Timberlan, Illampu, Dillman, etc., muchas de estas empresas situadas en La Paz), presionando al gobierno, a dar una respuesta a su demanda, dentro de un ciclo recesivo de creación de empleos.

2. RECONDUCCIÓN DE LA LUCHA OBRERA POR LA INTERVENCIÓN ESTATAL

La resistencia obrera se convirtió en un elemento de presión frente al gobierno, tanto en el caso de ENATEX como en el de la promulgación de la Ley de Empresas Sociales. En el primer caso, por testimonios recogidos los meses en que AMETEX se cerró, tanto el gobierno como los dirigentes de la Federación de Fabriles de La Paz,  experimentaron la presión de los trabajadores de esta empresa y de otros trabajadores fabriles, por el cierre de otras empresas, como fue el caso de la empresa MILLMA[vii].

La dirigencia de la Federación de Fabriles de La Paz, presionada por sus bases, reivindicó la recuperación de la fábrica AMETEX, tratando de orientar la lucha hacia una solución legal, como la de comprar la empresa mediante un préstamo. En ese sentido, le exigían al gobierno, se les facilite un préstamo del Banco de Desarrollo Productivo, pero los ministros de entonces, anteponían a esa solución, la falta de respaldo legal, para que los obreros tomen la fabrica en sus manos, sobre todo, por las deudas de AMETEX, a las entidades financieras como Bancos y AFPs, por concepto de bonos y préstamos. Así,  ENATEX nació como una respuesta del gobierno a la presión obrera,  que apostaba por tomar las instalaciones y hacerla funcionar.

Un año después de la creación de ENATEX, el gobierno aprobaba el D.S. 1754 de empresas sociales y este año (2018) aprobó la Ley de Empresas Sociales, en este caso, también la presión obrera jugó un papel importante. Esta presión se generalizó, debido a que el cierre de empresas por quiebra, amenazaba con dejar a un importante contingente de trabajadores desempleados, con el consecuente incremento de casos de despido, intermediados por el Ministerio de Trabajo. Frente a la estrategia empresarial del cierre de empresa por quiebra y la resistencia de los obreros en defensa de sus fuentes laborales, el Gobierno estuvo obligado a buscar alternativas que neutralicen la lucha obrera, la creación de ENATEX y la promulgación de   la Ley de Empresas Sociales, fueron la respuesta del MAS. De esta forma, la lucha obrera por la recuperación de empresas cerradas, quedó mediatizada por la intervención del gobierno.

3. LA APUESTA A FAVOR DEL CAPITAL FINANCIERO

Si bien la creación de ENATEX y la aprobación de la Ley 1055 de Empresas Sociales se planteó como una respuesta del gobierno frente a la presión obrera por el cierre de fábrica: ¿Qué orientación tiene esta respuesta?

En el caso de la empresa estatal ENATEX, su creación no solo trataba de responder a la demanda obrera, sino también, a la demanda de los acreedores de AMETEX.  El gobierno, junto a los acreedores, obligó al dueño de la empresa a aceptar un plan de alquiler de las maquinarias y las instalaciones, para la estatal ENATEX; mientras se llevaba adelante el proceso de liquidación y compra de los activos de su empresa. Con ese alquiler, se pagaron las deudas que contrajo AMETEX y con su compra, por parte del gobierno, se liquidó las deudas a sus acreedores[viii].

En todo momento, las acciones del gobierno estuvieron destinadas a proteger el capital de los acreedores, obligando, tanto al empresario, como a los obreros, a regirse a las condiciones impuestas. Por ejemplo, el gobierno impuso la recontratación de los obreros, obviando su antigüedad y su categoría laboral, esto trajo divisiones entre los mismos obreros; pero frente a la situación de la empresa, terminaron acatando esta condición[ix].

Durante los 4 años siguientes, antes de su definitivo cierre, la gestión de ENATEX estuvo caracterizada por la retardación del proceso de compra de los activos de AMETEX y por la gestión deficiente, que no ayudaba a reflotar la empresa.  En cuanto a los procesos de compra, cabe señalar, que la liquidación fue dilatada hasta el 2015 y la empresa ENATEX tuvo que pagar, además de los costos de producción, el alquiler de las maquinarias y las instalaciones. En cuanto a la gestión de la empresa, los gerentes designados por el Ministerio de Desarrollo Productivo, llevaron adelante una política de liquidación de la misma, rematando prendas por debajo de su costo de producción, produciendo para el Estado, sin paga efectiva o exportando a mercados latinoamericanos, que se caracterizaban por su burocracia y su incumplimiento en la cancelación de los pedidos.  Todas estas acciones, estaban destinadas a liquidar, poco a poco, ENATEX; supuestamente, por la falta de mercados internacionales y por falta de competitividad, en un mercado interno abarrotado por mercaderías chinas de bajo costo y calidad.

Con todas esas acciones, destinadas a liquidar ENATEX; paradójicamente, un año antes de su cierre, el Ministerio de Desarrollo Productivo, impuso la compra definitiva de los activos de la empresa AMETEX, por 15 millones de dólares, en realidad, tanto el proceso largo de arrendamiento, la gestión y posterior compra de ENATEX estuvieron, desde el inicio, dirigidas a cancelar las deudas de la quebrada AMETEX con sus acreedores.

De la misma forma, que en el caso de ENATEX, la Ley 1055 de Empresas Sociales tiene similar orientación, en primer lugar, ha convertido la recuperación de fábricas, en un proceso burocrático, regido por el Código de Comercio, de manera que la constitución de la empresa social, pase por un trámite de creación de una sociedad comercial. En este proceso de constitución, ya sea por cierre, liquidación o quiebra, la formación de la empresa social, solo podrá darse si primero se garantiza la cancelación de los pasivos a los acreedores. De hecho, la Ley contempla que los acreedores puedan participar en la formación de la empresa social como socios, haciendo aparecer el total de su capital adeudado como capital de arranque de la empresa[x]. De todas formas, los obreros que decidan formar la empresa social, tendrán que garantizar el pago de las deudas a los acreedores, con algún capital de arranque. Los obreros que no cuentan con otros recursos, más que el de sus beneficios sociales, obtenidos por sus años de trabajo, tendrán que arriesgarlos, para garantizar, no solo el funcionamiento de la empresa; sino también, el pago de sus deudas.

Ya funcionando la empresa (y esto no contempla la Ley), los obreros deberán enfrentarse a los mismos problemas que la llevaron a su quiebra o cierre, lo que exigirá que, para cubrir los costos de producción y pagar las deudas, se autoexploten, de la misma forma que lo hicieron, los obreros de ENATEX, para liquidar poco a poco su deuda. Pero; en este caso, las empresas sociales creadas tendrán que enfrentar la competencia, sin renovación tecnológica, lo que ampliara la necesidad de recurrir a la sobreexplotación de sus fuerzas de trabajo.

4. CONSIDERACIONES FINALES

Tanto en el caso de ENATEX, como en la creación de la Ley de Empresas Sociales, hay una preocupación y un posicionamiento común, de parte del Gobierno del MAS. Esa preocupación es asegurar la estabilidad del capital financiero, por ello, en los dos casos, se establecen mecanismos, para asegurar el retorno de los capitales adeudados a la banca.

En este sentido, la creación de empresas sociales, al igual que la creación de ENATEX, no es un fin en sí mismo, sino más bien, un medio, para resolver los problemas de valorización del capital invertido en las empresas, valorización de la que, al mismo tiempo, se beneficia el Estado. En otras palabras, para el gobierno, tanto en el caso de ENATEX, como en el de las empresas sociales, lo que prima es el principio del Estado, como institución o grupo de instituciones, que funcionan por y para la valorización del capital[xi].

Si bien la presión obrera, por el cierre de empresas y el crecimiento del desempleo, van a empujar al gobierno del MAS a formular una respuesta, para calmar la escalada de la protesta obrera, dicha respuesta va a ser formulada, en torno a la generación de plusvalor, lo que le lleva a desplegar procesos regulatorios en favor de la acumulación de capital. Bajo este marco, la Ley de Empresas Sociales está formulada como un instrumento, para frenar la acción directa de la clase obrera sobre las empresas cerradas, y enmarcar estas acciones, dentro de ciertos procedimientos sociales que posibiliten, que el reinicio de actividades productivas de la empresa, bajo dirección obrera (empresa social), permita al mismo tiempo, la recuperación de los capitales adeudados por el patrón.

A diferencia del caso de ENATEX, la Ley de Empresas Sociales permite al gobierno no involucrarse como dirección patronal de la empresa quebrada, expoliando la fuerza de trabajo, para liquidar las deudas a los acreedores, cumpliendo el papel aparente, de una entidad garante, externa, por encima de la empresa social y de los acreedores.

En este sentido, la Ley de Empresas Sociales cumple un triple cometido; por un lado, es un instrumento destinado a garantizar la devolución de capitales valorizados a las entidades financieras, frena la lucha obrera[xii], resultado del cierre de la empresa y desliga al Estado de toda responsabilidad.


[i] COB y micro empresarios redactan el reglamento de la Ley de Empresas Sociales. Publicado en: https://www.eldia.com.bo, 26 de mayo de 2018.
[ii] Empresarios en emergencia por proyecto de ley de empresas sociales. Publicado en: http://www.cepb.org.bo.
[iii] Oposición y privados se unen para frenar Ley de Empresas Sociales. Publicado en:  https://elpais.bo, 4 de mayo de 2018.
[iv]  FUNDEMPRESA (2017) Estadísticas del Registro de Comercio de Bolivia - julio 2017. Visto en: http://www.fundempresa.org.bo, ultima vista el 10 de septiembre de 2018. FUNDEMPRESA (2018) Estadísticas del Registro de Comercio de Bolivia - julio 2018. Visto en: http://www.fundempresa.org.bo, ultima vista el 10 de septiembre de 2018.
[v] Ídem.
[vi] Ídem.
[vii] Información basada en una Entrevista realizada al dirigente Fabril Wilson Mamani y entrevistas realizadas a los dirigentes de AMETEX el año 2012.
[viii]  PREVISION AFP (2017) Memoria Anual 2016. Visto en:  http://servicios.ait.gob.bo, ultima vista el 9 de septiembre de 2018.
[ix] Información basada en entrevistas a dirigentes del sindicato AMETEX el año 2012.
[x] Las declaraciones de la Ministra Prado sobre la Ley van en este sentido: "ahí deben hacer una evaluación acompañados por un perito, eso lo que se ha establecido en la ley, no se puede dejar a los acreedores sin pago, si una empresa ha dejado un montón de deudas, primero tiene que ver cómo garantizar esas deudas y después cómo levantar la empresa. Tiene sus dificultades". Ver: Gobierno advierte a trabajadores sobre empresas "sociales": deben saldar primero sus deudas. Publicado en: http://www.opinion.com.bo, el 2 de mayo de 2018.
[xi]  Hirsch, Joachim (1978) “The State Apparatus and Social Reproduction: Elements of a Theory of the Bourgeois State”, en Holloway, John y Picciotto, sol, State and Capital. Londres: Edward Arnold Publishers.
[xii] Aillon, Tania (2018) El significado económico y político de las “empresas sociales” promovidas por el MAS. Visto en:  http://www.iese.umss.edu.bo, ultima vista el 13 de septiembre de 2018.

viernes, 10 de agosto de 2018

Una reseña al trabajo de E. P. Thompson sobre el movimiento ludita en “La formación de la clase obrera en Inglaterra”



Tania Aillon Gómez

Soy amigo de los pobres y los afligidos y enemigo del poder de los   opresores” (General LUDD, cit. Thompson, p.601).

La formación de la clase obrera en Inglaterra
Historia de la Clase Obrera en Inglaterra, puede ser considerada como una obra señera dentro de la ciencia social en general y de la ciencia social marxista en particular, por muchas razones; entre ellas, por la crítica que realiza el autor a la corriente empirista en historia y a la visión estructuralista y economicista, que predominó en la forma de entender la formación de la conciencia de la clase obrera, dentro del marxismo.

A través de sus más de 900 páginas, E.P. Thompson nos conduce, de forma magistral, por los distintos caminos que transitó la formación de la de la clase obrera en Inglaterra. Caminos que empiezan en el horizonte lejano del metodismo con sus distintas vertientes, y que siguen por la tradición de las antiguas Trade Unions o Sociedades de Socorro Mutuo, continuando por el tortuoso sendero del movimiento ludita, para luego pasar por la experiencia del ownismo. Un largo recorrido, pletórico de luchas, unas veces enmarcadas dentro de las leyes constitucionales del “ancien régime” inglés, otras veces, abocadas a la acción directa, con masivas huelgas, motines, manifestaciones, destrucción de maquinaria e incluso el asesinato de los opresores.  Una lucha de la que brota una experiencia, que, de forma, las más de las veces contradictoria, irá configurando la conciencia de la clase obrera, a partir de la identificación de sus intereses contrapuestos, no solo a los intereses de los patrones; sino también, a los de una clase media oscilante e inconsecuente.

Plantearse realizar una reseña de este trabajo de E.P. Thompson rebasa con mucho, nuestras posibilidades, no solo por su riqueza empírica, sino por las distintas aristas de reflexión a las que nos invita. Sin embargo, modestamente, queremos proponer una reseña, acerca de su análisis sobre uno de los senderos por los que transitó la formación de la clase obrera en Inglaterra, el del movimiento ludita. Por una parte, la forma en que sitúa Thompson, el surgimiento, desarrollo y contenido de este movimiento, abre un horizonte metodológico que ilustra las limitaciones de la perspectiva estructuralista y economicista, para comprender los procesos históricos, lo que nos conduce a reflexionar sobre la mirada simplista, que muchas veces, se tiene acerca del carácter y el significado del movimiento ludita;  por otra parte,  un repaso a las características de la lucha de los luditas contra  la introducción de máquinas durante la primera revolución tecnológica, por sus consecuencias funestas sobre las condiciones de vida de los trabajadores,  nos remite a un problema que aparece como de mucha actualidad, pero que en realidad,  recorre toda la historia del capitalismo( aunque ahora alcanza niveles deletéreos), el de la creciente desocupación y aumento de la sobreexplotación relativa, a medida que avanza la automatización. Una situación, que como dice Noble (2016), hace de las consecuencias contemporáneas del desarrollo tecnológico dentro del capitalismo, una tarea necesaria, para todo aquel que se dedica a los estudios del trabajo o que busca comprender la gran paradoja de nuestra era, entre el aumento sin precedentes de las posibilidades productivas de riqueza social  y el crecimiento inusitado de una sobrepoblación relativa a nivel mundial, que vive continuamente la incertidumbre de  acceder a un  empleo, en la mayoría de los casos precario, para poder reproducir su vida y la de su entorno familiar. Situación histórica que ilustra la contradicción señalada por el materialismo histórico, entre el alto desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción. 

1. EL MOVIMIENTO LUDITA COMO PARTE DE LA “CULTURA OBRERA OPACA”

Una valoración de las características del movimiento ludita, como nos dice Thompson, tropieza con serias dificultades, por la falta de acceso a fuentes fidedignas de información, de un movimiento que por el momento histórico en que surge (la aprobación en el parlamento ingles de las Combination Acts[i]) (1800-1802), debe inscribirse en la tradición clandestina de la clase obrera. Frente a la prohibición ministerial de la reunión y protesta públicas, el movimiento ludita surge como una alternativa clandestina e ilegal  para  las propias Trade Unions,  como parte  de lo que E. P. Thompson denomina “la cultura obrera  opaca”, pletórica de reuniones y adiestramientos nocturnos,  de líderes de la denominada “linterna negra”; una organización clandestina que intentaba convertir el descontento popular,  respecto a la subida de los precios y la escasez de los víveres,  en un canal revolucionario, a inicios del siglo XIX.

Esta clandestinidad pudo sostenerse en base a una nueva solidaridad obrera, una solidaridad que, como nos dice el autor, “no solo era con, sino también, contra”, en un ambiente político plagado de espías y de informantes enviados por los magistrados. Es en la resistencia a esta penetración de espías e informantes que la clase obrera opondrá una “cultura opaca”, una tradición secreta, matizada de romanticismo con leyendas de armas enterradas en paramos ocultos del amplio espacio rural inglés, de juramentos nocturnos, de transito por los espacios, con santo y señas, de legendarios lideres como el propio General Ludd[ii], del que se supone tomó su nombre el movimiento ludita. Tradición obrera, que desde la época de las Trade Unions secretas, nos dice Thompson, no estaba exenta de violencia, dirigida a esquiroles, a malos patrones y a artesanos que trabajaban por menos dinero del fijado por las Unions; a ellos se vigilaba y se les podía lanzar con ladrillos a través de la ventana o asaltarlos en la noche en algún camino o lanzar pólvora sobre sus talleres.  

Thompson ubica el ludismo como extensión de esta tradición clandestina y violenta de las viejas Unions; es decir, como parte de la lucha obrera, por el reconocimiento a su derecho a organizarse en defensa de sus propios intereses.  En este sentido, se puede decir, que el movimiento ludita, como parte de la tradición “opaca” de la clase obrera, fue eficiente, porque aportó al reconocimiento legal del sindicalismo y el derecho a huelgas, en la medida en que la persistencia de la clandestinidad y de la violencia ocasional, favoreció los argumentos, para la revocación de las leyes contra la asociación (Combination Acts). En 1825, parte de los magistrados, entre los más notables Place, sostuvieron que fueron las leyes contra la asociación las que indujeron a la población obrera a infringir y no respetar la ley. 

2. EL CONTEXTO INDUSTRIAL DEL MOVIMIENTO LUDITA

E. P. Thompson no por criticar las versiones economicistas del marxismo deja de ser materialista, al contrario, a lo largo de toda su exposición, con notoria maestría entrelaza la interpretación y la explicación de los procesos analizados, recurriendo unas veces, a la documentación historiográfica y otras a la descripción de las condiciones socioeconómicas, como dimensión explicativa.  La emergencia del movimiento ludita, desde esta perspectiva, tiene como una de sus condiciones, la situación de la industria en Inglaterra, situación que explica su base social, formada principalmente, por los tundidores de lana del sur de Lancashire o a los tejedores de punto.  Los tundidores,  trabajadores a domicilio, con una amplia tradición artesana, que con la introducción de la rebotadera mecánica[iii], para el acabado de  los paños de lana, sufrían el deterioro de su posición social y económica. Un sector de la clase obrera caracterizado por su rebeldía e independencia; con salarios relativamente altos; conciencia política y diversiones alegres, nos comentará Thompson; artesanos que  se fueron haciendo  conscientes de que su posición se tornaba más insegura,  debido a la introducción de las máquinas, por lo que se opusieron  a la rebotadera mecánica, con  diversos recursos, desde las amenazas a los comerciantes y fabricantes, que tenían la intención de maquinizar los procesos productivos, hasta los asaltos a talleres y fábricas, para destruir las tijeras de tundir.

El otro grupo de obreros, que se vio amenazado por las trasformaciones industriales, nos dice E. P. Thompson, fueron los tejedores de punto, cuando las clausulas sobre el aprendizaje, como condición necesaria, para ejercer un oficio cayeron en desuso y sus peticiones ante el parlamento, para mantener las leyes del aprendizaje, que protegían su oficio fueron rechazadas. Entonces, los patrones se lanzaron a la contratación de trabajadores no cualificados, abriendo el camino a la formación de un amplio ejercito de reserva, que provocó el deterioro de la condición laboral de los tejedores de punto, con el auge del pago a destajo (método con el que se retribuía su fuerza de trabajo por debajo de su valor).

En 1809 se abolió toda la legislación protectora de la industria lanera que abarcaba el aprendizaje, la rebotadera mecánica y el número de telares; de esta forma, estaba bloqueado el camino a cualquier reajuste constitucional que les favoreciera, tanto a los tejedores de punto, como a los tundidores, y se despejó el camino a la fábrica; situación en la que los patrones con grandes empresas, se apresuraron a introducir maquinaria para arruinar a los pequeños negocios. En estas condiciones de la industria, aparece el ludismo, para los tundidores y los tejedores de punto; Ned Ludd era el defensor de los antiguos derechos y el paladín de la constitución perdida, recalca Thompson. Lejos de cualquier “culturalismo”, para este autor, la situación de la industria en Inglaterra es una dimensión esencial en la explicación del surgimiento de la base social del movimiento ludita, de tejedores y tundidores que viven la degradación de su oficio ante el ímpetu de la revolución industrial.

3. LA ENCRUCIJADA ENTRE PATERNALISMO Y “LAISSEZ FAIRE” EN LA QUE SURGE EL MOVIMIENTO LUDITA

Para Thompson el sistema continental de Napoleón y la represalia, que supusieron las “Orders in Council”, desorganizaron los mercados de productos textiles británicos hasta estancar a esta industria, al mismo tiempo, las malas cosechas aumentaron el precio de los productos agrícolas y provisiones a niveles de hambre, pero esta situación no sirve como explicación del surgimiento del ludismo, solo nos explica la coyuntura en la que surge, pero no su naturaleza. La explicación de la naturaleza del ludismo, para este autor, pasa por situarlo en la encrucijada del paternalismo y el “laissez faire”, que fue parte del proceso de consolidación del capitalismo industrial. En la coyuntura histórica en que surge el ludismo, los obreros estaban atrapados entre dos fuegos, el de los magistrados del antiguo régimen, que podían simpatizar con el famélico tejedor de medias, que se presentaba de forma plañidera y pasiva, pero no tenía ninguna simpatía por los comités secretos, las manifestaciones en las calles, las huelgas y la destrucción de la propiedad. Del otro lado, los obreros se enfrentaban a los patrones que diariamente contaban con los refuerzos del” laissez faire” (por una parte, se les oponían los valores del orden y por otra, la libertad económica), proceso dentro del cual, los oficiales y artesanos se vieron desposeídos de los derechos constitucionales; convicción bien arraigada entre ellos.  Ned Ludd será; entonces, el “reparador” o el “gran verdugo”, que defendía con el voto unánime el oficio, unos derechos afianzados de forma demasiado honda por la “tradición de la ley”, precisa Thompson.

En este sentido, otra arista de reflexión propuesta por Thompson, es la de considerar al movimiento ludita como un proceso de transición, de conflicto, que por una lado, miraba hacia atrás, hacia la tradición y las antiguas costumbres, hacia el paternalismo que ya jamás podría revivir , pero por otro lado, intentaba resucitar antiguos derechos, para establecer nuevos precedentes, una fase de transición en el momento en que las aguas del sindicalismo , llenas de confianza en sí mismas y contenidas por las “Combination Acts”, pugnaban por abrirse camino y convertirse en una presencia manifiesta y abierta. . Como se aprecia por las demandas que el movimiento ludita  incorporó en su lucha: un salario mínimo legal, el control de la “explotación” de mujeres y jóvenes, el arbitraje, el compromiso (por parte de los patrones) de encontrar trabajo para los trabajadores cualificados, que hubieran perdido su trabajo debido a la introducción de máquinas,  la prohibición de productos de ínfima calidad y el derecho a la organización legal de las Trade Unions, era un movimiento que  miraban hacia adelante,  pero también hacia atrás;   contenía una imagen definida, no tanto del retorno a la comunidad paternalista, cuanto más bien, hacia una más democrática, en la que el crecimiento  industrial estuviera regulado de acuerdo a prioridades éticas y la búsqueda del beneficio se subordinara a las necesidades humanas. Por esto, Thompson define a los luditas como algunos de los últimos miembros de los gremios, y al mismo tiempo, algunos de los primeros en provocar el movimiento a favor de las 10 horas de jornada laboral.  En ambas direcciones existe una economía política y una moral alternativas al “laissez faire”, una economía política alternativa frente a uno de los dogmas más degradantes que habían existido en Inglaterra, el de la competencia más irresponsable y descontrolada, bajo la cual, generaciones de trabajadores a domicilio perecieron. No es casual, entonces, hace notar Thompson, que Marx viera en la aprobación en 1847 de la ley de las 10 horas de jornada laboral, una prueba de que; por primera vez, en pleno día, la economía política de la clase media hubiera caído frente a la economía política de la clase obrera.

Pero más allá de la dimensión económica de la lucha, el movimiento ludita para Thompson aparece, también, como la resistencia a un cambio cultural profundo en las formas de vida de la clase trabajadora, a la ruptura de sus costumbres y tradiciones expresadas en su vida cotidiana. En este mundo que tocaba a su fin con el advenimiento agresivo de la industria capitalista, el trabajador estaba orgulloso de su oficio, no solo porque este aumentara su valor en el mercado de trabajo, sino porque era un artesano, por lo que cualquier práctica que fuera manifiestamente destructiva del “oficio”, era digna de censura. Estos ideales, que brotaban de sus formas de vida y de trabajo, tenían una realidad poderosa, remarca Thompson, la idea de lo que debía ser, a la que apelaban los artesanos, oficiales y pequeños patrones, que resistían el vendaval de la nueva doctrina del libre mercado, que significaba también, la disolución de sus manifestaciones culturales como la fiesta de San Crispín de los zapateros, el jubileo de las cofradías de Preston o la fiesta del obispo Blaise de los cardadores de lana.

4. EL MOVIMIENTO LUDITA, ALGO DISTINTO A UN SINDICALISMO PRIMITIVO.

El trabajo de Thompson rompe con la visión estereotipada, que califica al movimiento ludita como un sindicalismo primitivo, a lo largo de su trabajo sobre este movimiento, Thompson va mostrando todo lo contrario. El carácter del ludismo no era el de una protesta ciega o el de un motín por alimentos, como los que tuvieron lugar en Inglaterra. Ni tampoco sirve describir al ludismo como un sindicalismo primitivo; mas bien, se ve que los hombres que organizaron, protegieron o disimularon el ludismo, estaban lejos de ser primitivos, ellos eran perspicaces y alegres, remarca Thompson; junto a los artesanos de Londres, algunos se encontraban entre los más organizados de las clases trabajadoras. Unos pocos de ellos habían leído a A. Smith, unos cuantos más se habían puesto a estudiar las normas de funcionamiento de las Trade Unions de acuerdo a la información analizada por el autor, los tundidores y los calceteros, considerados la base social del movimiento ludita, fueron capaces de dirigir una organización compleja, encargarse de sus finanzas y de su correspondencia; todos ellos tuvieron tratos, a través de sus representantes, con los parlamentos. Thompson precisa el perfil de un posible ludita; Heson: autodidacta, bien informado sobre leyes relativas a la industria y al sindicalismo, escribía para la prensa radical y social, al que no solo se consideraba ludita, sino; posiblemente, se le atribuía ser el mismo General Ludd, esto era muy posible, porque conocía la mayor parte de la historia ludita.

Al margen de los rasgos  ilustrados de algunos luditas, la valoración de Thompson  sobre el carácter y contenido político del movimiento ludita, lo muestra como una manifestación de la cultura obrera de mayor independencia y complejidad, que cualquiera de las conocidas en el siglo XVII, que se desarrolló a partir de la cultura de las Trade Unions, de las sociedades de socorro mutuo, de la ceremonia secreta y el juramento, las peticiones cuasi legales en el  parlamento, las reuniones  de los artesanos en sus locales de encuentro; movimiento que se entretejió con el conjunto de la sociedad subalterna en Inglaterra,  que gozaba del respaldo de gran parte de la opinión pública, en la medida que sus asaltos y ataques iban dirigidos a los grandes empresarios y al sistema de fábricas, que en los sectores populares despertaban una profunda hostilidad. Esta simpatía se extendía a cientos de patrones de pequeños talleres que fueron arruinados por la competencia, quienes estaban de acuerdo con la defensa de una forma de organización del trabajo, de su independencia y su moralidad. No se trataba; entonces, de un movimiento aislado y aventurero, sino de un movimiento integrado en la defensa de las tradiciones de una forma de vida, que se veía amenazada por las imposiciones del “laissez faire”. 

En este contexto, en determinado momento, el movimiento ludita alcanzó perfiles insurreccionales. Los propios asaltos a telares mecánicos dieron lugar a preparativos insurreccionales más serios, Thompson ilustra que uno de los confidentes del gobierno más informados,  señalaba que a mediados de julio de 1812, en el asalto a un telar en Lancashire, grupos de más de 200 luditas entraron en las casas noche tras noche y se apoderaron de armas; los insurrectos iban armados con pistolas, cohetes y bengalas, y que por su forma de accionar revelaban un grado extraordinario de coordinación y organización. Grupos políticos de painitas y demócratas veían en el movimiento ludita una oportunidad revolucionaria más general , por lo  que cualquier explicación  que lo reduzca a un hecho laboral concreto o que desprecie su trasfondo insurreccional, diciendo que se trataba de unos pocos exaltados no es satisfactoria; incluso en los distritos donde el  ludismo se ajustó en relación a la consecución en los objetivos de tipo laboral, la conexión entre la destrucción de telares y la sedición política se daba por supuesta en todas partes, en la medida en que no solo los tejedores de punto o los tundidores , sino también, en general, las clases bajas eran  cómplices de los luditas, en su lucha contra los calceteros negociantes, el  ejército y los magistrados, por lo que gentes de oficio de todo tipo se sumaban a las movilizaciones promovidas por ellos. 

Sin embargo, la gran limitación del movimiento ludita, como precisa Thompson, es que nunca alcanzó un accionar articulado y coherente a nivel nacional, ellos en su experiencia no reconocían reunión nacional alguna en la que pudiesen confiar, ni política nacional de ningún tipo, con la que se pudieran identificar; por lo tanto, el movimiento ludita; sobre todo, fue fuerte en las comunidades locales y más coherente cuando realizaba acciones dirigidas a la industria. Las causas de su derrota están atribuidas por el autor, a la revocación de las “Orders Council”, la rápida mejora del comercio y la presión de las autoridades, mediante la penetración de espías, de tropas militares y las ejecuciones de luditas responsables de asaltos de talleres y fábricas. 

Thompson muestra; sin embargo, que los luditas no desaparecieron con la caída de su movimiento, más bien, ellos continuaron con la agitación por otros métodos, una agitación por la reforma parlamentaria, la que se hizo más fuerte, justamente, en los distritos de Inglaterra, donde el ludismo fue derrotado. Sus miembros se  convirtieron en los líderes más importantes de los Clubes Hamp, asociaciones ligadas a la tradición de la revolución francesa, donde los asistentes discutían e intercambiaban informaciones sobre asuntos políticos: estas asociaciones de ciudadanos son y fueron llamadas clubes políticos, sociedades populares, sociedades patrióticas o clubes jacobinos; los miembros de estas asociaciones, entre otras cosas, debatían sobre cuestiones político-sociales, comentaban las noticias de actualidad  y analizaban los proyectos de ley que se consideraban en las asambleas legislativas.

COMENTARIOS FINALES

Thompson con su historia sobre el movimiento ludita en Inglaterra; nos invita a romper con  una mirada simplista y unilateral sobre el mismo, así  nos da una ilustración magistral del uso del método marxista,  para estudiar los procesos sociales, en la medida en que encuentra el verdadero significado histórico del movimiento ludita ubicándolo como parte de una totalidad histórica más basta(las trasformaciones económicas, políticas  y culturales de la revolución industrial), de la que formó parte;  pero también,  como el momento de un proceso histórico más largo, de maduración de la conciencia de la clase obrera, resultado de la experiencia, tanto con métodos violentos y de acción directa, como con  métodos parlamentarios de lucha por reformas legales. Demostrándonos que la realidad no es un recorte de periodos definidos, sino que está formada de procesos en los que se producen modificaciones cuantitativas y cualitativas de las condiciones de vida, donde lo nuevo y lo viejo se entrelaza de manera dialéctica.

Desde una perspectiva metodológica, el trabajo de Thompson es; también, la ilustración de cómo en el estudio de lo social, las dimensiones explicativas (el contexto industrial y las leyes contra la organización de los trabajadores), se combinan con la dimensión comprensiva de lo social, al buscar la naturaleza del movimiento ludita, en el significado que, para estos hombres y mujeres, desde su experiencia, tuvo la ruptura de sus tradiciones de vida desmontadas por el “laissez faire.  Sentido moral del trabajo que solo se fue transformando, para ellos, en la práctica de la lucha y de la experiencia de la explotación. Se trata de la ruptura con la explicación “economicista” que atribuye el ludismo al simple juego de causa y efecto de las “orders in council”, pero; además, con otras perspectivas epistemológicas, como el neo institucionalismo que explica la realidad social, a partir de la producción y aplicación de normas y/o con el posestructuralismo que pone en entredicho, a los sujetos como hacedores de su historia. En Thompson la norma son objetivaciones de relaciones sociales, de formas de vida, y a medida que las relaciones sociales van cambiando, se produce la lucha por el cambio de las normas (la burguesía emergente) o por la persistencia de las antiguas normas, como en el caso de los artesanos en Inglaterra, que defendían las viejas normas del trabajo para preservar sus condiciones de vida. Es decir, que la lucha por las normas aparece como la lucha por el sentido colectivo de sus propias prácticas; en este caso, como la defensa de las viejas relaciones de dominación paternalista desde las que habían construido una forma de vida y de comunidad, una moral de trabajo, que se iba disolviendo a favor del “laissez faire”. 



[i] Se promulgaron en 1799 y 1800 ante el auge que el movimiento obrero estaba tomando y declaraban ilegales las Trade Unions, es decir, las organizaciones obreras o sindicatos. En realidad, estas organizaciones ya eran ilegales, pero estas leyes simplificaban el procedimiento legal para su persecución y facilitaban su denuncia a los empresarios; además, posibilitaban la represión mediante fuerzas públicas, incluido el ejército. La legislación inglesa seguía el ejemplo de la francesa, que en 1791 había implantado una similar: la ley Le Chapelier. Durante los años en que estuvieron vigentes permitieron la persecución sindical, especialmente de los líderes obreros y propiciaron que los movimientos contra el maquinismo, como el ludismo, se movieran en la clandestinidad. Sin embargo, tampoco se pudieron aplicar con toda su crudeza por la vastedad que en poco tiempo el movimiento obrero estaba tomando, se calcula que las detenciones con estas leyes no llegaron a los dos centenares.

[ii] Se da el nombre de Ned Ludd a un trabajador británico del condado de Leicestershire, cuya vida se sitúa en torno al siglo XVIII o XIX, de existencia legendaria y dudosa; pudo ser un pseudónimo para protegerse de posibles represalias.

[iii] Un aparato compuesto por dos tijeras o más, acopladas a un bastidor, que se podían pasar por la superficie del paño, con una simplicidad que permitía prescindir de los artesanos cualificados para esta tarea.