Tania
Aillon Gómez
Fotografía: http://fundacionperiodismo.org, 22/07/2018. |
1. LA “SOBRE CALIFICACIÓN” COMO UN NO
RECONOCIMIENTO AL VALOR DE USO DE LA FUERZA DE TRABAJO CALIFICADA.
Con la existencia de un amplio ejercito industrial de reserva en
el capitalismo contemporáneo, que hace más cierta, la vivencia de un paro prolongado, se abre la
posibilidad de que, sin que se cualifiquen las habilidades y capacidades de
un trabajador, es decir, se
desconozca su jerarquía profesional en la escala de puestos de trabajo y el nivel salarial correspondiente a su grado de formación, los patrones echen mano de
las calificaciones y habilidades de este trabajador como valor de uso, sin reconocer su valor de
cambio. Para esto, como sucede en los mercados internos de las empresas chinas
en Bolivia, se contrata, por ejemplo, un maestro constructor, con todas las
capacidades y habilidades que ello implica, como peón, valiéndose de la
existencia de una amplia oferta de fuerza de trabajo[iii].
Fotografía: https://www.paginasiete.bo, 25/06/2015. |
En
estas circunstancias, la no
cualificación(reconocimiento en el mercado
del valor de cambio de la fuerza
de trabajo) de las habilidades y
capacidades del maestro constructor, no supone; necesariamente, un desperdicio
del valor social producido; sino más bien, una apropiación, por parte de los
patrones de una parte del valor correspondiente a la retribución salarial de la
categoría ocupacional correspondiente a trabajador cualificado(maestro albañil,
en este caso); una apropiación; de esa parte del trabajo, que en
lugar de traducirse en salario, se trastoca, por un artilugio patronal en plus
trabajo. Una apropiación, que significa sobreexplotación
de fuerza de trabajo, porque se está pagando un salario
por debajo del valor medio recocido a la fuerza de trabajo de un maestro
albañil, en el caso que ilustramos.
2. LA
“SOBRECALIFICACIÓN” COMO DESPERDICIO DEL VALOR SOCIAL PRODUCIDO.
Cuando los trabajadores, como en el caso
anterior, son contratados en un cargo que está por debajo de su nivel de
formación(valor de cambio),pero que además, realizan tareas(valor de uso) correspondientes
a un nivel más bajo a su calificacion, estamos frente a una “sobre calificación”, que al no ser cualificada en el
mercado(considerada para su jerarquización y atribución de la remuneración
salarial que le corresponde ) provoca; de forma permanente, una pérdida del
valor producido por la sociedad; valor incorporado o invertido socialmente en
la formación de una determinada fuerza de trabajo, por lo que esta inversión se
convierte en superflua en términos de Marx, superflua para el capital. Se trata de un fenómeno más o menos
generalizado en el capitalismo contemporáneo.
En Europa, más específicamente, en países como
Francia, las investigaciones
realizadas en los mercados de trabajo, encontraron la sobre calificación (déclassement),
entre diplomados de la enseñanza superior; Guironnet[vi]
observa; en este sentido, una incongruencia entre diploma y remuneración, que
el autor identifica como un “déclassement” (sobre calificación) estructural, para los diplomas de enseñanza
superior, el mismo que fue en aumento, de 2.6 en 1982 a 10% en 2002. Otros
estudios más recientes[vii],
hacen evidente que tres años después del fin de sus estudios, del 20 al 28% de
los jóvenes en 2010, en Francia, ocupaban un puesto de trabajo que puede ser
asimilado a una situación de “déclassement”
o “sobre calificación”.
La sobre calificación, como
desperdicio del valor social producido no solo la encontramos entre los diplomas
superiores, sino; además, en niveles más modestos de trabajadores. Estudios
como el de Pascal, Lazuech y Troger[viii],
en un oficio, entre las mucamas de hoteles de lujo en Francia, hace evidente
que la sobre calificación puede estar
inducida por las nuevas tecnologías de
racionalización del trabajo (homogenización, formalización de los oficios), que
vuelven secundarias ciertas competencias profesionales, que constituyen la
parte “noble” de un oficio (el trato
sofisticado y atento con una clientela de elite), convirtiendo a estas mucamas,
de más en más, en simples técnicas de limpieza, sin autonomía, ni márgenes de
maniobra. La aparición de esta “sobre calificación” relativa, abre la
posibilidad, para que los patrones introduzcan en este mercado de trabajo, a
jóvenes que, sin tener las competencias profesionales de las antiguas mucamas,
se ajusten a los procesos de homogenización y formalización del oficio y cobren
salarios, comparativamente más bajos.
Estudios de la CEPAL[ix]
en América Latina, señalan que al mismo tiempo que se produce un aumento del
nivel educativo de los jóvenes que entran al mercado de trabajo; un número creciente
de ellos, no encuentran un empleo acorde con su formación. La sobre
calificación, como desperdicio del valor social producido lo encontramos en países
como Bolivia, principalmente, en los mercados internos de trabajo de las
empresas públicas. Profesionales
con nivel de licenciatura, que en empresas municipales trabajan como obreros u obreras, por recortes
presupuestarios o porque no se puede proceder a su retiro en el marco de la Ley
General del Trabajo. En los espacios administrativos del Estado, se
encuentran de licenciadas en
Ciencias Jurídicas, contratadas como “consultoras” bajo la modalidad de “venta
de Servicios”, encargadas de trabajos auxiliares, de acuerdo a requerimientos inmediatos,
que están muy por debajo de las competencias adquiridas durante una formación
universitaria de 5 años. Es el mimo caso
de licenciados en Sociología,
Agronomía, Derecho, contratados como encuestadores por el Instituto nacional de
Estadística (INE)
CONSIDERACIONES FINALES
Puede
decirse que la sobre calificación es un síntoma, que, con sus especificidades, muestra
la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas, la fuerza de
trabajo calificada (en este caso) y las relaciones sociales de producción
capitalistas. Una contradicción que, en el plano fenomenológico, aparece como frustración
de una masa de trabajadores calificados, que no encuentran su correlato en el
mercado de trabajo, por lo que deben contentarse con puestos de trabajo por debajo
de su nivel de formación y de sus expectativas afianzadas en una inversión en
educación (tiempo, dinero, energía) que no es retribuida ni económica ni
socialmente en los mercados de trabajo. Aquí la realización del sus posibilidades
laborales, queda solo como
potencialidad, coartada por la lógica del mercado de trabajo, que tenderá
a valorizar, como nos recuerda Naville[x], solo una parte de las capacidades adquiridas en los
procesos formativos, habida cuenta que la cualificación no es el resultado de una consideración
técnica(capacidades y habilidades concretas para el desempeño en un puesto de
trabajo); sino más bien, de los
requerimientos específicos en los mercados de trabajo en un momento dado.
Esta
forma en que se produce la cualificación en los mercados de trabajo, abre la
posibilidad al derroche, más o menos continuo, del valor social invertido en la
formación de fuerza de trabajo(destrucción
de fuerzas productivas), en la medida en
que la producción de fuerza de trabajo calificada supone un costo social que no
es valorizado en los mercados de trabajo, con las connotaciones sociales e
individuales que eso implica, en una sociedad que debe ajustar el uso de la
fuerza de trabajo a los requerimientos de la competencia capitalista, regida
por el tiempo de trabajo socialmente
necesario, para producir los bienes y servicios.
Todo
esto constata las limitadas posibilidades de realización de nuestras
capacidades y posibilidades como trabajadores, en el mundo capitalista, al
mismo tiempo que nos cuestiona, sobre el alcance de esa búsqueda interminable
de la relación necesaria y directa entre formación y empleo[xi], en la que
se empeñan las políticas educativas, para disminuir el desempleo. Mas bien,
se trata de la constatación, de que, aunque parezca paradójico, la separación entre la formación y
el empleo, abre la posibilidad, a que
los empleadores encuentren en los mercados de trabajo, en todo momento, a los
trabajadores que mejor se ajusten a sus requerimientos[xii],
en un espacio social en el que la fuerza de trabajo, como
capacidad laboral, circula como mercancía.
[i] Marx,
Karl (1986) El capital, Tomo I. México: Siglo XXI.
[ii] Di Paula, V. y Moulliet, S. (2009) Femmes
et fonction publique: un risque calculée de de déclassement, travail et emploi
n 120 nov-dic.
[iii] Castro, Luis. F. (2018) Sobreexplotación al estilo chino y su impacto sobre el trabajo en el sector de la construcción. Visto en: https://llankaymantabolivia.blogspot.com/p/inicio.html,
última visita el 30 de octubre de 2018.
[iv] Naville, Pierre (1979) Qu’estce-que
la qualification du travail? En L’année sociologique, No 30, pp.497-503.
[v] García, Jorge (2006) El trabajo como relación social: Una
problematización del modo de construcción del objeto, a partir de la sociología
del salariado de Pierre Naville (Mimeo).
[vi] GUIRONNET, J. P. (2006), La
sureducation en France : vers une dévalorisation des diplômes du supérieur?, en
Economie Appliquée, Tome IX, n° 1, pp. 93-120.
[vii] Moncel, Nathali (2012) Quelle
qualité d’emploi pour les jeunes diplomés du superieur, formation emploi. Visto
en: http//formation emploi.revues.org/3538, última visita el 30 de octubre de
2018.
[viii] Pascal, Guilbert; Lazuech, Gilles y
Troger, Vincent (2013) Les femmes de Chambre de l’hotelerie de luxe ou le
declassemnt d’une elite invisible”, en Reveu Fomation et Emploi, julio
–septiembre, pp. 27-44.
[ix] CEPAL (2006)
Los jóvenes y el empleo en América Latina: desafíos y perspectivas ante el
nuevo escenario laboral. Bogota: CEPAL y Ediciones Mayol.
[x] Naville, Pierre (1979) Qu’estce-que
la qualification du travail? En L’année sociologique, No 30, pp.497-503.
[xi] Tanguy, Lucie (2008) La recherche
de liens entre formation et l’emploi: Une institution e sa revue-Un point de
vue, en Revita formation emploi, No101, pp.22-39.
[xii] García,
Jorge (2006) El trabajo como relación
social: Una problematización del modo de construcción del objeto, a partir de
la sociología del salariado de Pierre Naville (Mimeo).
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