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lunes, 20 de junio de 2022

Reseña y comentario crítico del libro: “Albañiles” de Carlos Macusaya

  Edgar Samuel Peredo Cuentas


El año 2021 el escritor alteño nos ha presentado su libro: “Albañiles, constructores de la ciudad” (2020). Se trata de un ensayo descriptivo (111 paginas) compuesto por 10 acápites, en los cuales el autor reflexiona sobre los cambios que esta última década de “crecimiento económico” ha traído sobre el mundo del trabajo de los albañiles indígenas en el Alto y La Paz, Bolivia.


Podría cuestionarse la necesidad de escribir un comentario crítico de éste libro, si sólo se considera su reducida referencia empírica. Sin embargo, dicho cuestionamiento desaparece si consideramos la casi nula atención que las ciencias sociales han dado a este sector. De hecho, una breve revisión bibliográfica, encontró que el trabajo más importante sobre esta temática en nuestro país, se produjo hace más de 17 años (Se trata del trabajo de Rivera publicado el 2003 y el 2005[i]). Existen algunos estudios tipo diagnóstico, de carácter estadístico[ii] y artículos interesantes[iii]; sin embargo, éstos no cuentan con continuidad o conexón entre sí, de modo que nos parece correcto decir que los estudios sociales dedicados a esta temática son bastante incipientes.   

En este marco, resalta la importancia de la publicación del libro de Macusaya, quien a partir de éste trabajo lanza planteamientos e hipótesis generales que conectan éstas producciones y permiten problematizar y reflexionar los cambios producidos en el mundo del trabajo de los albañiles, en la era del MAS.

 El presente artículo tiene por objetivo presentar al lector una breve reseña del libro y realizar valoraciones criticas respecto de los planteamientos desde los cuales Macusaya propone leer el mundo de los “constructores de la ciudad”.

1. RESEÑA DEL LIBRO: PROBLEMÁTICA, MARCO TEÓRICO Y METODOLÓGICO.

La problemática general del libro es la reconfiguración de la composición social del país, producto de la política pública y la dinámica social y política de los últimos 10 años. Macusaya se plantea reflexionar “los cambios y procesos que redefinen las diferencias de clase y estratificación” en los llamados “sectores populares” o “indígenas”; en particular, el de “los trabajadores de la construcción”.

Para este estudio, el autor parte señalando el papel de la división social del trabajo en la configuración de las clases en la sociedad boliviana. De acuerdo a Macusaya (2020), la división elemental del trabajo intelectual y manual en este país esta racializada, es decir, que, a través de la categoria indio o indigena, que representa un origen etnico y rural, piel morena, baja escolaridad y un tipo de vestimenta humilde, se biologiza una condición histórica de subordinación, frente a poblaciones de carácter citadino y blancoide, que ocupan un lugar en la dirección del proceso productivo. Si bien pueden encontrarse matices y gradaciones que relativizan esta division, las diferencias sociales entre segmentos de la población, precisa Macusaya, fueron asumidos como diferencias entre razas (pp. 23)[iv].

Desde esta perspectiva, según los planteamientos del autor, un estudio sobre la “redefinición de clases y estratos” en Bolivia, debe concentrar su mirada en las modificaciones y/o procesos de diferenciación social que ocurren en el centro mismo del trabajo. Esta es la intención de su ensayo: “caracterizar el trabajo de los albañiles” y encontrar en ello, cambios en los sentidos, significaciones e identidades, que muestren signos de que esta división social del trabajo racializada ha cambiado, durante el periodo del MAS.

Para lograr esta caracterización, Macusaya se propone hacer un zoom sobre la labor de los “constructores de la ciudad” (los albañiles), y para ello recurre a la Sociología del Trabajo. El autor se concentra en escudriñar, a partir del análisis del proceso de trabajo, aspectos simbólicos que den indicios de cambios en su condición social (movilidad ascendente o descendente), su pertenencia identitaria (aymara rural o urbano) y los sentidos producidos en el trabajo (de resistencia, de adaptación, etc), en el periodo del MAS.

Metodológicamente, Macusaya recurre a un estudio de caso, aplicando técnicas cualitativas, a través de un diario de campo (etnografía de un ayudante), 5 entrevistas cualitativas (2 contratistas, 2 maestros y 1 ayudante), para relevar sentidos, significados y producción de identidades. Asimismo, despliega técnicas cuantitativas: 15 encuestas (a maestros, contratistas y ayudantes), para verificar características comunes de los sujetos estudiados. A lo largo de su reflexión, dicha información va siendo triangulada con los resultados de estudios similares (como los de Rivero[v] y Balboa[vi]). Se trata, como el propio Macusaya lo reconoce, de un estudio exploratorio y descriptivo. La ausencia de estudios de ciencias sociales en Bolivia, relativos a este rubro, impone este carácter al trabajo.

2. RESULTADOS Y APORTES. 

El aporte de este estudio, reside en el esfuerzo por ver las continuidades y rupturas del mundo del trabajo del albañil, teniendo como referencia los aportes de trabajo antropológico de Rivero (2003) y Balboa (2012) sobre el mundo de trabajo de los albañiles.

En este sentido, el autor nos ofrece una interesante descripción etnográfica del mundo del trabajo del albañil. Actualiza la caracterización ya presentada por Rivero (2003) sobre el trabajo en la construcción. Resalta la permanencia del sistema tradicional y el carácter manual de un oficio aprendido empíricamente (generalmente, por medio de un pariente); asimismo, nos expone las características de las herramientas e insumos que emplea el maestro albañil (todas de mano) y la complejidad que asume este trabajo (cantidad de albañiles, contratistas/subcontratistas y la presencia de “ingenieros y arquitectos”, etc.) según las fases (obra gruesa y obra fina) y el tipo de obra (pequeña, mediana o grande).

Por otro lado, respecto los aspectos organizativos y la configuración de relaciones sociales en el trabajo. Macusaya identifica dos aspectos organizativos diferenciables: uno basado en el conocimiento y otro basado en el capital; aspectos que, si bien el autor los presenta en una sola estructura organizacional (ayudante-contramaestro-maestro-contratista), se diferencian, finalmente, en la punta de la pirámide (entre maestro y contratista), en base a capital y herramientas acumuladas.

Un tercer aspecto organizativo, que Macusaya lo presenta más bien como un “complemento” de la dominación dentro de esta estructura de la construcción, es la forma de inserción de la obrera albañil mujer. La baja cualificación y la necesidad de complementar sus ingresos, la empujan a introducirse como ayudante en este rubro. Ratificando lo ya visto por Rivero (2003) y Balboa (2012), en un contexto de alta violencia simbólica irradiada por los varones albañiles, la mujer india ve que su posición se estanca en los rangos más bajos (laboral y económicamente) de esta organización. Se trata de una inserción caracterizada –según Macusaya- por luchas y resistencias de la obrera india, que busca hacerse un espacio en este rubro.

Asimismo, describe las tensiones que esta organización jerarquica desarrolla en su interior. De esta manera, nos expone cómo la presión por concluir una obra se descarga según la cadena jerárquica, con más fuerza sobre el ayudante. La forma en que la eventualidad del trabajo presiona a que los obreros albañiles compitan entre ellos, para “quedar bien” con el contratista o el ingeniero, que controlan el empleo. Si bien la característica de este trabajo no permite desarrollar formas tradicionales de resistencia como un sindicato, el autor identifica otras formas; como maltratar las herramientas, el robo y la configuración de espacios de confraternización donde desaparecen las jerarquías (pijcheo, partido de futbito). El estudio de Macusaya demuestra la vigencia de la precariedad organizativa y la condición vulnerable de los/los albañiles, descrita también por Rivero (2003) y Rodriguez (2010)[vii].

Sobre la base de esta descripción, Macusaya nos ofrece un análisis comprensivo del mundo simbólico en el trabajo y la identidad de los albañiles. El autor encuentra un proceso contradictorio: por un lado, identifica que los albañiles leen signos (señales) de jerarquias sociales a través de la vestimenta (“la pinta”), el color de piel, los gestos y la forma de hablar, posiciones sociales; por ejemplo, ser ingeniero o arquitecto se vincula a rasgos más blancoides, de manos y ropa “limpias”, mientras el albañil es persivido a partir de su tez morena y con “manos de trabajador” (pp. 67)[viii]. Asimismo, a nivel nacional, el autor encuentra que los albañiles tienden a identificarse, más por motivos étnicos que ideológicos, con la figura de Evo Morales; sobre todo cuando sale a flote la oposición con los q´aras. Desde este ángulo, se ratifica la permanencia de estos (y otros) signos racializados en el trabajo y la identificación indígena en este pequeño estudio de caso de Macusaya.

Pero, por otro lado, el autor resalta una actitud de indiferencia de parte de los albañiles respecto de su identidad indígena aymara. Si bien los albañiles continúan vinculados a sus comunidades de origen, asisten a fiestas patronales y ejercen prácticas y tradiciones como el pijcheo, la k´oa y las ofrendas en la construcción, Macusaya señala que para los albañiles sería irrelevante su identificación con ello. Estos resultados contradictorios son reflexionados haciendo referencia a la extensión y preponderancia de las relaciones mercantiles, que desvalorizan estas prácticas tradicionales y jerarquizan el valor del “trabajo de calidad” y los ingresos económicos (incremento del salario del albañil). De acuerdo al autor, esta desvalorización se explica porque la identidad de “indio” o “indígena” (que representa a “los de abajo”) ha dejado de corresponder a la situación social y económica de estos albañiles, que han visto mejorar sus ingresos y; más de uno, ha podido incursionar como contratista (pp. 86)[ix].

Apoyado en datos estadísticos del crecimiento económico de la construcción y en la percepción de los contratistas albañiles de su estudio de caso, Macusaya plantea que el incremento de albañiles que se convirtieron en contratistas, el incremento de sus ingresos (“jornal”) y el ingreso de la mujer a la construcción, son indicadores de movilidad ascendente y de estratificación social de este sector, producto de un proceso de acumulación originaria (pp. 87). A decir del autor, esta movilidad responde a un proceso más amplio, que alcanza a varios sectores populares, que se han convertido en una “nueva clase media” o pregurguesía “de cara india”. En este marco, concluye Macusaya: “la identificación entre pobreza e indígenas (racialización de las clases), es más una costumbre que el resultado del análisis de las condiciones actuales” (pp. 28)[x].

3. COMENTARIO CRÍTICO DEL LIBRO

Inicialmente, nos llama la atención que Macusaya omita las referencias a los grandes clásicos de las ciencias sociales, que originaron las tesis de la articulación entre división social del trabajo y la colonialidad en Latinoamérica (Mariategui, 1969; Zavaleta, 1985; Quijano, 2000; por mencionar algunos nombres)[xi] y a los debates actuales que las ciencias sociales en Bolivia tienen en torno a este tema (Rivera, 2003; Patzi, 2004; Rodriguez, 2010; Soruco, 2012; Orellana, 2016, 2020; entre otros)[xii]. En todo caso, nuestra lectura ubica el trabajo de Macusaya dentro de esta línea de debate.


Desde esta tesis, el autor plantea que la población indígena en Bolivia se ubica en oficios manuales y en posición subordinada frente a la dirección que tienen las poblaciones urbano blancoides. La albañilería sería un claro ejemplo de esto. Desde esta perspectiva, Macusaya presenta una población albañil que, al compartir un mismo origen étnico, guarda también una misma naturaleza social; pertenecen a una especie de agregación homogénea, con diferencias de grado, al estilo de un gremio u oficio. En este marco, el reciente “boom” de la construcción, según Macusaya, habría traído procesos de acumulación originaria (pp. 86) al interior de este sector; dando paso al surgimiento de un empresariado albañil, a la mejora de ingresos económicos de los albañiles asalariados (“mejora en la situación de clase”, pp. 87)[xiii] y al ingreso ascendente de mujeres indígenas obreras.

Según este autor, no es sólo una mejoría económica, se trata de una mejora general. El trabajo del albañil se volvió una opción “bastante atractiva” (pp.9), para amplios sectores sociales (rurales y urbanos), la propia percepción social de “albañil” como “hombre pobre” (pp. 10) e “indigena” se habría ido desvaneciendo de la mano de este asenso  que el “boom” de la construcción trajo para los “trabajadores de la construcción”. 

Lo curioso del trabajo de Macusaya, es que; paralelamente a esa “mejora general”, nos describe también, la continuidad de condiciones precarias del trabajo de los albañiles, la extensión de relaciones de explotación hacia mujeres indígenas y la permanencia de jerarquías raciales (trastocadas, pero vigentes) en el trabajo.

En este marco, nos preguntamos: ¿Cómo podemos entender que ésta “mejoría general” de los albañiles esté ligado también a la continuidad y extensión de la explotación y precariedad en su trabajo? 

Desde nuestra consideración, esta imagen contradictoria que nos ofrece el trabajo de Macusaya, resulta de una comprensión muy general de la división social del trabajo, que deriva en imprecisiones conceptuales. Esta imprecisión da paso a un razonamiento más bien axiomático antes que a uno lógico, en consecuencia, se deriva en errores metodológicos, como veremos a continuación.

3.1. UNA VISIÓN MUY GENERAL DE LA DIVISIÓN SOCIAL DEL TRABAJO. -

La visión de la división social del trabajo racializada de Macusaya se plasma en la categoría de “trabajadores de la construcción”. Esta categoría se refiere a la población indígena albañil, que se inserta, de manera general, en condición subordinada en el proceso productivo de la construcción.

El problema surge, cuando Macusaya pretende descender a la descripción concreta de un proceso productivo en la construcción, manteniendo esta categoría general de “trabajadores de la construcción”. De repente, el autor se topa con que la población albañil está distribuida bajo “dos estructuras organizativas”; por un lado, una estructura jerárquica basada en el conocimiento del artesano albañil; por otro lado, una jerarquía entre asalariados y contratistas (léase patrón), basada en la posesión de las condiciones de trabajo. Llegado a este punto, la categoría de “trabajadores de la construcción”, por su carácter homogeneizante, se muestra lógicamente insuficiente para comprender por qué un maestro que ha dejado de ser precisamente trabajador se encuentra a la cabeza de estos trabajadores. La respuesta de Macusaya es naturalizar ese ascenso a “contratista” como parte de ascenso técnico y gradual en el marco de un periodo de auge económico. 

Esta es, a nuestra consideración, el origen de la deficiencia del ensayo de Macusaya: las categorías de “trabajadores de la construcción” ú “oficio de albañil” tienen un carácter homogeneizante que obliga a relativizar los cambios en las relaciones sociales de producción y el desarrollo de la división capitalista del trabajo en éste sector. Dicha deficiencia podría pasar desapercibida, si Macusaya se concentrara en describir los rasgos contradictorios de esta organización en la construcción; pero no, el autor le da a esta categoría un lugar jerárquico y de carácter axiomático, dentro de su marco conceptual: obreros albañiles y empresarios albañiles SON “trabajadores de la construcción”.

En consecuencia, Macusaya pierde de vista el desarrollo de una nueva fase de la división social del trabajo, entre maestros que se dedican cada vez más a controlar el trabajo y maestros que dependen cada vez más del “jornal”. Con la categoría de “trabajadores de la construcción”, el autor se obliga a diluir permanentemente esta transición a relaciones sociales de producción capitalista, para insistir en el axioma de ese colectivo indígena, que es el pilar de su tesis de la “mejoría económica general”.

3.2.        3.2. DE LA IMPRECISIÓN CONCEPTUAL AL ERROR METODOLÓGICO.

Para Macusaya, la relación obrero patronal entre los albañiles se diluye en la categoría “trabajadores de la construcción”. No se trata solamente de una designación general, sino de una categoría que dirige su investigación; ello se evidencia en el tratamiento metodológico en sus entrevistas: maestros obreros, ayudantes obreros y maestros contratistas se ven allí indistintamente juntos en el análisis de sentido.

Pero juntar teóricamente a obreros y contratistas no diluye la realidad. En consecuencia, el trabajo de campo de Macusaya (entrevistas, descripciones de campo) le va arrojar, continuamente, sentidos contradictorios. Es por ello que el gran problema de su trabajo, será ¿cómo lograr la unidad de sentido que se requiere para sostener la categoría de “trabajadores de la construcción”?  La estrategia de Macusaya, es diluir, también, los sentidos.

Esto es lo que pasa; por ejemplo, cuando el autor no logra identificar si, finalmente, los “albañiles” se sienten o no identificados con prácticas aymaras tradicionales como la ch´alla. Según indica Macusaya, un “maestro contratista” le habría comentado que “no es raro que los maestros ch´allen”, pero esa práctica no sería algo relevante (para el contratista), es algo que “no resalta”. En cambio, cuando Macusaya cita al ayudante albañil (obrero), le dice:

Yo no me identifico mucho. Cuando trabajaba por [las] villas mi maestro tenía más o menos como un rito: se ch’allaba antes de empezar el trabajo generalmente los días martes. Bueno, no me importó mucho, pero la mayoría se ch’alla [sic] para que les vaya bien en el trabajo, para que no pase nada y pueda hacer bien el trabajo. Aprendí mucho de mis compañeros que ya eran o ya estaban antes que yo, ayudantes. Cuando nosotros vamos a almorzar generalmente siempre preguntan si tengo chica o si tengo mujer, ellos hablan también de eso, de sus familias, pero conforme vas conociéndolos así también ellos te cuentan. A mí no me importa mucho pero no les gusta tampoco a otras personas que uno se haga [al] quelli [hacerse al descontento][xiv]

Este ayudante nos está diciendo “no me identifico mucho” con esa práctica, pero la conoce muy bien; los días, los motivos y los procedimientos, porque “la mayoría”, que son sus “compañeros”, si lo hace, y él mismo se pliega a ello “porque no les gusta… que uno se haga al quelli”; es decir, para evitar que lo vean “descontento”, él prefiere participar. Y él participa, igual que participa cuando “almuerzan” y cuando “hablan de sus chicas”, porque al final de cuentas, son “mis compañeros”; es decir, se siente parte de un “nosotros”, un “nosotros” donde encuentra ayuda y le enseñan (“aprendí mucho de mis compañeros”), comparten intimidades (“conforme vas conociéndolos”), un “nosotros” donde la ch´alla es un motivo de acercamiento. En sencillo: en contraposición al sentido de indiferencia del contratista, este obrero ayudante nos está presentando un mundo social donde la ch´alla es un espacio social de integración.

Por algún motivo, Macusaya no presta atención estos aspectos del fragmento del ayudante. Contrariamente, le da más importancia a la declaración parcial y literal del “no me identifico mucho” y procede a disolver el resto del fragmento detrás de una noción de indiferencia de los “trabajadores albañiles” respecto de la “identidad indígena”. Diluido este sentido, Macusaya nos ofrece la siguiente conclusión: “Entonces, la calidad del trabajo es lo que más les interesa a los albañiles y no así la identidad indígena o las ofrendas a la Pachamama, aunque estas últimas no dejan de ser por ello practicadas” (pp. 117)[xv].

En síntesis, al diluir las diferencias entre el obrero colectivo y el albañil contratista en la noción generalizante de “trabajadores de la construcción”, Macusaya no sólo pierde de vista las diferencias de clase que comienzan a configurarse culturalmente, sino que termina imprimiendo la orientación subjetiva del albañil patrón sobre todo este colectivo. 

3.3. EL ALINEAMIENTO IMPLÍCITO DE MACUSAYA

Producto de la incomprensión de los cambios en las relaciones sociales de producción, de la imprecisión conceptual y de los errores metodológicos, el ensayo de Macusaya tiende a diluir dos procesos diferentes: el proceso de proletarización de los albañiles y el proceso de desprendimiento del trabajo del albañil contratista. Como vimos más arriba, para diluir estos procesos, Macusaya hipostasia las características de los maestros contratistas sobre el colectivo obrero. El resultado, es la construcción ideológica de los “trabajadores de la construcción”, fundada en la visión de los albañiles contratistas (pequeño patrón).

Este procedimiento revela que el enfoque de Macusaya tiende a un alineamiento inconsciente con una apología del ascenso social capitalista. Esto es evidente en ciertos pasajes del libro, donde el autor manifiesta sus valoraciones éticas sobre la actitud de los obreros albañiles; por ejemplo, en relación a la forma en que los obreros ayudantes toman sus decisiones de gasto económicos, Macusaya (2020) lanza la siguiente valoración:

“Considerando que los ayudantes, por lo general, son jóvenes, la tendencia a comprar celulares de última generación y, a la par, seguir adquiriendo ropa usada en la mencionada feria podría estar relacionada con el deseo de ostentación que tienen los obreros de la construcción. (…) A pesar del aumento en sus ingresos, al parecer, los albañiles no invierten en implementos necesarios para desarrollar su trabajo en mejores condiciones; solo adquieren lo necesario o lo que acostumbran comprar” (p.: 80)[xvi].

Macusaya dice que “los albañiles no invierten” en lo que deberían, y a continuación, como para dar respaldo de su valoración, Macusaya cita palabras del maestro contratista, que precisamente reniega de esa actitud de los albañiles de “no querer comprarse implementos de trabajo”. Este reclamo del albañil patrón es comprensible, si consideramos que el contratista tiene que erogar gastos constantemente para dotar a sus obreros de esos implementos, y al parecer, Macusaya comparte esta posición patronal. 

3.4. LA MOVILIDAD SOCIAL: LA EXPLOTACIÓN DE LOS INDÍGENAS COMO FUENTE DEL ASCENSO DE UNA PEQUEÑA BURGUESÍA INDÍGENA.

Pese a esta tendencia de diluir la proletarización dentro del ascenso capitalista de los “trabajadores de la construcción”, en el libro de Macusaya existen, también, elementos de su trabajo de campo que permiten ilustrar este proceso.

De esta manera, encontramos, por ejemplo, percepciones de los propios maestros contratistas, sobre el crecimiento de la demanda de fuerza de trabajo albañil y la preferencia por el trabajador rural en las empresas constructoras, sobre todo del oriente del país; donde se demuestra que el “boom” ha tenido mayor incidencia.

Asimismo, se muestra los criterios con los cuales los contratistas incorporan fuerza de trabajo femenina: su marcado origen indígena en la vestimenta, su dificultad con el idioma, su timidez en el reclamo, su alta vulnerabilidad económica, su ligazón al cuidado con los hijos, las hacen más proclives a aceptar una condición laboral con menores reconocimientos que sus pares varones, motivo por el cual, su creciente inserción se muestra acompañada de condiciones más precarias aún.

Por otra parte, se tiene también algunos elementos de sentido, de obreros maestros y ayudantes, que muestran una incipiente pero marcada construcción de una identidad de clase. En torno a la definición de “ser albañil”, por ejemplo, están vinculados sentidos de “explotación”, “maltrato” y “falta de reconocimiento” de las “horas entregadas”, de la importancia de trabajar con “compañeros” y “participar” en espacios de integración, como la ch´alla.

Todo indica pues que, como Marx (2011)[xvii] ya lo vio, el proceso de acumulación capitalista que encumbra al albañil patrón, generaliza, también, las condiciones precarias de existencia de los obreros albañiles y su explotación. Para el caso específico que nos comparte el estudio de Macusaya, además, se puede evidenciar que el propio ascenso social de estos albañiles patrones de origen indígena, se basa en el aprovechamiento de la fuerza de trabajo de albañiles de su propia etnia. Esto indica que, en Bolivia, la explotación del indígena sigue siendo la base del ascenso capitalista; y esto es cierto, incluso para el ascenso de una pequeña burguesía indígena.

4. COMENTARIOS FINALES.

Nuestro comentario versa en torno a la siguiente pregunta: ¿Cómo podemos entender que esta imagen de “mejoría general” que Macusaya nos ofrece de los “trabajadores de la construcción” (albañiles), esté ligada, también, a la continuidad y extensión de la explotación y precariedad en su trabajo? 


El planteamiento del ascenso social de maestros albañiles de origen indígena a pequeños patrones, en un periodo en que el crecimiento del mercado de la construcción dio paso a procesos de acumulación de capital, es un hecho comprobado en bastantes estudios. Sin embargo, la propuesta de Macusaya, respecto de que los “trabajadores de la construcción” se beneficiaron de este ascenso de manera general, es una afirmación muy precipitada; sobre todo, si contrastamos esa tesis con su propio trabajo.

Para entender la contradicción de este ensayo, analizamos su enfoque y encontramos lo siguiente: a partir de una definición muy general de la división social del trabajo racializada, Macusaya encuentra la posibilidad de suponer la categoría de “trabajadores de la construcción” como axioma (“todos son”).  Esto le lleva a diluir la importancia del análisis de las relaciones sociales de producción que se establecen entre estos productores (albañiles). Al diluir estas relaciones, Macusaya pierde de vista, también, los procesos de transición social de clase, entre albañiles obreros y albañiles patrones, lo cual le obnubila ante las manifestaciones simbólicas y culturales contradictorias, que no encuentran razón en su libro. El efecto final, es la presentación de una imagen parcializada de los albañiles, como un colectivo homogéneo que tuvo una “mejoría general” en sus condiciones de vida.

Esta imagen de “mejoría general” no es sostenible, por los propios datos que nos ofrece su trabajo de campo: los obreros albañiles pueden tener mayores ingresos, pero ello no elimina su condición precaria de trabajo, su alto riesgo ergonómico, su debilidad sindical que los deja más vulnerables a la rotación y al paro, a la falta de reconocimiento de derechos y horas extras, y a la opresión y explotación que la obrera india albañil sufre en la construcción capitalista.

Una hipótesis más aproximada a la realidad, y apoyada en el propio trabajo de campo de Macusaya, parte considerando que el llamado “boom” de la construcción es ante todo un “boom” capitalista, y que el ascenso de maestros albañiles de origen indígena a maestros contratistas, es un proceso que tiene como soporte la extensión de la explotación y las condiciones precarias de existencia de obreros albañiles indígenas. En síntesis, el ascenso del maestro albañil indígena a patrón, se da sobre la espalda del obrero albañil indígena, no junto a él.

A decir de Marx (2002)[xviii], Macusaya habría caído en un error similar al de Proudhom, cuando éste pretende desgajar de “el principio” de la división social del trabajo toda la historia de la humanidad; salvo que, en este caso, Macusaya quiso describir un caso específico a partir de un principio muy general.

Ahora bien, esta crítica no debe perder de vista el gran esfuerzo y aporte de Macusaya. A partir de un estudio de caso, nos ha ofrecido una descripción etnográfica actualizada del mundo del trabajo de los albañiles, a la luz de lo cual ha planteado hipótesis y reflexiones que sirven de referencia y gatilladores reflexivos.

Precisamente el autor de estas líneas, viene realizando una investigación cualitativa sobre la formación de los mercados de fuerza de trabajo en la construcción, y la producción de Macusaya ha significado una gran referencia en un escenario donde la temática ha sido muy poco desarrollada. Pensamos que estas consideraciones permiten relanzar los aspectos planteados por Macusaya y mantener vigente el debate sobre las transformaciones del mundo del trabajo en el periodo del MAS. 



[i] Rivera publicado los siguientes artículos sobre su investigación: Rivero, Virna (2003) “Las culturas del trabajo y las relaciones sociales de los obreros de la industria de la construcción en la urbe paceña”. Tesis de licenciatura. La Paz, Universidad Mayor de San Andrés, carrera de Antropología. Rivero, Virna (2005) “Migración y trabajo. Inserción laboral y redes sociales de los albañiles de la construcción en la ciudad de La Paz”. En: Textos Antropológicos, volumen 15, número 1. La Paz: Carreras de Antropología y Arqueología, Universidad Mayor de San Andrés. 37-50. Disponible en: http:// www.revistasbolivianas.org.bo/pdf/ta/v15n1/v15n1a04. pdf.

[ii] Contamos con análisis estadísticos y del crecimiento económico y políticas públicas de este sector (UDAPE, 2009), datos estadísticos sobre el empleo (INE, Carrasco, 2011, MIMEO) y los diagnósticos y sistematización de experiencias de intervención social de ONGs (Balboa, 2012; OIT, 2017, entre otros).

[iii] Nos referimos a los artículos: Rojas, Bruno (abril 2013) De obra en obra, de riesgo en riesgo. El mundo de los obreros de la construcción Rojas, sobre la evolución del empleo y condiciones de trabajo en la construcción. Disponible en: https://cedla.org/obess/bruno-rojas-callejas-de-obra-en-obra-de-riesgo-en-riesgo-el-mundo-de-los-obreros-de-la-construccion; Castro, Luis (abril 2016) El significado de la lucha obrera contra los patrones chinos en Bolivia. Disponible en: https://llankaymantabolivia.blogspot.com/2016/04/el-significado-de-la-lucha-obrera.html y Castro, Luis (2021) “Sobreexplotación al estilo chino y su impacto sobre el trabajo en el sector de la construcción” en Grupo de Estudios Llank’aymanta (ed.) Del trabajo y los trabajadores  

[v] Rivero, Virna (2003) “Las culturas del trabajo y las relaciones sociales de los obreros de la industria de la construcción en la urbe paceña”. Tesis de licenciatura. La Paz, Universidad Mayor de San Andrés, carrera de Antropología. Asimismo, su artículo del año 2005: “Migración y trabajo. Inserción laboral y redes sociales de los albañiles de la construcción en la ciudad de La Paz”. En: Textos Antropológicos, volumen 15, número 1. La Paz: Carreras de Antropología y Arqueología, Universidad Mayor de San Andrés. 37-50. Disponible en: http:// www.revistasbolivianas.org.bo/pdf/ta/v15n1/v15n1a04. pdf.

[vi] Balboa, Alfredo 2012 Diagnóstico socioeconómico de la mujer constructora.

[vii] Rodríguez, H. (2010), La choledad antiestatal. El anarcosindicalismo en el movimiento obrero boliviano (1912-1965), Buenos Aires: Ed. Libros de Anarres.

[viii] Macusaya, C. (2020) Albañiles. Constructores de la ciudad. La Paz: Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional.

[ix] Ídem.

[x] Ídem.

[xi] Se pueden consultar los siguientes trabajos: Mariateguí, J. C. (1969) Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Ed. Amauta; Quijano, A.  (2000) Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina en Lander, Edgardo (comp.) “La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas”. Buenos Aires: CLACSO pp. 246; Zavaleta, R. (1986) Lo Nacional Popular en Bolivia. La Paz: Ed. Los Amigos del Libro.

[xii] Se pueden consultar las siguientes obras: Rivera, S. (2003) Oprimidos, pero no vencidos. Luchas del campesino aimara qhechwa 1900-1980. La Paz: Ed. THOA; Patzi, F. (2006) Etnofagia Estatal Modernas formas de violencia simbólica. La Paz, Ed. Ministerio de Educación y culturas; Soruco, X. (2012) Mestizaje y colonialidad en Bolivia. Siglos XIX y XX. La Paz, IFEA-PIEB Segunda Edición; Orellana, Aillon L. (2016) Resurgimiento y caída de la gente decente. La Paz: Ed. Plural y Orellana, Aillon L. (2020) La caída de Evo Morales, la reacción mestiza y el ascenso de la gente bien al poder. Cochabamba, Bolivia, Ed. UMSS, DICyT, ASD, IESE.

[xiii] Macusaya, C. (2020) Albañiles. Constructores de la ciudad. La Paz: Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional.

[xiv] Ídem.

[xv] Ídem.

[xvi] Ídem.

[xvii] Revisar la pagina 804 de Marx, C. (2011) El capital, Vol. 1, Libro 3. Ed. Siglo XXI

[xviii] Marx, C. (2002) Miseria de la filosofía. Barcelona: Ed. FOLIO.

sábado, 30 de abril de 2022

Los sindicatos obreros frente a los despidos en la fase recesiva del ciclo económico en Bolivia


Luis Fernando Castro Lopez 


Actualmente las movilizaciones de la clase obrera sindicalizada copan parte del escenario de protestas contra los despidos acelerados por la pandemia de COVID-19. Estos últimos meses, la negociación colectiva a la cabeza de la COB, no tiene solamente como motivo el aumento salarial; sino también, la demanda de una nueva Ley General del Trabajo, para contrarrestar los despidos injustificados e incumplimiento de pago de salarios[i]. Desde el 2014 se vive un aumento de protestas de los obreros sindicalizados por el cierre de fábricas y despidos. Como se señaló en trabajos anteriores, la estabilidad laboral es el principal motivo de contienda entre obreros, patrones y Estado[ii], esto no ha cambiado y se muestra en las constantes movilizaciones de sindicatos de fábrica, federaciones y confederaciones; sin embargo, cabe hacer notar los cambios cualitativos en la lucha obrera sindical, en el curso de la emergencia sanitaria y la caída y retorno del MAS al gobierno.

¿Cuál es la dirección que ha tomado la lucha obrera desde la caída del gobierno del MAS hasta su retorno al poder?

1. LA SITUACIÓN DEL EMPLEO DESDE EL INICIO DE LA PANDEMIA


A partir del año 2014 se identifican diferentes indicadores que expresan una desaceleración paulatina del crecimiento económico en Bolivia. La caída del precio del petróleo a nivel mundial ha sido un elemento determinante en la contracción de ese mercado interno, que el MAS había dinamizado mediante políticas de redistribución del excedente petrolero. Desde el año 2014 el Producto Interno Bruto empezó con una caída constante. El 2015 la balanza comercial mostró un déficit de 3% respecto del PIB[iii], por otro lado, entre el 2013 y 2014 se triplicó el número de empresas cerradas[iv] y creció el desempleo; según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de desocupación urbana experimentó un incremento constante desde el 2014[v].

Del 2014 al 2019, los indicadores económicos mostraban una desaceleración graduada de la dinámica económica; en el año 2020, la pandemia con la cuarentena y restricciones para evitar el contagio, provocaron una caída estrepitosa de la actividad económica y con ello, una aceleración de la crisis económica que se vio reflejada en el empleo. Según datos del INE, en solo un par de meses de cuarentena rígida, la tasa de desocupación se elevó hasta el 11,6%[vi]; es decir que, de 100 personas mayores de 14 años dispuestas a trabajar, 11 estaban desempleadas sin posibilidad de encontrar trabajo. En los meses posteriores a la cuarentena rígida (desde agosto de 2020) hasta el día de hoy, la tasa de desocupación no ha logrado bajar al nivel que tenía en 2019[vii]. En el siguiente cuadro se muestra las variaciones de la cantidad de personas ocupadas desde el 2019 al 2021:


VARIACIÓN PORCENTUAL DEL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN OCUPADA MAYOR A 14 AÑOS EN BOLIVIA 2019-2020 (COMPARACIÓN DEL SEGUNDO TRIMESTRE 2018; 2019; 2020; 2021)[viii]

 

En el cuadro precedente se compara la variación en porcentajes de la población ocupada desde el 2019 al 2021. Se puede apreciar que entre el 2018 y el 2019 hubo un crecimiento en la población ocupada pese a la crisis que ya se vivía. En la variación de personas ocupadas entre los años 2019 y 2020, hay una caída que se aprecia en los porcentajes negativos, es decir, el 2020 la cantidad de personas ocupadas estuvo por debajo del número de personas ocupadas el 2019, las actividades más golpeadas con esta disminución de empleo, debido a la crisis sanitaria,  fueron la construcción (-17,2%), el comercio (-14,7%), los servicios de alojamiento y comida (-20,7%) y la industria manufacturera (-10,3). Si entre el 2014 y 2019, el crecimiento del empleo disminuía año tras año, el 2020 hubo decrecimiento del empleo. El 2021 el crecimiento de personas ocupadas con respecto al 2020 muestra porcentajes altos, pero este es un efecto rebote por regreso a las actividades económicas y la paulatina reactivación económica resultado de la suspensión paulatina de las medidas de distanciamiento social. Por ejemplo, en la industria manufacturera, la caída de la ocupación en 2020, fue de 10%, para recuperar los niveles de crecimiento que habían antes de la pandemia, la ocupación debería haber crecido en un 23% el 2021; sin embargo, solo creció 13%. Esta insuficiente recuperación de la ocupación, no sólo se debe a la lentitud con la que se fue retornando a la normal actividad económica, debido a la persistencia del riesgo al contagio por COVID-19, sino también, a las estrategias empresariales de reducción de costos en fuerza de trabajo, encaminadas a transformar la organización del trabajo para reducir el numero de trabajadores y aumentar la productividad[ix].  

En suma, lo que se observa es que la recesión económica ahondada por la pandemia, afectó la creación de empleo y provocó mayor desocupación.  Este panorama de caída abrupta de los niveles de ocupación en 2020 y su insuficiente crecimiento en 2021, explican la emergencia de protestas de obreros despedidos. Las movilizaciones y conflictos por despidos en esta etapa se dan por despidos que se arrastran desde el 2020, de la época de cuarentena rígida y conflictos que provienen de una nueva ola de despidos en la etapa de poscuarentena. Esta nueva ola de despidos a nivel general, ha alcanzado incluso a sectores sindicalizados de la clase obrera. Por ejemplo, hoy las federaciones departamentales fabriles, se juegan la existencia de diversos sindicatos que han sido menguados con despidos masivos. En este sentido, es importante analizar, cómo estos cambios en el empleo afectaron el rumbo de la lucha de los obreros sindicalizados en este último periodo.  

2.  LA EVOLUCIÓN DE LA LUCHA DE LOS OBREROS SINDICALIZADOS

Después de la ola de protestas por la inflación y el gasolinazo en los años 2010 y 2011, el 2019 se estaba gestando otra ola de manifestaciones. Por un lado, los mineros de empresas privadas y estatales, se movilizaron contra despidos injustificados. Por otro lado, tanto en marzo como en agosto de 2019, las protestas de trabajadores petroleros contra despidos injustificados, derivó en el enfrentamiento interno entre sus dirigentes contra el máximo ejecutivo de la Federación Nacional de Trabajadores Petroleros; la burocracia sindical más obsecuente al gobierno del MAS se empezaba a dividir[x]. En las federaciones fabriles se formaban frentes de oposición a la postura pasiva de las direcciones sindicales alineadas con el gobierno, un ejemplo de ello, fue la marcha de los fabriles de Cochabamba exigiendo estabilidad laboral, aun frente a la negativa de la planta ejecutiva de la federación de Cochabamba. En La Paz, la federación estaba dividida en dos direcciones, una con el MAS y otra crítica al gobierno. En Sucre la federación de fabriles estaba encabezada por una dirección contraria al MAS. Desde el 2018, la COB mostraba una división en dos bandos: uno alineado al gobierno con organizaciones pertenecientes al pacto de unidad y otro bando compuesto por maestros, trabajadores de la salud, obreros fabriles y mineros.  

Este ascenso de movilizaciones obreras y la separación, cada vez más profunda, entre la clase obrera sindicalizada y la burocracia sindical alineada al MAS, fue una de las condiciones que coadyuvaron a la caída de Evo Morales en 2019 y al ascenso de un gobierno de derecha apoyado en el ejército y la policía y respaldado por las clases medias y la pequeña burguesía. La no movilización de amplios sectores de explotados, que en años anteriores apoyaban al MAS, abrieron el paso a un gobierno de derecha[xi].

Con la caída del MAS, la burocracia sindical, de diversos sectores obreros, quedó expuesta a su disolución y se asomaban intentos de cambio de direcciones sindicales, sin embargo, el ascenso de un gobierno de derecha, asentado en las armas, establecía un escenario poco favorable para las nuevas direcciones sindicales. En primer lugar, porque el gobierno de Jeanine Añez había aprobado una serie de medidas que favorecieron la represión militar y policial ante cualquier tipo de protesta. En segundo lugar, los canales de mediación establecidos por la burocracia sindical con el Estado y con el Gobierno del MAS en particular, quedaron anulados. La pandemia y la necesidad de una cuarentena rígida solo allanaron el espacio para que el gobierno de Jeanine Añez justificara sus medidas de represión y cortara las mediaciones políticas de los sindicatos con el Estado.

Este último aspecto queda demostrado en las transformaciones de la lucha obrera durante la cuarentena rígida. Durante el 2020, además de la estabilidad laboral, las demandas de condiciones de bioseguridad y la responsabilidad de los contagios se convirtieron en objetos de contienda entre obreros, patrones y el gobierno transitorio. Frente a la aplicación de facto de un plan de flexibilización laboral[xii] por parte de los patrones y del gobierno de Jeanine Añez, los obreros tomaron medidas cada vez más disruptivas, como toma de fábricas o bloqueo en las salidas de las empresas. Esto a su vez propició una respuesta violenta de los patrones y del gobierno[xiii]. La confrontación entre obreros, patrones y gobierno se tornó más violenta, la lucha legal como espacio de disputa fue reemplazada por la acción directa, mientras que la burocracia sindical ya no ejercía ninguna función mediadora entre el gobierno y los obreros.

Los masivos movimientos de protesta en agosto de 2020 por nuevas elecciones y el retorno del MAS al gobierno mediante elecciones, representan una interrupción de la escalada de confrontaciones violentas entre obreros, patrones y Estado. Esto se debió al reacomodo de fuerzas políticas que implicó el retorno del MAS al gobierno, el que otra vez se apoyó en las organizaciones populares, para volver al poder.

3. CAMBIOS Y CONTINUIDADES DE LA LUCHA OBRERA EN EL NUEVO CICLO DEL MAS


El retorno del MAS al gobierno, a la cabeza de Arce Catacora, propició algunos cambios en la lucha obrera, esto no significa que los conflictos por despidos masivos e incumplimiento patronal, agravados en el tiempo de la cuarentena, se hayan resuelto. Sino que la forma de desarrollo de estos conflictos tuvo un cambio que es necesario resaltar, para entender la dirección de la lucha obrera sindical.

3.1. RESTITUCIÓN DEL ESPACIO LEGAL COMO PRINCIPAL CAMPO DE CONTIENDA 

El retorno del MAS al poder del Estado, implicó la restitución de las mediaciones de dominación estatal que se habían establecido durante el gobierno del Evo Morales. Una de estas mediaciones es la burocracia sindical con una ideología tradeunionista de carácter legalista.

La restitución del espacio legal como espacio de contienda, está entonces íntimamente ligada a la iniciativa de esta burocracia sindical, que impulsa la lucha legal, en la medida en que encuentra espacios de negociación y posibilidad de modificar ciertas reglas del juego en favor de las demandas de los sindicatos que representa, siempre y cuando estas demandas no sobrepasen el “razonable límite” de las condiciones mínimas de explotación establecidas en las leyes laborales. Entonces la lucha en el espacio legal, propiciada por la burocracia sindical, solo busca que se cumpla la ley.

La disposición ministerial aprobada en abril de 2021, por el Gobierno de Luis Arce, que prohíbe la utilización de la “fuerza mayor” como causal de despido y el D. S. 4668 de 2022 que ratifica el reconocimiento de los derechos adquiridos de los trabajadores, son disposiciones legales impulsadas por la misma burocracia sindical para proveer mejores condiciones a la lucha legalista. Es interesante observar, que la aprobación de estas medidas, como parches para favorecer la lucha legal de los sindicatos, se da justamente, con el gobierno del MAS, esto sucede porque una de las principales formas de dominación desde el Estado, impuesta por el régimen del MAS, es mediante la subordinación de la lucha obrera al legalismo burgués, sitio en el que la burocracia sindical juega un papel importante.

No es casual que, pese a los vacíos legales, los fallos legales a favor de las patronales y los estériles fallos a favor de los obreros, esta burocracia insista en nuevas formas de presión legal para que las patronales cumplan, promueva apelaciones a instancias legales máximas como el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y vigilias en el TSJ para impulsar la aprobación de resoluciones legales de mayor peso. Su esfuerzo se concentra en impulsar a que gran parte del potencial de movilización, sea conducido a la lucha legalista. Esto afectó al escenario que parecía desarrollarse durante la cuarentena con el Gobierno de Jeanine Añez, la confrontación mediante la acción directa ha sido reemplazada, nuevamente, por la lucha legalista. No obstante, que el legalismo toma fuerza, la acción directa continua presente, aunque con otro carácter. 

3.2. LECCIONES DE LA CUARENTENA: LOS INTENTOS DE UNIDAD OBRERA

Un escenario que resume la dinámica de lucha obrera en esta nueva etapa de gobierno del MAS, es el que se ve en marzo.  Días antes de que la COB entregara el pliego petitorio al gobierno, los obreros protagonizaban protestas a nivel nacional contra los despidos y el incumplimiento patronal; no solo se exige al gobierno soluciones, sino que se denuncia la inoperancia del MAS y de la burocracia sindical, para responder a estas demandas[xiv].  

Por un lado, la lucha legalista impulsada por la burocracia sindical está mezclada de prácticas de movilización obrera, que rompen los estrechos márgenes de la lucha legalista, para dar paso a acciones políticas directas. Estas acciones ayudaron a que los obreros se visibilizaran como colectivo, en la perspectiva de reconstruir lazos de unidad para enfrentar los despidos masivos y el incumplimiento a las disposiciones legales, por parte de los patrones. Es el caso de los obreros de las empresas del grupo empresarial INCERPAZ, que impulsaron la formación de una inter sindical, para unir las diferentes demandas de los obreros de empresas, que pertenecen a este grupo en   los distintos departamentos del país.

Los ampliados fabriles donde obreros realizan actos de protesta o vigilias, son otra práctica que busca la unidad obrera, alrededor de las fábricas en conflicto. Estas expresiones de unidad obrera se realizan en el espacio de la lucha directa, más que en el espacio legal, practicas que se van abriendo camino, en la medida en que los problemas por despidos masivos, cierres de fábrica e incumplimiento patronal con el pago de salarios, se generalizan. Sin embargo, aun estas expresiones de unidad y de acción directa, están subordinadas a la lucha legalista por los tiempos y los ritmos de las resoluciones y fallos judiciales.

 CONSIDERACIONES FINALES

La lucha obrera ha transitado de escenarios de confrontación directa contra las patronales y el Estado, en el 2020 a la restitución de la lucha legalista, como principal espacio de contienda. Esto se debe a que, con el retorno del MAS, la burocracia sindical volvió a fungir como instancia de mediación entre la clase obrera sindicalizada y el Estado. Una burocracia obrera de ideología tradeunionista, que ha buscado impulsar desde el Gobierno, la aprobación de disposiciones legales que animen la lucha legalista. Esto llevó a que la burocracia busque nuevas formas de presión, para la aprobación de fallos favorables a los trabajadores, pese a la esterilidad de estos fallos frente al incumplimiento patronal.

No obstante, el crecimiento de los despidos provocados por la permanencia de la recesión económica, continúa alimentando la acción directa de los obreros, que están buscando por diversas vías, la unidad obrera. La posible formación de movimientos de protesta contra el desempleo, implica que los obreros superen la visión legalista de la lucha, consistente en creer que solo en el espacio legal conseguirán la restitución a sus fuentes laborales. El problema del desempleo y de los despidos masivos responde a las propias limitaciones del capitalismo, que para elevar la tasa de ganancia en tiempo de crisis necesita destruir las fuerzas productivas que el mismo ha creado, en este caso, necesita deshacerse toda la fuerza de trabajo superflua, de los supernumerarios. Hoy el movimiento obrero sindical se enfrenta a la desaparición de sindicatos enteros, resultado de los despidos masivos y de la contratación de obreros fluctuantes, que no pueden cumplir con las condiciones de sindicalización.   

Superar la visión legalista, que limita el alcance de la lucha obrera, implica una combinación de la lucha en el espacio legal y la acción directa,  que posibilite la unidad de los trabajadores y  la recuperación de su independencia  política, con el consecuente desplazamiento de la burocracia sindical, de su posición de intermediaria entre las bases obreras y el gobierno del MAS.



[i] Estos puntos son contemplados en el pliego petitorio de la Central Obrera Boliviana, publicado en: https://www.facebook.com/permalink.php?story_fbid=511452603940728&id=115070353578957

[ii] Castro, Luis (2019, 13 de junio) Los giros y contragiros de la política laboral del MAS. Blog Llankaymanta Bolivia. https://llankaymantabolivia.blogspot.com/2019/06/los-giros-y-contragiros-de-la-politica.html

[iii] Datos Macro (2020) Bolivia mejora su balanza comercial. Expansión. https://datosmacro.expansion.com/comercio/balanza/bolivia

[iv] Castro, Luis. (2021). El trasfondo de la política del gobierno ante el cierre de empresas. En Grupo de Estudios del Trabajo Llank’aymanta (Ed.). Sobre el trabajo y los trabajadores. Selección de artículos de Llank’aymanta (101-112). Grupo de Estudios del Trabajo Llank’aymanta.

[v] Ver: https://www.ine.gob.bo/index.php/tasa-de-desocupacion-en-area-urbana-de-bolivia-tiende-a-bajar/

[vi] Ídem.

[vii] Ídem.

[viii] Fuente: Elaboración propia en base a datos de: INE (2020, agosto) Boletín de la encuesta continua de empleo. 2T-2020; INE (2021, agosto) Boletín de la encuesta continua de empleo. 2T-2021. Publicados en: https://www.ine.gob.bo/index.php/comunicacion/publicaciones/

[ix] Aillón, Tania (2021) Empleo y recesión de la industria regional en tiempos de pandemia. Mimeógrafo.

[x] Castro, Luis (2022, 09 de febrero). Cooptación y burocratización del sindicalismo petrolero en la era del MAS. Blog Llankaymanta Bolivia. https://llankaymantabolivia.blogspot.com/2022/02/cooptacion-y-burocratizacion-del.html

[xi] Castro, Luis. (2021c). La ausencia del movimiento obrero ante la derrota de Evo Morales. En Grupo de Estudios del Trabajo Llank’aymanta (Ed.). Sobre el trabajo y los trabajadores. Selección de artículos de Llank’aymanta (203-222). Grupo de Estudios del Trabajo Llank’aymanta.

[xii] Castro, Luis (2020,25 de julio) Cambios en el sentido de la lucha obrera sindical en tiempos de COVID. Blog Llankaymanta Bolivia. https://llankaymantabolivia.blogspot.com/2020/07/cambios-en-el-sentido-de-la-lucha.html

[xiii] Ídem.

[xiv] Las siguientes noticias dan referencia de estas movilizaciones: Jornada de bloqueo en Cochabamba. Trabajadores fabriles. Publicado en: https://www.facebook.com/RENNOnoticiasobreras/videos/1901398300248237/, 17 de marzo de 2022; pronunciamiento de la c o d de Cochabamba, sobre los puntos que demandan los trabajadores . convocatoria a bloqueo de caminos desde el jueves 17 de marzo. Publicado en: https://www.facebook.com/photo/?fbid=401893178557788&set=a.368145425265897, 16 de marzo de 2022.