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viernes, 21 de febrero de 2020

Las implicaciones del legalismo burgués en la práctica sindical



Luis Fernando Castro López


Fotografía: http://www.elalteno.com.bo/, 02/05/2019
Hoy varias organizaciones aliadas al gobierno del MAS, enfrentan un momento de reorganización fruto del derrocamiento de Evo Morales. La caída del MAS ha dado un   sacudón al andamiaje de dominación al interior de los sindicatos, que deja entrever un futuro recambio de sus direcciones obreras y de la actual burocracia sindical.
Esta burocracia sindical, que aún tiene bajo su control a diversas organizaciones sindicales de la clase obrera, erigió una forma de dominación, que consolidó concepciones y prácticas sindicales, que habían sido introducidas en la época neoliberal.  Pese a la caída del MAS, esta forma de hacer sindicalismo, se mantiene vigente, marcando los alcances de la lucha sindical, por esto, nos parece importante preguntarnos: ¿Cuáles son estas concepciones y prácticas sindicales desarrolladas durante el régimen de gobierno del MAS? ¿Cuáles son las consecuencias de estas concepciones y prácticas en el movimiento sindical?
1. EL  SINDICALISMO “PRAGMÁTICO” DE LOS 90[i]
Hace 13 años (cuando el MAS había acabado de convertirse en gobierno), en un trabajo de investigación con obreros en situación de subcontrato en una refinería, identificamos algunas percepciones comunes de clase, sobre su situación laboral. Para estos obreros, el ascenso del MAS auguraba un cambio profundo en su vida de proletarios. La mayoría de ellos estaba entre los 35 y 40 años, prácticamente, su vida laboral comenzó cuando las “políticas de ajuste” entraron en vigencia. Después de casi dos décadas de una vida de trabajo fluctuante, caracterizada por la interinidad y la sobreexplotación, el ascenso de un gobierno que se autodenominó como gobierno de los sectores populares, abrió, entre estos obreros, la ilusión de luchar por la conformación de un sindicato mixto[ii] que agrupara a los “terceros”[iii] de la refinería.
Para los obreros, los orígenes de su situación laboral, se remontaban a la puesta en vigencia del D. S. 21060, como una ley que los condenaba a esa vida azarosa del trabajo interino. Dentro de esta percepción de los hechos, se puede hallar dos visiones; en primer lugar, una visión romántica, por la que esos trabajadores deseaban volver a la situación pasada:
Fotografía: https://redunitas.org, 30/05/2019
“[C]uando hablábamos, nos contaban como antes todo era diferente, todos eran reconocidos en el sindicato ¿no?... también tus horas extras te reconocían, el salario también era bien, o sea, había un reconocimiento al trabajador; pero ya después han empezado a contratar terceristas… ya te echaban con amenazas ya no ha sido igual, entonces con el sindicato queríamos volver a lo de antes, porque era mejor, el trabajador estaba mejor”[iv]
Desde su visión, se podía observar una remembranza de los años de proteccionismo estatal, como las mejores épocas del sindicalismo y del trabajo, donde el obrero estaba protegido del abuso patronal y tenía la seguridad de su empleo y la posibilidad del ascenso social. Esta visión romántica estaba acompañada de otra, que es la idea de que su actual situación laboral fue por el cambio de las leyes que regían en ese entonces. Para estos obreros, si su vida de trabajo había sido azarosa era porque el 21060, los dejo a merced de los caprichos del empresario. Esta visión era predominantemente pesimista; ellos no eran los principales actores de su destino, sino que por encima de ellos, se habían erigido fuerzas mayores -como la ley-  que los obligaban a transitar por esa vida de trabajo; al respecto, un obrero decía con mucho énfasis: “[A]hora que está el MAS, la cosa es que declare que se fue el 21060… solo esito… a ver… que diga, ya se decreta que todos entran en la ley del trabajo… aunque sea con un salario de 700 u 800 bolivianos, ya estando adentro como fijo… ya es un paso… como te digo… solo es esito…”[v]
Esta misma percepción la encontramos en trabajos de investigación acerca del sindicalismo fabril a finales de los años 90: “...Yo creo que [con] el 21060 los empresarios se han dado formas de poder evitar la carga social por parte a los trabajadores…”; “...Bueno, el empleador dice: ‘Este [sindicalista] es demasiado molesto y hace sufrir, bueno, sáquese’. Y el 21060 les faculta, en dos días están fuera…”[vi].
En los testimonios de los obreros entrevistados, el 21060 no solo es central, sino que aparece con una fuerza y legitimidad propia, los obreros dicen “les faculta” o con el 21060 “los empresarios se dan formas”, desde su percepción, su propia situación está afectada de manera significativa por la fuerza externa de la ley que los convierte en víctimas del abuso patronal.
Esta percepción obrera respecto de la ley, que denota el lugar central que ella tiene para explicar su situación laboral, es un sentido obrero formado en el periodo histórico de retroceso político que se produjo con la derrota del movimiento minero a mediados de los años ochenta.  Y es que, en el sindicalismo desarrollado después de la revolución de 1952, el sentido de legalidad era distinto, en ese periodo, los obreros pensaban que no necesitaban “saber nada de la ley general del trabajo para defender sus derechos laborales”[vii], ya que, en la práctica política, primaba la acción directa de las bases obreras[viii]. La caída del movimiento sindical en la década de los 80, derivó en la ruptura entre las prácticas y sentidos de la tradición sindical anterior, con las prácticas y sentidos de las nuevas generaciones obreras[ix]. En esto tuvieron que ver no sólo los cambios normativos, sino una serie de transformaciones a nivel mundial: La automatización productiva, la inserción general de los servicios en el conjunto de la producción industrial, la unificación y reticularización de los procesos industriales a nivel mundial”[x]; además, de la crisis y caída de los Estados obreros del oriente, como derrota política e ideológica del movimiento obrero a nivel mundial.
Sin embargo, en el sentido común obrero, el cambio normativo no aparecerá como la consecuencia de diversos procesos de transformación del capitalismo (debido al profundo proceso de despolitización que vivió la clase obrera, en toda la era neoliberal) sino más bien, como la causa principal de los cambios en sus condiciones de vida y de trabajo. Así en las acciones y la conciencia sindical, durante los noventa, tomaron preeminencia las concepciones fetichizadas de la norma (concepciones que confieren a la norma una fuerza y vida independiente que les dota derechos) y se convirtieron en el principal contenido ideológico de la lucha obrera cotidiana, esto se debió, también, a la profunda derrota ideología del movimiento obrero; varios sindicalistas abandonaron las concepciones del sindicalismo revolucionario que se desarrolló antes, durante y después de la revolución de 1952. Esta situación se fue reforzando con las posteriores derrotas frente a las reformas de privatización y “capitalización” de empresas estatales y anulación -unas veces violenta y otras paulatina- de diversas conquistas laborales.
Todo esto implicó una transformación en los parámetros de la lucha de clases. La antigua lucha directa, como método, para alcanzar conquistas laborales, fue reemplazada por métodos de carácter legalista, donde de lo que se trata es de “saberse de memoria los artículos”, “pelearse en los juzgados por el significado de un párrafo redactado por los ministros”[xi]. La dominación patronal en el interior de las fábricas adoptó un carácter eminentemente legalista, con las nuevas leyes estatales de su lado, los patrones ejercieron un disciplinamiento legalista sobre la clase obrera, con sindicatos obreros que enfrentaron largos procesos de litigio por la defensa de sus conquistas laborales. Paulatinamente, los patrones lograron imponer el espacio legal y judicial como espacio legítimo y privilegiado de contienda, mientras las formas de acción directa del sindicalismo eran atacadas desde distintos flancos (generando división en los sindicatos, amenazando y persiguiendo a los dirigentes sindicales o simplemente llevando adelante el despido de los obreros “conflictivos”) anulando la capacidad movilizadora de los sindicatos. En síntesis, el desarrollo del fetichismo jurídico[xii] fue fruto de la asimilación de la ideología burguesa en la práctica sindical, en una etapa de derrota ideológica y disolución física del movimiento sindical. No es casual encontrar, que a finales de los 90, los nuevos dirigentes sindicales se consideraran: “una tendencia nueva, más pragmática en el sindicalismo boliviano”, “[N]acida de las batallas cotidianas de la Federación de Fabriles”[xiii].
Este “sindicalismo pragmático”, para los dirigentes fabriles de ese entonces, consistía en “[d]efender los derechos de los afiliados, y avanzar en lo posible para mejorar sus condiciones, requiere de un sinfín de acercamientos, improvisaciones, y trámites día a día: pronunciarse, con los empresarios, en contra de nuevos impuestos; apelar a la conciencia de unos empresarios, para frenar los abusos de otros más despóticos; etc.”[xiv]
El “sindicalismo pragmático”, radicaba preeminentemente, en realizar tareas administrativas o gestionarías que aparecieran en el momento, además, que, con esta práctica, los dirigentes sindicales se alejaron del posicionamiento político de clase. Este pragmatismo fue subestimado en sus implicaciones, reducido a una práctica sindical sin efectos ideológicos.  Sin embargo, este “pragmatismo” es el origen de un sindicalismo profundamente legalista, que además se apoya en una práctica acrítica (que no solo hizo presa del sentido común obrero; sino también, del análisis científico). Los sindicalistas se acomodaron a la lucha legal impuesta por los patrones y terminaron convirtiendo la práctica sindical; sobre todo, en la gestión de la norma, al punto de concebir a la misma, como el origen de su odisea laboral y como la solución “real” a esta odisea.
 2.  LA CONSOLIDACIÓN DEL SINDICALISMO LEGALISTA EN LA ÉPOCA DEL MAS
Fotografía: http://escuelanacionaldeformacion.blogspot.com/, 18/05
Con el ascenso del MAS, el legalismo propio del “sindicalismo pragmático”, heredado de la era neoliberal, no desapareció, sino que se desarrolló como uno de los pilares ideológicos del sindicalismo actual, que, a lo largo de estos 14 años, se cimentó, con   prácticas sindicales a las que nos referimos, a continuación:
El sindicalismo actual se ha caracterizado; en primer lugar, por un combate continuo a las posiciones radicales en el movimiento obrero, buscando redireccionarlas a la institucionalidad estatal. Esto es lo que pasó, durante los primeros años de gobierno del MAS, con el desplazamiento de dirigentes como Jaime Solares y el ascenso de Pedro Montes en la dirección de la COB; debido a que Solares, propugnaba una nacionalización de los recursos naturales como principal consigna y contraria a la seudo nacionalización del MAS. En el caso de los obreros fabriles, esta política del MAS, con el tiempo, fue aplacando a los diversos movimientos reivindicatorios que se planteaban la acción directa como método de lucha. Entre los años, 2010 y 2014, las direcciones sindicales, en alianza con el gobierno, trataron de parar el ascenso de movilizaciones, conduciendo la lucha obrera al ámbito legal; por ejemplo, frente a los cierres de fábrica, la toma directa de las empresas por los obreros, fue frenada con la promulgación de la Ley de Empresas Sociales. Esta canalización de la lucha obrera hacia el ámbito legal, se dio mediante la coordinación con las Jefaturas Departamentales de Trabajo, que se encargaron de desmovilizar a los trabajadores, con la declaración de la ilegalidad de sus luchas. 
El cambio del sindicalismo de acción directa, por un sindicalismo institucionalizado; encuadrado en los marcos legales, significó el desarrollo de dos hechos: Se judicializó la lucha obrera y se impuso la “razón de Estado”[xv], para platear y gestionar    los diferentes problemas sindicales. La judicialización de lucha obrera, llevó a encuadrar las demandas de los trabajadores, no desde la perspectiva de sus propias necesidades, sino más bien, desde las posibilidades y los espacios establecidos por la ley. De esta manera, no era casual, que el principal argumento de lucha de los dirigentes fuera que los patrones estaban “incumpliendo la ley”. Si bien hay; en cierta forma, una instrumentalización de la ley a su favor, la inversión sucede, porque los obreros se plantean las luchas sólo a partir de que éstas sean posibles legalmente.
En cuanto a la imposición de la “razón de Estado”, ésta consistió en subordinar las reivindicaciones sindicales a la lógica jurídica estatal, como criterio aparentemente neutro de valoración política; el ejemplo más notable, es el de la aprobación de la Ley de Empresas Sociales frente al cierre de fábricas, elaborada en mesas de trabajo, entre dirigentes sindicales y el gobierno del MAS. Frente al cierre de fábricas, la burocracia sindical buscó una respuesta jurídica, tratando de que esta respuesta no atente los “derechos del empresario” o a todo el sistema jurídico de protección de la propiedad privada empresarial.  Aquí el movimiento es de reinterpretación de las reivindicaciones generadas por las bases obreras, por parte de la burocracia sindical y estatal, para trasponerlas al lenguaje Estatal. En este el proceso pierden el contenido de clase y son integradas como norma, para reconducir a lucha obrera por el camino que más conviene a la clase dominante.
El fetichismo jurídico, que habíamos mencionado en relación al “sindicalismo pragmático”,  se profundiza, porque  ya no solo se trata de la misma ley imponiéndose a los obreros como una fuerza política autónoma, que les confiere derechos y sanciones; sino que ahora la fetichización sucede mediante un proceso de asimilación de los intereses obreros a los marcos de la ley, en este proceso, las reivindicaciones son modeladas, reinterpretadas y luego lanzadas sobre la clase obrera como el deber ser jurídico de su lucha: “si los obreros luchan contra el cierre de fábricas, por ejemplo, deben hacerlo bajo los procedimientos que no atentan a la institucionalidad estatal y que están estipulados legalmente”.  En este movimiento, sus propias reivindicaciones se les presenta a los obreros, como un paquete de normas jurídicas, que les señalan sus derechos y sus limitaciones. Eso explica, por ejemplo, cómo varios dirigentes y obreros de base, se sienten atados de pies y manos, para llevar adelante la recuperación definitiva de fábricas cerradas, pues la ley de empresas sociales ha establecido límites a esta reivindicación (tener el capital suficiente para hacer funcionar la empresa y pagar a los acreedores o conseguir un socio inversionista). Esto ha hecho que poco a poco, la salida política a las demandas obreras se vaya reduciendo a la negociación, entre cuatro paredes.
Estas prácticas sindicales han derivado en la generación de un sindicalismo legalista. Para muchos de estos sindicalistas, la tarea política del sindicalismo está en el fortalecimiento de sus direcciones sindicales, mediante la capacitación de los nuevos dirigentes en el manejo de las leyes laborales, de conocimiento de los procesos legales, reemplazando así la formación política, por escuelas sindicales de capacitación del Ministerio de Trabajo.  El desarrollo de este pensamiento; además, se fortaleció con los logros obtenidos en materia legal con la reforma laboral del MAS de los primeros 5 años de gobierno, como decía un obrero en unos grupos focales realizados el 2016: “[D]e lo que se trata es de formar dirigentes que manejen la ley, porque cuando manejas la ley el patrón ya no te puede meter el dedo a la boca”[xvi].
Con el gobierno del MAS, el desarrollo del legalismo del “sindicalismo pragmático” dio paso a la formación de una escuela sindical legalista y; en este proceso, la burocratización encuentra sus condiciones de posibilidad, con la legitimación de las funciones administrativas y gestionarías de los dirigentes sindicales. La formación y permanencia de una burocracia sindical en la era del MAS se ligó al poder del que era revestido el dirigente sindical especializado en el manejo de las leyes y de la administración legal del sindicato, convirtiéndose así en “dirigente irremplazable” (aparecen dirigentes sindicales con aspiraciones de estudiar derecho o dirigentes que son nombrados como tales por ser abogados).  Las consecuencias del sindicalismo legalista fueron el establecimiento de un “statu quo”, la desorganización política de la clase obrera, la práctica policiaca de las dirigencias fabriles contra cualquier movimiento o movilización al margen de la ley, la anulación de tradiciones de lucha directa y de espacios de formación sindical contestaría, que cuestionen las limitaciones de la ley burguesa.
Durante estos últimos dos años de recesión económica, este sindicalismo legalista perdió legitimidad, debido a la evasión patronal de la norma. Los patrones no solo han llevado adelante despidos ilegales, sino que, además, después de enfrascarse en un largo proceso judicial, optaron por incumplir con los laudos arbitrales favorables a los sindicatos. Otro recurso fue la persecución de dirigentes sindicales con procesos penales por movilizaciones obreras, además del cierre de fábricas sin respetar ningún procedimiento legal, durante el proceso de cierre.  Esto llevó a los sindicatos obreros a movilizarse por encima del respaldo o rechazo de sus entes federativos; en algunos casos, dirigentes temerosos de dar un paso en falso, a la hora de dirigir movilizaciones, quedaron impotentes frente a las exigencias de sus bases. Ante el incumplimiento patronal se paró una nueva ola de movilizaciones, que la burocracia trató de frenar con proyectos de ley. Este ascenso sindical fue interferido por el cambio de régimen y, frente a la caída del MAS, las bases obreras, en la actualidad, se han planteado la independencia política de los sindicatos y la lucha por el cambio de direcciones sindicales; mientras la burocracia legalista formada durante el régimen del MAS lucha por permanecer vigente.
 3. CONSIDERACIONES FINALES
Fotografía: http://eju.tv/, 20/10/2016
    El origen del sindicalismo desarrollado durante la época del MAS, es parte de un largo proceso de formación de una escuela de lucha sindical desde los noventa, en la etapa de auge del neoliberalismo. En este proceso, se fue conformando un sindicalismo de carácter “pragmático”, desde el cual, se desarrolló una concepción legalista de la lucha sindical.  El desarrollo de la concepción legalista tiene como una de sus fuentes a la crisis política e ideológica del sindicalismo. Durante el régimen del MAS, la concepción legalista de la gestión de demandas de la clase obrera, fue reforzada con un ataque continuo a los métodos de acción directa en la lucha obrera. Las movilizaciones contra el alza de los precios de la canasta familiar y el gasolinazo, plantearon a la clase obrera fabril escenarios de lucha directa contra el Estado y los patrones, que la nueva burocracia aliada al gobierno se encargó de ir sofocando por diversos medios.

El carácter reformista del MAS y el contenido burgués de su proyecto político de desarrollo de un capitalismo andino-amazónico, explican su combate contra la formación de tendencias revolucionarias en el seno del sindicalismo obrero. Cuando el gobierno del MAS mostró su rostro como garante de la propiedad privada y su rol de bisagra entre el capital transnacional y local, hizo evidente su búsqueda de redireccionar y moldear la lucha de los obreros en los marcos de la institucionalidad Estatal. En ese proceso, el MAS se alió a las tendencias obreras que promovían el cambio normativo como única vía de solución a las demandas laborales. A partir de entonces, se fue consolidando una burocracia sindical que se encargó del disciplinamiento legalista de la clase obrera, una burocracia encargada de controlar a las direcciones sindicales intermedias y formar ideológicamente a las nuevas generaciones de dirigentes sindicales.
Las prácticas legalistas de la burocracia sindical, profundizaron el fetichismo jurídico y la perdida de independencia política de la clase obrera, al promover un sindicalismo que terminó subordinado sus propias reivindicaciones a los límites de la ley burguesa, a la cual la concibieron como una fuerza externa, dotadora de derechos y de sanciones, que rige por encima de los mismos obreros.  Sin embargo, el desarrollo del sindicalismo legalista, no sofocó las tendencias revolucionarias del movimiento obrero sindical. En la recesión económica de los últimos años, se vivió una fuerte contradicción, entre el sindicalismo legalista promovido por la burocracia sindical afín al MAS y las bases obreras propensas a rebasar los límites de la norma, para luchar contra los patrones. Se trata de un proceso contradictorio, porque si bien las bases tienden a rebasar a sus direcciones adormecidas en el legalismo patronal, no se termina de consolidar, aun, una tendencia sindical independiente, que rompa con la escuela legalista consolidada durante el Gobierno del MAS. Para que esto ocurra, nuevas generaciones tendrán que recuperar la independencia de clase de los trabajadores y desplazar a la vieja burocracia con los métodos de lucha directa, que la tradición obrera les ha legado, conociendo en este camino, las “trampas” que las leyes burguesas siembran, para evitar el avance en sus conquistas por mejores condiciones de vida y de trabajo.



[i] Expresión derivada del extracto de una entrevista a Edilberto, un dirigente fabril en Santa Cruz. El extracto fue sacado de Kruse, Tom (2001) “Transición política y recomposición sindical Reflexiones desde Bolivia” en De la Garza, E. (Comp.) Los sindicatos frente a los procesos de transición política. Buenos Aires: CLACSO.
[ii] Revisar Castro Luis (2016) Obreros fluctuantes frente a la dominación patronal. La Paz: Muela del Diablo Editores y Llank’ayamanta
[iii] En la refinería los obreros en situación de subcontrato eran denominados como “terceros”
[iv] Extracto de entrevista a un obrero fluctuante de la Refinería Gualberto Villarroel, sección limpieza de desechos industriales, 2007.
[v] Obrero en subcontrato de la Refinería Gualberto Villarroel, sección mantenimiento eléctrico, 2007.
[vi] Pag. 176 de Kruse, Tom (2001) “Transición política y recomposición sindical. Reflexiones desde Bolivia” en De la Garza, E. (Comp.) Los sindicatos frente a los procesos de transición política. Buenos Aires: CLACSO
[vii] García, Álvaro (1998) Reproletarización. Nueva clase obrera y desarrollo del capital industrial en Bolivia (1952 - 1999). La Paz: Muela del Diablo.
[viii] Cabe aclarar que, en el movimiento obrero anterior a la implantación del neoliberalismo, también se pueden encontrar tendencias legalistas, no dominantes en la práctica sindical.
[ix] Algunos autores que argumentan esta ruptura son Rodríguez, Gustavo y Bohrt, Carlos (1987) Bolivia: Movimiento sindical y la crisis” en Crisis del sindicalismo en Bolivia. La Paz: ILDIS; García, Álvaro (1998) Reproletarización. Nueva clase obrera y desarrollo del capital industrial en Bolivia (1952 - 1999). La Paz: Muela del Diablo y Kruse, Tom (2001) “Transición política y recomposición sindical Reflexiones desde Bolivia” en De la Garza, E. (Comp.) Los sindicatos frente a los procesos de transición política. Buenos Aires: CLACSO
[x] Pag. 39 en Garcia Lopez, Jorge; Meseguer, Pablo y Riesco, Alberto (2006) “Todos interinos, ¿todos precarios?” en Revista Libre Pensamiento. Dossier: Ser precarios. Adaptables y vulnerables, Nº 51. Madrid: CGT y ARCE.
[xi]  Pág. 178 en García, Álvaro (1998) Reproletarización. Nueva clase obrera y desarrollo del capital industrial en Bolivia (1952 - 1999). La Paz: Muela del Diablo.
[xii] Según Pasukanis, Ebgeni (1976) Teoría General del Derecho y marxismo. Barcelona: Editorial Labor Universitaria, el fetichismo jurídico se da en la transformación de los seres humanos como sujetos de derecho, en este proceso, el sistema jurídico se invierte de producto social a realidad objetiva dotadora de derecho. El fetichismo jurídico, es entonces, la transformación de los individuos en sujetos jurídicos por medio de la abstracción de sus particularidades para reducirlas a un estatuto abstracto que les dota voluntad.
[xiii] Kruse, Tom (2001) “Transición política y recomposición sindical Reflexiones desde Bolivia” en De la Garza, E. (Comp.) Los sindicatos frente a los procesos de transición política. Buenos Aires: CLACSO
[xiv] Pag. 174 en Kruse, Tom (2001) “Transición política y recomposición sindical Reflexiones desde Bolivia” en De la Garza, E. (Comp.) Los sindicatos frente a los procesos de transición política. Buenos Aires: CLACSO.
[xv] Pasukanis, Ebgeni (1976) Teoría General del Derecho y marxismo. Barcelona: Editorial Labor Universitaria: “El estado, en cuanto que organización de la dominación de clase y en tanto que organización destinada a llevar a cabo las guerras con el exterior, no necesita interpretación jurídica e incluso sustancialmente no la permite. Es un dominio en el que reina la llamada raison d’état que no es otra cosa que el principio de la simple conformidad con el fin. La autoridad como garante del cambio mercantil, por el contrario, puede solamente ser expresada en términos jurídicos, sino que se presenta ella misma como derecho, es decir, se confunde totalmente con la norma abstracta objetiva” (pag. 117)
[xvi] Grupos focales con obreros fabriles en Cochabamba, año 2016.

martes, 31 de diciembre de 2019

Las contradicciones de la integración productiva en la era de la industria 4.0




Tania Aillón Gómez



   El término de industria 4.0 aparece en la literatura actual, para hacer referencia a una “cuarta revolución tecnológica” apoyada en la informática y la robótica; asociada principalmente, al sector de la industria manufacturera. Una revolución cuya finalidad radica en la “fluidificación de la producción”[i] de la industria en serie, similar a la que caracteriza; desde siempre, a industrias como la petrolera. A esta búsqueda de “fluidificación” productiva, se asocian un conjunto de cambios organizacionales en el proceso de trabajo, que reconfiguran las relaciones sociales de producción del capitalismo contemporáneo. En esta ocasión, queremos detenernos a valorar la incidencia de la “industria 4.0” en algunos rasgos del trabajo y del empleo.

1. LA BÚSQUEDA DE CONVERTIR LA INDUSTRIA EN SERIE EN INDUSTRIA DE FLUJO CONTINUO.

Imagen: https://smalltechtalk.wordpress.com, 27/05/2017
    Si consideramos como Noble[ii] que, tanto la forma que asume la innovación tecnológica, como su aplicación, están permeadas por los intereses de los grupos que detentan el poder económico y político en una sociedad, cabe preguntarnos, el porqué de la búsqueda de “fluidificar” la producción de la industria en serie en el capitalismo contemporáneo.  Convertir a la industria en serie en una industria de “flujo continuo”, responde al ideal capitalista de integrar; mediante un conjunto de dispositivos técnicos y organizacionales, las distintas fases productivas, para disminuir tiempos de producción, reducir costos en fuerza de trabajo, trasladar el control del proceso de trabajo de manos del trabajador a dispositivos automáticos; todo esto, con la finalidad de elevar la productividad del trabajo y enfrentar en  mejores condiciones, mercados cada vez más competitivos. Al mismo tiempo, esta integración, desde la perspectiva patronal, está asociada a conseguir un mayor control, no sólo sobre el desempeño de los trabajadores; sino también, sobre sus estrategias de resistencia y lucha.  Cabe señalar que estas innovaciones han tocado; además, al sector servicios, cuya industrialización se profundizó en las últimas décadas, con efectos importantes en el empleo[iii].

    Esta búsqueda de fluidificar el proceso productivo, a través de su creciente integración, ha radicado; en los últimos años, en trasformar el capital fijo en capital circulante[iv], introduciendo una serie de dispositivos técnicos y sociales, que flexibilicen todas las rigideces que atenten contra el flujo productivo. Una de las finalidades, es acortar la distancia, entre producción y circulación, para acelerar la rotación del capital invertido, con miras a aumentar las posibilidades de su valorización en un contexto recesivo que se prolonga desde la crisis del año 2008 hasta nuestros días; recesión que se convierte; además, en una oportunidad de reorganización de los procesos productivos, para aproximar; aún más, la producción al mercado.  

En este contexto, la puesta en marcha de la industria 4.0, aparece como una respuesta a la crisis capitalista que se inicia en 2008 (de cuyas secuelas, el sistema no termina de recuperarse), porque; como mencionamos, mediante los dispositivos técnicos y organizacionales, con los que cuenta, pone fin a las porosidades y rigideces a nivel de los procesos productivos; que muchas veces, se mostraron como “desajustes de mercado”[v].   Estudios realizados, acerca de las actuales trasformaciones en la industria, muestran que las empresas están transitando hacia arquitecturas tecnológicas que les permitan alcanzar mayores niveles de integración de todas las actividades, desde el desarrollo del producto, hasta la planeación de la producción y las instalaciones. Según distintos trabajos de enfoque técnico, dirigidos a la industria 4.0, ella representa una innovación tecnológica sustentada  en nuevos  productos y procesos, a través de fábricas inteligentes, totalmente integradas en redes de trabajo, a lo largo de toda la cadena de producción de valor, con  nuevas formas de colaboración e infraestructuras sociales; se trata de una tecnología sustentada en la digitalización de los sistemas de información y producción, para las actividades de gestión y adquisición de datos de las máquinas y líneas de producción( con el intercambio de información,  para el monitoreo y control de los procesos y la toma de decisiones en tiempo real)[vi].

Se trata de un proceso de innovación sistémico que redefine los modelos de negocios y provee una perspectiva global totalmente integrada del entorno y la organización, que parece responder al sueño capitalista de una fábrica, lo suficientemente integrada, como para reducir al mínimo los requerimientos de fuerza de trabajo, al mismo tiempo que los tiempos de producción, en la medida en que se trata de automatismos, que de manera simultánea identifican los problemas técnicos que puedan surgir y ponen en marcha soluciones autorreguladas, de las que ya no participa de forma directa  el ser humano.  Soluciones que se basan; además, en una red de información, que fluye por un entorno mucho más basto que la fábrica, para garantizar una producción eficiente y eficaz, con una adecuación; en tiempo real, a los requerimientos cuantitativos y cualitativos del mercado[vii]. Una integración productiva que abre la posibilidad, para que los patrones empeñados en la industria 4.0, consigan centralizar aún más capital, en fábricas desiertas de trabajadores, con robots que respondan a los requerimientos técnicos de forma automática, sin necesidad de enfrentar huelgas por mejoras salariales o beneficios sociales.

Sin embargo, este sueño de fábricas desiertas y muy rentables, tiene como contrapartida fuera de la fábrica, un ejército de obreros precarios, de desempleados o de  parados crónicos, que pone en cuestión, la posibilidad y/o la viabilidad, de que el sueño capitalista de un máximo de ganancia, al mínimo costo y con el menor número de obreros (que parece encarnarse en proyectos como el de la industria 4.0), sea posible, sin reproducir contradicciones que alertan sobre el curso social que toman las innovaciones tecnológicas en marcha.    

2. ESTRATEGIA INTEGRADORA, ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO Y EMPLEO 

Fotografía: https://administradores.com.br, 28/02/2019
    Cabe precisar, que esta búsqueda de integración productiva de la industria manufacturera, no sólo es un asunto de automatismos; sino también, de reorganización del trabajo, porque, aunque se reduzca la fuerza de trabajo empleada, ésta no desaparece del espacio laboral; de lo que se trata; entonces, es de “fluidificar” “la fuerza de trabajo que está en funciones, para que corra en el sentido que requiere la “quimificación”[viii] industrial.  En esta perspectiva, desde hace ya varios años, se fueron introduciendo un conjunto de dispositivos organizacionales, relacionados con el término de flexibilidad. Una flexibilidad que permitió; por ejemplo, la descentralización de las fases productivas, viabilizada por las tecnologías en que se asienta la industria 4.0.

        Mediante la estrategia descentralizadora, se facilita la diversificación de la producción, de acuerdo a los cambios en la oferta y la demanda; esta descentralización es también, un vehículo, para reestructurar, tanto la industria en los países centrales como en los periféricos; una estrategia implementada por las trasnacionales, de acuerdo al país, operación o localización regional de cada proceso productivo en curso. Para este fin, la automatización permite una creciente fragmentación y estandarización de procedimientos (que facilitan su control en distintas latitudes), al mismo tiempo que se aprovecha los menores costos relativos de la fuerza de trabajo [ix]. Se trata; sin duda, de una estrategia de integración de ventajas competitivas (fuerza de trabajo barata con alta tecnología), que en esta fase del capitalismo se ve más facilitada que antaño, por las tecnologías de la industria 4.0, que posibilitan ajustes a todos los niveles del proceso productivo, en tiempo real.

La generalización del trabajo a tiempo parcial, la inestabilidad laboral, la flexibilización funcional, al interior de los procesos productivos, es parte de esta estrategia integradora, que lo que necesita es ajustar a tiempo real, los volúmenes de producción y el tipo de productos, a los requerimientos del mercado, sin tener que negociar paros, vacaciones o indemnizaciones por despido con los sindicatos[x]. La institucionalización creciente del régimen de subcontratación y/o tercerización de la fuerza de trabajo, para quebrantar la relación laboral entre capital y trabajo, son parte de esta carrera integradora, en la que está empeñada la producción capitalista, desde hace varias décadas, carrera que parece alcanzar sus metas más altas en la industria 4.0.

3. LAS CONTRADICCIONES SE PROFUNDIZAN CON LA “FLUIDIFICACIÓN” INDUSTRIAL.

Autores que reflexionan; desde distintas disciplinas, las consecuencias que acarrea la creciente automatización de los procesos productivos en la era de la digitalización, hacen notar la emergencia de un abanico de contradicciones que incitan a agudizar la imaginación de los entendidos, para encontrar posibles soluciones. Una de estas contradicciones se encuentra, entre la necesidad de mantener los fondos de pensiones, para los trabajadores que se acogen a la jubilación y la caída de su caudal, debido a la disminución de las aportaciones, al ser sustituida la fuerza de trabajo por maquinas. En una sociedad fundada en la fuerza de trabajo como mercancía, los juristas se preguntan: ¿cómo se mantendrá a la masa de trabajadores cesantes, que sin estar en la etapa productiva de su vida (en términos capitalistas), requieren de medios para sobrevivir?  las grandes movilizaciones en Francia, con el resurgimiento de los “chalecos amarillos”, en protesta por la reforma a la ley de pensiones, son la manifestación contemporánea de las contradicciones que está produciendo el desplazamiento de la fuerza de trabajo de los espacios productivos.    En el mismo sentido, el desempleo tecnológico, en una sociedad donde la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población, depende de obtener un salario a cambio de la venta de su fuerza de trabajo, muestra la contradicción, entre las innovaciones tecnológicas profundizadas por la industria 4.0 y la posibilidad de satisfacer esas necesidades[xi].   El Foro Económico Mundial sobre el futuro del trabajo advierte que, entre los años 2015 y 2020, la digitalización de la industria puede llevar a la desaparición de 7,1 millones de puestos de trabajo y la creación sólo de 2,1 millones de nuevos empleos[xii].   Otra contradicción es la que se evidencia, entre la demanda de una fuerza de trabajo altamente calificada, para el manejo de la inteligencia virtual y la oferta de empleos cada vez más precarios (bajos salarios, inestabilidad laboral, ausencia de beneficios sociales, etc.), empleos  que no compensan la inversión social realizada, para la formación  de esta fuerza de trabajo; lo que  en los hechos significa el derroche del valor invertido en producirla (como un componente esencial de las fuerzas productivas de la sociedad); sobre todo, cuándo estos profesionales no encuentran un puesto en el mercado laboral; muchas veces, en el curso de toda su vida.

Fotografía: https://www.alertacatastrofes.com, 22/02/2018
En esta situación, surgen voces que plantean la necesidad de que sean los robots los que coticen, como una posible vía de salida a la crisis del sistema de seguridad social, causada por la robotización de la industria. Se habla también, de un “nuevo paradigma económico”, para la era de la robótica, que debería contemplar una renta básica que evite las desigualdades sociales emergentes de la situación de paro y/o desempleos crónicos. Se trataría de establecer una renta básica, un “subsidio universal” o incluso un “ingreso de ciudadanía”, que significaría garantizar a todas las personas, de forma automática e incondicionada, un ingreso periódico de subsistencia[xiii]. Este tipo de ingreso, sería considerado como la obligación de toda sociedad de asegurar a todos, la satisfacción de las “necesidades esenciales” en nombre de la dignidad de sus ciudadanos. Este “subsidio universal” estaría garantizado con la alta productividad del trabajo, que implica la robotización y digitalización de la economía.

            Se trata de propuestas para solucionar las contradicciones, que el alto desarrollo tecnológico pone en el horizonte de la economía capitalista contemporánea; sin embargo, es preciso reflexionar sobre la posibilidad de su aplicación en una economía que pone la alta productividad del trabajo, no al servicio de la redistribución de la riqueza, sino al servicio de la concentración de la ganancia.  ¿Será posible que la riqueza concentrada por efecto de la alta productividad del trabajo en ciertas empresas, en ciertos sectores de la economía, en ciertos países y regiones del mundo, pueda ser redistribuida para evitar la condena de grandes contingentes de la población mundial al hambre?  Hasta ahora el comportamiento de la encomia capitalista, parece negar esta posibilidad; incluso se prefiere enfrentar prolongadas crisis y recesiones económicas, que podrían ser superadas con la redistribución de la riqueza de forma más equitativa (sin hablar precisamente de un cambio en el sistema económico), una redistribución que neutralice el estrangulamiento de los mercados, que reproduce las crisis de sobreproducción. Es la misma actitud que tiene el capitalismo frente a la crisis ecológica que vive el planeta, prefiere destruir el hábitat humano, en el que se reproduce, antes que asumir los altos costos en términos de inversión y de reducción de ganancias, que le significaría afrontar cambios significativos en la forma de producir y relacionarse con la naturaleza.  

En esta etapa del capitalismo, caracterizada por la revolución tecnológica 4.0, es más probable, que el aumento del desempleo tecnológico, profundice las contradicciones que emergen del alto desarrollo de las fuerzas productivas (robótica, cobótica, etc.) (destinadas a la fluidificación de la producción) y las relaciones sociales de producción fundadas en el uso de fuerza de trabajo como mercancía y en la concentración de la riqueza generada por una productividad del trabajo cada vez más alta.  Una productividad del trabajo, que bien podría ofrecer el disfrute de un merecido “ocio” a millones de seres humanos, posibilidad que escandaliza a mentes acostumbradas a considerar como algo “natural”, la continua expropiación de la productividad del trabajo en que se funda el capitalismo desde sus orígenes.   

CONSIDERACIONES FINALES

Fotografía: https://www.voanoticias.com, 02/03/2019
    El sueño capitalista de convertir a la industria en serie en una industria de “flujo continuo” parece estar realizándose a medida que se generaliza la integración productiva con ayuda de la digitalización a gran escala, de los procesos productivos. En realidad, se trataría de una de las estrategias en que están empeñados los industriales contemporáneos, para enfrentar la larga recesión que aqueja a la economía capitalista desde 2008, con modestos periodos de recuperación, sin que signifiquen saltos cualitativos significativos.  En este caso; como en otros, el sistema vuelve a “comerse la cola” reproduciendo sus conocidas contradicciones, ahora a gran escala; las mismas que ponen en cuestión, la apropiación privada de la ganancia de productividad del trabajo, en la era de la cuarta revolución tecnológica, por la consolidación del paro y del desempleo tecnológicos, que esta forma de apropiación produce. Esto llevó a muchos autores, a cuestionar la forma en que se redistribuye la riqueza en la sociedad contemporánea, autores que no pueden ser acusados, ni de lejos, de marxistas. Nosotros; sin embargo, aprovechamos la reflexión, para poner en el tapete, la actualidad de la tesis marxiana sobre la contradicción, entre el alto desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, como condición de posibilidad de la lucha de clases. Con seguridad que una reapropiación de los efectos positivos del alto desarrollo de la productividad del trabajo (tiempo de ocio remunerado, mejores salarios, rentas de vejez con cotización de los robots.) a favor de los sectores explotados y oprimidos de la población mundial, pasará; necesariamente, por la lucha de los trabajadores contra la expropiación de la productividad de su trabajo, ejercida desde siempre, por los patrones. Lucha que ya se observa en las imponentes movilizaciones de los trabajadores franceses.   



[i] Vatin F., (1987) La fluidité industrielle. Paris, Méridiens Klincksieck.
[ii] Noble, David (2016) Le progrès sans le peuple. Marsella : AGONE.
[iii] El avance de la industria 4.0 ha introducido la digitalización en los servicios, desplazando la fuerza de trabajo; ahora, para pedir un servicio de transporte de personas (Uber), ya no se necesitan operadores locales, solo con una aplicación, que tiene al otro lado, a un operador manejando conexiones internacionales, de compra y venta del servicio.  En servicios como la restauración, el autoservicio se digitaliza, ya no atiende un mozo o una persona, en plataforma se elige el plato y este sale servido, etc.
[iv] Rojas, Fernando (1987) “Tecnología de la Información: una nueva estrategia capitalista de subordinación de los trabajadores”, en Cuadernos De Economía, Segunda Época Volumen Viii Numero 11. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
[v] (Ídem.)
[vi] Ynzunza, Carmen; Izar, Juan; Bocarando, Jacqueline; Aguilar, Felipe; Larios, Martín (2017) “El Entorno de la Industria 4.0: Implicaciones y Perspectivas Futuras” en Conciencia Tecnológica, nº 54. Visto en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=94454631006, última visita el 28 de diciembre de 2019. Por otro lado, en Danjou, Rivest y Pellerin, R. (2017)  “PME 2.0: Le passage au numérique Industrie 4.0 : des pistes pour aborder l’ère du numérique et de la connectivité”. Quebec: CEFRIO, se indica que dentro del paradigma de la industria 4.0, las máquinas están dotadas de nuevas tecnologías de conectividad y se convierten en más autónomas, flexibles y cooperativas. estas máquinas interactúan entre ellas y con los seres humanos (cobótica).
[vii] La logística y eficiencia de la cadena de suministro de información y de suministro de los materiales requeridos, asegura la transabilidad del producto en menor tiempo y costo; al mismo tiempo, que mejora su adaptabilidad al mercado. 
[viii] La “quimificación” alude a convertir los procesos productivos en procesos por los que fluye la materia prima transformándose de una fase a otra, sin intervención de la mano humana, como ocurre en la producción fundada en la provocación de reacciones químicas.
[ix] Las compañías multinacionales, ampliamente estimuladas por estrategias de desarrollo de exportaciones en países de la periferia e incentivos a importaciones establecidos, para las economías centrales, transfieren parte de sus actividades manufactureras y de servicios hacia el exterior. Uno de los componentes más conocidos de las estrategias de promoción de exportaciones en los países periféricos, es la oferta de fuerza laboral barata; se trata de trabajadores que no están protegidos por leyes laborales relacionadas con la estabilidad ocupacional y las prestaciones sociales. Las industrias localizadas en zonas de libre comercio tienden a ser temporales, trasladándose de un país a otro, cerrando totalmente las operaciones, de acuerdo con las condiciones del mercado internacional, los cambios tecnológicos y los incentivos laborales y económicos a escala mundial (Rojas, Fernando (1987) “Tecnología de la Información: una nueva estrategia capitalista de subordinación de los trabajadores”, en Cuadernos De Economía, Segunda Época Volumen Viii Numero 11. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.).
[x] (Ídem.)
[xi] La introducción de la robótica y de la cobótica significa la sustitución, más o menos permanente, de fuerza de trabajo humana por máquinas de alto nivel tecnológico, resultado de la digitalización creciente de la producción; proceso, dentro del cual, los robots concebidos; inicialmente, para la realización de tareas sencillas y o rutinarias, incorporan ahora entre sus “habilidades”, funciones cognitivas, derivadas del desarrollo de la inteligencia artificial (Zagonera, Catalina Universidad de Islas Baleares, Facultad de Economía y Empresas, (2018) Robotización de la Economía y el empleo. Tesis de grado de economía, Universitat de les Illes Balears).
[xii] Mercader, Jesús (2017) “El impacto de la robótica y el futuro del trabajo”, en la Revista de la Facultad de Derecho de México, Tomo LXVII, Número 269.
[xiii] Cita de Ford en Mercader, Jesús (2017) “El impacto de la robótica y el futuro del trabajo”, en la Revista de la Facultad de Derecho de México, Tomo LXVII, Número 269.