Tania Aillón Gómez
Esta reseña se dedica al libro de Julio
César Neffa: Modos de desarrollo, procesos de trabajo y riesgos psicosociales,
publicado en noviembre de 2021 por el INAP. El libro se divide en dos partes;
la primera está dedicada a identificar los rasgos generales del modo de
producción capitalista y a un repaso histórico de las formas de organización y
división técnica del trabajo en la historia del capitalismo, deteniéndose en
dos momentos: el de la organización científica del trabajo (OCT) donde se hace
referencia a los rasgos de la organización tayloriana del trabajo, para luego referirse
al trabajo en la cadena fordista; por último, se pasa a nombrar al teletrabajo
junto a las empresas de plataforma, como formas actuales de organización del
trabajo. Una segunda parte se centra en la relación entre los cambios en la
organización del trabajo y los riesgos laborales, aquí el autor desarrolla un
repaso de la forma en que dicha relación fue abordada desde distintas
instancias institucionales y corrientes teóricas, para concluir en una postura
propia, basada en los resultados de investigaciones desarrolladas al respecto.
1. TÓPICOS RELEVANTES DE LA
PRIMERA PARTE
Las distintas formas de organización del trabajo, son asociadas por el autor, a distintas formas de resistencia de los trabajadores, debido al deterioro de sus condiciones de trabajo, por el aumento de la fatiga y los riesgos en el trabajo a lo largo del siglo XIX. Estas luchas reivindicativas de los trabajadores habrían derivado, a inicios del siglo XX (1919), en la creación del OIT (Organización Internacional del Trabajo), la que generó conferencias anuales de reflexión en la búsqueda, por parte de los trabajadores, de reducción de la injusticia y desigualdades sociales. Es dentro de las inquietudes de esta organización, que el autor inscribe a los primeros estudios científicos acerca de la toxicología y la medicina en el trabajo y la certificación de la existencia de enfermedades profesionales (sus causas), para promover la adopción de normas. Estos estudios derivaron, también, en la identificación de los riesgos de salud a los que están expuestos los trabajadores. A partir de estas iniciativas se establecen, al menos en las empresas más grandes, medidas que prevengan algunos de los riesgos identificados.
En esta primera parte, Neffa data el
inicio de la reflexión acerca de la organización de los procesos de trabajo,
entre 1945 y 1975, años de auge económico, a los que se conoce como
“gloriosos”, caracterizados por la intervención del Estado en planes sociales
masivos, con una cobertura de asistencia social muy alta, sustentada en un
crecimiento económico sostenido del capitalismo, altas tasas ganancia, pero;
además, altas tasas de sindicalización. Es en las postrimerías de este periodo
de auge, que se sitúan los cuestionamientos de los trabajadores a la
organización del trabajo, debido a su impacto sobre la salud; se trata, según
Neffa, de conflictos relacionados con lo que denomina modo de desarrollo keynesiano-fordista,
una crítica que se expresa en la producción académica con tesis como las de
Harry Braverman sobre la descualificación del trabajo dentro del capitalismo o
con libros como los de Benjamín Coriat: “Ciencia Técnica y Capital” o de los
estudios acerca del impacto del trabajo sobre la salud de los obreros
italianos, realizado por médicos del trabajo inspirados en Gramsci. En esta
época, también sitúa Julio Neffa, los estudios del Conservatorio Nacional de
Artes y Oficios de Paris (CNAM) y sobre ergonomía de Alain Wisner y acerca de
la psicodinámica del trabajo realizado por Crhistopher Dejours en los países
nórdicos y Alemania. Se trata de estímulos para que se efectúen estudios
empíricos, resaltados por Neffa en países como México, Brasil., Argentina,
India y Argelia.
Julio Neffa resalta a las huelgas y
movilizaciones obreras que pusieron en cuestión la OCT, como impulso para que,
en 1974, en el seno de la Conferencia Internacional del Trabajo se lleven
adelante análisis acerca de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales,
la duración y configuración del tiempo de trabajo y la organización el trabajo.
Dos años más tarde, en 1976, la OIT creó el Programa Internacional para el
Mejoramiento de las Condiciones de Trabajo (PIACT), en países en vías de
desarrollo, lo que originó un plan de trabajo prioritario para la OIT. Este
programa se implementó en la Argentina durante una década, a partir de 1984, y
buscó información, sobre normas legales, bibliografía disponible, se visitaron
empresas e hicieron entrevistas a empresarios, funcionarios, docentes. Con esta
información empírica, como menciona Neffa, se confeccionaron diagnósticos sobre
sectores en relación a un esquema acordado entre el PIACT y la OIT. Los
Informes fueron discutidos en los seminarios tripartitos para evaluarlos, sacar
conclusiones y formular políticas al gobierno. El autor precisa que ese fue el
espacio en el que surgió el acrónimo CyMAT para referirse a las condiciones y
medio ambiente de trabajo.
En otro apartado de esta primera parte,
el autor se concentra en el origen y constitución del que denomina el centro
mundial de innovaciones (Silicon Valley); una iniciativa impulsada por grupos
innovadores y fundaciones privadas, los que basados en ideologías del
liberalismo económico promovían la reducción en la intervención del Estado, el
desarrollo de la competencia y la defensa contundente del derecho a la
propiedad intelectual (inspirados en la visión schumpeteriana de la innovación
como destrucción creadora), aspecto que favorecerá al desarrollo de los grandes
monopolios del siglo XXI dentro de la estructuración de la economía numérica,
monopolios como el GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Alphabet, Microsoft, etc.)
formados por la centralización de inmensas bases de datos que como remarca
Julio Neffa aseguran la coordinación de los agentes económicos; orienta y
condiciona los comportamientos individuales y de las empresas. Se trataría de
una gobernanza algorítmica que reduce el margen de maniobra y reflexión de los
sujetos y los condiciona. Son monopolios con protección de propiedad
intelectual que les permite ser poseedores temporalmente, de una renta legal de
monopolio.
Estos monopolios cuentan con recursos
que reducen los costos de comunicación, expanden y facilitan la comunicación de
diferentes etapas del proceso productivo y conducen la voluntad de producir,
permitiendo la coordinación de las cadenas globales de valor, son activos
intangibles como los programas informáticos, las aplicaciones que tienen
rendimientos de escala creciente por los escasos costos marginales de sus
productos , lo que les facilita captar un parte considerable del valor
producido a lo largo de toda la cadena de producción. En este sentido, menciona
Julio Neffa se debe entender el accionar del Estado, cuando defendió los
intereses de empresas radicadas en EEUU, cuando prohibió la venta de las
aplicaciones de Huawei.
Señala Neffa que las innovaciones
científicas y tecnológicas, a través de la informática, dieron lugar a la
introducción de la robótica, maquinas herramienta de control remoto y la
automatización de la producción en empresas de flujo continuo, aumentando las
economías de escala y la productividad y reduciendo los costos unitarios de
producción. Así se facilitó el proceso de uso del trabajo a distancia, y el
desarrollo de las empresas de plataforma (con repartidores a domicilio y el
transporte de pasajeros con aplicaciones como la de UBER); sin embargo, la
consecuencia de estos desarrollos tecnológicos fue la intensificación del
trabajo, la prolongación de las jornadas de trabajo con la secuela de
trastornos musculo esqueléticos y el síndrome del ojo seco para los
trabajadores. El autor resalta que en las economías de plataforma se produce un
incremento de la fatiga muscular para los trabajadores de reparto que siguen en
condiciones de precariedad, con trabajos intermitentes y una remuneración que
solo reconoce el tiempo efectivo de trabajo, con fuerte riesgo de impacto
psíquico y mental en el trabajo. En el mismo sentido, las nuevas tecnologías
favorecerían la división del trabajo, a la vez que las tareas simples son las
que más se automatizan. Julio Neffa precisa que debido a la subcontratación y
la tercerización surge una paradoja: Cuando se estudian las cadenas globales de
valor, más del 50% de las personas en que se apoya el funcionamiento de una
empresa no son asalariados que trabajan directamente para ella. La
plataformización de la economía estaría asociada a una división del trabajo que
asocia a una multitud de vendedores con otra de compradores, alrededor de micro
tareas, con las que se individualiza el empleo, cada internauta elige la
actividad a realizar (apoyo escolar, traducciones, docencia, investigación,
consultorías, tareas domésticas) (digital labor).
Se finaliza esta primera parte, con una
explicación del surgimiento de lo que el autor denomina modelo neoliberal,
resultado de un cuestionamiento desde 1970, a la organización científica del
trabajo, asentada en las cadenas de montaje (es cuando se gesta la crisis del
llamado modelo keynesiano –fordista), pero también, resultado de la respuesta
empresarial a la crisis económica y financiera internacional de la época. Surge
el modelo neoliberal, señala Neffa como una respuesta a esta crisis,
propugnando la privatización de las empresas públicas y del sistema de
seguridad social, la apertura de la economía al comercio exterior, con el fin
de frenar la marcada inflación que se presentó en esta crisis. Se ponen en
marcha, señala el autor, reformas laborales que ponen freno al crecimiento del
salario, para controlar la caída de la tasa de ganancia; también, se pone en
marcha la flexibilización laboral, para debilitar a las organizaciones
sindicales, al mismo tiempo que se reducen los presupuestos fiscales dedicados
a la salud y la educación. Estas reformas neoliberales son acompañadas con lo
que el autor identifica como modelo cultural del neoliberalismo, que supone el
reconocimiento del libre funcionamiento del mercado, estímulo a la libre
competencia entre empresas y personas en lugar de a asociaciones o
cooperaciones. Se visualiza, según Neffa, además, el fortalecimiento de las
instituciones jurídicas para defender la propiedad privada y un fuerte
cuestionamiento a la intervención estatal, que forma parte de esta cultura
neoliberal. Neffa identifica, también, como pilar importante de dicha cultura,
el individualismo que viene a constituirse en unidad de análisis de los
comportamientos; una cultura individualista que es recogida por la empresa que
ahora impulsa el progreso individual, concretamente el involucramiento
individual del trabajador, como criterio de promoción laboral, donde un “cierto
espíritu calvinista” justificaría la búsqueda de riqueza y acumulación.
2. TÓPICOS RELEVANTES DE LA
SEGUNDA PARTE
En la segunda parte de este libro, de
forma más precisa, se desarrolla la relación entre los cambios en la
organización del trabajo y los riesgos laborales. Para ello, el autor hace un
repaso de los cambios que se fueron produciendo en la organización empresarial
en la era neoliberal, afirmando que es en este periodo que se consolida una
ideología managerial que revaloriza el papel de los managers, en la medida en
que: “[L]a ideología del management, es decir, los principios, valores,
actitudes y comportamientos de quienes tienen la responsabilidad de organizar y
conducir las empresas para asegurar la producción de bienes y de servicios, y
gestionar el uso de la fuerza de trabajo”[i],
son importantes para identificar las principales causas de los riesgos psicosociales
en el trabajo (en adelante, RPST).
Estos cambios están asociados al
crecimiento de la subcontratación, la tercerización, con la generación de
empleos precarios y la disminución del volumen de empleo, a la vez que se
reduce el salario indirecto por el recorte de contribuciones a la seguridad
social. Se trata de un proceso, señala Neffa, que ha supuesto la
deslocalización parcial o total de plantas fabriles al exterior y/o interior de
un país, en busca de una carga impositiva menor (mono tributos, trabajadores
autónomos, contratos con empresas de servicios, trabajo temporal, no
registrado, etc.). Un nuevo modo de desarrollo, según el autor, en el que se
abandona la estructura vertical de la empresa y se aplica la dirección por
objetivos, se introduce la ingeniería simultánea y la gestión por proyectos en
la búsqueda de una mayor integración entre concepción y ejecusión, con
relaciones horizontales mediante el achatamiento de estructuras. En este
contexto, los usos de las TIC se asocian a la intensificación de la
flexibilidad funcional para reducir costos e incrementar la rentabilidad,
promoviendo la innovación continua de procesos, para la eliminación de todo
aquello que no añade valor, con la vista puesta en la satisfacción del cliente.
Se trata de los recursos de la “lean production” (producción magra) con
dispositivos organizacionales como el Kaizen, encaminados al “just in time”.
Este nuevo modelo de desarrollo, indica Julio Neffa, se ha traducido en una
intensificación del trabajo, incremento de la fatiga y trastornos músculo
esqueléticos, provocados por una competitividad acrecentada.
En el espacio de los mercados de
trabajo, resultado de la puesta en marcha de este nuevo modelo de desarrollo,
se ha incrementado el desempleo y el subempleo, a medida que aumenta la
precarización del empleo con el incremento del trabajo no registrado, la
polivalencia y la flexibilidad se acrecientan. El autor señala que producto de
esta dinámica, se profundizó la segmentación de los mercados de trabajo entre
el sector primario y secundario y las relaciones laborales se individualizan y
personalizan. Estos cambios corren paralelos a transformaciones en las teorías
del management, que el autor asocia, retomando una frase de Boltansky y
Chiapello, con el “nuevo espíritu del capitalismo” cuya gestión de recursos
humanos busca el involucramiento de los asalariados, encontrando “intereses
comunes” entre ambas partes, en un contexto de debilitamiento de los sindicatos
y de aumento del desempleo. Dentro de este modelo de desarrollo los patrones
convierten a los asalariados en “colaboradores”, como remarca Neffa, en la
perspectiva de evitar que las relaciones de trabajo adopten una forma
conflictiva; hay una suerte de deconstrucción de las clases sociales
tradicionales, que se refuerza con formas de evolución en las que la categoría
ocupacional pierde importancia en términos remunerativos, frente a la
productividad, el cumplimiento de normas de calidad y/o el grado de
involucramiento del trabajador con los objetivos de la empresa.
En esta segunda parte el autor establece
la relación entre procesos de trabajo, salud y enfermedad de las/os
trabajadoras/es. La hipótesis explícita con la que aborda este tema es que: “el
impacto del trabajo sobre la salud del trabajador tiene su origen causal en la
organización y contenido del proceso de trabajo desarrollado durante la vida
activa, entendiendo que el trabajo no se reduce a un fenómeno explicado por el
medio ambiente, sino que se trata de una relación trabajo-salud que forma parte
de un proceso social”[ii].
Desde el enfoque de Neffa, las
esperanzas de vida dependen, principalmente, de las condiciones y la duración e
intensidad con que se use la fuerza de trabajo. Dentro del nuevo paradigma
productivo o nuevo modelo productivo los riesgos laborales han aumentado por la
intensificación del trabajo, que se ha desplazado de la carga física a la
psíquica y mental y dan lugar a los RPST, con su posterior somatización que
afecta al cuerpo. No se trataría de una fatalidad, sino que se determinaría por
el contenido y la organización del proceso de trabajo de acuerdo con la lógica
de producción y de acumulación del capital predominante.
Sin embargo, las condiciones sobre la
organización y el contenido del proceso de trabajo no forman parte de la
negociación colectiva, sino que se definen casi unilateralmente, dentro de un
proceso de individualización e invisibilización de los RPST, a esto se suma la
escasez relativa de investigaciones sobre la temática, debido a que sus
resultados podían cuestionar el accionar de las empresas. En esta situación,
los orígenes de las enfermedades no se atribuyen al proceso de trabajo, sino a
la debilidad o descuido del sujeto; es decir, los problemas laborales de salud
se individualizan.
El autor hace notar, además, que varios
estudios constatan que los trabajadores no son iguales frente a la muerte,
serían los empleados y obreros, de acuerdo a estudios realizados, los que viven
hasta 10 años menos, en promedio, debido a la intensidad en el trabajo, los
turnos nocturnos, riesgos del medio ambiente físico, químico, etc. En el mismo
sentido se ha comprobado, anota Neffa, que la morbilidad psicopatológica
impacta más en los jóvenes desocupados y en los desocupados de larga data, pero
también, surgen patologías entre aquellos empleos estables con elevada carga de
trabajo como el síndrome de desgaste profesional o los trastornos músculo
esqueléticos.
Al finalizar esta segunda parte, Julio Neffa se concentra en lo que él denomina el modelo RPST o enfoque de la psicodinámica del trabajo, con el que su propio enfoque teórico parece conciliar, en la medida en que el modelo RPST postula que para prevenir el estrés en el trabajo se hace necesario mejorar la organización de la producción y del trabajo, con la búsqueda de un sistema menos autoritario y el reconocimiento a un margen de autonomía en la toma de decisiones en el espacio laboral. Antes de llegar al enfoque de los RPST Neffa desarrolla un repaso de cómo se han abordado los problemas psicosociales en los lugares de trabajo, desde los estudios de Elton Mayo, a los que considera como el origen de la psicología industrial, estudios que llevaron a Mayo a concluir que el buen trato reduce el ausentismo, evita conflictos interpersonales y tensiones; siguiendo a autores que desarrollaron estudios sobre el estrés, que sirvieron de base para establecer las causas del estrés y su conceptualización. Esta atención en el estrés se explica porque es un factor desencadenante de problemas que impiden el desarrollo de las facultades porque provoca la pérdida de memoria, alteraciones en el humor, dificultades para concentrarse, entre otras. Señala Neffa, que con inspiracion en el modelo transaccional de Lazarus y Folkmanse introduce el concepto de Coping con el que se define al estrés como el conjunto de esfuerzos cognitivos y comportamentales destinados a controlar, reducir y tolerar las exigencias o externas que los recursos de un individuo. En el caso de los trabajadores, ellos reaccionan y hacen esfuerzos frente a los riesgos, para disminuir las consecuencias de una situación de tensión (úlceras, depresión, bournot).
En España señala Neffa, los esfuerzos de
organizaciones sindicales como los realizados por el Instituto Sindical de
Ambiente, Trabajo y Salud (ISTAS) desarrollaron un modelo que se sitúa en la
trayectoria de la teoría general del estrés inspirado por Selye, y reúne las
veinte dimensiones de riesgo psicosocial en cinco grupos de variables, que
muestran la fuerte tensión provocada por las demandas del puesto de trabajo y
de la empresa u organización. La iniciativa partió de la idea de que los
índices de Karasek y Siegrist asumidos para caracterizar el conjunto de
dimensiones del contexto psicosocial del trabajo eran incompletos, de esta
forma, esta iniciativa se propuso buscar un instrumento basado en la teoría,
pero que fuera validado por características psicométricas confiables, sensibles
a los cambios que se producen en los diversos niveles de análisis: la
organización, el departamento o la sección de la empresa, el puesto de trabajo
y los individuos. Se identificó que la exposición laboral a factores
psicosociales es una de las causas más relevantes de ausentismo laboral por
motivos de salud y que la combinación de fuertes exigencias y elevada
intensidad con un bajo nivel de control sobre el trabajo son la causa de
elevados niveles de estrés laboral. En conclusión, precisa Neffa, el ISTAS
identificó siete factores estresantes de riesgo psicosocial: a) exceso de
exigencias psicológicas del trabajo; b) falta de influencia y de desarrollo en
el trabajo; c) falta de apoyo social y de calidad de liderazgo; d) ausencia de
previsibilidad; e) poca claridad de rol; f) conflictos de rol y g) escasas
compensaciones por el trabajo realizado.
El autor continúa señalando que con la
crisis del modo de desarrollo keynesiano-fordista y el inicio del modo de
desarrollo neoliberal, la discusión sobre el desempleo elevado y estructural,
la precariedad, las profecías del fin del trabajo y de la sociedad salarial
tuvieron su apogeo, y, progresivamente, se comenzó a estudiar su impacto sobre
la salud de los trabajadores. Cuando se intensificó el proceso de cambio
científico y tecnológico, y los estudios desde la economía y la sociología del
trabajo pusieron de relieve el crecimiento sostenido de dichos fenómenos, la
fuerza de trabajo devino en una mercancía
movilizada mediante contratos de venta
de servicios (autónomos); además, de las diversas modalidades de trabajo
precario. De la era del proletariado, precisa Neffa, se pasó progresivamente a
la era del precariado, que supuso, de acuerdo a las teorías sobre el RPST,
mayores sufrimientos que impactan sobre la salud psíquica y mental de los
trabajadores.
Finalmente, siguiendo a Michel Gollac,
Julio Neffa considera a los RPST como los riesgos para la salud física,
psíquica, mental y social engendrados por los determinantes socioeconómicos, la
condición de empleo, la organización y el contenido del trabajo y los factores
relacionales que interactúan en el funcionamiento psíquico y mental de los
trabajadores. Una visión que se contrapone a las formas tradicionales de
concebir y hacer frente a los problemas causados por los RPST, como la que
aísla al trabajador del riesgo o le paga primas por riesgos para compensar por
anticipado el daño que va a sufrir su salud o la de actuar sobre el psiquismo
del trabajador para curar el daño ocasionado recurriendo al apoyo psicológico o
a métodos de autoayuda para tratar de reducir el estrés, aconsejando una vida
higiénica, esto es una dieta adecuada que reduzca el consumo de tabaco. Desde
estas perspectivas, los trabajadores solo pueden reaccionar al impacto del
riesgo, pero no pueden prevenirlo ni controlarlo, dejando de lado la
posibilidad de atacar las causas y la necesidad de modificar los determinantes
socioeconómicos, que son de carácter estructural: la organización y el
contenido del proceso de trabajo.
A partir de los resultados que integran
las investigaciones empíricas realizadas desde un enfoque similar del ISTAS-21,
Neffa identifica ejes relacionados con los RPTS: La cantidad, la duración y la
intensidad del trabajo, la autonomía y el margen de control sobre el proceso de
trabajo, el trabajo emocional y la necesidad de controlar las emociones, las
relaciones sociales y las relaciones de trabajo, los conflictos éticos y de
valores en el trabajo, la seguridad y estabilidad en el empleo. A continuación,
se propone introducir cambios en las empresas considerando la variable género:
1) Cambios relacionados con la justicia organizacional, que regulen la
cantidad, duración e intensidad del trabajo, la demanda psicológica y la
autonomía, la intensidad del trabajo y su recompensa 2) La autonomía y el
margen de control, con el fin de dar márgenes de libertad y maniobra para
acceder a la información de la empresa y participar en la evaluación de los
trabajos realizados; participar de alguna manera en la preparan y adopción de
las decisiones, fidelización cooperación 3) La necesidad de controlar las
emociones, dentro de la dimensión relacional dificultada por la sobrecarga de
trabajo, que implica situaciones de mucha exigencia 4) Relaciones sociales y
relaciones de trabajo con los colegas, reconocimientos, recompensas, cuya
ausencia se traduce en depresiones, perturbaciones de sueño y del humor 5)
Estilo de liderazgo, hostigamiento, sistemas de evaluación, que pueden derivar
en acoso psicológico; violencias internas(verbal, simbólica, descredito,
insultos humillaciones)y/o micro violencias laborales: sabotaje,
amedrentamiento, exclusión, políticas de segregación, acoso sexual 6)
Conflictos éticos y valores en el trabajo, obligar a actuar en oposición a los
valores propios, conflictos éticos o de valores 7) Seguridad y estabilidad en
el empleo, amenazas de despido, víctima de desempleo, suspensiones prolongadas,
precarización.
De las experiencias de investigación
Julio Neffa resalta los riesgos más frecuentes encontrados por los trabajadores
en el espacio laboral: Los riesgos que se perciben con más frecuencia son los
siguientes: fuerte tensión por demanda excesiva de trabajo, con un débil
soporte técnico en el trabajo; jornadas prolongadas que derivan en
perturbaciones psicóticas y la adicción al trabajo; el trabajo nocturno con
turnos rotativos que provocan episodios de ansiedad con la alteración del ritmo
circadiano vinculado al estrés y depresiones que muchas veces derivan en
accidentes de trabajo y trastornos digestivos, los conflictos de temporalidad
que se muestran en incompatibilidad entre la vida laboral y la privada que
provoca perturbaciones del humor, la ansiedad, y el consumo inadecuado de
drogas, con su secuela de problemas en la vida familiar; la falta de coherencia
entre las calificaciones y competencias del trabajador y el contenido y la
organización del trabajo; el aumento de la violencia verbal y física con el
hostigamiento y acoso en el lugar de trabajo , que genera ansiedad y
perturbaciones en el humor; la percepción de injusticias en el lugar de trabajo
con relación a los procedimientos utilizados, los resultados obtenidos o la
justicia procedural elevan el riesgo de perturbaciones psiquiátricas; el
trabajo en contacto directo con el público, genera una mayor demanda emocional
y se asocia a la emergencia de perturbaciones en el humor y la depresión; el
trabajo con un escaso grado de autonomía, que limita el aprendizaje y la
participación. Cuando se obliga a hacer cosas con las cuales no se está de
acuerdo o se está en claro desacuerdo, como tener que mentir o esconder
información a los clientes o usuarios, hacer ventas compulsivas a personas que
no tienen la necesidad de esos productos o servicios, se generan conflictos
éticos y de valores que provocan una pérdida de la autoestima; el deterioro del
clima laboral aparece el miedo y la insatisfacción. El desempleo, las suspensiones
y los despidos, los contratos por tiempo determinado, a tiempo parcial, los
empleos precarios y no registrados están asociados a un aumento de la ansiedad,
las perturbaciones del humor y de la personalidad y a un mayor riesgo de
suicidio, concluirá Julio Neffa.
3. COMENTARIOS FINALES
El trabajo que nos comparte Julio Neffa
constituye un aporte para identificar el contenido de las corrientes
principales que han tratado los problemas referidos a la salud en los espacios
laborales. A lo largo de su obra hay una relación del desarrollo histórico de
los enfoques que resaltan en la explicación de los RSPT en el trabajo, con
detenimiento en la conceptualización del estrés como desencadenante de
afecciones mentales y psicosomáticas derivadas de las condiciones de trabajo.
Su obra denota el esfuerzo de distinguir
su enfoque, centrado en la organización y el contenido del trabajo, como causas
principales de los RPST, de los enfoques psicologistas e individualizadores que
atribuyen los problemas de salud en el trabajo, a la conducta individual o a
las predisposiciones físicas y mentales de cada trabajador, abstrayéndolos del
entorno medioambiental y de las formas de gestión de la fuerza de trabajo
dentro de la organización del trabajo.
Se trata de un importante esfuerzo que
permite salir de la visión individualizadora de las causas de las enfermedades
laborales, para situarlas en el contexto social que les corresponde. Habida
cuenta que el trabajo se desarrolla dentro de determinadas relaciones sociales
de producción; no es casual que la primera parte del trabajo esté dedicada a
establecer los principales rasgos del modo de producción capitalista en general
y dentro del mismo, del que Neffa denomina el modelo de desarrollo neoliberal.
Este avance en el enfoque le permite al autor, encaminar las recomendaciones de
su trabajo hacia espacios institucionales, tanto de formación académica
(universidades), como de elaboración de políticas públicas (Estado), para
llamar la atención sobre un tema que está relativamente, poco investigado y
que, en consecuencia, requiere de una atención significativa en materia de
políticas laborales, por sus grandes implicaciones humanas.
Sin embargo, pese a que el enfoque
defendido por Neffa, abre una importante puerta de entrada para reflexionar las
causas de los RPST, situándolas en el corazón del proceso de trabajo, como su
planteamiento no llega hasta las últimas consecuencias, deja contradicciones
sin resolver. Aunque Neffa señala, de forma reiterada, a lo largo de su libro,
a la organización y contenido del trabajo como principales causas de los RPST,
a la vez que las investigaciones que él señala, llegan a la conclusión que una
mayor autonomía y control del trabajador sobre su trabajo, se asociaría a un
menor grado de estrés; lo que se observa y también resalta Neffa, es que en el
curso de expansión del “nuevo espíritu del capitalismo” en pleno auge del
neoliberalismo, se ponen en marcha políticas participativas de gestión de la
fuerza de trabajo, que sin embargo, y paradójicamente, se traducen en
intensificación del trabajo, mayor estrés, exacerbando los RPST. Se trata de
una situación que abre otro espacio de reflexión, que no es abordado por Julio
Neffa, el de los límites que, por ejemplo, las políticas de incentivo a la
autonomía y/o a la participación de los trabajadores en la toma de decisiones
sobre el curso de la organización del trabajo tienen, si no se cambia la
organización capitalista del trabajo. Si bien en la parte inicial de su
trabajo, Neffa señala que el modo de producción capitalista tiene como finalidad
la ganancia; no permea a la organización del trabajo con esta finalidad, para
comprender los alcances y límites que las propias políticas estatales o
privadas dirigidas a una mejora de las condiciones de trabajo, pueden encontrar
en un modo de producción cuya finalidad no es el bienestar de los trabajadores,
sino su explotación, como bien señalaba la corriente de los economistas
radicales cuando se referían al as finalidades de la organización capitalista
del trabajo (Edwards,1979[iii];
Edwards, Gordon y Reich, 1973[iv];
Stone, 1974[v])
.
Significa esto que: ¿no es importante la
llamada de atención de Julio Neffa sobre la necesidad de que los trabajadores
incorporen de forma consciente entre sus luchas demandas dirigidas a organizar
el trabajo de forma más adecuada a prevenir enfermedades mentales y físicas?,
de ninguna manera, la demanda de reformas dentro de la organización del trabajo
debe ser parte de la lucha constante de los trabajadores; sin embargo, debe
también dejar fuera la ilusión de organizar un trabajo adecuado a las
necesidades humanas de vida y de salud, dentro de relaciones sociales de
explotación y opresión: Solo así, además, es posible explicar teóricamente, la
contradicción entre las políticas participativas y de achatamiento de las
jerarquías puestas en marcha por patrones inspirados en el “nuevo espíritu del
capitalismo” y la reproducción a mayor escala de los RSPT.
[i] Ver la pagina 47 en Neffa, J.
(2021). Modos de desarrollo, procesos de trabajo y riesgos psicosociales. INAP.
[ii] Ver la pagina 75 en Neffa, J.
(2021). Modos de desarrollo, procesos de trabajo y riesgos psicosociales. INAP.
[iii] Edwards
R. (1979). Contested Terrain. The transformation of the work in the twentieth
Century. Basic Books.
[iv] Edwards,
R., Gordon, y Reich, M. (1973) “A theory of labor market segmentation”,
American Economic Review, Papers & Proc., 63(2), 359-365.
[v] Stone,
K. (1974). The origins of job structures in the steel industry. Review of
Radical Political Economics, 6 (2), 113-73.
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