Luis Fernando Castro
Este artículo realiza una síntesis del
aporte de Marx sobre la forma social que reviste el trabajo en la sociedad capitalista (primer libro del Tomo I de “El Capital”),
para contrastarla con corrientes del pensamiento contemporáneo, que en su
intento por mostrar lo nuevo del trabajo, se circunscriben solo a los aspectos
fenoménicos de éste. Este es el caso de la teoría del “trabajo atípico”[i] o “inmaterial” y de las
nuevas interpretaciones del “trabajo no clásico”[ii], que tienen la limitación
de concebir las transformaciones actuales del trabajo en torno a su contenido,
obscureciendo la forma social que reviste. Estos nuevos enfoques, acerca de la
subcontratación, la industrialización de los servicios y la automatización, no
han roto con la concepción esencialista del trabajo heredada de G. Friedman,
que consiste en comprender el trabajo solo como una actividad concreta, de
producción de bienes y servicios[iii]. El objetivo es
contrastar ambas visiones, para reflexionar sobre los alcances heurísticos que
sobre las transformaciones del trabajo tiene cada una de ellas.
1. LA DERIVACIÓN LÓGICA DE LA
FUERZA DE TRABAJO COMO MERCANCÍA
Como ha sido resaltado en diferentes
análisis sobre la obra de Marx, iniciar la exposición de El Capital por la
mercancía tiene una razón de carácter metodológico en el proceso de
reproducción espiritual de la realidad[iv]. Como indican Kosik (1990) y
Zeleny (1978), este inicio no es inmediato, parte de un esfuerzo de comprensión de la
realidad desde un proceso de ascenso de los abstracto a lo concreto. En este
proceso, Marx avanza por niveles de abstracción, situando el inicio de su
exposición por la relación más simple: la mercancía. La comprensión de esta
forma más simple y abstracta, le permitirá explicar las formas más
desarrolladas del intercambio, desde el cambio simple de equivalentes hasta el
cambio de mercancías por dinero. En
este caso, nos interesa analizar la derivación lógica que hace Marx para llegar
a la fuerza de trabajo como mercancía.
Desde el primer capítulo, Marx se dirige a
explicar la génesis del capital. Una primera derivación lógico-dialéctica es
realizada cuándo analiza la mercancía y sus componentes, el valor de uso y el
valor, en el examen detallado de estos dos componentes encontrará una
contradicción que es resuelta con la aparición del dinero como equivalente
general[v]. En
la sección 2 del volumen 1, donde
analiza cómo el dinero deviene en capital, Marx sigue el mismo procedimiento.
En el desarrollo de las formas de circulación del dinero (M-D-M y D-M-D’), el
descubre que la forma D-M-D’ es la forma de circulación del capital y para el
capital:
“La
forma directa de la circulación mercantil es M-D-M, conversión de mercancía en
dinero y reconversión de éste en aquélla, vender para comprar. Paralelamente, a
esta forma nos encontramos, con una segunda, específicamente distinta de ella:
la forma D-M-D’, conversión de dinero en mercancía y reconversión de mercancía
en dinero, comprar para vender. El dinero que en su movimiento se ajusta a ese
último tipo de circulación, se transforma en capital, deviene capital y es ya,
conforme a su determinación, capital”[vi].
En el examen de los componentes de las
formas de circulación de capital, D-M (compra) y M-D (Venta), Marx descubrió
que en la forma de circulación del dinero para obtener más dinero (D-M-D’,
comprar para vender), el proceso de circulación del dinero no concluye sino que
vuelve otra vez a las manos originarias de su poseedor, pero de manera
acrecentada, para que éste repita la operación. A diferencia de la forma M-D-M
(vender para comprar) donde el objetivo es la obtención de una mercancía para
el consumo, en D-M-D’ el fin último es la obtención de más dinero. Si en la primera forma el dinero
hacia de medio de pago, para la obtención de una mercancía, en la segunda forma
la mercancía hace de medio para la obtención de más dinero.
En tanto la obtención de más dinero es
el fin del intercambio, el retorno del dinero a las manos originarias no es más
que el inicio de otro ciclo de circulación en busca de más dinero, así se
establece una propensión objetiva y subjetiva hacia un proceso continuo sin
fin. Pero aquí no solo el fin cambia, sino que hay una transformación
cuantitativa, ya que el dinero regresa a las manos de su poseedor de manera
incrementada con un plus. En tanto contenedores de una cantidad de valor, tanto
la mercancía y el dinero que se intercambian en la compra (D-M) son
equivalentes, sin embargo, en la venta (M-D’) se experimenta un incremento
cuantitativo del dinero, un plusvalor. De ahí deriva Marx que esta nueva
circulación forma de circulación (D-M-D’) representa la transición del dinero
en capital; dinero que circula con el fin de incrementarse, dinero que sirve
para hacer más dinero. “Valor que se autovaloriza en su movimiento”.
Sin embargo, la pregunta es: ¿Cómo se
origina ese incremento del dinero que ha entrado en la circulación? ¿De dónde
se origina esa plusvalía? Hasta aquí Marx ha abstraído las formas de
circulación del desarrollo histórico del comercio y ha identificado estas dos
formas. En el análisis de las relaciones de intercambio y de transito de la
mercancía y del dinero identifica las conexiones internas de estas dos formas,
en este proceso descubre la formula básica de la circulación del dinero como
capital: D-M-D’. Del análisis de la forma de circulación llega al plusvalor
como eje problemático a ser dilucidado. La cuestión para Marx, entonces, es
identificar de donde surge este plusvalor, que aparece como finalidad de la
circulación del dinero como capital. Marx llega a un punto nodal donde debe
explicitar la transformación cualitativa del dinero en capital, a partir de
explicar el origen de su modificación cuantitativa.
Llevando las leyes del intercambio
mercantil simple hasta sus últimas consecuencias es que Marx identifica una
contradicción. Si el intercambio de mercancías es un intercambio de
equivalentes, lo que ocurre en el mercado es un intercambio que no genera
ningún efecto más que el cambio de la forma del valor de dinero a la forma mercancía
y luego de la forma mercancía a
la forma dinero. Si se parte, como lo hace Marx, del caso de que uno de los
poseedores de dinero tenga la posibilidad de intercambiar las mercancías
obtenidas por una cantidad mayor al dinero invertido, se estaría gestando una
apropiación de más valor, fruto de un intercambio desigual. A nivel general,
esta forma de apropiación llevaría a un círculo cerrado donde todos los
poseedores de dinero se arrebatarían entre todos una parte del valor de sus mercancías sin que se genere más valor. A partir de este examen,
identifica lo siguiente: Si bien del desarrollo de la circulación emerge la
forma D-M-D’ no es en la circulación donde esta se explica plenamente:
Imagen: https://www.bbva.com, 16/11/2015 |
Si bien la forma de circulación D-M-D’
tiene como fin necesario el acrecentamiento del dinero, esta no puede darse de
manera directa bajo la forma D-D’ sino que necesita entrar en circulación, en
este tránsito media la mercancía;
pero, como indica Marx, si las mercancías se venden y se compran a su valor,
ese plusvalor no puede surgir del valor de cambio de la mercancía sino de su
valor de uso, de manera que, el poseedor de dinero tiene que encontrar una
mercancía en el espacio de la circulación, que tenga como valor de uso la
creación de más valor que el suyo propio. Para Marx la fuerza de trabajo como
mercancía es la que cumple esta condición.
Al
igual que en el análisis de las formas del valor, donde Marx deriva lógicamente el dinero como forma
equivalente que resuelve la contradicción entre valor de uso y valor[x]; en el análisis de la
transformación del dinero en capital, Marx resuelve la contradicción surgida en
la esfera de la circulación de la forma D-M-D’ con la mediación de la fuerza de
trabajo como mercancía[xi]. Marx encuentra que como en toda mercancía, su
valor (tiempo de trabajo necesario para su reproducción: alimentación, descanso,
formación, etc.) solo podrá ser realizado en la medida en que sea un valor de
uso para otro: “Si la misma no se vende, no le aprovecha para nada al obrero,
que siente, por el contrario, como una cruel necesidad natural el que su
capacidad de trabajo haya requerido determinada cantidad de medios de
subsistencia para su producción y que los requiera siempre de nuevo para su
reproducción”[xii].
Por tanto, la realización del valor de
la fuerza de trabajo como mercancía solo puede darse si esta es utilizada por
otro, en este caso el poseedor de dinero. Si bien “su valor, al igual que el de cualquier otra
mercancía, estaba determinado antes que entrara en la circulación, puesto que
para la producción de la fuerza
de trabajo se había gastado determinada cantidad de trabajo social”, […] “su valor
de uso reside en la exteriorización posterior de esa fuerza”[xiii]
y esta solo puede realizarse si la fuerza de trabajo es utilizada por su
comprador en la esfera de la producción. Entonces, Marx concluye:
“El proceso de consumo de la fuerza de
trabajo es al mismo tiempo el proceso de producción de la mercancía y del
plusvalor. El consumo de la fuerza de trabajo, al igual que el de cualquier
otra mercancía, se efectúa fuera del mercado o de la esfera de la circulación.
Abandonamos, por tanto, esa ruidosa esfera instalada en la superficie y
accesible a todos los ojos, para dirigirnos, junto al poseedor de dinero y al
poseedor de fuerza de trabajo, siguiéndoles los pasos, hacia la oculta sede de
la producción”[xiv]
Imagen: http://bitacoramarxistaleninista.blogspot.com, 20/04/2018 |
Entonces, la derivación lógica de la
fuerza de trabajo para resolver la contradicción de la fórmula general del
capital, consiste en la transición dialéctica hacia el espacio de la
producción. Solo integrando la producción es que se puede explicar que el
capital surja de la circulación y, al mismo tiempo, no surja de ella. Es decir
que la resolución de la contradicción de la formula general de capital (D-MD’)
la resuelve Marx, incorporando un nuevo nivel de abstracción, el de
la producción. Si bien hasta este momento, el análisis se ha desarrollado en un nivel
abstracto mediante la identificación de la conexión interna (las relaciones
internas necesarias abstraídas de la historia real), la génesis histórica de la fuerza de trabajo no puede ser explicada
solamente desde la derivación lógica, por eso es necesaria la transición hacia
lo histórico. En este sentido nos preguntamos,
¿Cómo la Fuerza de trabajo llega a convertirse en mercancía? ¿Que implica esta
transformación?
Marx explica que la aparición de la fuerza de trabajo como
mercancía en la esfera de la circulación responde a dos condiciones históricas.
La primera:
“La
fuerza de trabajo, como mercancía, sólo puede aparecer en el mercado en la
medida y por el hecho de que su propio poseedor — la persona a quien pertenece
esa fuerza de trabajo— la ofrezca y venda como mercancía”. “Para que su
poseedor la venda como mercancía es necesario que pueda disponer de la misma, y
por tanto, que sea propietario libre de su capacidad de trabajo, de su persona.
Él y el poseedor de dinero se encuentran en el mercado y traban relaciones
mutuas en calidad de poseedores de mercancías dotados de los mismos derechos, y
que sólo se distinguen por ser el uno vendedor y el otro comprador; ambos,
pues, son personas jurídicamente iguales”[xv].
Que las personas puedan disponer y
vender su fuerza de trabajo supone la emergencia de la libertad formal. Sin
embargo, Marx también advierte que el vendedor de su fuerza de trabajo no sólo
necesita estar libre para disponer de sus propias capacidades corpóreas, sino
que, como segunda condición histórica, también debe estar despojado de sus
medios de producción, es decir, debe carecer de las condiciones para reproducir
de fuerza de trabajo por sí solo, al punto de contar solo con su propia capacidad
de trabajo, para intercambiarla como mercancía. Entonces, la aparición de la
fuerza de trabajo como mercancía, no solo supone
la igualdad formal de los seres humanos, sino también la desposesión de
los medios de producción a los productores directos, para ello no solo se ha
trastocado las antiguas formas de jerarquización jurídicas, sino también, las
condiciones de producción de campesinos, comunarios ligados a la propiedad
colectiva de la tierra, artesanos, etc. Esta segunda condición histórica significa
también, la separación entre fuerza de trabajo y trabajo, de manera, que la
reproducción de la misma mediante su uso productivo pasa por el mercado. Lo que Marx muestra claramente es
que la trasformación de la fuerza de trabajo como mercancía implicó una serie
de profundos “trastrocamientos” que transformaron las relaciones sociales de
producción. Si la sociedad mercantil
tiene como principio esencial el intercambio de equivalentes, éste solo puede
desarrollarse plenamente, si se rompen las barreras estamentales, de manera que,
la conversión de la fuerza de trabajo en mercancía y desarrollo del intercambio
están relacionados.
2. EL ENFOQUE DEL “TRABAJO ATÍPICO” A LA LUZ
DE LA FORMA SOCIAL DEL TRABAJO EN MARX.
Como habíamos mencionado en la
introducción, actualmente, existen enfoques en los estudios del trabajo, desde
los que se busca generar conceptos para el estudio de las “nuevas realidades
laborales”[xvi],
como los enfoques del “trabajo atípico”
y del “trabajo clásico y trabajo no clásico”[xvii].
Para
nuestra reflexión, tomaremos el enfoque del “trabajo atípico”. Este enfoque
propone una clasificación consistente en diferenciar entre el “trabajo típico”
(caracterizado por una relación obrero-patronal estable en el sector industrial
y regulada por el Estado); del “trabajo atípico”, caracterizado por la
informalidad, la precariedad y la flexibilidad laboral[xviii].
Desde este enfoque, los llamados “trabajos atípicos”, son trabajos con contratos
temporales[xix], donde
las relaciones obrero-patrón fueron desdibujadas por la intervención de un
tercero dándose una relación triangular como es el caso de la subcontratación y
la tercerización.
El
punto de partida consiste en la fijación de un modelo de lo que es el trabajo,
en este caso, el considerado “trabajo típico”, en base a ciertos rasgos
fenoménicos considerados normales de un trabajo (trabajo estable, regulado,
etc.). Luego se identifican las formas de trabajo que no encajan dentro de este
modelo y, acto seguido, las agrupan bajo un concepto nuevo, en este caso, “trabajo
atípico”. El procedimiento es básicamente deductivo y empirista. Deductivo, porque
el concepto de trabajo se deriva de una construcción conceptual a priori, desde
la cual se enumeran los rasgos esenciales. Es empirista, porque solo llega a la
descripción y clasificación de las características visibles que comportan los
trabajos. Esta forma de proceder se queda atrapada en la apariencia de los
cambios operados en los contenidos concretos de las operaciones laborales.
A
diferencia de este enfoque, el método de
Marx no procede por la clasificación de la heterogeneidad concreta del trabajo,
ni por clasificar las formas de trabajo y describir las relaciones contractuales y de cooperación que se trazan en esas
operaciones (trabajo concreto). Marx mediante la abstracción dialéctica del
desarrollo histórico de la fuerza de trabajo en mercancía, procede a captar las
relaciones internas esenciales derivadas de un conocimiento amplio y profundo
del fenómeno estudiado. Por ello, la reproducción mental de la realidad no
parte del trabajo mismo, sino de la exposición sistemática y profunda de la
relación básica del capitalismo: el intercambio de mercancías. Del despliegue
de las conexiones internas del intercambio mercantil va derivando la necesidad
y el lugar de la fuerza de trabajo como mercancía, para resolver la
contradicción que se produce dentro de la esfera de la circulación de la forma D-M-D’.
Luego, el análisis se complementa con la derivación histórica[xx] de
las condiciones que permitieron la conversión de la fuerza de trabajo en
mercancía. Como vimos en la primera parte de este artículo, para Marx, la
problemática del trabajo se liga a la acumulación del capital, solo en la
medida en que ha encontrado la conexión interna de necesidad entre la transformación
del dinero en capital. Su análisis muestra que la fuerza de trabajo como
mercancía es la forma social necesaria, que media esta transformación.
Imagen: https://www.finanzasinversores.com, 01/11/2019 |
En
este caso, podríamos ver que en la subcontratación,
más allá de la presencia de un intermediador en la relación laboral
obrero-patronal y de la forma concreta en que se realiza el trabajo, como
prestación de servicios o como realización de un pedido, prevalece la relación básica de compra y venta
de fuerza de trabajo, en este caso, la posibilidad de existencia de una
instancia mediadora (el subcontratista) entre la empresa contratante y el trabajador, no ha cambiado la forma
social sustancial de compra venta de fuerza de trabajo. En estas condiciones,
el que ahora la fuerza trabajo tome la forma general de venta de servicio, se debe
más bien, a que la forma social de compra y venta de fuerza de trabajo se realiza cada vez más desligada de un trabajo concreto.
Dicho de otra forma, la subcontratación no ha afectado las relaciones de compra
y venta de fuerza de trabajo de los individuos (su forma social como mercancía); al contrario, su extensión solo
es posible, por el carácter mercantil de la fuerza de trabajo, eso explica que
hoy existan empresas especializadas en la gestión de esta fuerza de trabajo
para usos cada vez más amplios y generales (donde su uso concreto se
desdibuja). Hay empresas subcontratistas de mantenimiento industrial que ofrecen sus
servicios a diversas empresas de diferentes rubros, a estas empresas no les
interesa per se, la realización útil de la fuerza de trabajo que gestionan,
sino que, de su intercambio, se genere un plusvalor.
Bajo
el análisis dialéctico de Marx, encontramos; entonces, que los llamados “trabajos
atípicos” no significan la transformación de la forma esencial del trabajo, que
los cambios en su contenido no han alterado su forma social, solo las vías de
su realización. Por lo que la fuerza de trabajo como mercancía es la determinación
que nos permite comprobar que bajo cualquier forma aparente que asuma el
trabajo, ella continúa funcionando como mediación de la posibilidad de su
reproducción y de valorización del capital.
Actualmente,
el empobrecimiento de los estudios del trabajo se debe justamente, a que muchos
análisis quedaron presos en las trasformaciones fenoménicas (aparentes) del trabajo. Al ver
la crisis de la producción industrial en masa de los 70 y las
reestructuraciones recientes, muchos investigadores se dieron la tarea de
describir y clasificar los nuevos tipos de trabajo o las nuevas formas
contractuales bajo las que se realiza el trabajo, sin profundizar en el
análisis de la forma social que envuelve a estos trabajos. La recuperación del método de Marx permite que
el análisis del trabajo avance más allá de lo aparente. El enfoque del “trabajo
atípico” al no considerar esta posibilidad, se queda en el plano descriptivo sin
muchas posibilidades de explicar por qué los trabajos contemporáneos asumen los
contenidos que ellos describen como “atípicos”; es decir, también, hasta qué
punto los trabajos a los que se refieren podrían ser considerados como
“atípicos”.
[i] De la
Garza, Enrique (2011) “Trabajo a-típico, ¿identidad o fragmentación?:
alternativas de análisis” en Pacheco, E.; De la Garza, E. y Reygadas, L.,
Trabajos atípicos y precarización del empleo. México D. F.: Colegio de México.
[ii] De la
Garza, Enrique (2010) Hacia un concepto ampliado de trabajo. Iztapalapa: UAM-I
y ANTRPOS.
[iii] García
López, Jorge (2006) El trabajo como
relación social una problematización del modo de construcción del objeto a
partir de la sociología del salariado de Pierre Naville. Madrid: Universidad
Complutense de Madrid (Mimeo)
[iv] (Kosik,
Karel (1990) La dialéctica de lo concreto. México D. F.: Editorial Grijalbo.
[v] Zeleny
(1978) La estructura lógica de El Capital de Marx. México D. F.: Editorial
Grijalbo.
[vi] Página 200,
Marx, Karl (1985) El Capital, Volumen 1., Libro 1. México D. F.: Siglo XXI Editores.
[vii] Página
201, Ídem.
[viii] Página
201, Ídem.
[ix] Página
202, Ídem.
[x] Zeleny
(1978) La estructura lógica de El Capital de Marx. México D. F.: Editorial
Grijalbo.
[xi]
En el análisis de la fuerza de trabajo como mercancía, Marx da una definición
de que entiende por Fuerza de trabajo:
“Por fuerza de trabajo o capacidad de trabajo entendemos el conjunto de
las facultades físicas y mentales que existen en la corporeidad, en la
personalidad viva de un ser humano y que él pone en movimiento cuando produce
valores de uso de cualquier índole” (206) Cuando estas capacidades físicas y
mentales existentes en la corporeidad son presentadas en la esfera de la
circulación como mercancía, ocurre en la misma, el desdoblamiento propio de las
mercancías: la Fuerza de trabajo debe comportar un valor de uso y un valor de
cambio. Este doble carácter de la fuerza de trabajo es el punto de análisis
para ver como esta se convierte en mediación de la valorización del capital. A
continuación, Marx identifica las determinaciones del valor de cambio de la
fuerza de trabajo, parte así del supuesto de que su valor, “al igual que el de
toda otra mercancía, se determina por el tiempo de trabajo necesario para la
producción, y por tanto también para la reproducción, de ese artículo
específico” (Marx, 1985: 207) ¿Cuáles son los componentes de este tiempo de
trabajo para su producción y conservación? En primer lugar, identifica que el
valor de la fuerza de trabajo es el “valor de los medios de subsistencia
necesarios para la conservación del poseedor de aquélla” (Marx, 1985: 207). La
determinación de estos medios de subsistencia necesarios no solo comprende a
las necesidades físicas mínimas para la subsistencia, sino que también, del
desarrollo histórico de estas necesidades físicas mínimas, así “la
determinación del valor de la fuerza laboral encierra un elemento histórico y
moral” (Marx, 1985: 208). Dentro de esta primera determinación, el identifica
otras, una relacionada a la renovación permanente de esta fuerza de trabajo por
un largo periodo lo que implica que estos medios de subsistencia cubran las
necesidades de los hijos de los obreros. La otra determinación está referida a
al grado de complejidad de las habilidades y destrezas que comprenden la fuerza
de trabajo, por lo que la inversión en la instrucción y formación de la fuerza
de trabajo es otro componente. Finalmente, identifica que la determinación del
valor de la fuerza de trabajo va a estar relacionada al valor de las mercancías
que componen los medios de subsistencia de su formación y de su reproducción.
[xii] Página
211, Marx, Karl (1985) El Capital, Volumen 1., Libro 1. México D. F.: Siglo
XXI Editores.
[xiii] Página
212, Ídem.
[xiv] Páginas
213-214, Ídem.
[xv] Páginas
203-204, Ídem.
[xvi] De la
Garza, Enrique (2010) Hacia un concepto ampliado de trabajo. Iztapalapa: UAM-I
y ANTRPOS.
[xvii] Ídem.
[xviii] Sánchez,
Ernesto (2018) “Entre calles y avenidas: trabajadores informales, atípicos y
precarios en el noroeste de México” en Ánfora, vol. 25, núm. 45. Disponible en:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=357857619004, Ultima vista: 28 de abril
de 2020.
[xix] Malo,
Miguel (2018) “Nuevas formas de empleo: del empleo atípico a las plataformas
digitales” en Papeles de economía española: Los problemas del mercado de
trabajo y las reformas pendientes, N. 156.
[xx] Zeleny
(1978) La estructura lógica de El Capital de Marx. México D. F.: Editorial
Grijalbo.
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