Tania Aillón Gómez
Fotografía: noticiasambientalescochabamba.wordpress.com,12/06/2017 |
En este artículo, queremos poner en evidencia: Cómo la
condición de opresión de la mujer permea su función en los espacios de trabajo
remunerado, para ello recurrimos a
información obtenida entre obreros y obreras del sector de la construcción en
empresas públicas de la ciudad de Cochabamba. Datos significativos, para una
reflexión referida a la situación laboral de las mujeres en el país, toda vez que de acuerdo con investigaciones afines al tema, las mujeres constituyen algo más
de la mitad de los asalariados en el sector estatal, por su mayor presencia en
los servicios sociales[ii] y en el servicio doméstico [iii]
1. EL CAUTIVERIO[iv]
OCUPACIONAL FEMENINO
Como se aprecia en las siguientes estadísticas, el trabajo femenino en las empresas públicas de construcción, muestra una elevada concentración en la ocupación de “peón” (prácticamente el 80%de
trabajadoras se concentran en este puesto) (Gráfico 1), ocupación en la que las obreras
desarrollan tareas que reproducen el espíritu de su rol reproductivo; en EMAVRA, las
destinan al cuidado de las plantas en los viveros; allí ellas ponen a funcionar sus disposiciones de cuidado,
paciencia y afecto (reproduciendo la relación afectiva con los hijos); en EMSA,
se dedican al barrido y clasificación, no operan máquinas (tarea reservada a los
hombres) y en SEMAPA, a las tareas de cuidado y limpieza en las plantas de
tratamiento de agua. Por otra parte, una importante proporción de los puestos
de peón, son de carácter eventual, espacio laboral que se vuelve funcional a la
necesidad de las mujeres, de cumplir tareas reproductivas en sus hogares, por lo
que sólo pueden dedicar al trabajo remunerado
cortos periodos de tiempo; al mismo tiempo, esta necesidad es
aprovechada por los patrones para contratarlas como personal eventual. De acuerdo al ciclo productivo, las mujeres son contratadas en época de
temporadas altas o como personal complementario
al número deficitario de obreros de
planta; en los dos casos, el trabajo
reproductivo es el sello que persigue a las mujeres más allá del hogar. Por el contrario, en las ocupaciones que podemos catalogar de
técnicas, se concentra la mayor
proporción de fuerza de trabajo masculina, la que está dispersa entre distintas
ocupaciones, como las de técnico de mantenimiento, operador de maquinaria, técnico
plomero o electricista, transportista (el 80% de los trabajadores se
distribuyen entre estos puestos) (Gráfico 1).
Fotografía: http://www.lostiempos.com, 30/01/2017 |
Esto pone en evidencia, que si bien la situación de obrero en
general, condiciona las posibilidades de ascenso laboral hasta un determinado límite en las empresas,
límite establecido; sobre todo, por la ausencia de un título universitario, cuando se trata de las mujeres trabajadoras,
los límites se estrechan mucho más, porque son sus habilidades desarrolladas como
encargadas de las tareas reproductivas, las que son aprovechadas por los
patrones en el desempeño de sus
funciones laborales, sin mayores exigencias formativas.
Esta concentración en las ocupaciones del peldaño
más bajo de la jerarquía laboral limita; además, las posibilidades de capacitación y de ascenso
laboral de las trabajadoras.
GRÁFICO 2: OCUPACIÓN DE
OBREROS/AS DE LA CONSTRUCCIÓN DEL SECTOR PÚBLICO SEGÚN CONDICIÓN DE
CAPACITACIÓN[vi]
Si nos detenemos a analizar la
información previa, detectamos que es en las ocupaciones técnicas; en las que se
concentra la fuerza de trabajo masculina, donde se recibe en mayor proporción, la capacitación laboral. Es decir, que la lógica
patronal, al reproducir la ideología patriarcal en sus prácticas, invierte
mucho menos en la capacitación femenina que en la masculina. Estas condiciones
laborales frenan las posibilidades de ascenso de las trabajadoras y en la
medida en que el mayor tiempo de trabajo socialmente necesario para su
producción (el tiempo de formación de la fuerza de trabajo), constituye el
criterio que sanciona el mayor o menor valor social de sus capacidades, ellas
se encuentran cautivas, en los puestos menos valorados simbólica y económicamente.
2.
LA REPRODUCCIÓN DEL PATRIARCADO
EN LA DISCRIMINACIÓN SALARIAL
La familia patriarcal otorga al varón el papel
primordial como proveedor de los recursos económicos para la reproducción; en
consecuencia, si la mujer se incorpora al trabajo remunerado, esta remuneración
jugará un papel secundario en la reproducción familiar, por lo que el
reconocimiento económico al trabajo femenino en el mercado de fuerza de trabajo
se sitúa, históricamente, por debajo del que se otorga al sexo masculino. No es
casual; entonces, que una reivindicación continua de los movimientos feministas
en todo el mundo, haya sido la lucha porque a igual trabajo, se reconozca el
mismo salario a hombres y mujeres.
Esta valoración diferenciada, permeada por la
ideología patriarcal, es bien aprovechada por los patrones, como recurso para
bajar los costos laborales; entonces, se produce lo que se conoce como
discriminación salarial por sexos. Esta discriminación se traduce en que
trabajadores que ocupan un mismo puesto, que tienen el mismo nivel de formación
y/o de experiencia laboral, con niveles similares de productividad, no son
remunerados de la misma forma y/o no gozan de los mismos derechos laborales, por
pertenecer a un sexo diferente. En el caso de las trabajadoras de la
construcción pública en Cochabamba, esta discriminación está presente, como
podemos apreciar a continuación.
GRÁFICO 3
SALARIO MENSUAL
PROMEDIO DE LOS OBREROS DE LA CONSTRUCCIÓN DEL SECTOR PÚBLICO POR GRADO DE
INSTRUCCIÓN, SEGÚN SEXO[vii].
De esta
forma, en el proceso de comparación,
medición, evaluación y jerarquización
del valor social de la fuerza de trabajo de los
obreros/ras, los patrones rompen con los
criterios económicos, que guían esta valoración (como el tiempo de trabajo
socialmente necesario, para la
formación de la fuerza de trabajo y/o la mayor o menor productividad atribuida a un trabajo determinado) e introducen valoraciones patriarcales
respecto a los sexos, con fines económicos (pagan la fuerza de trabajo femenina,
por debajo de su valor), pero esta discriminación salarial tiene connotaciones que van más allá de lo
económico, al reproducir a nivel de la sociedad, el papel subordinado y
subvalorado de la mujer, no sólo en la esfera productiva como
trabajadora de segunda clase (aunque se haya formado al mismo nivel que un
varón); sino también, en el ámbito reproductivo, porque la mujer no podrá
competir con un varón en su rol de proveedor
del sustento del hogar, incluso ahí será
una proveedora de segunda. De esta manera, el trabajo remunerado de las
mujeres, reproduce a escala ampliada su
condición de opresión.
CONSIDERACIONES FINALES
Lo expuesto invita a una reflexión sobre cómo, la
división técnica del trabajo, por donde empezamos nuestra exposición, no se
reduce a ser un recurso económico de ajuste costo /beneficio; sino que además,
es un recurso político e ideológico de dominación, no sólo en el ámbito
laboral, sino que se extiende a la sociedad patriarcal en su conjunto. La
reproducción de la ideología patriarcal es útil a una sociedad que se funda en
la explotación del trabajo ajeno, para la obtención y acumulación de ganancia
privada, por eso, la encontramos permeando
los resquicios más estrechos de la división técnica del trabajo y de la
organización de la producción, readecuando las opresiones de sexo y/o de raza,
a los intereses de los patrones, como clase dominante, mostrándonos una vez
más, que una crítica seria, que abogue por hacer desaparecer la opresión de las mujeres, no puede hacerse sino
es considerando la abolición de la sociedad de clases que la sustenta.
[ii] Claramente, el rubro de servicios
aparece como el único con integración de género en el empleo asalariado con un
porcentaje de mujeres superior al 40 por ciento, mientras que las actividades
de producción son las que les ofrecen menos empleos.
[iii] Rojas, Bruno y Escobar, Silvia (2011)
Más asalariado menos salarios, la
realidad detrás del mito del país independientes. Situación delos derechos laborales
en Bolivia, en 2010. La Paz: CEDLA.
[iv] Es un término acuñado en la
literatura feminista por Marcela Lagarde en los noventa, en su libro: Los cautiverios de las mujeres: Madresposas,
monjas, putas, presas y locas.
[v] Elaboración propia, en
base a datos del Instituto de Estudios Sociales y Económicos (IESE)/ Encuesta
departamental Cochabamba a obreros de
la construcción del sector público (2015)
[vi] Elaboración propia, en
base a datos del Instituto de Estudios Sociales y Económicos (IESE)/ Encuesta
departamental Cochabamba a obreros de
la construcción del sector público (2015)
[vii] Elaboración propia, en
base a datos del Instituto de Estudios Sociales y Económicos (IESE)/ Encuesta
departamental Cochabamba a obreros de
la construcción del sector público (2015).
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