Tania Aillón Gómez
Fotografía: http://www.bolivia-riberalta.com, 05/11/2012 |
El
análisis tradicional, de cuño institucionalista, acerca de uno de los rasgos
endémicos del mercado de trabajo en Bolivia, la “mala calidad
del empleo” (subempleo), asocia de forma causal el empleo “formal” con el “empleo
de calidad”[i] y el "empleo informal" con
el “empleo de baja calidad” o variables económicas como el nivel de
productividad de las empresas con los “buenos” o “malos” empleos. Instituciones como el INESAD[ii], el PNUD[iii] y el CEDLA[iv] , aunque en distintos
términos, coinciden en señalar, que el "sector informal" de pequeña escala y de baja
productividad, que sigue siendo el principal generador de empleo (el año 2012,
el 58% de la población ocupada urbana trabajaba en el sector informal,
prácticamente el mismo porcentaje que en 2001, esta proporción llega casi al
70% si se incluye a las áreas rurales) está asociado a la “mala calidad de
empleo”. Desde este enfoque, parecería
que la solución a la “mala calidad” de los empleos, que impera en Bolivia,
pasaría por “formalizar” a los emprendimientos informales, quizá flexibilizando
distintas vías de regulación institucional[v]. Este articulo reflexiona, en base a
referencia empírica, los límites de esta forma de estudiar el empleo, la que se
ha “naturalizado” como reflexión socioeconómica, en nuestro medio.
1. LOS EMPLEOS DE “MALA
CALIDAD” NO SON UNA EXCLUSIVIDAD DEL “SECTOR INFORMAL”
En el curso de nuestro trabajo de terreno, durante la
última década, lo que encontramos es que la “formalidad” de las empresas no
está; necesariamente, asociada a empleos
de “buena calidad”; más aún, en un periodo histórico caracterizado por la
legalización de la externalización y subcontratación de fuerza de trabajo, lo que encontramos son distintas vías, que en
el marco de la “formalidad” de un contrato de trabajo, dentro de empresas legalmente
instituidas, reproducen a escala ampliada, los rasgos reconocidos como típicos del “empleo
de mala calidad”: eventualidad, bajos salarios, ausencia de contratos escritos,
ausencia de seguridad industrial, falta de protección en salud, etc. Los testimonios obreros de empresas
legalmente instituidas, dan cuenta de que éstas, incluso se apoyan en la
legalidad, para reproducir los empleos de “mala calidad”, como testimonia un
trabajador:
Fotografia: https://www.eldia.com.bo, 10/01/2017 |
“[S]e está haciendo su agosto [un obrero se refiere
a los patrones] con esos jóvenes, los están yo le puedo decir en contratos a
plazo fijo por ejemplo en mi empresa, dice la ley que después de recibir dos
contratos plazo fijo por año, o sea son dos años perdidos y en esos dos años
los acomodan en los trabajos más famosos, más contaminados o pesados ¡ya!
Porque él sabe que dentro de o cuando el cumple los dos contratos, el tercero
ya no le va a contratar, porque el tercero por ley es indefinido. ¡Pero él sabe
que no le va a volver a contratar y le dice a finalizado tu contrato chau ¡gracias!
Y meto a otro, con esa ley que dice que puede meter a plazo fijo por obra, mete
lo explota, lo hace enfermar y como no tiene seguro nada y entonces se lo manda
así…” (Extracto de entrevista a obrero de la industria, Grupo LLank’aymanta).
Con el Decreto Supremo 0521[vi] se legaliza la práctica
de la contratación del trabajo eventual (asociada a los “malos empleos”) y no solo la empresa privada, formalmente constituida,
reproduce la eventualidad; sino también, entre las empresas estatales, la eventualidad atraviesa todas las categorías ocupacionales, ya se
trate de trabajos manuales ubicados en los puestos más bajos de la escala o en puestos
que requieren una mayor formación técnica como la de operador de maquinaria; en el primer caso, la
eventualidad alcanza hasta el 80% de los trabajadores, como se puede ver en las
siguientes estadísticas:
Gráfico 1: OCUPACIÓN DE OBREROS
DE LA CONSTRUCCIÓN DEL SECTOR PÚBLICO SEGÚN CONDICIÓN DE CONTRATO[vii]
Es dentro de la formalidad y la
legalidad que se reproducen los rasgos del empleo de “mala calidad”; si
observamos la información siguiente, vemos cómo la eventualidad está asociada a
los rangos más bajos de salarios en la manufactura formalmente constituida,
donde hasta un 30% de la fuerza de trabajo contratada es eventual[viii]
Gráfico 2: RANGOS SALARIALES DE
LOS OBREROS DE LA INDUSTRIA MANUFACTURERA, SEGÚN CONDICIÓN DE CONTRATO[ix]
La desprotección en beneficios sociales,
está asociada; también, a la eventualidad; tanto en la industria privada, como
en el sector público de la construcción.
Se puede observar en el siguiente gráfico, el menor acceso a beneficios sociales que
separa a los obreros eventuales de los que tienen contrato indefinido.
Gráfico 3: PORCENTAJE DE
BENEFICIOS LABORALES* QUE RECIBEN LOS OBREROS DE LA INDUSTRIA PRIVADA Y DE LA
CONSTRUCCIÓN DEL SECTOR PÚBLICO, SEGÚN CONDICIÓN DE CONTRATO.
(En porcentaje)[x]
Lo que resalta es que la época se
caracteriza por la extensión del empleo de “mala calidad” a segmentos de
mercado, señalados; tradicionalmente, como “formales”, lo que hace evidente, los
limites heurísticos con los que se encuentran estos enfoques inspirados en el
“paradigma del trabajo decente”, que creen en el poder mágico de la norma y que
contrastados con la realidad, muestran
que su categorización (formal-informal), se queda corta para explicar las
transformaciones contemporáneas del empleo.
2. LOS EMPLEOS DE “MALA CALIDAD” ESTÁN AL INTERIOR DE EMPRESAS CON
TECNOLOGÍA DE PUNTA.
El enfoque de lo "formal" y lo "informal", se
matiza con otra dimensión explicativa, el de la productividad[xi],
asociando los sectores económicos de mayor productividad, con los empleos de “buena calidad” y los empleos
de “mala calidad” con los de menor productividad, es así como se explica; por ejemplo,
la segmentación de los mercados de trabajo (léase la división entre empleos de “buena
y de mala calidad”).
Fotografía: http://www.eldeber.com.bo, 12/05/2017 |
“[L]os mercados de trabajo segmentados son el principal
síntoma de brechas de productividad entre trabajadores, la poca o nula
capacidad de movilidad de un segmento a otro o la mejora de las condiciones
generales de producción determinan que un contingente de trabajadores no logre dar saltos en
productividad derivados de mejores condiciones productivas –léase economías de escala, acceso a capital,
adopción tecnológica, gestión y protección de los recursos humanos, entre otros[xii].
Desde esta perspectiva,
no es posible comprender, cómo la informatización del proceso
productivo, con el incremento inusitado de la productividad del trabajo a nivel
mundial, esté acompañada de la proliferación de lo que se vino a denominar,
precarización del empleo. Un caso paradigmático en nuestro medio, es el de empresas
transnacionales petroleras en Bolivia que, pese a la tecnología de punta, en la que basan su
productividad, reproducen la subcontratación en cascada[xiii], con todos sus efectos
negativos sobre la “calidad del empleo”[xiv], lo mismo sucede en el
seno de empresas de alta productividad como ENDE, que subcontrata todo
el proceso de mantenimiento de captación de agua.
Es decir, que no siempre, la posibilidad de
apropiarse de mayor proporción de la riqueza producida, por contar con una más alta
productividad del trabajo, se traduce en la creación de “empleos de calidad”
para los trabajadores; más bien, lo que generalmente pasa, es que son los patrones,
los que
se apropian de los resultados económicos de la mayor productividad, por lo que los enfoques que relacionan a las empresas con tecnología de punta con los
“empleos de calidad” y a las que no cuentan con estos niveles de tecnológica
con los “empleos de mala calidad” tienen un espectro explicativo sumamente
limitado, que colinda con el determinismo tecnológico.
3. EL MAYOR GRADO DE FORMACIÓN
NO SE TRADUCE; NECESARIAMENTE, EN UN “EMPLEO DE CALIDAD”
Fotografía: http://elchacoinforma.com, 06/06/2017 |
Inspirados en la teoría del capital
humano[xv], los análisis
sobre la “calidad del empleo”, suelen introducir, como otra dimensión
explicativa, al capital humano, con el que cuenta el trabajador. Según esta teoría, los
niveles de ingreso de los trabajadores, tienen una relación
positiva con los grados de habilidad y calificación que poseen, lo que permite lograr,
mayores niveles de productividad y de ingresos[xvi], concepción que se
asemeja; también, a la
corriente institucionalista, que
funda la discriminación en la calidad del empleo, en mecanismos
institucionales, de tal forma que, por ejemplo,
los estudios universitarios, en tanto formación académica reconocida
formal e institucionalmente, por un título universitario, será ligada a una
mayor calidad de empleo.
Sin embargo, estas afirmaciones, que
relacionan de forma unilateral, variables como educación y niveles de ingreso,
no nos permiten explicar, algunos hallazgos en nuestro trabajo de terreno entre
empresas industriales del medio, donde se constató que obreras con iguales niveles de instrucción
que los obreros, reciben; en todos los casos, una menor remuneración, como se
aprecia a continuación:
Gráfico 4: SALARIOS MEDIOS DE
LOS OBREROS /RAS DE LA INDUSTRIA POR NIVEL DE INSTRUCCIÓN SEGÚN SEXO[xvii]
De la
misma manera, cuando se analizan los niveles salariales de obreros del área
urbana y del área rural, se observa que, pese a tener el mismo nivel de
instrucción, los obreros de origen urbano, son los que perciben mayores
salarios:
Gráfico No 5: REMUNERACIONES MEDIAS DE LOS OBREROS
DE LA INDUSTRIA POR NIVEL DE INSTRUCCIÓN SEGÚN ÁREA GEOGRÁFICA DE LA QUE
PROVIENE[xviii].
En consecuencia, la valoración de las empresas
no parece responder al reconocimiento de las capacidades técnicas adquiridas y
los resultados mostrados, esto no lleva a plantear la posibilidad de que esta
discriminación salarial esté permeada por una discriminación laboral por sexos
o por origen regional. Otra ilustración se encuentra en el crecimiento de la
oferta profesional de ingenieros, economistas, etc. que ha llevado a que muchos
de ellos trabajen bajo el régimen de subcontratación, con salarios
relativamente bajos, ocupados en los estratos más bajos de la escala jerárquica
de instituciones como los bancos(cajeros), en el caso de los economistas, una
suerte de lo que se conoce, en la jerga de la sociología del trabajo como
“declassement”. Todos estos fenómenos,
están ligados a la valoración y revaloración de la fuerza de trabajo, como mercancía,
proceso que rompe y/o recompone las barreras institucionales forjadas en un
determinado periodo histórico, el que no puede ser visualizado por paradigmas
epistemológicos como el del "trabajo decente", que niega justamente que la fuerza
de trabajo sea una mercancía[xix].
CONSIDERACIONES FINALES
La importancia de mostrar las limitaciones explicativas de los análisis
tradicionales de consumo masivo, acerca no sólo de la “calidad del empleo”;
sino de otras dimensiones de la realidad social del país, radica precisamente,
en que ellos, en lugar de permitirnos ir más allá de lo aparente (tarea de la ciencia),
para transformar la realidad, nos dejan en la esfera de lo que Kosic [xx] llama la pseudo-concreción
(informalidad-formalidad), en el plano de lo aparente. Con serias limitaciones,
para explicar los orígenes de la dinámica del subempleo, el desempleo y/o la
precarización de las condiciones laborales, debido a una visión epistemológica
que entiende la producción de conocimiento, como el resultado de la agregación
de variables seleccionadas con cierta arbitrariedad, o como el establecimiento
de relaciones causales entre variables (informalidad-malos empleos,
formalidad-buenos empleos, mayor productividad-buenos empleos, baja
productividad-malos empleos) , divorciados de toda visión histórica, estos
paradigmas legitimados por las instituciones oficiales, bien cumplen su misión
histórica, la de difundir ideología sobre las consecuencias socioeconómicas de
la acumulación capitalista en la
sociedades contemporáneas, en la medida en que, como señalaba Barán[xxi], una afirmación cierta
sobre un hecho social, puede transformarse en una mentira, si el hecho al que
se refiere es desprendido del todo social, del que forma parte integral.
[i] Este concepto es asumido en la
literatura contemporánea por organismos como el PNUD, la CEPAL, siguiendo la
línea de conceptualización de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
que plantea el concepto de trabajo decente. Los indicadores de la calidad del
empleo, en este enfoque serian: la
calidad remunerativa, que se relaciona con el nivel ingresos, mientras que la
no remunerativa con la estabilidad del vínculo laboral, el nivel de esfuerzo
que se demanda, el grado de subempleo, las condiciones de seguridad social de
corto y largo plazo y las posibilidades de asociación laboral de los
trabajadores.
[ii] Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo
(2012) Empleo y Regulación laboral Boletín Informativo, N° 4 – Septiembre.
[iii] Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (2016) Informe
nacional de desarrollo humano: El nuevo rostro de Bolivia, trasformación social
y metropolización. La Paz: PNUD
[iv] CEDLA (2017) La desaceleración económica pasa factura a
los trabajadores.
Boletín informativo del Observatorio Boliviano de Empleo y Seguridad Social, 15 al 31 de marzo. La
Paz: CEDLA
[v] Instituto de Estudios Avanzados en
Desarrollo (2012) Empleo y Regulación laboral Boletín
Informativo, N° 4 –
Septiembre.
[vi] Decreto Supremo de mayo de 2010 que
en su artículo 5 dispone que en
caso de constatarse la tercerización, subcontratación, externalización,
enganche u otras en tareas propias y permanentes del giro del establecimiento
laboral, las trabajadoras y los trabajadores, las ex trabajadoras y ex
trabajadores en forma personal o mediante su representación sindical, podrán
acudir ante las Jefaturas Departamentales y Regionales de Trabajo dependientes
del Ministerio de Trabajo, Empleo y Previsión Social, para exigir el
cumplimiento de sus derechos socio laborales. Del mismo modo que los empleadores
que ocupen trabajadoras o trabajadores a través de otras empresas, en
actividades propias y permanentes al giro del establecimiento laboral, son
responsables de todas las obligaciones socio laborales, así como de los aportes a la Seguridad Social,
es decir, que mediante este D.S se legalizan estas formas de uso de la fuerza
de trabajo, con la única condición que
se les reconozcan derechos laborales, mientras dure el tiempo en que se ocupe
al trabajador bajo régimen de tercerización y/o subcontratación (Gaceta Oficial
del Estado Plurinacional de Bolivia).
[vii] Elaboración del Grupo de Estudios “Llak’aymanta”, en base a
datos del Instituto de Estudios Sociales y Económicos (IESE), Encuesta
departamental Cochabamba a obreros de
la construcción del sector público 2015.
[viii] Aillón, Tania y Piejko, Pauricio (2016) La dinámica de la desigualdad en las condiciones del trabajo obrero y
la lucha sindical en la era del MAS. Ponencia presentada en el VIII
Congreso Latinoamericano de Estudios del Trabajo: “La recuperación de la
centralidad del trabajo en América Latina. Actores, perspectivas y desafíos”,
Buenos Aires.
[ix] Elaboración
Grupo “Llakaymanta”, en base a datos del Instituto de Estudios Sociales y
Económicos (IESE)/Encuesta departamental Cochabamba a obreros de la industria
manufacturera (2014).
[x] Elaboración del Grupo de Estudios “Llak’aymanta”, en base a
datos del Instituto de Estudios Sociales y Económicos (IESE), Encuesta
departamental Cochabamba a obreros de la construcción del sector público 2015. *El porcentaje de beneficios laborales
fue calculado a partir del número de beneficios estipulados por la Ley General
del Trabajo y las últimas disposiciones laborales aplicadas por el gobierno
durante el periodo 2006.
[xi] Esta idea es explotada en los siguientes
análisis: Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (2012) Empleo y Regulación laboral Boletín
Informativo, N° 4 –
Septiembre; Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo (2016) Informe
nacional de desarrollo humano: El nuevo rostro de Bolivia, trasformación social
y metropolización. La Paz: PNUD
[xii] Cita
extraída de Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2016) Informe nacional de desarrollo humano: El
nuevo rostro de Bolivia, trasformación social y
metropolización. La Paz: PNUD, pp. 90.
[xiii] El concepto de
subcontratación en cascada, da cuenta; inicialmente, de un proceso, por el cual, las firmas líder
o empresas madre, reorganizan la división del trabajo entre empresas(desde
principios de los años 80), mediante formas de cooperación inter empresas y de
fragmentación productiva, mediante la
contracción de rigideces salariales y la externalización de
responsabilidades sobre empresas más pequeñas y sobre asalariados que no se
benefician de sistemas de protección laboral,
[xiv] Los siguientes trabajos muestran
prueba empírica de este hecho: Aillón, Tania (2009) “El control como freno a la
eficiencia de la fuerza de trabajo en industrias de flujo continuo: El caso de
las empresas petroleras en Bolivia” en Revista Búsqueda, N° 33. Cochabamba:
IESE, pp. 107 – 132: Aillón, Tania (2008) “El control de la fuerza de trabajo vía precarización y segmentación
de las condiciones laborales en la industria petrolera en Bolivia” en Revista
Búsqueda, N° 31. Cochabamba: IESE, pp. 47 – 71; Castro, Luis F. (2016) Obreros fluctuantes frente a la dominación
patronal. El caso de la Refinería Gualberto Villarroel en Bolivia. La Paz:
Grupo de Estudios del Trabajo Llank’aymanta y Muela del Diablo Editores.
[xv] BECKER, Gary S., (1983)
El capital humano. Madrid: Alianza
Editorial, pp 15-251.
[xvi] Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (2016) Informe nacional de
desarrollo humano: El nuevo rostro de Bolivia, trasformación social y metropolización. La Paz: PNUD.
[xvii] Elaboración Grupo Llank’aymanta, en base a la
encuesta: “Mercados de Trabajo y Acumulación de Capital” (IESE-2014).
[xviii] Elaboración del Grupo de Estudios “Llak’aymanta”, en base a la encuesta: “Mercados de Trabajo y
Acumulación de Capital”, IESE-2014.
[xix] Lanari, María (2005)
Trabajo decente: significados y alcances del concepto. Indicadores
propuestos para su medición. Visto en: http://guia.oitcinterfor.org/sites/default/files/experiencias/Argentina_MTESS_trabajoDecente.pdf, última
visita el 12 de junio de 2017.
[xx] Kosic, Karel (1990) Dialéctica de
los concreto. México D. F.
[xxi] Baran, Paul (1980) Excedente económico
e irracionalidad capitalista. México D. F.: Siglo XXI Ed.
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