Mauricio Piejko Patiño
En los últimos años, el gobierno del MAS
manifestó más de una vez, los profundos avances que experimentó Bolivia en
relación a la disminución de la desigualdad social y económica. Es más, los
altos mandatarios de Estado se jactan continuamente de un “Proceso de Cambio”,
de una transformación social y económica descolonizante en Bolivia, con miras a
una sociedad socialista-comunitaria, justa e igualitaria, en la que el nuevo
orden social privilegiaría el interés de los sectores de trabajadores e
indígenas frente al interés de los capitalistas neoliberales del pasado.
En el intento de responder a estas
cuestionantes, presentaremos en esta oportunidad, una breve reflexión que
dilucida el contenido de fondo del “Proceso de Cambio” mediante la
identificación de las diferencias salariales que perciben los trabajadores del
sector privado en Bolivia. Somos conscientes que la problemática planteada nos
apertura a un amplia reflexión; sin embargo, dado los límites que impone la
naturaleza del presente trabajo, sólo nos concentraremos en el comportamiento
de los salarios y remuneraciones reales, que experimentó Bolivia, durante los últimos años.
No obstante, el salario no se presenta
de manera homogénea e igualitaria en una sociedad regida por relaciones de
explotación capitalista (trabajadores y patrones). Hay quienes afirman, con cierta
dosis de sentido, que las desigualdades salariales son el resultado de diferentes
grados de educación, formación y experiencia de las personas para el desempeño
de una actividad laboral. Sin embargo, las diferencias salariales no sólo son
expresión de ello, sino que manifiestan la lógica que subyace en la forma en
cómo se distribuye la torta producida socialmente: “migajas que se van al trabajador y pedazotes que se van a los
directivos y patrones”. Por tanto, es elocuente pensar que en los marcos de
una sociedad capitalista, un trabajador manual gane menos, que un trabajador intelectual
que se encuentra en los altos cargos directivos y gerenciales de una empresa, a
pesar de que (siguiendo a Marx) los primeros han sido la fuente de creación de
la torta (el excedente económico)[ii]. Es
así que dentro una sociedad capitalista, el mayor reconocimiento salarial
recaerá en el personal de confianza del empresario, en aquel que coadyuve a que
se efectivice la explotación del trabajador y garantice al capitalista la
máxima ganancia, estos son los directivos y managers
de las empresas.
Por otro lado, las diferencias
salariales no sólo se manifiestan a nivel de los puestos y ocupaciones, sino
que se presentan según la actividad y el sector económico. Aquellos sectores y
actividades de mayor desarrollo productivo, en los que prevalece el capital monopólico, brindarán
mayores salarios y remuneraciones, en relación a aquellos sectores de menor
desarrollado tecnológico, donde prevalece la competencia capitalista[iii].
En otros términos, son aquellos sectores económicos más dinámicos y
tecnológicamente desarrollados, con mayores niveles de productividad y tasas de
ganancia, los que asignarán mejores condiciones salariales, en relación a
aquellos sectores económicos estancados con incipiente grados de desarrollo
productivo y bajas tasas de ganancia.
Partiendo de todos estos elementos, veamos cuál es la realidad que a traviesa
Bolivia, respecto a las desigualdades salariales durante el “Proceso de Cambio”.
GRÁFICO 1. BOLIVIA:
EVOLUCIÓN ANUAL DE LAS REMUNERACIONES MEDIAS REALES* SEGÚN ACTIVIDAD ECONÓMICA
DEL SECTOR PRIVADO, PERIODO 1996-2013. (EN BOLIVIANOS DE 1990)
En el gráfico 1 se muestra la evolución anual de las
remuneraciones medias reales por actividad económica en Bolivia en las últimas
dos décadas (cabe aclarar que nos referimos a remuneraciones como un indicador global
que incorpora tanto a los salarios como los ingresos adicionales asociados a
los beneficios laborales, por lo que lo consideramos un indicador pertinente
para la reflexión). A primera vista parece observarse que las remuneraciones
reales en las actividades de extracción hidrocarburífera y de intermediación
financiera cayeron sustancialmente durante el gobierno del MAS. También se
evidencia que las remuneraciones reales relacionadas con las actividades:
industrial, comercial, minería y de construcción, presentaron en términos
generales una tendencia al alza. Por su parte, la industria textil-curtiembre y
de producción de maquinaria (la industria mediana) aún se encuentran notoriamente rezagadas en relación
a las demás actividades económicas.
Si bien, a primera vista las
brechas salariales parecen haberse atenuado sectorialmente por la reducción
salarial suscitada en los sectores de hidrocarburos
e intermediación financiera (consecuencia del tope salarial fijado por el
gobierno de que “nadie puede ganar más que el presidente”), esto no es más que
una ilusión, dado que las brechas salariales (remuneraciones) sectorialmente
persisten, y si se observa a detalle se profundizan. Las tendencias nos demuestran que aún
persisten las divergencias que revelan el desarrollo desigual de una estructura
económica que se supeditada a los sectores extractivos (hidrocarburos). Cuando
vemos que estos sectores brindan mejores remuneraciones (en relación a los demás sectores), sabemos
que nos encontramos con un sector que genera mayores ganancias y que, por tanto,
tiene la holgura de realizar mejores asignaciones salariales; en contra partida
a la industria liviana y mediana (a excepción de la industria de alimentos) que
restringidos por el incipiente desarrollo de sus condiciones generales de
producción (bajas tasas de productividad y ganancia) muestran bajas remuneraciones[iv].
Sin embargo, ¿qué nos dice
esta situación? ¿Con estas tendencias salariales podemos hablar de un cambio en
el carácter capitalista-neocolonial de nuestra economía?
Esta situación nos refleja que el “Proceso de Cambio” con su
discurso de hace más de una década de “diversificación productiva a través de
su intento de maximizar los excedentes
generados de los sectores estratégicos (hidrocarburos, energía, etc.)”[v], no
logró un proceso de industrialización; es más, los sectores industriales se
encuentran estancados en su condición de
rezago productivo en el que operan con trabajadores en condiciones laborales precarias. Así, el
proyecto del “Proceso de cambio” con su
maximización del excedente de los sectores estratégicos (resultado del favorable
precio internacional del petróleo), tan solo se han traducido en una política de
“bonos y asistencias” y en re-inversiones en los mismos sectores extractivos, repercutiendo
en una re-primarización económica que
refuerza nuestra condición periférica subordinada al desarrollado de las
economías capitalistas centrales[vi];
es decir, no podemos hablar en la actualidad de una superación del carácter capitalista neocolonial de nuestra economía.
Ahora bien, veamos lo que
sucede con las brechas salariales entre
las distintas ocupaciones.
GRÁFICO 2. BOLIVIA: EVOLUCIÓN TRIMESTRAL DE LOS SALARIOS
MEDIOS REALES* SEGÚN PRINCIPALES GRUPOS OCUPACIONALES DEL SECTOR PRIVADO, PERIODO 1998-2013. (En
Bolivianos de 1990)
Fuente: Elaboración propia, en base a datos obtenidos del Instituto Nacional de Estadística (INE) (Disponible en: http://www.ine.gob.bo/indice/general.aspx?codigo=41202)
*Salario Medio Real refiere al salario promedio que recibe un trabajador o trabajadora en términos de la cantidad de bienes y servicios que pueda comprar, es decir eliminando el efecto de la inflación sobre él mismo. Para ello, se homogeneiza las unidades monetarias tomando el valor real (poder adquisitivo) de referencia de un año base, para este caso el año 1995.
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En el gráfico 2, se presenta la
evolución de los salarios medios reales por grupo ocupacional del sector
privado durante el periodo 1998-2013. A primera vista se evidencia que las
brechas salariales entre ocupaciones no muestran cambios significativos. La
evolución de los salarios reales de los
gerentes administradores mantuvo una tendencia al alza, con una temporal caída
durante el año 2007 y 2008, resultado del proceso inflacionario que experimentó
Bolivia durante esos mismos años. Por su lado, los salarios de los
profesionales no mostraron un incremento; si se observa a detalle, se constata
que el salario promedio real de los profesionales es de Bs. 2.000 en el año
1998, idéntico al monto salarial
promedio percibido el año 2013; sin embargo, esta tendencia no fue lineal, ya
que para el periodo 2001-2007, el salario real de los profesionales aumentó,
para después caer con la inflación del año 2008, sin reversión alguna. El caso
de los empleados y obreros revela una situación similar, el salario real
promedio se mantuvo prácticamente invariable, durante estas últimas dos
décadas.
En definitiva, las brechas
salariales no cambian significativamente durante el gobierno del “Proceso de
Cambio” respecto a la etapa de los gobiernos neoliberales; es más, los datos muestran
que las brechas salariales se acrecientan (en términos absolutos). De esta manera, las remuneraciones para las
ocupaciones gerenciales crecen en relación a las remuneraciones de las demás
ocupaciones (obreros, empleados y profesionales). En este sentido, la
desigualdad salarial en el sector privado es un hecho que persiste y que se ha agudizado.
Esto expresa que el
discurso del gobierno, sobre una
sociedad más igualitaria, es un discurso
demagógico, pues los principales beneficiarios (entre los asalariados) del auge
económico de los últimos años, son los gerentes y managers, que como personal
de confianza de los empresarios, tienen la oportunidad de obtener la tajada más
grande de la masa salarial, no otra cosa expresa el incremento absoluto de los salarios reales
de los gerentes y administradores en relación al de los
obreros, empleados y profesionales, situación que revela la lógica capitalista que subyace en la forma
en cómo se distribuye la torta producida socialmente por los obreros. Del mismo
modo, la permanencia de la importante brecha salarial entre sector primario de
la economía y el sector secundario, revela la incapacidad de alcanzar, mediante
la política económica del gobierno, la mentada superación de la condición primario
exportadora de nuestro país.
[i] Marx, K. (2008) “El
capital”, Tomo I, Editorial siglo XXI, 1ra.
Edición, Buenos Aires.
[ii] Marx, K. (2000) “Salario, precio y ganancia”.
1ra. Edición. Editorial Progreso, Moscú.
[iii] Hodson, R. (1978) "Labor
in the monopoly, competitive, and state sectors of production", Politics and Society, vol. 8, pp.
429–480. Revisar también: Tolbert, C.; P. Horan
y E.M. Beck, (1980) "The structure of economic segmentation: a dual
economy approach", American
Journal of Sociology, vol. 85, pp. 1095–1116.
[iv] Ídem.
[v] Ministerio de Planificación del Desarrollo (2006) “Plan Nacional de Desarrollo:
Bolivia digna, soberana, productiva y democrática para Vivir Bien”
[vi] Marini. R. (1980).
“Subdesarrollo y revolución”. Editorial Siglo XXI, 2da. Edición, México DF.
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