Luis Fernando Castro López
Esta es una reseña sobre el libro: La economía popular en Bolivia: Tres miradas,
está dirigida a comentar la primera parte del libro por dos razones: primero,
por las características del libro, el cual está compuesto por tres ensayos que
constituyen textos independientes, que analizan diferentes aspectos de lo que
en el mismo, se entendería por “economía popular. La segunda razón es que los
autores no tienen una posición completamente definida de lo que es la economía
popular, ellos mismos aceptan que en sus trabajos la economía popular tien
e
distintos matices.
La
primera parte es un estudio de Juan Arbona, María Elena Canedo, Carmen Medeiros
y Nico Tasi, se titula: “El sistema económico popular. Consolidación y expansión de la economía popular en Bolivia”.
Fotografía: http://www.bolivianueva.com. 26/05/2014 |
El
presente trabajo, es un estudio antropológico, inspirado en las teorías de la
economía étnica[i],
que vuelca la mirada sobre “las prácticas económicas de aquellos grupos
excluidos de las instituciones capitalistas oficiales”[ii].
Sujetos emprendedores aimaras o quechuas que no rompen sus vínculos y
tradiciones comunitarias, más al
contrario, en la llamada economía popular, encontramos una serie de actores,
que al ser desplazados por la economía
global hacia procesos de precarización y fragmentación, son empujados “a
apostar, consolidar y expandir sus propias formas sociales y su lógica
económica, por la imposibilidad de participar en la sociedad y en la economía oficiales”[iii].
Ya
en el inicio del libro los autores se oponen a los enfoques que ven a los
actores de la economía popular como sujetos pasivos y subordinados a las reglas
del mercado global y del capitalismo. Para ellos la economía popular es un
proceso en el que los actores emprendedores construyen sus relaciones
económicas inyectándoles, mediante su práctica, su singular rúbrica.
Entonces,
la economía popular es la construcción de un sistema económico en el que se
relacionan actores excluidos, que desde su emprendedurismo, articularían zonas
económicamente desarticuladas, creando una sinergia económica que enlaza el
comercio con la producción local, que crea relaciones económicas locales,
translocales e internacionales, que establece instituciones y relaciones de
intercambio que desafían la lógica impersonal y “meramente económica” del
capitalismo, para incluir en ellas,
formas religiosas, étnicas y vínculos personales. Además, esta economía popular se caracterizaría
por estar volcada a la economía local, planteando desde ese espacio, su propia
forma de articulación con la economía global; es decir, actores e instituciones
desde los cuales se negocian los
vínculos con la economía global, esto desembocaría en último término, en el establecimiento de una “propuesta propia
de modernidad y desarrollo”[iv],
diferente a la de las clases dominantes
que excluyeron a estos actores.
La
economía popular desafia la posición de enclave productivo al que habría
sido destinado nuestro país dentro de la estructura “económica global” y estaría
erigiendo un sistema económico flexible capaz de aprovechar nichos de mercado y
periodos de bonanza, mediante procesos de aprendizaje de un “know how” sobre el
funcionamiento de los mercados locales e interncacionales, y una readaptación de la
tecnología y de las mercaderías extranjeras a la demanda local.
Una
de las virtudes de este trabajo es que cuestiona las visiones tradicionales de
la economía, que basan sus estudios en la gran empresa y los flujos masivos de
importaciones y producción, e ingresa a estudiar las dinámicas locales de la
economía, para describir de manera detallada, las formas concretas de funcionamiento del
capitalismo en nuestro país. El trabajo, muestra la forma en que las relaciones
étnicas de las comunidades y las relaciones familiares se convierten en los
principales pilares de un sistema de relaciones económicas. Además, en el
estudio se pone en evidencia, cómo esa
economía catalogada como informal genera una sinergia económica que “eslabona
sujetos, territorios y fases económicas”.
En
síntesis, en el trabajo se muestra que la economía boliviana no puede ser
comprendida sin el estudio detallado de esos sectores mal llamados informales
en los cuales se agrupan “sujetos excluidos” de los mercados oficiales de
exportación. Lo segundo que se rescata, es que la comprensión de estos elementos puede
ayudarnos, a entender porque las crisis
económica en Bolivia toma un ritmo muchas veces laxo, es decir, explicar por
qué las crisis tienen un efecto retardado sobre la economía boliviana, pues estas
sinergias llamadas "economía popular", tratan de mantener una dinámica económica
constante a nivel local (aquí las readecuaciones de productos importados o la
reproducción local de algunos productos que antes se importaban, forman cadenas
productivas enlazadas con la actividad comercial), la flexibilidad para
acomodarse a diferentes situaciones es una de las ventajas de los
emprendimientos de la “economía popular”, otra ventaja de estas sería la
conformación de sus márgenes de autonomía, mediante la construcción de sus propias formas
de articulación al mercado global.
Algo
que llama la atención en el presente trabajo es que, en su análisis, los actores
y las instituciones, aparecen como realidades autóctonas externas
al capitalismo, de ahí que en el estudio se encuentra de manera reiterada, la
figura de algo externo que entra y modifica las formas “puras”, para
crear un híbrido que desafía desde adentro las formas dominantes de la economía
capitalista. No negamos, como diría Certeau[v],
a que los actores sean capaces de
conformar sus propias “formas de empleo” de los espacios y objetos y relaciones
y que algunas desafíen al capitalismo dentro del mismo, la cuestión radica en
que, como resaltan los autores, la “economía
popular” esté al nivel de ser catalogada como un
sistema diferente que desafié a la
llamada “economía global” (capitalismo).
Fotografía: http://www.bbc.com/. 25/02/2015 |
Tal
vez nos serviría para el análisis partir de identificar, cómo los actores se
conforman dentro de la economía popular y para ello es necesario preguntarnos si
estos emprendedores: ¿son emprendedores de qué? Y si construyen un tipo de
modernidad y desafían sus procesos de exclusión ¿en que se basa esta modernidad,
para definir a la economía popular como algo diferente? ¿Qué tipo de exclusión
desafían?
Partamos
desde el actor que conforma la economía popular: los emprendedores. Los autores
describen a sujetos conformados desde una historia de exclusión étnica y
económica, éstos buscan formas de superar la precariedad y la fragmentación a
la que llevaría dicha exclusión, no conformándose con su situación actual,
reinventan formas de articulación con la economía más allá de las opciones de
trabajo que se les presentan en una primera instancia, . El desafío a ese destino
de exclusión, desembocaría en la conformación de emprendimientos desde los
cuales no sólo cambian su rumbo, sino que renegocian su vínculo con la economía
global, articulando dentro de ella, su propia lógica de pensamiento y
relacionamiento con la conformación exitosa de relaciones comunitarias y
familiares no ancladas en lo “estrictamente económico”[vi].
Así, el emprendedor es un sujeto que ha
logrado constituir, con cierta autonomía, su propia forma de relacionamiento; resiste
el destino fatal del capitalismo y su modernidad dominante y reinventa un
espacio “propio” desde sus propios términos.
Nos
parece que los autores parten de una identificación petrificada del capitalismo.
En él, el movimiento y la dinamicidad la tienen los emprendedores, una
relación entre contexto y sujeto en que se sobredimensiona los movimientos del
actor, en la forma de una obra de teatro donde el fondo del escenario queda
inmóvil, mientras se aprecia el movimiento
dramático del actuante, se trata en definitiva, de los rasgos de un
individualismo metodológico.
Pero
en seguida, extractos del texto, nos persuaden a retractarnos de esta primera
apreciación, nos muestran por ejemplo, que los emprendedores parten de algo: "la
exclusión étnica y económica del capitalismo oficial" y, además, éste
siempre pone límites a sus acciones; entonces, la virtud del emprendedor estaría en la
reinvención de recursos para superar la exclusión étnica y económica. Otra vez el
fondo queda inmutable mientras que del acto de varios emprendedores nace algo que está fuera, que no está relacionado al contexto, al punto de partida: “la economía popular”.
Pensamos
que el problema está en la visión estereotipada del capitalismo de la que parten
los autores, esta posición no nos parece inocente, es más bien una forma de desvincular a los
sujetos (los emprendedores) de cualquier relación comprometedora y necesaria
con aquello que puede desnudar otro tipo de sentido de sus acciones. Partamos;
más bien, de una concepción dinámica del
capitalismo, no lo circunscribamos a una visión de modernidad, sino que veamos, cómo dentro de las relaciones capitalistas,
las proyecciones hegemónicas tienen una inestabilidad política y mutable.
Entonces, podremos entender que los emprendedores de los que escriben los autores, son sujetos que (viviendo un
proceso de exclusión por una clase dominante de burgueses de pensamiento
gamonal, que oligarquizan el poder y las vías de acceso al Estado) buscan en
los mismos intersticios de la economía capitalista, sus propias posibilidades. Este será el
inicio de un proceso originario de acumulación de capital[vii],
a partir de pequeños comerciantes que aprovecharon las vías de fuga del
mercado, respecto al control del Estado, para llevar adelante prácticas de importación;
primero, desde Arica y luego desde China. Así, la llamada economía popular no es
pues un proyecto alternativo de relaciones económicas que desafían la
modernidad y su capitalismo, sino el desarrollo de la economía capitalista en
el mundo de la comunidad aymara, al final, el éxito de los emprendedores empuja,
a los mismos integrantes de la comunidad y a sus familias, a entrar en el
sistema, como engranajes importantes de la circulación de mercancías. Entonces,
no son los “actores” de la economía popular, como sujetos libres per se, los
que definen su situación y la transforman, sino que lo hacen en una dinámica
relación con su medio social, al mismo tiempo que este medio social se
transforma constantemente.
Los
Limachi, por ejemplo, no se plantean la vía de la importación sino después de
una larga trayectoria en la que ellos se constituyen como sujetos inmersos en
un mundo de mercancías y adoptan esta lógica desde sus propias cargas culturales
e históricas. Al llevar adelante su emprendimiento, no sólo innovan formas de
importación o formas de reproducción de tecnología y productos locales, sino
que ellos se adaptan a las
modificaciones del capitalismo (eso responde porque justo ahora importan mercancías desde China y no de EEUU). Estén o no conscientes los Limachi, la
liberalización del mercado Boliviano y sus fronteras abrió una vía de
desarrollo que hasta hoy muestra sus consecuencias. Al mismo tiempo que el
capital imponía sus propias reglas del juego, las comunidades las adoptaron y se convirtieron
en una forma particular de capitalistas; adoptaron la ley del valor, pero la
asumieron con nuevo ropaje.
Su
empuje emprendedor, en la búsqueda de una vía de salida a la exclusión no es inocente. Esta
búsqueda ya no es inicial, los emprendedores se la plantean porque ya están
dentro de estas relaciones sociales mercantiles[viii],
ya pasó un proceso de comprensión y adopción de un razonamiento mercantil y es
que los seres humanos estamos “todo el
tiempo reescribiendo historia, dando retroactivamente a los elementos su peso
simbólico incluyéndolos en nuevos tejidos”[ix].
Desde las acciones de sentido mercantil de los emprendedores de la economía
popular, la apertura del mercado, a causa de las reformas neoliberales, no sólo
beneficia a la nueva clase dominante de neoliberales, sino que al mismo tiempo, deja espacios vacíos
no cubiertos por ella, donde los emprendedores aimaras y quechuas
encuentran vías de solución a su
proyecto de vida. Ahora, tal vez podamos entender su posterior empuje emprendedor, ya introducidos ellos, en la carrera
de la acumulación, las relaciones mercantiles los empujan a seguir el juego,
dentro del cual, se reproduce la alienación, en que los sujetos viven para el capital, visten
al capital y festejan el capital ¿o será que el empuje de los emprendedores se
puede explicar al margen de estas relaciones? Los autores del omiten este proceso previo de constitución de los actores que conforman la "economía popular"; pero esta omisión no es casual, ya Riesco advierte que las
teorías de las economías étnicas, dejan sobreentendido el proceso previo de
constitución de los emprendimientos, para llevar adelante un análisis desde lo
que Riesco llama la temporalidad truncada, refiriéndose a que el análisis se
concentra en momentos fragmentados de una secuencia temporal (de un proceso más
largo), no explicitado[x].
Esta
omisión lleva a los autores a mantener la dualidad tan criticada por ellos a
las teorías de la informalidad.
Si bien ellos superan la discusión en torno a
designar un espacio del mercado como
formal y otro espacio (el no regulado por el Estado) como informal, crean otra
dualidad y todo para validar la importancia de su concepto de “economía popular”.
Para los autores, hay una economía oficial y otra popular, mientras una
es impulsada por el Estado, la otra nace en los intersticios de la
economía global y articula espacios abandonados por esta ¿Que hace diferentes a estas economías?
Fotografía: http://www.lapatriaenlinea.com/. 31/08/2014 |
Un
proyecto de modernidad o un diferente proyecto de acumulación, nosotros creemos
que, al mismo tiempo, la llamada economía popular es complementaria y necesaria a la expansión del capital.
De
todas formas, como para cualquier proyecto capitalista, lo más incómodo es referirse al lugar de donde se genera la riqueza, para los autores, que
adoptan la posición de los capitalistas indígenas y aimaras, hablar del trabajo
se vuelve problemático. Ellos aceptan que los trabajadores de la economía popular están
bajo procesos de explotación y precarización, pero prefieren no abundar en el tema para
referirse a la relativa autonomía que tienen en su trabajo y la posibilidad de
dejar de ser obreros explotados, para convertirse en emprendedores autónomos al igual que sus jefes. Aquí otra vez, la visión
estereotipada del capitalismo, ¿Acaso la contingencia de los productores,
desligados de sus condiciones de trabajo, no es una condición histórica para la
expansión del capitalismo? La autonomía de los trabajadores a la que se refieren,
los autores de la economía popular, no es ajena al capitalismo. Como ya
indicó Marx[xi], y lo resaltaron posteriormente Naville[xii],
Rolle[xiii],
Garcia[xiv],
el capitalismo se funda en la desvinculación
del productor directo de su producto y de sus medios de producción, así
las relaciones entre el trabajador y el empleo llegan a ser contingentes. Desde esta perspectiva, podremos observar que la economía popular o
los emprendedores de la economía popular,
están en mejores condiciones para aprovechar esta relación contingente y
la ponen a su servicio. Ahora tal vez
podamos decir que la riqueza de los emprendedores no es sólo fruto de su
esfuerzo emprendedor, como nos tratan de
mostrar los autores de la “economía popular”, sino de la explotación desplegada
por los emprendedores sobre otros miembros de su comunidad. Parecería que, para
los autores, les es incómodo hablar de la profunda naturaleza de la economía
popular y de la verdadera esencia de los emprendedores.
Fotografía:http://lapatriaenlinea.com/. 14/11/2014 |
Así
queda claro que si bien, los autores escriben
acerca de la forma en que se desenvuelve este capitalismo andino (refiriéndose
a los actores que articula en su
constitución y las redes, instituciones y mercados que teje), prefieren denominar a esta dinámica como “economía popular”, con lo que dejan las cosas sumidas en la
ambigüedad, ya que el término popular es tan general, que puede comprender escenarios de explotación
y dominación, como procesos de reivindicación y resistencia de grupos oprimidos y
explotados. Así no nos queda claro que tiene de diferente y desafiante la “economía
popular” frente al capitalismo, dentro del cual somos aún hoy, una neocolonia. A no ser que lo desafiante, sea hacer práctico el derecho y reclamo a que
los aimaras, y los indígenas en general, puedan también ser, a su modo, capitalistas.
Por su parte, el capitalismo muestra que en su desenvolvimiento, es fuente de
un abanico de oportunidades para la acumulación (más allá de que lo quieran las
fracciones de clase que han dominado tradicionalmente este país); solo que el
precio a pagar es cruzar una línea y estar en el mismo carril que la oligarquía
tradicional, a la que supuestamente, se tendría que oponer el proyecto histórico
que respalda a los emprendedores de la “economía
popular”.
[i] Arbona, Juan;
Canedo, María; Medeiros, Carmen y Tasi, Nico (2015) “El sistema económico popular. Consolidación y expansión de la economía popular en Bolivia”
en La Economía popular en Bolivia: Tres miradas. La Paz: Centro de
Investigaciones Sociales .
[v] Certeau, Michel (2000) La invención de lo cotidiano I. Artes de
hacer. Mexico D. F.: Universidad Iberoamericana.
[vi] Arbona,
Juan; Canedo, María; Medeiros, Carmen y
Tasi, Nico (2015) “El sistema económico popular. Consolidación y
expansión de la economía popular en Bolivia” en La Economía popular en Bolivia:
Tres miradas. La Paz: Centro de Investigaciones Sociales .
[viii] Riesco,
Alberto (2003) “Enclaves
y economías étnicos desde la perspectiva de las relaciones salariales” en Cuadernos de Relaciones Laborales, n° 2.
Madrid: UCM.
[x] Riesco, Alberto (2003) “Enclaves y economías étnicos desde la perspectiva de las
relaciones salariales” en Cuadernos de
Relaciones Laborales, n° 2. Madrid: UCM.al respecto el autor indica los
siguiente: “En las teorías de los enclaves y economías étnicos, pese a que
amplían el ámbito de estudio considerado, al final, el trabajo es nuevamente
recluido en un espacio/esfera social sustantiva delimitada: el trabajo formaría
parte de la esfera de lo económico, identificada por otro lado con el mercado.
El resto de elementos intervinientes configurarían, como vimos, «lo social»,
«lo cultural», etc., entidades todas ellas cuya génesis y procesos de
configuración nunca son del todo explicados ni explicitados… […]. La mayor
parte de iniciativas emprendedoras por parte de los inmigrantes suponen un
punto en un recorrido de mucho mayor alcance, una travesía en la que la
constitución de un negocio propio ha sido antecedida por un proceso de
«acumulación» por medio del ahorro y de jornadas de trabajo interminables en
empleos poco atractivos del mercado de trabajo «autóctono». Igualmente, muchos
de quienes participan en economías y enclaves étnicos lo hacen compaginándolo
con otro tipo de empleos ajenos a dichas economías. Todas estas fluctuaciones y
movilidades —tan características de la fuerza de trabajo capitalista y que en
el caso de los inmigrantes parecen radicalizarse— no suelen aparecer en el
análisis de los enclaves y economías étnicos. Lo único que sabemos es que el
inmigrante ocupaba una posición (en un grupo determinado y el grupo en la
sociedad) y que disfrutaba —o carecía— de una posesión (de recursos étnicos y/o
de clase, de capital social, humano, financiero...) y que esto le permitía
entrar en una relación determinada con el empleo (abrir o no una empresa
étnica, participar o no de la economía del enclave...). La heterogeneidad de
las secuencias temporales con las que se partía queda disuelta al constituirse
el vínculo del inmigrante con su puesto de trabajo, aplanada desde el momento
en que el inmigrante queda imbricado con los trabajos de la economía étnica y
del enclave, de ahí que nos refiriéramos a esta temporalidad como una
temporalidad truncada…”
[xii] Naville, Pierre (1957) De l’aniénation à la jouissance. La genèse de la sociologie du travail
chez Marx et Engels. París: Ediciones Marcel Rivière.
[xiii] Rolle, Pierre (1988) Travail et salariat. bilan de la sociologie du
travail (Tome I). Grenoble: Presses Universitaires.
[xiv] García, Jorge (2003) “La
fuerza de trabajo es una mercancía...” en Cuadernos de Relaciones Laborales. Año 21, Nº 2. Madrid: UCM.