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viernes, 8 de noviembre de 2013

EL CENSO AGROPECUARIO DEL MAS: UN CENSO A LA MEDIDA DE LOS PATRONES DEL AGRO


Actualmente se lleva a cabo el censo agropecuario, en medio de una serie de disputas entre municipalidades y comunidades por límites territoriales y de disputas entre terratenientes y campesinos sin tierra por terrenos avasallados. Antes de este escenario, el censo agropecuario había despertado algunas reacciones de rechazo entre algunos “campesinos”, terratenientes y empresarios soyeros, pues creían que el gobierno realizaba este censo para saber a quién y cuanto debía cobrarle en impuestos, otros creían que el gobierno quería utilizar los datos del censo como un arma política en su contra.

Al parecer todas estas conjeturas fueron, en cierta medida, absueltas por el MAS, para que el Censo Agropecuario fuera llevado a cabo. Primero, desmintió que su gobierno quiera los datos para un uso político, luego, se esforzó en explicar que el censo agropecuario tenía la intensión de recolectar datos de la producción agropecuaria “sin considerar el tamaño (de los terrenos), el régimen de tenencia ni condición jurídica”. Es ésta justificación la que plantea el siguiente problema: ¿Qué busca entonces la realización de éste censo?

Según el objetivo planteado por el INE, el censo Agropecuario:
es un procedimiento exhaustivo de recolección de datos, que [permitirá] un mejor conocimiento de la realidad agrícola, cría de ganado o aves, recursos forestales, recolección o extracción de especies no maderables, caza o pesca, en un periodo de referencia determinado con la finalidad de facilitar la formulación y diseño de políticas, estrategias, procedimientos, programas y proyectos para el desarrollo sostenible de esos sectores” (subrayado nuestro)i

¿Qué “realidad” agropecuaria?; formulación y diseño de políticas, estrategias, procedimientos, programas y proyectos ¿para que sectores? La clara ambigüedad de este objetivo lleva a pensar que el INE trató de plantear un objetivo general para no provocar más problemas; sin embargo, creemos que un análisis minucioso de las boletas censales nos permitirá clarificar ésta cuestión. La finalidad de este análisis es tratar de vislumbrar los resultados que pueden salir de los datos recogidos por el Censo, muy importante, para el conocimiento de la producción agropecuaria en nuestro país.

La definición del sujeto censado: El “productor”
Empecemos pues, por el sujeto del Censo, es decir, individuo o colectividad que, según el INE, sería el pilar principal, sobre el cual, se constituye la realidad agropecuaria, este también sería el sujeto a ser censado: el productor agropecuario. En la boleta censal y en los manuales de capacitación, el INE define al productor agrícola de la siguiente manera: “Es la persona natural o jurídica (individual o colectiva), que tiene la iniciativa económica, técnica y la responsabilidad del manejo de la Unidad de Producción Agropecuaria, es decir, que toma las decisiones principales del uso de recursos y ejerce el control de la administración de las operaciones”ii
En sus consideraciones complementariasiii se aclara que el productor es aquella persona natural o jurídica que cuenta con alguna propiedad agrícola (sea alquilada, arrendada, cedida, o prestada) o se dedica a la crianza de animales. En definitiva, que tiene condiciones y medios de producción para la actividad agropecuaria. De manera que sólo se contemplan a propietarios de medios de producción, pequeños y grandes, como productores agrícolas. La definición del INE acerca del productor, entonces, concibe a este productor agropecuario y condiciones y medios de producción (tierra, animales de corral o granja, herramientas) como unidad indivisible; mientras que la figura de productor asalariado desaparece de la definición relegando del censo a los trabajadores agropecuarios empleados en la producción agroindustrial y a los trabajadores empleados en la estancias ganaderas (trabajadores de las empresas soyeras, zafreros, etc.) como grupo social.

Esta unidad productor/condiciones y medios de producción se condensa en el concepto de Unidad de Producción Agropecuaria (UPA), definida como: “todo terreno o conjunto de terrenos que se utiliza total o parcialmente en actividades agrícolas o pecuarias, […] sin considerar el tamaño, el régimen de tenencia ni condición jurídica. A efectos del censo Agropecuario también se incluyen las actividades forestales, la recolección o extracción de especies no maderables […] y las actividades de cría de otras especies, caza y pesca” (subrayado nuestro)iv.

En sus aclaraciones complementarias el INE dice que una UPA es todo terreno, o conjunto de terrenos, donde se realiza actividades agropecuarias, sin excluirlos por el tamaño o régimen de tenencia. Al parecer, esta forma de definir la UPA tenía el objetivo de ampliarla, de tal manera, que todas las formas de producción agropecuaria ingresen en el mapa del censo; sin embargo, este criterio tiene otra consecuencia: mete en un mismo saco todas las formas de tenencia de la tierra, es decir, engloba tanto a grandes productores agropecuarios como a pequeños productores que trabajan en tierras que arriendan o alquilan o que producen bajo formas de “asociación de hecho”v.

Evidentemente en la pregunta 21vi se pide especificar el tipo de tenencia de las parcelas trabajadas, el problema surge cuando a un productor que trabaja tierras alquiladas o cedidas se le pregunte sobre la extensión de su UPA y, luego, se le hace la misma pregunta al propietario de esas tierras alquiladas o cedidas. Aquí se cometería un error, pues se registraría dos veces la misma propiedad, como UPAs diferentes. Para que esto no pase, había dos caminos: que la UPA alquilada se la registre como UPA del propietario de la tierra o del productor que ha alquilado dicha tierra o que se consideren a los dos clasificándolos de diferente manera, por ejemplo, diferenciar entre el que posee la tierra (propietario) y el que la trabaja (productor directo). La solución del INE fue la primera, veamos la recomendación escrita al inicio de la sección características de la UPA: “Incluya las parcelas o tierras de otros productores que arrendó y recibió al partir o al partido, tomo prestadas u otras formas de manejo. No incluya las parcelas o tierras de su propiedad que fueron arrendadas, cuidadas, cedidas, etc., a otros productores (subrayado nuestro)vii.

Parece que la solución del INE es coherente, pues se tomaría en cuenta al productor de la tierra. Pero en el fondo es una solución que falsea la realidad, una solución unilateral que borra al dueño efectivo de la tierra y que deja un vacío: ¿quién se beneficia del alquiler o arriendo de dicha tierra? En el fondo lo que hace esta solución, en apariencia pertinente, es esconder el latifundio y los terratenientes que se benefician de la apropiación del trabajo de los campesinos pobres bajo la forma de un alquiler de tierras. En la medida en que sólo queda registrado el trabajador directo, se esconde, también, el hecho de que estos dueños son los propietarios de grandes tierras arrendadas, así estos dueños efectivos solo aparecerán como “productores” de las tierras que ellos mismos cultivan o utilizan para la cría ganado. En el caso de terratenientes que no produzcan en sus tierras y arrienden todas estas, desaparecen del mapa del Censo. De esta manera, la concepción de productor del INE, antes que descifrar la realidad agrícola la esconde, cabe entonces preguntarnos ¿cuáles son las consecuencias de este ocultamiento?

Censo agropecuario y trabajo.-
Al cuestionarnos sobre la realidad agropecuaria, no sólo se debería buscar conocer el tipo de plantaciones agrícolas y su extensión, el número y tipo de animales domésticos o la tecnología e infraestructura con la que se cuenta para producción agropecuaria, deberíamos preguntarnos, también, por los sujetos que hacen a la misma realidad agropecuaria.
Como habíamos recalcado antes, el INE define al productor en su relación inseparable con la tierra que trabaja, no importa si esta es de su propiedad o alquilada. ¿Considerar sólo a este tipo de productores es suficiente para comprender la realidad agropecuaria? Creemos que no, pues como señalamos antes, esconde no solo a los terratenientes y el latifundio, sino que excluye a los trabajadores asalariados ¿Por qué el Censo agropecuario debería tomar en cuenta a este grupo social? ¿Qué lugar tiene el trabajo asalariado en la realidad agropecuaria de nuestro país? ¿Qué consecuencias trae esta exclusión u omisión para el conocimiento de la realidad agropecuaria?

En primer lugar, creemos que una caracterización del agro boliviano es necesaria. En últimos estudios realizados en la zona oriental del país expresaban que el 40% de las tierras cultivables del oriente estaban en manos de empresarios soyerosviii, esta tendencia no es nueva, la concentración de tierras cultivables para la producción industrial de la soya es una tendencia que empezó desde la liberalización del mercadoix. En el caso de las tierras del occidente del país, la propiedad comunal y el minifundio son formas de posesión de la tierra predominantes, sin embargo, hay ciertos productos que empezaron a industrializarse, como el café y el cacao, en los yungas, bajo la forma de asociaciones de “pequeños productores”. Por otra parte, en este último periodo, la producción de coca y quinua ha gestado procesos de centralización de tierrasx de parte de una pequeña burguesía, aunque las formas de producción precapitalistas prevalecen todavía.

En el campo todavía está presente la economía comunal y la pequeña producción campesina parcelaria, pero junto a ella se va extendiendo la producción capitalista mediante procesos de acumulación originaria. Con el auge de la soya, la coca y la quinua, entre otros, estos procesos de acumulación no han sido frenados, sino que fueron impulsados por el gobiernoxi. No es que los procesos de acumulación traigan la producción capitalista al campo, sino al revés, es a partir de la incorporación de la economía campesina al mercado capitalista, que esta última se mercantiliza y se subsume a la dinámica del capital. Esta situación ha generado en el agro boliviano, una serie de formas de explotación capitalista en transición hacia las formas propiamente capitalistas de explotaciónxii. Procesos de proletarización de comunariosxiii dentro de una comunidad o procesos de proletarización de campesinos que trabajan para las empresas agroindustriales (obreros estacionalesxiv), formas de explotación indirecta a pequeños productores “autónomos”, aquí las formas de arriendo y el establecimiento de sociedades de hecho son formas de explotación veladas por la supuesta autonomía del productor respecto del dueño de la tierraxv. Por último, la generación de obreros agropecuarios.

Todas estas relaciones son desconocidas por el INE, que ha reducido los indicadores respecto del empleo de la fuerza de trabajo a dos preguntas referidas a la cantidad del personal remunerado en una UPA y al rubro en que se lo emplea (agricultura o ganadería). No se sabrá ni edad, ni las formas de empleo de la fuerza de trabajo en el agro (de tipo permanente o estacional), tampoco los niveles salariales ni formas de contratación.

Por último, los procesos de proletarización de comunarios y campesinos desaparecen. En la pregunta 129 de la Boleta Censal de la UPA se recogen los datos de la familia del productor y de su actividad principalxvi. Se le pregunta si la producción agropecuaria es su actividad principal; en caso de que no sea así, se le pregunta a que otra actividad se dedica. En las opciones se especifican rubros no pertenecientes a la producción agropecuaria: Con estas preguntas el INE sólo quiere saber cuál es la rama de producción en la que se inserta el productor, de tal manera, que si su actividad agropecuaria principal es la de trabajar en las plantaciones de un empresario de la soya, del café, del cacao, etc., se registrara que su actividad principal es la agricultura. Sin precisar que no es la producción de su parcela la principal actividad sino su empleo en la actividad agroindustrial como asalariado.

Al dejar de lado los indicadores que mostrarán procesos de proletarización, el INE ha encajonado a todos los productores en la categoría de campesinos que viven de la producción de su tierra. Con esta visión el INE ha re-campesinado a todos los productores agricultores cuya principal actividad no se produce en su parcela sino asalariándose con patrones agrícolas.

Censo agropecuario: ¿De qué realidad? ¿Para qué sectores?
Es hora de responder a las preguntas que nos formulamos al inicio de este documento: “Censo agropecuario: ¿De qué realidad? ¿Para qué sectores?”.

La realidad que al INE le interesa construir, es la realidad técnico-productiva de pequeños y grandes productores agropecuarios organizados en empresas y cooperativas o asociados bajo la organización comunal y bajo el sindicato campesino, independientes entre si. Para el INE estos pequeños productores no tendrían ningún tipo de relación con los grandes propietarios de la tierra –los terratenientes- y los capitalistas-empresarios de la soya. De la misma forma, los capitalistas y terratenientes no tendrán ninguna clase de relación de producción con los pequeños productores.

Cuando concluimos que esta realidad, en la que productores grandes y pequeños no tienen relación entre si, como realidad técnica productiva, es porque el INE ha concentrado su atención en aspectos tecnológicos, cantidad y diversificación de la producción y provisión de materia prima, es decir, recolecta datos sobre las condiciones y los medios de producción de la producción agropecuaria y deja de lado a la fuerza de trabajo como dimensión de la realidad productiva.

Evidentemente esta omisión ha dejado conforme al empresariado cruceño y a los terratenientes del oriente, porque esconde la explotación de trabajo, además de que esconde el latifundio y el proceso de concentración de tierras. Ahí la respuesta a la segunda pregunta: un censo ¿para qué sectores? Un censo a la medida de los pequeños y grandes patrones agropecuarios.

i Instituto Nacional de Estadística (2013) Manual del Jefe(a) de Brigada y Empadronadores. La Paz: INE, pag. 2.
ii Idem, pag. 23; Esta definición también esta presente en la Boleta Censal de la UPA en la pagina 2.
iii Las aclaraciones complementarias a la definición del “productor” se encuentra en la página 24 del manual ya citado.
iv Instituto Nacional de Estadística (2013) Manual del Jefe(a) de Brigada y Empadronadores. La Paz: INE, pag. 25
v Según el INE, una asociación de hecho, es cuando dos productores establecen relaciones de producción entorno al manejo una UPA, sin que en esta relación haya un contrato escrito. Bajo el denominativo de sociedad de hecho pueden también establecerse formas de explotación de fuerza de trabajo y que son veladas por la tradición o por el hecho de ser informales.
vi Instituto Nacional de Estadística (2013) Boleta Censal de la UPA. La Paz: INE, pag. 3. La pregunta 21 de la Boleta Censal de la UPA dice: En esta UPA ¿las parcelas o tierras que trabaja son…; 1. En propiedad?; 2. Cedida por la comunidad?; 3. En arriendo?; 4. Cuidada?; 5. Al partir o al partido?
vii Idem., pag. 2.

viii Expandir la soya no garantizará la seguridad alimentaria en www.f-tierra.org

ix Pérez, Mamerto (2007) No todo grano que brilla es oro. Un análisis de la soya en Bolivia. La Paz: CEDLA.
x Expandir la soya no garantizará la seguridad alimentaria en www.f-tierra.org
xi Prueba de ello es el acuerdo firmado con CAINCO para ampliar la frontera agrícola del país de 3 millones a 13 millones de hectáreas y el apoyo que ha dado a la pequeña burguesía de la quinua que, frente a la posible competencia de los países industrializados que están experimentando con plantaciones de quinua, tramitan una certificación internacional que certifique que la única quinua es la de Bolivia. Fundación tierra alerta sobre riesgo de monocultivo de soya, EL Deber, 19 de septiembre
xii “El capital que necesita de la fuerza de trabajo durante una parte del año –por la especialidad del producto, como el café, por ej.- puede lograr una reducción del valor de la fuerza de trabajo, cuando el proletario, durante la otra parte del año, reproduce la fuerza de trabajo en base a medios de producción propios o alquilados. En estas circunstancias la combinación de la forma-valor y la forma no-valor (en términos más concretos, la coexistencia del latifundio y el minifundio) resulta una solución para la reproducción del capital la reproducción” (Dierckxsens, Wim (1982) Capitalismo y población: La reproducción de la fuerza de trabajo bajo el capital. Editorial Universitaria Centroamericana, pag. 45)
xiii Miembros de una TCO o una comunidad indígena.
xiv Idem., pag. 46.
xv Orellana, Lorgio (2003) Clase obrera: su determinación económico-social y su mistificación. Cochabamba: PLURAL.


xvi Instituto Nacional de Estadística (2013) Boleta Censal de la UPA. La Paz: INE, pag. 15.

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