Actualmente
se lleva a cabo el censo agropecuario, en medio de una serie de
disputas entre municipalidades y comunidades por límites
territoriales y de disputas entre terratenientes y campesinos
sin tierra
por terrenos avasallados. Antes de este escenario, el censo
agropecuario había despertado algunas reacciones de rechazo entre
algunos “campesinos”, terratenientes y empresarios soyeros,
pues creían que el gobierno realizaba este censo para saber a quién
y cuanto debía cobrarle en impuestos, otros creían que el gobierno
quería utilizar los datos del censo como un arma política en su
contra.
Al
parecer todas estas conjeturas fueron, en cierta medida, absueltas
por el MAS, para
que el Censo Agropecuario
fuera llevado a cabo. Primero, desmintió que su gobierno quiera los
datos para un uso político, luego, se esforzó en explicar que el
censo agropecuario tenía la intensión de recolectar datos de la
producción agropecuaria “sin considerar el tamaño (de los
terrenos), el régimen de tenencia ni condición jurídica”. Es
ésta justificación la que plantea el siguiente problema: ¿Qué
busca entonces la realización de éste censo?
Según
el objetivo planteado por el INE, el censo Agropecuario:
“es
un procedimiento exhaustivo de recolección de datos, que [permitirá]
un mejor conocimiento de la realidad agrícola, cría de ganado o
aves, recursos forestales, recolección o extracción de especies no
maderables, caza o pesca,
en un periodo de referencia determinado con
la finalidad de facilitar la formulación y diseño de políticas,
estrategias, procedimientos, programas y proyectos para el desarrollo
sostenible de esos sectores”
(subrayado nuestro)i
¿Qué
“realidad” agropecuaria?; formulación y diseño de políticas,
estrategias, procedimientos, programas y proyectos ¿para que
sectores? La clara ambigüedad de este objetivo lleva a pensar que el
INE trató de plantear un objetivo general para no provocar más
problemas; sin embargo, creemos que un análisis minucioso de las
boletas censales nos permitirá clarificar ésta cuestión. La
finalidad de este análisis es tratar de vislumbrar los resultados
que pueden salir de los datos recogidos por el Censo, muy importante,
para
el conocimiento de la producción agropecuaria en nuestro país.
La
definición del sujeto censado: El “productor”
Empecemos
pues, por el sujeto del Censo, es decir, individuo o colectividad
que, según el INE, sería el pilar principal, sobre el cual, se
constituye la realidad agropecuaria, este también sería el sujeto a
ser censado: el productor agropecuario. En la boleta censal y en los
manuales de capacitación, el INE define al productor agrícola de la
siguiente manera: “Es la persona natural o jurídica (individual o
colectiva), que tiene la iniciativa económica, técnica y la
responsabilidad del manejo de la Unidad de Producción Agropecuaria,
es decir, que toma las decisiones principales del uso de recursos y
ejerce el control de la administración de las operaciones”ii
En
sus consideraciones complementariasiii
se aclara que el productor es aquella persona natural o jurídica
que cuenta con alguna propiedad agrícola (sea alquilada, arrendada,
cedida, o prestada) o se dedica a la crianza de animales. En
definitiva, que tiene condiciones y medios de producción para la
actividad agropecuaria. De manera que sólo se contemplan a
propietarios de medios de producción, pequeños y grandes, como
productores agrícolas. La definición del INE acerca del productor,
entonces, concibe a este productor agropecuario y condiciones y
medios de producción (tierra, animales de corral o granja,
herramientas) como unidad indivisible; mientras que la figura de
productor asalariado desaparece de la definición relegando del censo
a los trabajadores agropecuarios empleados en la producción
agroindustrial y a los trabajadores empleados en la estancias
ganaderas (trabajadores de las empresas soyeras, zafreros, etc.) como
grupo social.
Esta
unidad productor/condiciones
y medios de producción
se condensa en el concepto de Unidad de Producción Agropecuaria
(UPA), definida como: “todo
terreno o conjunto de terrenos que se utiliza total o parcialmente en
actividades agrícolas o pecuarias,
[…] sin
considerar el tamaño, el régimen de tenencia ni condición
jurídica.
A efectos del censo Agropecuario también se incluyen las
actividades forestales, la recolección o extracción de especies no
maderables […] y las actividades de cría de otras especies, caza y
pesca” (subrayado nuestro)iv.
En
sus aclaraciones complementarias el INE dice que una UPA es todo
terreno, o conjunto de terrenos, donde se realiza actividades
agropecuarias, sin excluirlos por el tamaño o régimen de tenencia.
Al parecer, esta forma de definir la UPA tenía el objetivo de
ampliarla,
de
tal manera, que todas las formas de producción agropecuaria ingresen
en el mapa del censo; sin embargo, este criterio tiene otra
consecuencia: mete en un mismo saco todas las formas de tenencia de
la tierra, es decir, engloba tanto a grandes productores
agropecuarios como a pequeños productores que trabajan en tierras
que arriendan o alquilan o que producen bajo formas de “asociación
de hecho”v.
Evidentemente
en la pregunta 21vi
se pide especificar el tipo de tenencia de las parcelas trabajadas,
el problema surge cuando a un productor que trabaja tierras
alquiladas o cedidas se le pregunte sobre la extensión de su UPA y,
luego, se le hace la misma pregunta al propietario de esas tierras
alquiladas o cedidas. Aquí se cometería un error, pues se
registraría dos veces la misma propiedad, como UPAs diferentes.
Para que esto no pase, había dos caminos: que la UPA alquilada se la
registre como UPA del propietario de la tierra o del productor que ha
alquilado dicha tierra o que se consideren a los dos clasificándolos
de diferente manera, por ejemplo, diferenciar entre el que posee la
tierra (propietario) y el que la trabaja (productor directo). La
solución del INE fue la primera, veamos la recomendación escrita al
inicio de la sección características de la UPA: “Incluya las
parcelas o tierras de otros productores que arrendó
y recibió al partir o al partido, tomo prestadas u otras formas de
manejo. No
incluya las parcelas o tierras de su propiedad que fueron arrendadas,
cuidadas, cedidas, etc., a otros productores”
(subrayado nuestro)vii.
Parece
que la solución del INE es coherente, pues se tomaría en cuenta al
productor de la tierra. Pero en el fondo es una solución que falsea
la realidad, una solución unilateral que borra al dueño efectivo de
la tierra y que deja un vacío: ¿quién se beneficia del alquiler o
arriendo de dicha tierra? En el fondo lo que hace esta solución, en
apariencia pertinente, es esconder el latifundio y los
terratenientes que se benefician de la apropiación del trabajo de
los campesinos pobres bajo la forma de un alquiler de tierras. En la
medida en que sólo queda registrado el trabajador directo, se
esconde, también, el hecho de que estos dueños son los propietarios
de grandes tierras arrendadas, así estos dueños efectivos solo
aparecerán como “productores” de las tierras que ellos mismos
cultivan o utilizan para la cría ganado. En el caso de
terratenientes que no produzcan en sus tierras y arrienden todas
estas, desaparecen del mapa del Censo. De esta manera, la concepción
de productor del INE, antes que
descifrar
la realidad agrícola la esconde, cabe entonces preguntarnos ¿cuáles
son las consecuencias de este ocultamiento?
Censo
agropecuario y trabajo.-
Al
cuestionarnos sobre la realidad agropecuaria, no sólo se debería
buscar conocer el tipo de plantaciones agrícolas y su extensión, el
número y tipo de animales domésticos o la tecnología e
infraestructura con la que se cuenta para producción agropecuaria,
deberíamos preguntarnos, también, por los sujetos que hacen a la
misma realidad agropecuaria.
Como
habíamos recalcado antes, el INE define al productor en su relación
inseparable con la tierra que trabaja, no importa si esta es de su
propiedad o alquilada. ¿Considerar sólo a este tipo de productores
es suficiente para comprender la realidad agropecuaria? Creemos que
no, pues como señalamos antes, esconde no solo a los terratenientes
y el latifundio, sino que excluye a los trabajadores asalariados
¿Por qué el Censo agropecuario debería tomar en cuenta a este
grupo social? ¿Qué lugar tiene el trabajo asalariado en la realidad
agropecuaria de nuestro país? ¿Qué consecuencias trae esta
exclusión u omisión para el conocimiento de la realidad
agropecuaria?
En
primer lugar, creemos que una caracterización del agro boliviano es
necesaria. En últimos estudios realizados en la zona oriental del
país expresaban que el 40% de las tierras cultivables del oriente
estaban en manos de empresarios soyerosviii,
esta tendencia no es nueva, la concentración de tierras cultivables
para la producción industrial de la soya es una tendencia que empezó
desde la liberalización del mercadoix.
En el caso de las tierras del occidente del país, la propiedad
comunal y el minifundio son formas de posesión de la tierra
predominantes, sin embargo, hay ciertos productos que empezaron a
industrializarse, como el café y el cacao, en los yungas, bajo la
forma de asociaciones de “pequeños productores”. Por otra parte,
en este último periodo, la producción de coca y quinua ha gestado
procesos de centralización de tierrasx
de parte de una pequeña burguesía, aunque las formas de producción
precapitalistas prevalecen todavía.
En
el campo todavía está presente la economía comunal y la pequeña
producción campesina parcelaria, pero junto a ella se va extendiendo
la producción capitalista mediante procesos de acumulación
originaria. Con el auge de la soya, la coca y la quinua, entre otros,
estos procesos de acumulación no han sido frenados, sino que fueron
impulsados por el gobiernoxi.
No es que los procesos de acumulación traigan la producción
capitalista al campo, sino al revés, es a partir de la incorporación
de la economía campesina al mercado capitalista, que esta última se
mercantiliza y se subsume a la dinámica del capital. Esta situación
ha generado en el agro boliviano, una serie de formas de explotación
capitalista en transición hacia las formas propiamente capitalistas
de explotaciónxii.
Procesos de proletarización de comunariosxiii
dentro de una comunidad o procesos de proletarización de campesinos
que trabajan para las empresas agroindustriales (obreros
estacionalesxiv),
formas de explotación indirecta a pequeños productores “autónomos”,
aquí las formas de arriendo y el establecimiento de sociedades de
hecho son formas de explotación veladas por la supuesta autonomía
del productor respecto del dueño de la tierraxv.
Por último, la generación de obreros agropecuarios.
Todas
estas relaciones son desconocidas por el INE, que ha reducido los
indicadores respecto del empleo de la fuerza de trabajo a dos
preguntas referidas a la cantidad del personal remunerado en una UPA
y al rubro en que se lo emplea (agricultura o ganadería). No se
sabrá ni edad, ni las formas de empleo de la fuerza de trabajo en el
agro (de tipo permanente o estacional), tampoco los niveles
salariales ni formas de contratación.
Por
último, los procesos de proletarización de comunarios y campesinos
desaparecen. En la pregunta 129 de la Boleta Censal de la UPA se
recogen los datos de la familia del productor y de su actividad
principalxvi.
Se le pregunta si la producción agropecuaria es su actividad
principal; en caso de que no sea así, se le pregunta a que otra
actividad se dedica. En las opciones se especifican rubros no
pertenecientes a la producción agropecuaria: Con estas preguntas el
INE sólo quiere saber cuál es la rama de producción en la que se
inserta el productor, de tal manera, que si su actividad agropecuaria
principal es la de trabajar en las plantaciones de un empresario de
la soya, del café, del cacao, etc., se registrara que su actividad
principal es la agricultura. Sin precisar que no es la producción de
su parcela la principal actividad sino su empleo en la actividad
agroindustrial como asalariado.
Al
dejar de lado los indicadores que mostrarán procesos de
proletarización, el INE ha encajonado a todos los productores en la
categoría de campesinos que
viven de la producción de su tierra. Con esta visión el INE ha
re-campesinado a todos los productores agricultores cuya principal
actividad no se produce en su parcela sino asalariándose con
patrones agrícolas.
Censo
agropecuario: ¿De qué realidad? ¿Para qué sectores?
Es
hora de responder a las preguntas que nos formulamos al inicio de
este documento: “Censo
agropecuario: ¿De qué realidad? ¿Para qué sectores?”.
La
realidad que al INE le interesa construir, es la realidad
técnico-productiva de pequeños y grandes productores agropecuarios
organizados en empresas y cooperativas o asociados bajo la
organización comunal y bajo el sindicato campesino, independientes
entre si. Para el INE estos pequeños productores no tendrían ningún
tipo de relación con los grandes propietarios de la tierra –los
terratenientes- y los capitalistas-empresarios de la soya. De la
misma forma, los capitalistas y terratenientes no tendrán ninguna
clase de relación de producción con los pequeños productores.
Cuando
concluimos que esta realidad, en la que productores grandes y
pequeños no tienen relación entre si, como realidad técnica
productiva, es porque el INE ha concentrado su atención en aspectos
tecnológicos, cantidad y diversificación de la producción y
provisión de materia prima, es decir, recolecta datos sobre las
condiciones y los medios de producción de la producción
agropecuaria y deja de lado a la fuerza de trabajo como dimensión de
la realidad productiva.
Evidentemente
esta omisión ha dejado conforme al empresariado cruceño y a los
terratenientes del oriente, porque esconde la explotación de
trabajo, además de que esconde el latifundio y el proceso de
concentración de tierras. Ahí la respuesta a la segunda pregunta:
un censo ¿para qué sectores? Un censo a la medida de los pequeños
y grandes patrones agropecuarios.
i
Instituto Nacional de Estadística (2013) Manual
del Jefe(a) de Brigada y Empadronadores.
La Paz: INE, pag. 2.
ii
Idem, pag. 23; Esta definición también esta presente en la Boleta
Censal de la UPA en la pagina 2.
iii
Las aclaraciones complementarias a la definición del “productor”
se encuentra en la página 24 del manual ya citado.
iv
Instituto Nacional de Estadística (2013) Manual
del Jefe(a) de Brigada y Empadronadores.
La Paz: INE, pag. 25
v
Según el INE, una asociación de hecho, es cuando dos productores
establecen relaciones de producción entorno al manejo una UPA, sin
que en esta relación haya un contrato escrito. Bajo el denominativo
de sociedad de hecho pueden también establecerse formas de
explotación de fuerza de trabajo y que son veladas por la tradición
o por el hecho de ser informales.
vi
Instituto Nacional de Estadística (2013) Boleta
Censal de la UPA. La
Paz: INE, pag. 3. La pregunta 21 de la Boleta Censal de la UPA dice:
En esta UPA ¿las parcelas o tierras que trabaja son…; 1. En
propiedad?; 2. Cedida por la comunidad?; 3. En arriendo?; 4.
Cuidada?; 5. Al partir o al partido?
vii
Idem., pag. 2.
viii Expandir la soya no garantizará la seguridad alimentaria en www.f-tierra.org
ix
Pérez, Mamerto (2007) No
todo grano que brilla es oro. Un análisis de la soya en Bolivia. La
Paz: CEDLA.
xi
Prueba de ello es el acuerdo firmado con CAINCO para ampliar la
frontera agrícola del país de 3 millones a 13 millones de
hectáreas y el apoyo que ha dado a la pequeña burguesía de la
quinua que, frente a la posible competencia de los países
industrializados que están experimentando con plantaciones de
quinua, tramitan una certificación internacional que certifique que
la única quinua es la de Bolivia. Fundación tierra alerta sobre
riesgo de monocultivo de soya, EL Deber, 19 de septiembre
xii
“El capital que necesita de la fuerza de trabajo durante una parte
del año –por la especialidad del producto, como el café, por
ej.- puede lograr una reducción del valor de la fuerza de trabajo,
cuando el proletario, durante la otra parte del año, reproduce la
fuerza de trabajo en base a medios de producción propios o
alquilados. En estas circunstancias la combinación de la
forma-valor y la forma no-valor (en términos más concretos, la
coexistencia del latifundio y el minifundio) resulta una solución
para la reproducción del capital la reproducción” (Dierckxsens,
Wim (1982) Capitalismo
y población: La reproducción de la fuerza de trabajo bajo el
capital.
Editorial Universitaria Centroamericana, pag. 45)
xiii
Miembros de una TCO o una comunidad indígena.
xiv
Idem., pag. 46.
xv
Orellana, Lorgio (2003) Clase
obrera: su determinación económico-social y su mistificación.
Cochabamba: PLURAL.
xvi
Instituto Nacional de Estadística (2013) Boleta
Censal de la UPA. La
Paz: INE, pag. 15.
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